AMAYA BEZOS Me siento debil, hambrienta, tengo sueño, estoy cansada y adolorida. Parece que me hubiera golpeado un tren... pero no. Revivo metalmente lo que ocurrio y recuerdo a la camioneta salir de la nada y estamparme contra la acera humeda. — Todo se ve perfectamente, no hay ninguna contusión craneal — escucho voces en medio de un limbo que no me permite abrir los ojos. Quiero gritar, pero apenas puedo moverme. Estoy desesperada. ¿Roy!¡Mi bebé!… tiene que haber sido Marcelo… Marcelo tiene que haberme atropellado, porque no conozco a nadie que pueda llegar a ser tan malvado. —¿Ya podemos hacer pasar las visitas? — esta vez es la voz de una mujer la que escucho. No hay una respuesta, pero es evidente que estoy hospitalizada. ¡Dios! ¡Mi bebé! Trato de desperezarme y moverme, pero los párpados me pesan. Puede ser producto de la anestesia para el procedimiento del abo... No Amaya… no lo pienses, ni siquiera lo digas… no abortaste… ese bebé milagroso mío tiene que estar sano. Tiene
AMAYA BEZOSLlevo mis manos a mi vientre para acariciar a las vidas que llevo en mi interior. Mis pequeños guerreros que crecen como flores en el medio del desierto. Son la clara prueba que todo estará bien, que la fe mueve montañas y que la vida, nuestra vida puede ser mucho mejor de lo que esperamos. Por ellos, y por su padre ha valido la pena absolutamente todo lo que he sacrificado en este último periodo. De hecho haría todo d encuevo, me expondría a ese monstruo con tal de tener lo que ahora tengo. No me arrepentiría de nada, mis errores habían sido propios de la juventud y había pagado demasiado por ellos, pero era tiempo de avanzar y seguir adelante con la clara certeza de que a partir de ahora nuestra vida estaría llena de bendiciones. Sonrió sola y así me encuentran mi padre, mi madre y Roy cuando entran en la habitación. Sonriendo como una lunática, y es que de verdad me sentía capaz d e tocar el cielo con las manos, no por gustado dicen que algo de cordura en la compl
AMAYA BEZOSDoña Oriana pasó a verme esa noche, y tal como había dicho su hija su actitud hacia mi había cambiado demasiado. Mis padres se habian marchado a la casa de Amiel Aray y yo no estaba sola, pues él estaba conmigo. Con Marcelo bien muerto y Milly Anderson en la cárcel estaba completamente a salvo, y sin nada en la cabeza que me pudiera quitar el sosiego. Incluso el problema del supuesto embarazo de la boa cosntrictor había sido solucionado, al ella misma confesar que me había atropellado como venganza por la muerte del verdadero padre de su hijo Marcelo Dj Alberi. La cama de Roy la localizaron junto a la mía desde la tarde. Esas eran las ventajas de ser la mujer, futura esposa y madre de los hijos de un cantante famoso, estrella del Pop Latino. Él con su cálida sonrisa se hoyuelos conseguía lo que fuera que se propusiera, y no llegaba a ser coqueto, aunque coqueteara d e vez en cuando, yo sabia y tenía claro que Roy Phillips no tenía ojos para más nadie que no fuera yo, est
Un año despuésAMAYA BEZOSEl día de nuestra boda por fin llegó. Las manos me sudaban, tenia los ojos hinchados por algunas lágrimas inevitables que habían salido de mis ojos producto de la emoción. Ni hablar de los nervios, en cualquier momento creeria que podía caminar por las paredes.Nuestra Boda estaba considerada uno de los grandes eventos del año «obviamente no por mi» sino por mi futuro esposo que a pesar de llevar más de un año comprometido, aún lo continuaban considerando como uno de los solteros más codiciados del país y eso solo aumenta su fama. Hoy tenía que verme absolutamente perfecta, y más que eso, tenía que sentirme única y dichosa de ser la mujer que reinaría en el corazón de un hombre de la talla de Roy Phillips.Ya el vientre abultado había dejado paso a mi habitual cintura estrecha, y con el busto un poco más grande me miró en el espejo mientras reparo mi atuendo. El vestido golpee hueso es una exquisitez, con esta obra de arte el diseñador se lució. Solo la co
NARRADOR OMNISCIENTE Amanecía otro día en la hermosa ciudad de Cambridge, los calientes rayos del naciente sol matutino entraron por las grandes paredes de vidrio del lujoso y exclusivo penthouse situado en un piso treinta y cinco. Las cortinas de la habitación estaban totalmente abiertas. El rostro de Amaya se bañó de claridad y despertó un poco aturdida.Siente a su lado el calor de un cuerpo y rueda los ojos, levanta la vista y se queda mirando fijamente el blanco techo de su dormitorio de lujo. Lo había vuelto a hacer, había traído a un chico prácticamente desconocido a revolcarse como perros en celos, ahora tendría que deshacerse de él, quienquiera que fuese al que había traído en esta ocasión. Hoy no era un buen día para esto, y debió haber sabido que como siempre le era imposible contenerse de pecar. La cabeza le quería estallar con un dolor retumbante. Su tolerancia al alcohol no era muy buena, nada buena siendo sinceros. Lo que significaba que con poco más de tres cervez
NARRA AMAYAPasadas las diez de la noche aparco el coche frente a la residencia donde vive Alexandra y hago soñar el claxon tres veces. La chica baja con el vestido más horrible que he visto en mi vida y me regala una sonrisa tierna como si yo fuera su jodida cita. —No me lo tomes a mal, pero así no irás a Infierno— le digo tan pronto entra en el coche. — Pasaremos por mi casa antes.Cuarenta minutos después entramos al bar con Alexandra vistiendo tan sexy que hará que hasta los meseros suelten la bandeja para detenerse a contemplarla. Ocupó una mesa lejos de la barra y
NARRA AMAYA—Llámame Marcelo muñeca. Por hoy me puedes llamar Marcelo. Para finales de este mes, solo te permitiré llamarme Dom. Tu Dueño.Hago una mueca de fastidio, tomo mi tarjeta bancaria que me ofrece la bartender, después de haber cobrado la cuenta de mi consumo y el de Alexandra.—No me gusta que esperen por mi Don Dom, ¿Para qué esperar a finales de mes?. Me da realmente lo mismo llamarte hoy mismo Marcelo, Señor Di Alberti, Dom, que Mickey Mouse— el valor que reuní para decir esta frase se esfumó cuando mire la expresión de sus ojos. ¡Dios!No era la expresión de un ego ofendido. Había ofendido el ego de cientos de hombres en los últimos años. No por gusto Alexandra me había advertido hasta el tedio que cualquier día amanecería con la boca llena de hormigas debido a mi comportamiento.Pero la expresión en el rostro de Di Alberti me produjo un miedo distinto. Un miedo desconocido.Hice un intento de sonrisa falsa y salí de allí con prisa. No me volteé pero pude escuchar s
Amaya BezosMe acerco para tomar la rosa, mis dedos la rozan, pero retiro la mano al hincarme un dedo con las espina. Pienso reclamarle por la falta de delicadeza de obsequiar una rosa que hace daño. Perfectamente pudo limpiar el tallo o hacer que uno de sus hombres lo hiciera .—Nada es Perfecto—espeta sencillamente él, antes de que pueda decir algo y toma mi mano llevándose a su carnosa boca, el dedo en el que brilla una gota de sangre. Mis dedos tocaron sus labios y jamás imaginé que la boca de un hombre pudiera ser tan sensual y deseable. Probo mi sangre, creía que algo así me causaría repulsión, pero el simple hecho de tocar su boca solo me ocasionó un maldito morbo endemoniado, que estuve a punto de cruzar las piernas para evitar las cosquillas que sentí en mi entrepiernas . Me recorrieron terribles Deseos de que me estampara esos labios por todo el cuerpo, pero me obligué a mantener la compostura. —Retiró lo dicho... tú si eres perfecta Muñeca. Tu olor, tu sabor exquisito