(5)

Supongo que Sídney no solo tenía encantos con los hombres, sino que también los tenía conmigo. Recuerdo muchas veces meterme en problemas con ella en la escuela, ya que siempre corría tras de ella como un cachorro perdido. 

Esta vez no fue la excepción, ya que me obligo a cambiarme de ropa, haciéndome usar un vestido repleto de diamantes con la espalda completamente desnuda, para después ponerme tanto maquillaje que sentí que estaba usando una clase de mascara. Los zapatos que me hizo usar, eran incluso más hermosos que los de la cenicienta, llenos de diamantes que brillaban tan hermosamente con la luz. Sídney era talentosa, tanto que hizo magia con mi cabellera castaña, haciéndome varios rizos que se acomodaron en mis pechos, que en ese momento se veían gigante por la faja del vestido. 

Al mirarme al espejo claramente no me estaba mirando a mí, sino a una modelo de una revista que claramente era bella por usar prendas caras.

–No lusco como yo misma. –Exprese mirándome completamente diferente a como lucia generalmente en el día. No iba a decir que me veía mal, ya que lucía hermosa, incluso puedo decir que radiante, pero está persona claramente no era yo misma. 

–A veces las mujeres necesitamos dejar lo que es cómodo, solamente para irnos a otro mundo y pensar que somos las reinas de este maldito mundo. –Sídney tenía razón, ella siempre lo hacía. 

Vestía cosas caras para pretender ser una dama de dinero, ante un millonario que siempre vera sus senos más que su cerebro. En ese momento no puedo negar que estaba excitada con la idea de ser alguien más, que solo la maestra de un buen jardín de niños en un área exclusiva de New York. 

Al salir de los camerinos me puedo encontrar con esas mujeres de piernas largas, hermosos vestidos y joyas caras, que ahora eran parecidas a mí. Claramente ahora podía verles el lado bueno, eran seguras de si mismas y estaban listas para pretender que ni siquiera el mismo suelo de mármol blanco me merecía. 

Sídney tomo mi mano y salimos por el club, que estaba lleno de hombres ricos vestidos con sus mejores galas. En el club había de todo, hombres jóvenes, hombres en sus cuarentas y también estaban esos hombres que su edad ya era realmente avanzaba, pero aún así, las chicas jóvenes y guapas estaban a su merced. 

Los cantineros ya conocías a Sídney, así que la joven les indica también a los meseros que estaremos en una zona exclusiva. Al pasar puedo ver como todos los hombres nos miran, por un momento solo pensé que miraban a Sídney y su vestido entallado, pero cuando miró a mi amiga, ella me indica que todos los ojos de esos hombres estaban puestos en mí. Mirándome con tanto deseo y curiosidad, ya que quizás era la primera vez que me veían en el lugar, pero claramente no quería tener contactos con ellos, así que corrí con rapidez hacía la zona que estaba destinada para las dos. 

–¿Viste a todos los hombres que te miraban? –Pregunta la rubia divertida, mientras se acomoda en un sillón de piel blanco. 

–Si, lo vi. –Dije con más humor. –No puedo creer que me hayas hecho esto. –Reí divertida, ya que me sentí diferente.

–Es la magia de mi trabajo, puedo detener a cualquier hombre en segundos en este lugar. –Se empieza a reír mientras los meseros nos llenan de bebidas. 

–Meyer te tiene bien consentida. –Tome un trago de vodka. –Puedes hacer lo que quieras en este lugar. 

–Meyer. –Suspira la rubia enamorada. –Meyer es el mejor, no se ni como agradecerle. –Murmura la joven con seriedad. 

–Haciéndole ganar millones de dólares. –Le afirme puesto que a pesar de que Meyer era uno de los dueños de club, sabía claramente que él ganaba demasiado con Sídney. Pero ella no lo podía ver, porque siempre a sido una enamoradiza que cree siempre en lo demás. Ella no dijo nada, quizás no debí de haber sido tan dura con ella, pero de la nada Meyer llega al lugar. Vistiendo como siempre sus trajes extravagantes que podías ver desde kilómetros, su cabello bien negro, una barba marcada y lentes de sol negros. 

–¿Eliana? –Se quita sus lentes al verme al lado de Sídney. Claramente puedo ver esa enfermedad que tiene en uno de sus ojos, luciendo un ojo casi blanquecino. –No puede ser. –El hombre parecía sorprendido mientras sonríe con todos sus dientes. 

–Ni te emociones tanto mi vida, esto solo es por una noche y es para hacerla sentir mejor. –Sídney se pone detrás de él, marcando su territorio. 

–¿Pues que te hicieron? –Pregunta confundido. –Eres una santurrona y lo sabes. 

Yo solo reí a carcajadas, puesto que era verdad y no lo iba a negar. 

–Me engañaron. –Dije con una sonrisa que de inmediato le comunico que era falsa. 

–¿Quieres que le rompa las piernas? –Sabía muy bien que Meyer conocía a gente mala, pero no iba a usarlo como arma para lastimar a Mike, ya que sabía que podían matarlo. –Tu solo di el día y hora, acabaré con ese hijo de puta. –La mirada de Meyer iba muy en serio, así que lo detuve. 

–No se lo merece. –Respondí de inmediato. –Se merece una muerte peor. –Escupí mientras no dejaba de tomar tragos, que no dejaban de llegar. 

De pronto una sonrisa ilumino a Meyer, quien no para de mirarme como si fuera una aparición. 

–¿Qué tanto tramas? –Le pregunta Sídney a Meyer, mirándolo por el rabillo de su ojo. 

–Quizás hoy me pueda ser mucha ayuda tu amiga. –Le responde sin parpadear, mirándome como si fuera un milagro para él.

–No, ni te lo imagines. –La rubia le aclara. –Ella no es una chica de compañía. 

–Bueno, no sería de compañía y creo que a ella le serviría un poco conocer a un hombre con mucho dinero. –Las palabras de Meyer son contundentes. 

–No, no lo hará. –Niega Sídney con la cabeza. 

–No tendrás que dormir con él, ni siquiera te tiene que caer bien. Se que con solo ver tu cara estará feliz. –Meyer sigue hablando, tratando de convencerme mientras yo sigo bebiendo y bebiendo. En cierto punto sus suplicas fueron lo suficientemente fuertes. 

–Bien. –Estaba ya muy ebria y conocer a un nuevo hombre no me sonaba mal. –Solo quiero olvidar por una noche a Mike. 

–¡Perfecto! –Meyer celebra dichoso al convencerme, mientras que la mirada de Sídney lo mira con enojo. –Amor no te enojes conmigo, es mi trabajo y Eliana esta dispuesta a ayudarme. 

–Bien. –Con pesar la rubia lo acepta. –¿Quién es ese hombre tan misterioso? –Pregunta la joven cruzando los brazos. 

–Ya te había contado de él. –Meyer empieza a darle ordenes a los camareros de que arreglen el lugar con las manos. –Mi padre siempre ha tenido un socio, era lejano así que no lo conocía, pero ahora se a mudado de su país natal hasta aquí. –Lame sus labios para tomar aliento. –Así que lo veremos muy a menudo en el lugar, tiene mucho que hacer en el negocio. 

Al escuchar la historia inesperada del hombre sin cara, pero bastante poderoso, puedo sentirme algo nerviosa. Sabía que hoy estaría conociendo a alguien de la mafia, de donde pertenecia Meyer y al parecer por lo que escuchaba, no era cualquier hombre. 

–Tengo miedo. –Le confesé a Meyer cuando los tragos dejaron de salir. El lugar en donde estábamos se arreglo de más sustancias, que claramente no eran legales, mientras que pusieron un tubo para las bailarinas. 

–No tienes porque, es un hombre tranquilo. –Meyer parece tranquilo. –Incluso no creo que se quede más de media hora, siempre se van del lugar. –Al menos sus palabras me tranquilizaban un poco. 

Sídney me llevo a los camerinos para arreglar mi maquillaje y cabello. Y mientras ella lo hacía, yo empezaba a sentirme más y más nerviosa. 

–Tranquila. –Ríe al ver mi honesta reacción. –Solo será un pequeño tramo de tiempo. 

–Claro. –Murmuré no muy convencida. 

–Y bueno, quien sabe si te guste. Puede que sea un hombre interesante y guapo, que te haga olvidar al pelmazo de Mike. –Reí un poco ya que aún que no creía poder hacerlo, era bueno saber que Sídney quería hacerme sentir mejor. 

De pronto y de la nada, un hombre vestido de negro entro al camerino. 

–Ya a llegado el halcón negro. –Yo no entendía que estaba pasando y ni menos, a que se referían al decir “Halcón negro”

–Eso quiere decir que el invitado especial a llegado al lugar. –Me informa la rubia. 

Yo solo asentí con la cabeza, para después seguirla por todo el lugar. La música había cambiado a algo más animado, mientras que ahora podía ver más bailarinas por todo el lugar, parecía que Meyer quería que el invitado estuviera cómodo y que disfrutara de todo lo que el lugar le podría ofrecer. Sídney y yo subimos las escaleras hasta llegar a la sala en donde estábamos, pero esta vez había otro cadenero. 

–Déjanos pasar. –Le ordena la rubia al hombre de color, quién de inmediato abre la cadena para nosotros. Al entrar a la sala, puedo ver que hay demasiados hombres en el lugar, todos vestidos de trajes negros, mirando a una bailarina en el tubo, disfrutando de sus encantos, mientras que todo el humo hace que el lugar se vea un poco borroso. –Él está aquí. Es más guapo de lo que pensé. –De pronto la voz de Sídney sonó más emocionada que nunca, pero yo no lograba ver la cara de aquel hombre, que hizo que mi amiga se extasiara. 

–¿Qué? ¿Dónde? –Empecé a pasar mis manos por el humo, para poder ver a ese hombre tan increíble del que mi amiga hablaba. 

Y como si fuera una película en cámara lenta, pude ver a ese hombre tan guapo que hizo detener mi corazón. Su traje negro con toques de dorado era impresionantemente elegante, mientras su enorme pecho lo hacía lucir una silueta bastante atractiva. Esa mirada de sensualidad con sus cejas poblada, y ni olvidar de su cabellera negra y sedosa. Al verme el hombre muerde uno de sus labios, claramente satisfecho de verme. 

–¡No puedes ser! –De inmediato mi aliento es robado por esa persona, que me ve de los pies a la cabeza, notando cada detalle de mi atuendo. 

–¿Qué pasa? –Me pregunta Sídney preocupada al ver mi reacción. 

–Ese hombre es… Leonardo. –Termine de decir su nombre con algo de dramatismo. 

Su mirada ahora es mía, tengo toda su atención. Parecía que no había vuelta atrás, él ya sabía quién era yo y me estaba esperando con ansias. 

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