Capítulo Cuarenta.

Roy Phillips

Me siento tan tenso que me es difícil concentrarme en el camino. Todo espere menos ver a Amaya tan pronto, sobre todo después de lo qué pasó la noche anterior.

«Trabajo es trabajo», pero de haber sabido que ella estaría con Atenea hoy, me hubiera reportado enfermo.

Pude haber alegado que mi hermana me había contagiado la gripe. Ayer al llegar a casa estaba Marian con fiebre y jaqueca. Aunque el sentirse mal no evito que se fuera se rumba con sus amigas. Aún tengo que compensarle el haber faltado a su invitación.

Se le veía caminando feliz hasta que me vio. Su semblante se hizo turbio y me miró mal. Me estaba odiando, yo también me estaba odiando por lo que había hecho, peor era la única solución para no detonar lo nuestro.

Al llegar al Club, ayude a mi patrona a descender del auto, cuando intente hacer lo mismo con la bruja de cabellos rubios, paso de mi y me miro de mal modo.

Era tonto que me sintiera disminuido ante su explícito reproche, pero ella en algún momento
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