Su sonrisa diabólica y sexi inunda el lugar, era como si hubiera encontrado su famoso petróleo en una zona de nieve. Su cuerpo me quería atraer a él, pero sin pensarlo más tome de la mano de Sídney con fuerza, dispuesta a retirarme del lugar, pero la joven rubia me sostiene con fuerza del brazo.
–Aceptaste, ahora tiene que hacerlo. –Me dice sin piedad, encaminándome casi a rastras hacia donde se encontraba Meyer y Leonardo.
Al estar enfrente de estos dos hombres poderosos y ricos, siento como mi pecho empieza latir con fuerza, hasta que nuestros ojos se juntan. Sí, era ese mismo Leonardo que había visto en la tarde en su casa, pero ahora ya no lucia como un simple mortal que descansaba en su casa de millonario, sino que ahora era el socio de Meyer. Probablemente un mafioso más.
–¿No es bonita? –Le pregunta Meyer a Leonardo, mirándome de los pies a la cabeza.
–Es más que eso. –Emite su primera palabra Leonardo, haciendo que mi cuerpo se erizará por completo.
–Esta noche, El…–Meyer le iba a decir mi nombre, pero es Leonardo él que a completa su oración.
–La bella y hermosa Eliana. –Pronuncia con su voz profunda mi nombre, mientras Meyer y Sídney abren sus ojos de par en par.
–¿Se conocen? –Pregunta Meyer alzando las cejas, mientras ahora no esta usando sus lentes de sol, que siempre usa para ocultar su ojo blanquecino.
–Sí. –Leonardo contesta con una sonrisa coqueta. –Pero al parecer ella no quiere más. –De pronto sus palabras sonaron desoladas.
–¿Mas? –Meyer reacciona. –¿Cómo puedes decirle un no a alguien como Leonardo?
Meyer me mira asombrado, así que yo solo trago saliva y suspiro ante tal pregunta, puesto que ya todos sabíamos que era un hombre poderoso.
–Simplemente fue un no. Y cuando uno dice no, es no. –Dije con simpleza. –No todos los niños ricos pueden tener todo lo que quieren. –Meyer frunció el ceño preocupado por la reacción de Leonardo, pero al contrario de su amigo, Leonardo estaba disfrutando de lo que decía.
–Así que, a pesar de ser una hermosa maestra, ¿también trabajas aquí? –Pregunta con un cierto tono de arrogancia.
–Lamento decepcionarlo, pero no, no trabajo en este sitio. Soy invitada de Sídney, pero me dijeron que estaría conociendo a alguien, pero creo que ya me tengo que ir. –Tome de mi bello vestido entre mis dedos para retirarme, hasta que veo como Leonardo se para con agilidad del sillón, mientras pronuncia unas palabras que retumbaron en la habitación.
–¡Daré un billón de dólares y aceptare tu trato, si ella se queda! –Leonardo le dice a Meyer, mientras todos los hombres del lugar se quedan sorprendidos por lo que a dicho Leonardo. Parecía que lo estaba dando todo, solo por estar conmigo.
–Espera, ¿qué? –Meyer se levanta de su asiento mientras Sídney se para al lado de él, poniendo su mano en su hombro, sorprendida por lo que a dicho Leonardo.
–¡Lo que dije! –Leonardo luce bastante serio con la propuesta que a dicho, era un hombre tan seguro que la habitación se quedo en silencio.
–Eliana. –Meyer me mira.
–Espera, yo… –Y después mire la mirada de Sídney, quien también se que quiere que me quede en el lugar.
–Yo hablare con ella. –Sídney corre hacía mí, para apartarme de todos y hablar conmigo a solas. –Tienes que hacerlo. –Pronuncia preocupada.
–No lo haré, yo no soy parte de esto. –Intente zafarme de la rubia, pero ella me detiene.
–Nunca te he pedido algo. –Y era real, Sídney nunca me había pedido un favor antes. –No sabes lo que significa que Leonardo firme un acuerdo con nosotros, mientras que su billón de dólares lo sería todo para Meyer.
–¿Y que se supone que haga? –Pregunté enojada. –¿Qué me acueste con él? No soy esa clase de mujer. –Aclare.
–Ya se que no eres como yo. –La rubia de inmediato se ofende, puesto que quizás no medí mis palabras. –Prometo comprometerme a hacer que ese hombre no te toque, pero por favor… –La joven se arrodillo ante mí.
No podía creerlo, mi mejor amiga me estaba rogando, perdiendo la dignidad como nunca antes.
–¡Levántate, no seas ridícula! –La ayude a levantar mientras trataba de checar, que nadie hubiera visto esa escena.
–Lo haré, pero deberán de aclararle a ese tipo que no me tocara. –Aclare terminando aceptando a algo que quizás me estaba haciendo palpitar. Una parte de mi no quería ser el juguete de ese hombre rico, pero había otra parte que en realidad quería saber, el porque me deseaba tanto, que había ofrecido a aceptar un acuerdo importante para Meyer.
Entre al camerino de Sídney, quitándome el vestido pesado de diamantes, para ponerme otro vestido de seda negra, junto con unos tacones altos. Tomé mi cabellera y lo hice un chongo, poniéndome más cómoda y luciendo un poco más, como yo misma. Al salir del camerino puedo ver que un hombre vestido de negro de raza asiática, me espera.
–¿Quién eres tú? –Pregunté al no ver a Sídney en ninguna parte.
–Me presento. –El hombre guapo y con grandes músculos, aclara su garganta mientras puedo ver su arma en su cinturón. –Mi nombre es Vega, soy el guardaespaldas del señor Walles y los estaré acompañado esta noche.
Yo solo asentí con la cabeza, para después ser escoltada por el hombre por todo el lugar, hasta llegar de nuevo a la sala VIP en donde habíamos estado. Ahora ya no había ningún hombre, el tubo de la bailarina estaba vacío, en el lugar solo estaba Meyer, Sídney y el guapo Leonardo. Al llegar a la habitación todos me miraron de diferente manera; Sídney me mira con una sonrisa hermosa y llena de orgullo, Meyer me mira con preocupación y nervios, mientras que en la mirada de Leonardo solo encuentro puro deseo y emoción. Al fin me tiene.
Camine segura hacía los tres, para hacerles frente.
–Estoy lista. –Aclare mi voz mientras miraba a todos por igual.
–No puedes tocarla. –De pronto Sídney lo dice. –Ella no es parte del club, así que no puedes aprovecharte de ella. No puedes obligarla a nada. –Sídney lo amenaza.
–No lo haré, claramente ella lo deseará y lo pedirá. –Leonardo dice con seguridad, mientras yo lo miró con una sonrisa hipócrita.
–Veremos. –Amenace con un poco de dureza. –¿A dónde iremos? –Pregunté curiosa.
–Te llevaré a un buen lugar. –Leonardo lame sus labios mientras me mira de pies a cabeza, lo cual hace que yo ruede los ojos, ya que tenía mucha seguridad de si mismo. Pero parecía bastante seguro que a él le gustaba mi insolencia, ya que cada vez que lo miraba feo o lo rechazaba, era un punto que le gustaba.
Salimos del club para subirnos a una camioneta negra que fue conducida por Vega, mientras Leonardo y yo estábamos sentados en la parte trasera del auto sin decir nada. Yo estaba nerviosa, así que intente no hacer contacto visual con Leonardo, pero a él le encantaba mirarme, desnudando mi cuerpo con sus ojos verdoso que sabían muy bien que querían.
–¿Puedes parar? –Grite de la nada, después de un silencio que se aproximo a veinte minutos. Incluso puedo ver por el retrovisor, que Vega se asusta al escuchar mi voz de la nada.
–¿Qué quieres que deje de hacer? –Pregunta Leonardo con una sonrisa divertida.
–Para de mirarme así. –Lo mire.
–¿Así como? –Muerde su labio inferior con deseo.
–Mirarme como si te encantara todo de mí. –Rodé los ojos.
–Y no es mentira, hermosa. –El espacio que había entre los dos, ahora es desecho cuando se acerca a mí. –Cada vez que te niegas a ceder, haces que me encantes aún más.
–¿Y que pasara cuando ceda? –Alce mis cejas juntando mi mirada con la de él. –¿Me desecharas como un papel? –Pregunté atrevida.
El joven hombre solo se ríe, para después pasar lentamente sus dedos por mi cara. Su toque fue como tocar las nubes, no podía creer que tan solo el roce de sus dedos hizo de mí un manojo de nervios.
–Cuando cedas te haré gozar y haré que te olvides del mundo tan pesado. –Murmura con su aliento a menta y con algo de alcohol, era un olor bastante delicioso. –Pero no serás como un papel, porque claramente tu sabes lo que quiero. –Yo lo mire fijamente a los ojos en cuanto dice lo último.
–Mi hijo y yo te necesitamos.
–¿Todavía sigue con eso? –Pregunté molestas mientras golpeo mis piernas con mis manos.
–Y lo seguiré haciendo, hasta que cedas. –Se empieza a reír como un maníaco.
Me quedé callada y no dije nada más, hasta que llegamos a un hotel bastante lujoso. Fuimos recibidos por el dueño, mientras yo trato de mantenerme atrás de Leonardo, tratando de no ser relacionada con él. Él nota de inmediato mis intenciones, lo cual parece molestarle un poco. Hasta que llegamos a nuestra habitación, que era una suite presidencial con una vista hermosa a toda la ciudad de New York. Antes de estar solos, Vega le comenta a su jefe, que estará en la habitación de al lado.
Cuando Vega cierra la puerta, puedo empezar a mí interrogatorio.
–Usted dice que necesita de mí. –Leonardo asiente con la cabeza mientras se quita su saco, para dejarme ver su cuerpo grande y ancho, mientras usa una camisa blanca que es algo transparente, dándome una mejor vista a sus pectorales duros. –Pero yo ahora necesito saber quien es usted. –Leonardo se ríe al escucharme. –Ya que puedo afirmar, que usted no solo es un millonario dueño de una compañía petrolera, sino que si esta con Meyer debe ser parte de la… –Pero me detuve, no quería ligarlo a los negocios de Meyer tan rápido.
–¿A la mafia? –Pregunta mientras prende un cigarrillo.
–¿Lo es? –Pregunté dejando caer mi chaqueta negra, mientras mis hombros desnudos hacen que el hombre abra los ojos de par en par. Haciéndolo sudar mientras me mira. Leonardo se queda unos minutos petrificado, hasta que decide caminar hacía mí con pasos de felino.
–¿Acaso te he decepcionado, pequeña? –Pregunta cuando está a algunos centímetros de mi cuerpo, quitándome el aliento con su sola presencia masculina.
Suspire profundamente para mirarlo con ojos de venado, mirando su cuello, su manzana de Adán hasta llegar a su pecho ancho, mientras podía ver como se erizaba al sentir mi mirada sobre de él.–Para nada. –Salió un suspiro de mis labios, ya que estaba deseosa de su cuerpo.Leonardo sonríe al escuchar mi respuesta.–Se que estarán pasando millones de cosas por tu mente. –Se acerca mientras pone lentamente su mano en mi barbilla, mientras me acerca a sus labios hidratados. –Pero al parecer debo serte sincero… –Paso sus dedos por los pequeños mechones de cabellos, que sobresalían de mi cabeza. –No soy el bueno de la historia.Yo lo mire fijamente, viendo sus facciones y el increíble desinterés que tenía, en saber de su pasado o lo que hacía para vivir. Mi cuerpo se estaba llenando de adrenalina, mientras sentía su cuerpo caliente al lado de mi cuerpo.–En este momento, créeme que ya nadie es el bueno de la historia. –Le contesté mientras pensaba en Mike, quién ahora vuelve a mi mente, hac
Lo escuche gemir con fuerza, mientras mis oídos se llenaban de placer. Mi feminidad se mojaba de tan solo escucharlo, hasta que el hombre de cabellera negra olivo y músculos grandes, no aguanto más y se abalanzo hacía mí, tirándome en el sillón mientras une sus labios pecaminosos junto con los míos. Su lengua de inmediato inundo mi boca, hasta llegar a mi garganta, mientras sus manos astutas se metieron debajo de mi vestido, haciendo que sus dedos caminaran hacia mi pequeña ropa interior, tocando mis labios mojados besándome con rudeza.No podía respirar, ni pensar en ese momento, ya que lo quería todo al mismo tiempo. Hasta que deja mis labios libres, dejándome reseca mientras veo como sus labios caminan hacía mis pechos, tocándolos con fuerza mientras yo me retorcía al sentir el placer, al sentir sus dedos grandes tocándome como nadie más lo ha hecho.Pero tenía que aceptarlo, el hombre no le tenía paciencia a nada y era claro, que no tendría paciencia con mi vestido, que le impedía
Y a pesar de que al principio mis sueños se llenaron de Leonardo, de pronto veo a esa mujer vieja y llena de ira gritándome. Era mi madre, una señora que me había hecho bastante daño desde que era pequeña, obligándome a hacer cosas que nunca quise a hacer, gritándome con fuerza mientras me decía lo decepcionada que estaba de mí, al meterme con un hombre que no era Mike.Claramente podía escucharla gritándome lo decepcionada que estaba de mí, ya que ella amaba a Mike, ya que creía que era un buen hombre para mí. Así que me levante de la cama sin aliento y sudando, para después darme cuenta que ya era de día. Mire el reloj y eran las seis de la mañana y yo tenía trabajo. Me levante de la cama sin despertar el pesado sueño de aquel hombre, que aún dormido lucia como un muñeco de porcelana. Sabía que había cometido un error, ¡pero que error tan hermoso! Bese sus labios antes de salir de la habitación.Tome mi ropa, notando que estaba rota y que claramente no podía usarla, así que me metí
Mike no estaba tan mal como pensaba. Sí, los golpes que fueron propinados por Leonardo habían sido bastante fuertes como para que estuviera hinchado por dos meses, pero su condición estaba mal porque claramente estaba muy drogado cuando llego al kínder. Yo misma estaba cansada de limpiar todo lo que él hacía.–Estará bien. –Me asegura el doctor mientras los dos vemos a Mike, en una cama de hospital. –Pero debe controlar sus niveles de drogas. No di el llamado a la policía, ya que lo conozco bastante bien.Y era cierto, el doctor Taylor nos conocía ya muy bien, ya que siempre atendía las lesiones de Mike y era una persona de confianza.–Me alegra que nos hagas este favor. –Le agradecí.–Muy bien, me iré. –Me avisa dejando la habitación.Cuando me encontré sola, solo puedo verlo ahí tirado sin hacer más. Era una vergüenza lo que estaba viendo. Quise retirarme de la habitación y dejar a este idiota solo, pero cuando estaba tomando mi bolso, escucho como alguien entra a la habitación. Esa
Vega siempre va enfrente de nosotros, es bastante astuto y logra esconder la forma en que defiende a su jefe, mientras esconde un arma bajo la manga de su brazo. Mira siempre a todos los lados, antes de que los dos pasemos. Es un joven de raza asiática y para ser sincera, es un hombre atractivo, no tanto como el jefe, que le pasa de altura y musculatura. Me preguntó porque Leonardo no hace el trabajo completo, puesto que tiene el físico para defenderse de todo lo que le pudiera pasar, pero mientras estoy pensando, se que me fui de este mundo, lo cual Leonardo noto de inmediato.–¿Por qué piensas tantos? –Pregunta curioso mientras ya estamos en su camioneta blindada.–No, nada. –Dije algo tímida mientras mis mejillas se tornaban rojas, ya que lo único que pasaba por mi mente era él y solo él.El hombre de inmediato se mofa al verme nerviosa.–¿Ahora de que te ríes? –Pregunté curiosa.–Eres como un postre. –Responde con su voz masculina.–¿Un postre?–Sí. –Suspira profundamente inflaman
August se termino durmiendo enfrente de la chimenea, así que su padre decide cargarlo tiernamente hacía su cama, yo le sigo mientras acomodo la cara del pequeño, para que no se ahogue. Los dos lo acostamos tiernamente. Sin pensarlo yo lo cubrí con la manta, para después proceder a besar su frente.Cada movimiento que hice fue observado por Leonardo, quién esta fascinado conmigo. Yo solo me enrojezco un poco, para caminar rápidamente fuera de la habitación y evitar otra situación. Pero cuando Leonardo cierra la puerta de la habitación de su pequeño, no logra aguanta las ganas de besarme, tomando mi cara con sus dos manos, metiendo su lengua dentro de mi boca, mientras me lleva cargando hacía su habitación.Nunca había entrado a este lugar, los suelos eran negros y había una alfombra de peluche blanco en el suelo que parecía valer mucho dinero, mientras que una cama de sabanas y cochas negras, estaba en medio del lugar. Sin dudarlo, el hombre musculoso me llevo hacía la cama, tocándome
Leonardo toma mi mano con fuerza, para encaminarme hacía la entrada de la mansión, en donde ya nos estaban esperando Vega, Moreno y Milo, vestidos de etiqueta luciendo realmente guapos a pesar de mostrar sus armas, que aún me causan sorpresa.–¡Vaya, que guapos! –Le hice un lindo comentario, haciendo que sus mejillas de inmediato se sonrojaran al recibir mi cumplido.–Gracias. –Los tres cantaron al mismo tiempo, para después ser observados por su jefe, quién los mira realmente serio mientras infla su pecho, como todo un macho. Los tres chicos de disculpan con su jefe, ya que lo respetan demasiado. Al final Moreno termina hablando algo avergonzado:–Los estaremos esperando en la camioneta. –Los tres se retiran con rapidez de la escena.–¿Eso que fue? –Me di la media vuelta y lo miré, mientras él pasaba sus manos por mi cara, sosteniéndome mientras podía verlo celoso.–Eres mía y realmente odio como te miran los demás hombres. –Confiesa mientras pasa su dedo juguetón por algunas partes
Pero todas las dudas se terminaron cuando Leonardo se posó detrás de mí, poniendo sus brazos alrededor de mi cuello, mientras los dos observamos la hermosa vista, que esta mansión nos regalaba.–¿En qué estas pensando? –Y mientras me pregunta, besa mi cuello con pasión, mientras yo cierro los ojos disfrutando del contacto de sus labios contra mi piel.–¿Ahora? –Murmuré perdida. –Pensando en tus labios.Lentamente sentí sus manos frías bajando el cierre de mi vestido. Después me di la media vuelta para verlo a los ojos. Leonardo está totalmente perdido de amor y lujuria ante mí, así que con sus dedos empieza a tirar del vestido, hasta que esté cae al suelo con gran facilidad.–Lo lamento. –Dice el sinvergüenza pasando sus manos por mis pechos, para apretarlos con fuerza, mientras siempre mantiene contacto visual conmigo.Al parecer le encantaba hacerme saber lo mucho que le gustaba al mirarme con sus ojos profundos. Yo pasé mis manos sobre su saco, para después empujarlo con fuerza, ha