Supongo que Sídney no solo tenía encantos con los hombres, sino que también los tenía conmigo. Recuerdo muchas veces meterme en problemas con ella en la escuela, ya que siempre corría tras de ella como un cachorro perdido.
Esta vez no fue la excepción, ya que me obligo a cambiarme de ropa, haciéndome usar un vestido repleto de diamantes con la espalda completamente desnuda, para después ponerme tanto maquillaje que sentí que estaba usando una clase de mascara. Los zapatos que me hizo usar, eran incluso más hermosos que los de la cenicienta, llenos de diamantes que brillaban tan hermosamente con la luz. Sídney era talentosa, tanto que hizo magia con mi cabellera castaña, haciéndome varios rizos que se acomodaron en mis pechos, que en ese momento se veían gigante por la faja del vestido.
Al mirarme al espejo claramente no me estaba mirando a mí, sino a una modelo de una revista que claramente era bella por usar prendas caras.
–No lusco como yo misma. –Exprese mirándome completamente diferente a como lucia generalmente en el día. No iba a decir que me veía mal, ya que lucía hermosa, incluso puedo decir que radiante, pero está persona claramente no era yo misma.
–A veces las mujeres necesitamos dejar lo que es cómodo, solamente para irnos a otro mundo y pensar que somos las reinas de este maldito mundo. –Sídney tenía razón, ella siempre lo hacía.
Vestía cosas caras para pretender ser una dama de dinero, ante un millonario que siempre vera sus senos más que su cerebro. En ese momento no puedo negar que estaba excitada con la idea de ser alguien más, que solo la maestra de un buen jardín de niños en un área exclusiva de New York.
Al salir de los camerinos me puedo encontrar con esas mujeres de piernas largas, hermosos vestidos y joyas caras, que ahora eran parecidas a mí. Claramente ahora podía verles el lado bueno, eran seguras de si mismas y estaban listas para pretender que ni siquiera el mismo suelo de mármol blanco me merecía.
Sídney tomo mi mano y salimos por el club, que estaba lleno de hombres ricos vestidos con sus mejores galas. En el club había de todo, hombres jóvenes, hombres en sus cuarentas y también estaban esos hombres que su edad ya era realmente avanzaba, pero aún así, las chicas jóvenes y guapas estaban a su merced.
Los cantineros ya conocías a Sídney, así que la joven les indica también a los meseros que estaremos en una zona exclusiva. Al pasar puedo ver como todos los hombres nos miran, por un momento solo pensé que miraban a Sídney y su vestido entallado, pero cuando miró a mi amiga, ella me indica que todos los ojos de esos hombres estaban puestos en mí. Mirándome con tanto deseo y curiosidad, ya que quizás era la primera vez que me veían en el lugar, pero claramente no quería tener contactos con ellos, así que corrí con rapidez hacía la zona que estaba destinada para las dos.
–¿Viste a todos los hombres que te miraban? –Pregunta la rubia divertida, mientras se acomoda en un sillón de piel blanco.
–Si, lo vi. –Dije con más humor. –No puedo creer que me hayas hecho esto. –Reí divertida, ya que me sentí diferente.
–Es la magia de mi trabajo, puedo detener a cualquier hombre en segundos en este lugar. –Se empieza a reír mientras los meseros nos llenan de bebidas.
–Meyer te tiene bien consentida. –Tome un trago de vodka. –Puedes hacer lo que quieras en este lugar.
–Meyer. –Suspira la rubia enamorada. –Meyer es el mejor, no se ni como agradecerle. –Murmura la joven con seriedad.
–Haciéndole ganar millones de dólares. –Le afirme puesto que a pesar de que Meyer era uno de los dueños de club, sabía claramente que él ganaba demasiado con Sídney. Pero ella no lo podía ver, porque siempre a sido una enamoradiza que cree siempre en lo demás. Ella no dijo nada, quizás no debí de haber sido tan dura con ella, pero de la nada Meyer llega al lugar. Vistiendo como siempre sus trajes extravagantes que podías ver desde kilómetros, su cabello bien negro, una barba marcada y lentes de sol negros.
–¿Eliana? –Se quita sus lentes al verme al lado de Sídney. Claramente puedo ver esa enfermedad que tiene en uno de sus ojos, luciendo un ojo casi blanquecino. –No puede ser. –El hombre parecía sorprendido mientras sonríe con todos sus dientes.
–Ni te emociones tanto mi vida, esto solo es por una noche y es para hacerla sentir mejor. –Sídney se pone detrás de él, marcando su territorio.
–¿Pues que te hicieron? –Pregunta confundido. –Eres una santurrona y lo sabes.
Yo solo reí a carcajadas, puesto que era verdad y no lo iba a negar.
–Me engañaron. –Dije con una sonrisa que de inmediato le comunico que era falsa.
–¿Quieres que le rompa las piernas? –Sabía muy bien que Meyer conocía a gente mala, pero no iba a usarlo como arma para lastimar a Mike, ya que sabía que podían matarlo. –Tu solo di el día y hora, acabaré con ese hijo de puta. –La mirada de Meyer iba muy en serio, así que lo detuve.
–No se lo merece. –Respondí de inmediato. –Se merece una muerte peor. –Escupí mientras no dejaba de tomar tragos, que no dejaban de llegar.
De pronto una sonrisa ilumino a Meyer, quien no para de mirarme como si fuera una aparición.
–¿Qué tanto tramas? –Le pregunta Sídney a Meyer, mirándolo por el rabillo de su ojo.
–Quizás hoy me pueda ser mucha ayuda tu amiga. –Le responde sin parpadear, mirándome como si fuera un milagro para él.
–No, ni te lo imagines. –La rubia le aclara. –Ella no es una chica de compañía.
–Bueno, no sería de compañía y creo que a ella le serviría un poco conocer a un hombre con mucho dinero. –Las palabras de Meyer son contundentes.
–No, no lo hará. –Niega Sídney con la cabeza.
–No tendrás que dormir con él, ni siquiera te tiene que caer bien. Se que con solo ver tu cara estará feliz. –Meyer sigue hablando, tratando de convencerme mientras yo sigo bebiendo y bebiendo. En cierto punto sus suplicas fueron lo suficientemente fuertes.
–Bien. –Estaba ya muy ebria y conocer a un nuevo hombre no me sonaba mal. –Solo quiero olvidar por una noche a Mike.
–¡Perfecto! –Meyer celebra dichoso al convencerme, mientras que la mirada de Sídney lo mira con enojo. –Amor no te enojes conmigo, es mi trabajo y Eliana esta dispuesta a ayudarme.
–Bien. –Con pesar la rubia lo acepta. –¿Quién es ese hombre tan misterioso? –Pregunta la joven cruzando los brazos.
–Ya te había contado de él. –Meyer empieza a darle ordenes a los camareros de que arreglen el lugar con las manos. –Mi padre siempre ha tenido un socio, era lejano así que no lo conocía, pero ahora se a mudado de su país natal hasta aquí. –Lame sus labios para tomar aliento. –Así que lo veremos muy a menudo en el lugar, tiene mucho que hacer en el negocio.
Al escuchar la historia inesperada del hombre sin cara, pero bastante poderoso, puedo sentirme algo nerviosa. Sabía que hoy estaría conociendo a alguien de la mafia, de donde pertenecia Meyer y al parecer por lo que escuchaba, no era cualquier hombre.
–Tengo miedo. –Le confesé a Meyer cuando los tragos dejaron de salir. El lugar en donde estábamos se arreglo de más sustancias, que claramente no eran legales, mientras que pusieron un tubo para las bailarinas.
–No tienes porque, es un hombre tranquilo. –Meyer parece tranquilo. –Incluso no creo que se quede más de media hora, siempre se van del lugar. –Al menos sus palabras me tranquilizaban un poco.
Sídney me llevo a los camerinos para arreglar mi maquillaje y cabello. Y mientras ella lo hacía, yo empezaba a sentirme más y más nerviosa.
–Tranquila. –Ríe al ver mi honesta reacción. –Solo será un pequeño tramo de tiempo.
–Claro. –Murmuré no muy convencida.
–Y bueno, quien sabe si te guste. Puede que sea un hombre interesante y guapo, que te haga olvidar al pelmazo de Mike. –Reí un poco ya que aún que no creía poder hacerlo, era bueno saber que Sídney quería hacerme sentir mejor.
De pronto y de la nada, un hombre vestido de negro entro al camerino.
–Ya a llegado el halcón negro. –Yo no entendía que estaba pasando y ni menos, a que se referían al decir “Halcón negro”
–Eso quiere decir que el invitado especial a llegado al lugar. –Me informa la rubia.
Yo solo asentí con la cabeza, para después seguirla por todo el lugar. La música había cambiado a algo más animado, mientras que ahora podía ver más bailarinas por todo el lugar, parecía que Meyer quería que el invitado estuviera cómodo y que disfrutara de todo lo que el lugar le podría ofrecer. Sídney y yo subimos las escaleras hasta llegar a la sala en donde estábamos, pero esta vez había otro cadenero.
–Déjanos pasar. –Le ordena la rubia al hombre de color, quién de inmediato abre la cadena para nosotros. Al entrar a la sala, puedo ver que hay demasiados hombres en el lugar, todos vestidos de trajes negros, mirando a una bailarina en el tubo, disfrutando de sus encantos, mientras que todo el humo hace que el lugar se vea un poco borroso. –Él está aquí. Es más guapo de lo que pensé. –De pronto la voz de Sídney sonó más emocionada que nunca, pero yo no lograba ver la cara de aquel hombre, que hizo que mi amiga se extasiara.
–¿Qué? ¿Dónde? –Empecé a pasar mis manos por el humo, para poder ver a ese hombre tan increíble del que mi amiga hablaba.
Y como si fuera una película en cámara lenta, pude ver a ese hombre tan guapo que hizo detener mi corazón. Su traje negro con toques de dorado era impresionantemente elegante, mientras su enorme pecho lo hacía lucir una silueta bastante atractiva. Esa mirada de sensualidad con sus cejas poblada, y ni olvidar de su cabellera negra y sedosa. Al verme el hombre muerde uno de sus labios, claramente satisfecho de verme.
–¡No puedes ser! –De inmediato mi aliento es robado por esa persona, que me ve de los pies a la cabeza, notando cada detalle de mi atuendo.
–¿Qué pasa? –Me pregunta Sídney preocupada al ver mi reacción.
–Ese hombre es… Leonardo. –Termine de decir su nombre con algo de dramatismo.
Su mirada ahora es mía, tengo toda su atención. Parecía que no había vuelta atrás, él ya sabía quién era yo y me estaba esperando con ansias.
Su sonrisa diabólica y sexi inunda el lugar, era como si hubiera encontrado su famoso petróleo en una zona de nieve. Su cuerpo me quería atraer a él, pero sin pensarlo más tome de la mano de Sídney con fuerza, dispuesta a retirarme del lugar, pero la joven rubia me sostiene con fuerza del brazo.–Aceptaste, ahora tiene que hacerlo. –Me dice sin piedad, encaminándome casi a rastras hacia donde se encontraba Meyer y Leonardo.Al estar enfrente de estos dos hombres poderosos y ricos, siento como mi pecho empieza latir con fuerza, hasta que nuestros ojos se juntan. Sí, era ese mismo Leonardo que había visto en la tarde en su casa, pero ahora ya no lucia como un simple mortal que descansaba en su casa de millonario, sino que ahora era el socio de Meyer. Probablemente un mafioso más.–¿No es bonita? –Le pregunta Meyer a Leonardo, mirándome de los pies a la cabeza.–Es más que eso. –Emite su primera palabra Leonardo, haciendo que mi cuerpo se erizará por completo.–Esta noche, El…–Meyer le i
Suspire profundamente para mirarlo con ojos de venado, mirando su cuello, su manzana de Adán hasta llegar a su pecho ancho, mientras podía ver como se erizaba al sentir mi mirada sobre de él.–Para nada. –Salió un suspiro de mis labios, ya que estaba deseosa de su cuerpo.Leonardo sonríe al escuchar mi respuesta.–Se que estarán pasando millones de cosas por tu mente. –Se acerca mientras pone lentamente su mano en mi barbilla, mientras me acerca a sus labios hidratados. –Pero al parecer debo serte sincero… –Paso sus dedos por los pequeños mechones de cabellos, que sobresalían de mi cabeza. –No soy el bueno de la historia.Yo lo mire fijamente, viendo sus facciones y el increíble desinterés que tenía, en saber de su pasado o lo que hacía para vivir. Mi cuerpo se estaba llenando de adrenalina, mientras sentía su cuerpo caliente al lado de mi cuerpo.–En este momento, créeme que ya nadie es el bueno de la historia. –Le contesté mientras pensaba en Mike, quién ahora vuelve a mi mente, hac
Lo escuche gemir con fuerza, mientras mis oídos se llenaban de placer. Mi feminidad se mojaba de tan solo escucharlo, hasta que el hombre de cabellera negra olivo y músculos grandes, no aguanto más y se abalanzo hacía mí, tirándome en el sillón mientras une sus labios pecaminosos junto con los míos. Su lengua de inmediato inundo mi boca, hasta llegar a mi garganta, mientras sus manos astutas se metieron debajo de mi vestido, haciendo que sus dedos caminaran hacia mi pequeña ropa interior, tocando mis labios mojados besándome con rudeza.No podía respirar, ni pensar en ese momento, ya que lo quería todo al mismo tiempo. Hasta que deja mis labios libres, dejándome reseca mientras veo como sus labios caminan hacía mis pechos, tocándolos con fuerza mientras yo me retorcía al sentir el placer, al sentir sus dedos grandes tocándome como nadie más lo ha hecho.Pero tenía que aceptarlo, el hombre no le tenía paciencia a nada y era claro, que no tendría paciencia con mi vestido, que le impedía
Y a pesar de que al principio mis sueños se llenaron de Leonardo, de pronto veo a esa mujer vieja y llena de ira gritándome. Era mi madre, una señora que me había hecho bastante daño desde que era pequeña, obligándome a hacer cosas que nunca quise a hacer, gritándome con fuerza mientras me decía lo decepcionada que estaba de mí, al meterme con un hombre que no era Mike.Claramente podía escucharla gritándome lo decepcionada que estaba de mí, ya que ella amaba a Mike, ya que creía que era un buen hombre para mí. Así que me levante de la cama sin aliento y sudando, para después darme cuenta que ya era de día. Mire el reloj y eran las seis de la mañana y yo tenía trabajo. Me levante de la cama sin despertar el pesado sueño de aquel hombre, que aún dormido lucia como un muñeco de porcelana. Sabía que había cometido un error, ¡pero que error tan hermoso! Bese sus labios antes de salir de la habitación.Tome mi ropa, notando que estaba rota y que claramente no podía usarla, así que me metí
Mike no estaba tan mal como pensaba. Sí, los golpes que fueron propinados por Leonardo habían sido bastante fuertes como para que estuviera hinchado por dos meses, pero su condición estaba mal porque claramente estaba muy drogado cuando llego al kínder. Yo misma estaba cansada de limpiar todo lo que él hacía.–Estará bien. –Me asegura el doctor mientras los dos vemos a Mike, en una cama de hospital. –Pero debe controlar sus niveles de drogas. No di el llamado a la policía, ya que lo conozco bastante bien.Y era cierto, el doctor Taylor nos conocía ya muy bien, ya que siempre atendía las lesiones de Mike y era una persona de confianza.–Me alegra que nos hagas este favor. –Le agradecí.–Muy bien, me iré. –Me avisa dejando la habitación.Cuando me encontré sola, solo puedo verlo ahí tirado sin hacer más. Era una vergüenza lo que estaba viendo. Quise retirarme de la habitación y dejar a este idiota solo, pero cuando estaba tomando mi bolso, escucho como alguien entra a la habitación. Esa
Vega siempre va enfrente de nosotros, es bastante astuto y logra esconder la forma en que defiende a su jefe, mientras esconde un arma bajo la manga de su brazo. Mira siempre a todos los lados, antes de que los dos pasemos. Es un joven de raza asiática y para ser sincera, es un hombre atractivo, no tanto como el jefe, que le pasa de altura y musculatura. Me preguntó porque Leonardo no hace el trabajo completo, puesto que tiene el físico para defenderse de todo lo que le pudiera pasar, pero mientras estoy pensando, se que me fui de este mundo, lo cual Leonardo noto de inmediato.–¿Por qué piensas tantos? –Pregunta curioso mientras ya estamos en su camioneta blindada.–No, nada. –Dije algo tímida mientras mis mejillas se tornaban rojas, ya que lo único que pasaba por mi mente era él y solo él.El hombre de inmediato se mofa al verme nerviosa.–¿Ahora de que te ríes? –Pregunté curiosa.–Eres como un postre. –Responde con su voz masculina.–¿Un postre?–Sí. –Suspira profundamente inflaman
August se termino durmiendo enfrente de la chimenea, así que su padre decide cargarlo tiernamente hacía su cama, yo le sigo mientras acomodo la cara del pequeño, para que no se ahogue. Los dos lo acostamos tiernamente. Sin pensarlo yo lo cubrí con la manta, para después proceder a besar su frente.Cada movimiento que hice fue observado por Leonardo, quién esta fascinado conmigo. Yo solo me enrojezco un poco, para caminar rápidamente fuera de la habitación y evitar otra situación. Pero cuando Leonardo cierra la puerta de la habitación de su pequeño, no logra aguanta las ganas de besarme, tomando mi cara con sus dos manos, metiendo su lengua dentro de mi boca, mientras me lleva cargando hacía su habitación.Nunca había entrado a este lugar, los suelos eran negros y había una alfombra de peluche blanco en el suelo que parecía valer mucho dinero, mientras que una cama de sabanas y cochas negras, estaba en medio del lugar. Sin dudarlo, el hombre musculoso me llevo hacía la cama, tocándome
Leonardo toma mi mano con fuerza, para encaminarme hacía la entrada de la mansión, en donde ya nos estaban esperando Vega, Moreno y Milo, vestidos de etiqueta luciendo realmente guapos a pesar de mostrar sus armas, que aún me causan sorpresa.–¡Vaya, que guapos! –Le hice un lindo comentario, haciendo que sus mejillas de inmediato se sonrojaran al recibir mi cumplido.–Gracias. –Los tres cantaron al mismo tiempo, para después ser observados por su jefe, quién los mira realmente serio mientras infla su pecho, como todo un macho. Los tres chicos de disculpan con su jefe, ya que lo respetan demasiado. Al final Moreno termina hablando algo avergonzado:–Los estaremos esperando en la camioneta. –Los tres se retiran con rapidez de la escena.–¿Eso que fue? –Me di la media vuelta y lo miré, mientras él pasaba sus manos por mi cara, sosteniéndome mientras podía verlo celoso.–Eres mía y realmente odio como te miran los demás hombres. –Confiesa mientras pasa su dedo juguetón por algunas partes