(6)

Su sonrisa diabólica y sexi inunda el lugar, era como si hubiera encontrado su famoso petróleo en una zona de nieve. Su cuerpo me quería atraer a él, pero sin pensarlo más tome de la mano de Sídney con fuerza, dispuesta a retirarme del lugar, pero la joven rubia me sostiene con fuerza del brazo.

–Aceptaste, ahora tiene que hacerlo. –Me dice sin piedad, encaminándome casi a rastras hacia donde se encontraba Meyer y Leonardo.

Al estar enfrente de estos dos hombres poderosos y ricos, siento como mi pecho empieza latir con fuerza, hasta que nuestros ojos se juntan. Sí, era ese mismo Leonardo que había visto en la tarde en su casa, pero ahora ya no lucia como un simple mortal que descansaba en su casa de millonario, sino que ahora era el socio de Meyer. Probablemente un mafioso más.

–¿No es bonita? –Le pregunta Meyer a Leonardo, mirándome de los pies a la cabeza.

–Es más que eso. –Emite su primera palabra Leonardo, haciendo que mi cuerpo se erizará por completo.

–Esta noche, El…–Meyer le iba a decir mi nombre, pero es Leonardo él que a completa su oración.

–La bella y hermosa Eliana. –Pronuncia con su voz profunda mi nombre, mientras Meyer y Sídney abren sus ojos de par en par.

–¿Se conocen? –Pregunta Meyer alzando las cejas, mientras ahora no esta usando sus lentes de sol, que siempre usa para ocultar su ojo blanquecino.

–Sí. –Leonardo contesta con una sonrisa coqueta. –Pero al parecer ella no quiere más. –De pronto sus palabras sonaron desoladas.

–¿Mas? –Meyer reacciona. –¿Cómo puedes decirle un no a alguien como Leonardo?

Meyer me mira asombrado, así que yo solo trago saliva y suspiro ante tal pregunta, puesto que ya todos sabíamos que era un hombre poderoso.

–Simplemente fue un no. Y cuando uno dice no, es no. –Dije con simpleza. –No todos los niños ricos pueden tener todo lo que quieren. –Meyer frunció el ceño preocupado por la reacción de Leonardo, pero al contrario de su amigo, Leonardo estaba disfrutando de lo que decía.

–Así que, a pesar de ser una hermosa maestra, ¿también trabajas aquí? –Pregunta con un cierto tono de arrogancia.

–Lamento decepcionarlo, pero no, no trabajo en este sitio. Soy invitada de Sídney, pero me dijeron que estaría conociendo a alguien, pero creo que ya me tengo que ir. –Tome de mi bello vestido entre mis dedos para retirarme, hasta que veo como Leonardo se para con agilidad del sillón, mientras pronuncia unas palabras que retumbaron en la habitación.

–¡Daré un billón de dólares y aceptare tu trato, si ella se queda! –Leonardo le dice a Meyer, mientras todos los hombres del lugar se quedan sorprendidos por lo que a dicho Leonardo. Parecía que lo estaba dando todo, solo por estar conmigo.

–Espera, ¿qué? –Meyer se levanta de su asiento mientras Sídney se para al lado de él, poniendo su mano en su hombro, sorprendida por lo que a dicho Leonardo.

–¡Lo que dije! –Leonardo luce bastante serio con la propuesta que a dicho, era un hombre tan seguro que la habitación se quedo en silencio.

–Eliana. –Meyer me mira.

–Espera, yo… –Y después mire la mirada de Sídney, quien también se que quiere que me quede en el lugar.

–Yo hablare con ella. –Sídney corre hacía mí, para apartarme de todos y hablar conmigo a solas. –Tienes que hacerlo. –Pronuncia preocupada.

–No lo haré, yo no soy parte de esto. –Intente zafarme de la rubia, pero ella me detiene.

–Nunca te he pedido algo. –Y era real, Sídney nunca me había pedido un favor antes. –No sabes lo que significa que Leonardo firme un acuerdo con nosotros, mientras que su billón de dólares lo sería todo para Meyer.

–¿Y que se supone que haga? –Pregunté enojada. –¿Qué me acueste con él? No soy esa clase de mujer. –Aclare.

–Ya se que no eres como yo. –La rubia de inmediato se ofende, puesto que quizás no medí mis palabras. –Prometo comprometerme a hacer que ese hombre no te toque, pero por favor… –La joven se arrodillo ante mí.

No podía creerlo, mi mejor amiga me estaba rogando, perdiendo la dignidad como nunca antes.

–¡Levántate, no seas ridícula! –La ayude a levantar mientras trataba de checar, que nadie hubiera visto esa escena.

–Lo haré, pero deberán de aclararle a ese tipo que no me tocara. –Aclare terminando aceptando a algo que quizás me estaba haciendo palpitar. Una parte de mi no quería ser el juguete de ese hombre rico, pero había otra parte que en realidad quería saber, el porque me deseaba tanto, que había ofrecido a aceptar un acuerdo importante para Meyer.

Entre al camerino de Sídney, quitándome el vestido pesado de diamantes, para ponerme otro vestido de seda negra, junto con unos tacones altos. Tomé mi cabellera y lo hice un chongo, poniéndome más cómoda y luciendo un poco más, como yo misma. Al salir del camerino puedo ver que un hombre vestido de negro de raza asiática, me espera.

–¿Quién eres tú? –Pregunté al no ver a Sídney en ninguna parte.

–Me presento. –El hombre guapo y con grandes músculos, aclara su garganta mientras puedo ver su arma en su cinturón. –Mi nombre es Vega, soy el guardaespaldas del señor Walles y los estaré acompañado esta noche.

Yo solo asentí con la cabeza, para después ser escoltada por el hombre por todo el lugar, hasta llegar de nuevo a la sala VIP en donde habíamos estado. Ahora ya no había ningún hombre, el tubo de la bailarina estaba vacío, en el lugar solo estaba Meyer, Sídney y el guapo Leonardo. Al llegar a la habitación todos me miraron de diferente manera; Sídney me mira con una sonrisa hermosa y llena de orgullo, Meyer me mira con preocupación y nervios, mientras que en la mirada de Leonardo solo encuentro puro deseo y emoción. Al fin me tiene.

Camine segura hacía los tres, para hacerles frente.

–Estoy lista. –Aclare mi voz mientras miraba a todos por igual.

–No puedes tocarla. –De pronto Sídney lo dice. –Ella no es parte del club, así que no puedes aprovecharte de ella. No puedes obligarla a nada. –Sídney lo amenaza.

–No lo haré, claramente ella lo deseará y lo pedirá. –Leonardo dice con seguridad, mientras yo lo miró con una sonrisa hipócrita.

–Veremos. –Amenace con un poco de dureza. –¿A dónde iremos? –Pregunté curiosa.

–Te llevaré a un buen lugar. –Leonardo lame sus labios mientras me mira de pies a cabeza, lo cual hace que yo ruede los ojos, ya que tenía mucha seguridad de si mismo. Pero parecía bastante seguro que a él le gustaba mi insolencia, ya que cada vez que lo miraba feo o lo rechazaba, era un punto que le gustaba.

Salimos del club para subirnos a una camioneta negra que fue conducida por Vega, mientras Leonardo y yo estábamos sentados en la parte trasera del auto sin decir nada. Yo estaba nerviosa, así que intente no hacer contacto visual con Leonardo, pero a él le encantaba mirarme, desnudando mi cuerpo con sus ojos verdoso que sabían muy bien que querían.

–¿Puedes parar? –Grite de la nada, después de un silencio que se aproximo a veinte minutos. Incluso puedo ver por el retrovisor, que Vega se asusta al escuchar mi voz de la nada.

–¿Qué quieres que deje de hacer? –Pregunta Leonardo con una sonrisa divertida.

–Para de mirarme así. –Lo mire.

–¿Así como? –Muerde su labio inferior con deseo.

–Mirarme como si te encantara todo de mí. –Rodé los ojos.

–Y no es mentira, hermosa. –El espacio que había entre los dos, ahora es desecho cuando se acerca a mí. –Cada vez que te niegas a ceder, haces que me encantes aún más.

–¿Y que pasara cuando ceda? –Alce mis cejas juntando mi mirada con la de él. –¿Me desecharas como un papel? –Pregunté atrevida.

El joven hombre solo se ríe, para después pasar lentamente sus dedos por mi cara. Su toque fue como tocar las nubes, no podía creer que tan solo el roce de sus dedos hizo de mí un manojo de nervios.

–Cuando cedas te haré gozar y haré que te olvides del mundo tan pesado. –Murmura con su aliento a menta y con algo de alcohol, era un olor bastante delicioso. –Pero no serás como un papel, porque claramente tu sabes lo que quiero. –Yo lo mire fijamente a los ojos en cuanto dice lo último.

–Mi hijo y yo te necesitamos.

–¿Todavía sigue con eso? –Pregunté molestas mientras golpeo mis piernas con mis manos.

–Y lo seguiré haciendo, hasta que cedas. –Se empieza a reír como un maníaco.

Me quedé callada y no dije nada más, hasta que llegamos a un hotel bastante lujoso. Fuimos recibidos por el dueño, mientras yo trato de mantenerme atrás de Leonardo, tratando de no ser relacionada con él. Él nota de inmediato mis intenciones, lo cual parece molestarle un poco. Hasta que llegamos a nuestra habitación, que era una suite presidencial con una vista hermosa a toda la ciudad de New York. Antes de estar solos, Vega le comenta a su jefe, que estará en la habitación de al lado.

Cuando Vega cierra la puerta, puedo empezar a mí interrogatorio.

–Usted dice que necesita de mí. –Leonardo asiente con la cabeza mientras se quita su saco, para dejarme ver su cuerpo grande y ancho, mientras usa una camisa blanca que es algo transparente, dándome una mejor vista a sus pectorales duros. –Pero yo ahora necesito saber quien es usted. –Leonardo se ríe al escucharme. –Ya que puedo afirmar, que usted no solo es un millonario dueño de una compañía petrolera, sino que si esta con Meyer debe ser parte de la… –Pero me detuve, no quería ligarlo a los negocios de Meyer tan rápido.

–¿A la mafia? –Pregunta mientras prende un cigarrillo.

–¿Lo es? –Pregunté dejando caer mi chaqueta negra, mientras mis hombros desnudos hacen que el hombre abra los ojos de par en par. Haciéndolo sudar mientras me mira. Leonardo se queda unos minutos petrificado, hasta que decide caminar hacía mí con pasos de felino.

–¿Acaso te he decepcionado, pequeña? –Pregunta cuando está a algunos centímetros de mi cuerpo, quitándome el aliento con su sola presencia masculina.

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