(2)

El día había sido bastante pesado, quería regresar a casa y sentirme segura, ya que sabía de ante mano que alguien me estaba esperando en casa. Al abrir la puerta, realmente esperaba el abrazo de mi prometido, pero con lo que me encuentro es con aquel hombre de cabellera castaña jugando con su Playstation.

–Cariño, ya he llegado. –Le aviso mientras que el único que me recibe es mi perro Spider, moviendo la cola de felicidad de verme. Bueno, al menos alguien se ve feliz.

–Hola, cariño. –Dice mi prometido Mike desde el sillón, mientras encima de su estómago tenía un tazón con patatas.

–Hoy no fue el día más lindo. –Le comenté mientras caminaba hacia la cocina, para empezar la cena, aún cuando le había dicho a él que la hiciera, pero sabía que era tan distraído que no lo iba a hacer.

–Dime, ¿qué paso cariño? –Me pide que le cuente lo que me estaba pasando, mientras él sigue concentrado en su juego. Así que empecé a contarle todo, desde la llegada de August, hasta el momento en que su padre me salvo del señor Willis. Realmente estaba agradecida por lo que Leonardo había hecho por mí. Con lágrimas en los ojos, miró a mi prometido para que me brinde aliento, pero al parecer su juego fue más importa. Gritó y se levantó con rapidez del sillón, cuando en el juego metió gol.

Deje la cena a medio cocinar, no podía aguantar la indiferencia de Mike.

Mike era un jugados de basquetbol en ascenso y lo único que le importa, siempre a sido su carrera que no ha despegado. Me había comprometido con él después de dos años de relación, en donde siempre di todo y él siempre me dio medios momentos, medio amor, medio espacio, convirtiéndose en otro alumno al que debo de cuidar. Pensé que, al estar comprometidos él se iba a esforzar más en esta relación, pero al parecer nos estamos alejando aún más. ¿En realidad quería estar casada con alguien, que es incapaz de amarme?

Esa noche me dormí temprano, no quería hablar con Mike en toda la noche, a pesar de que sabía que él se vendría a dormir a mitad de la media noche.

Por la mañana despierto por el sol que se posa en mi ventana, y a pesar de que es fin de semana, se que tengo que levantarme temprano, ya que había quedado comprometida con Leonardo Walles de ir a su casa para poder darle clases al pequeño August.

Me puse un lindo vestido blanco delgado, ya que era algo que me distinguía como persona, los vestidos alegres. Trate de no arreglarme tanto, ya que no quería parecer interesada en Leonardo, ya que estaba comprometida y aún que Mike no pusiera su cien por ciento en la relación, yo si lo haría.

Leonardo me envió la ubicación de su casa por mensaje, realmente yo no le había dado mi número, pero supuse que la directora se lo proporciono. Tome el metro para poder llegar a la zona residencial en donde Leonardo vivía, todo era diferente comparado al barrio chino en donde yo vivía. Dyker Heights es un barrio residencial ubicado en la esquina suroeste del distrito de Brooklyn. Me detuve en una enorme casa café con hermosos ventanales, la arquitectura de la casa era una locura, de tan solo verla podías darte cuenta que costaba millones de dólares, mientras que el vecindario era bastante hermoso y tranquilo. No había gritos de gente vendiendo cosas, como en mi vecindario. Lentamente subí los escalones de la casa, para tocar como timidez el timbre.

–¿Quién es? –Me preguntan mi nombre mientras miro hacía la cámara, parecía ser la voz de una anciana.

–Buen día, soy Eliana la maestra de August. –La mujer que me había contestado al principio, no me respondió de vuelta, lo que me causo algo se inseguridad, ya que quizás había la gran posibilidad de haberme equivocado de casa, pero de pronto la puerta de la mansión se abrió, dándome a entender que pasara.

Al entrar a la casa me encuentro con un hermoso jardín con pasto verde, de hecho, lo habían regado apenas, así que pude sentir las gotas de agua cayendo sobe mis pies. Y a pesar de que hacía frio, no pude evitar sonreír como una tonta, al ver el paraíso de casa mientras tenían una piscina con el agua tan azul, que me daba ganas de meterme y más al ver que la piscina tenía agua caliente, mirando el vapor que tanto se me antojaba. Supuse que por un momento me desconecté de este mundo, mirando la belleza del lugar, tanto que no me di cuenta que me estaba observando Leonardo con mucha atención.

–Se ve tan hermosa hoy. –De pronto veo a Leonardo caminar hacía mí, mientras usa unos pantalones blancos entallados, zapatos de meter de ese mismo color. Usaba un suéter de rayas café claras, que dibujaban su espalda ancha realmente bien, mientras su cabellera negra estaba despeinada y algo ondulada. Parecía un ángel caído, al lucir menos elegante que ayer, pero incluso sabía que podía ponerse una bolsa de papas encima y haría de eso una prenda de alta moda. Su comentario de inmediato me hizo sonrojar, mientras se recargaba en una cerca color blanca.

–Le dije que se ve hermosa. –Me lo repite a pesar de que lo había escuchado claramente, pero quise dejar pasar su comentario.

En realidad, era un hombre hermoso con una sonrisa que te podía matar. Lo único que pude hacer fue sonreír mientras la luz del poco sol que había, me estaba cubriendo. Tape mis ojos del sol, para caminar hacía donde el joven hombre estaba. Cuando estuve enfrente de él, le ofrecí mi mano para saludarle, pero el audaz hombre solo toma de mi brazo, para acercarme a él, besando mi mejilla y luego regalándome un abrazo.

–¿Por qué tanta seriedad? –Me pregunta juguetón.

No dije nada, solo sonreí como una tonta. Era la primera vez que alguien me dejaba sin hablar, era como si su sola presencia me impresionara, pero no me hacía sentir mal, sino que me sentía deseosa y nerviosa al mismo tiempo.

–La invito a mi estudio.

Me indica tomándome del brazo mientras me lleva hacía su estudio, de camino a este pude darme cuenta que los pisos de la casa eran de mármol negro, haciendo que el lugar se viera realmente amplio. La casa era minimalista, haciendo que los espacios se vieran más grande, aunque tenía dos o tres cuadros en la pared. Al entrar a su estudio, puedo ver que estaba hecho completamente de madera que olía bastante bien, aún que el lugar era algo ruidoso. El joven radiantemente me indica que me siente en una silla enfrente de su escritorio, yo tomo asiento mientras no paro de mirar todos los libros que tiene, dándole al lugar un toque opuesto a lo que era fuera del estudio.

–Parece que lee mucho. –Le comenté mientras él no paraba de sonreír, parece que mirarme feliz es algo que le gusta.

–En realidad si quiere tener una buena empresa y mantenerla en lo alto, debe estudiar cada que puede. –Su inteligencia era realmente atractiva.

–Que voy a saber yo de eso, soy solo una maestra. –Me reí avergonzada.

–Su trabajo como maestra es realmente importante, no creo que cualquiera pueda tener contacto con niños. –Él deja de sonreír, era como si mi comentario le hubiera molestado. –Al igual que tratar con imbéciles, no debe ser fácil. –Lo mire de inmediato, ya que parecía importarle lo que había pasado ayer. –En realidad le quiero decir que usted manejo las cosas muy bien, como una dama lo hubiera hecho. –Su comentario de inmediato hizo que mis mejillas se sonrojaran, era como si fuera su super poder. –Pensé en eso todo el día.

–¿Por qué lo hizo? –Pregunté. –Como dice, tiene un trabajo importante para estar pensando en algo tan banal como lo que me paso.

A él no le pareció gracioso, parecía que su sonrisa que antes vestía como escudo se había desplomado, mientras ve curioso mi cuello, pero yo logro taparlo con mi bufanda blanca.

–En realidad pensé mucho, porque quizás debí haberlo matado. –Mi sangre se puso fría al escuchar ese comentario. –Quizás estoy arrepentido de haberme calmado en cuanto usted me detuvo, y poder haber seguido con los golpes. Gente como él no debería de tener privilegios.

–No se preocupe, realmente lo he soportado desde hace mucho tiempo, que lo de ayer no ha sido nada. –Creo que mis palabras no hacen que él se sienta mejor, incluso puedo ver como sus ojos se consternan.

–Dígame, ¿desde cuando la a estado acosando? –Pone sus dos brazos en su escritorio, mientras se inclina hacía mí. Podía ver furia recorriendo sus ojos cálidos, era como si de pronto ese hombre juguetón se hubiera ido.

–No vinimos a hablar de mí, ¿verdad? –Le termine diciendo, por último, dándole a entender que no quería hablar del tema. Leonardo solo se dejo caer en su silla, rodando los ojos para después pasar su legua por su boca, creo que lo he hecho enojar.

–Tiene razón. –Se vuelve incorporar, mirándome con detenimiento. –Me pidió que le contara sobre mi hijo.

Yo asentí, sacando una libreta y una pluma, puesto que todos los niños con los que trabajo en la regularización, debían pasar por un seguimiento de su contexto.

–August siempre ha sido introvertido, pero creo que fue por culpa mía. –Yo estaba curiosa, puesto que Leonardo era muy abierto en todo lo que pasaba por su mente. –Tuve que trabajar mucho cuando él era pequeño, así que siempre estuvo en manos de otras personas.

Yo solo apuntaba en mi libreta, mientras el hombre se expresaba.

–¿Su madre? –Junte mi mirada con la de él, ya que no podía negarlo, me mortificaba saber quién era la señora Walles. Él de inmediato me muestra en su mirada, que quizás la madre es un tema difícil de tratar.

–Ella me dejo. –Yo lo mire fijamente, puesto que no entendía porque una mujer abandonaría a dos personas tan hermosas como August y Leonardo. –También creo que mi hijo es así por culpa de su madre.

–¿Por qué lo dice? –Le cuestione preocupada.

–Su madre no quería ser madre, la tuve que obligar a que no abortara, así que mi hijo vivió angustias dentro del vientre de su madre. –Suspira pesadamente. – Ella quería abortar todo el tiempo, incluso una vez tuvo un accidente de trafico a propósito. –Lo encuentro una vez más suspirando con fuerza, agobiado por el pasado del pequeño.

–¿Qué? –Le dije asustada sin poder creerlo.

–Sí, así de mal estaba. –Toca su cabellera para peinarla hacía atrás. –Pensé que solo era una racha y que cuando lo tuviera entre sus manos, lo amaría y vería que la vida vale la pena. –Dejo un silencio entre sus palabras, para mirar con melancolía el suelo. –Pero eso nunca paso.

–¿Qué fue lo que pasó, para que usted digiera suficiente? –Él sonríe con melancolía, al ver mi interés.

–Tenía una reunión importante, mi trabajo siempre ha sido así, pero he logrado tener una balanza en mi vida, pero esa vez tuve que dejarlo con ella, ya que mis niñeras no vinieron a trabajar ese día. –Veo como su mirada se pierde, mientras me explica. –Cuando regresé a casa me encontré con una pesadilla. Ella había dejado a mi niño en la cuna llorando durante horas, lucia tan indefenso, lleno de suciedad mientras se veía que estuvo en la cama desde que me fui.

Mi espalda sintió como un balde de agua fría caía, me quede unos segundos sin aliento, ya que aún que atendía a niños a diario, lo que me atormentaba era el abuso a ellos. No podía soportarlo, me dolía y afectaba como nada en este mundo. Mis lágrimas de pronto cayeron en la libreta en donde estaba escribiendo, dándome cuenta que estaba sintiendo la pena de este hombre.

–Me jure a mi mismo que sacaría a mi niño adelante solo, no me importa si tengo que llevarlo al fin del mundo para tenerlo a salvo.

Limpie mis lágrimas y aunque él las vio, pero no me pregunta por ellas.

–Puede decirme si su mujer estaba enferma.

–No era mi esposa. –Niega de inmediato. –Tenía esquizofrenia, de hecho, en este momento ella está en un psiquiátrico en Irlanda. –Tuve que poner las enfermedades de los padres antes, ya que hay muchas cosas que los niños pueden heredar de sus padres.

–¿Usted tiene alguna enfermedad? –Pregunté mientras estaba muy concentrada en mi trabajo.

–Soy un descarado, ¿eso cuenta? –Su comentario realmente reavivo un poco el ambiente, era como si necesitáramos de ese pequeño chiste para no sentirnos tan incomodos. Yo me reí un poco. –No en realidad no, también me encanta trabajar, pero creo que no cuenta como enfermedad.

–No, señor. –Negue con mi cabeza mientras mostraba una vez más una sonrisa.

–¿Tan grande me veo? –Yo de inmediato me di cuenta de lo que acababa de hacer.

–No. –Negue con la cabeza y las manos. –Es solo que siempre le hablo a los padres de esa forma, discúlpeme.

–Una vez más con formalidades. –Cruza los brazos mientras me ve nerviosa. –¿Qué edad tiene? –Me pregunta curioso.

–26 años. –Era obviamente más joven que él.

–No me llames señor, ¿de acuerdo? –Alza una de sus cejas.

–Sí. –Asentí nerviosa.

De pronto lo mire, dándome cuenta que mi inocencia le hacía gracia, le llamaba la atención mientras lamía sus labios al verme poner roja. Era como si le encantara verme sonrojar.

–Te llamaré Eli de ahora en adelante. –Yo asentí con la cabeza, aun sin saber que decir. –Dime Leo.

–Creo que debo llamarlo por su apellido, creo que me incomodaría mucho faltarle al respeto, puesto que soy la maestra de su hijo.

–¿Y? –Me mira sin entender mi punto, yo solo quería ser profesional. –Me dirá Leo de ahora en adelante, sino tendré que despedirla. –Parecía ser una orden.

–Esta bien. –Necesitaba el trabajo, ya que aún que mi prometido este en casa esperando a que lo llamen para algún juego, yo sigo ahorrando para la boda. –Leo.

El hombre se sale con la suya, así que sonríe ampliamente. El momento se puso menos incómodo, al ver como una mujer de edad avanzada entraba a la habitación, con un carrito con aperitivos. Todo lucia muy británico, ya que normalmente nadie toma te en las tardes y menos comer aperitivos.

–Ya vine niños. –Nos dice la señora mayor de cabellera blanca, caminando hacía nosotros. –¿Gusta te? –Me pregunta.

–Sí. –Acepte ya que me gustaba mucho el aroma del té.

–Ella es la señora Mary, es más británica que nadie en esta casa.

Yo me reí alegremente, puesto que su uniforme era bastante peculiar, como él dijo, bastante británico y elegante.

–Y este niño quiere quitarse lo británico, viviendo en América. –La mujer le sirve una taza té a Leonardo, a pesar de que él se negó con educación. –Pero mientras viva conmigo, será siempre británico.

Leonardo solo se mofa de lo que la mujer dice, tomando de su te sin decir más.

–¿Desde hace cuanto trabaja con Leo? –Le pregunté a la mujer interesada.

–¡Oh, vaya! –Dice la mujer tratando de recordar. –Desde que tiene la edad de August. –Lo cual me sorprendió, eso quería decir que Leonardo viene de cuna de oro.

–Ella es como mi madre.

No dude en apuntar a la señora Mary en el expediente de August, ya que pude ver que ella era como la abuela del pequeño. Supuse de inmediato que él pasaba más tiempo con Mary, que con nadie.

Después del té, subí a la habitación del pequeño, junto con Mary mientras Leonardo atendía una llamada importante, que hizo que todos tuviéramos que abandonar la habitación, parecía ser algo bastante serio.

–La razón del porque August es muy desconfiado, es porque su madre lo abandonaba. –Me confiesa la vieja Mary, como si fuera un secreto. Creo que eso me había quedado claro, incluso podía afirmar que era un nuevo trauma para mí.

–El último suceso con su madre fue hace algunos meses. –Yo me quede perpleja, escuchando lo que la mujer decía. –Leo tuvo la idea de poder llevar al pequeño al centro médico, para festejar el cumpleaños de Cece. –Supongo que ese era el nombre de su madre. –Cece se veía bien, así que Leo quiso dejarle al pequeño, pero lo que hizo ella fue una barbaridad.

Por supuesto que la mujer me tenía colgado de un hilo. ¿Qué había pasado?

–Cece intento ahorcarlo. Si mi Leo no llega al lugar a tiempo, lo hubiera matado. Es por eso que August siempre mira dos veces incluso para caminar, siempre duda y es pésimo ver a un niño tan preocupado por todo, le tiene miedo hasta a su sombra y eso me preocupa. –Mary parecía consternada por el pequeño.

Y claramente yo también lo estaba.

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