Suspire profundamente para mirarlo con ojos de venado, mirando su cuello, su manzana de Adán hasta llegar a su pecho ancho, mientras podía ver como se erizaba al sentir mi mirada sobre de él.
–Para nada. –Salió un suspiro de mis labios, ya que estaba deseosa de su cuerpo.
Leonardo sonríe al escuchar mi respuesta.
–Se que estarán pasando millones de cosas por tu mente. –Se acerca mientras pone lentamente su mano en mi barbilla, mientras me acerca a sus labios hidratados. –Pero al parecer debo serte sincero… –Paso sus dedos por los pequeños mechones de cabellos, que sobresalían de mi cabeza. –No soy el bueno de la historia.
Yo lo mire fijamente, viendo sus facciones y el increíble desinterés que tenía, en saber de su pasado o lo que hacía para vivir. Mi cuerpo se estaba llenando de adrenalina, mientras sentía su cuerpo caliente al lado de mi cuerpo.
–En este momento, créeme que ya nadie es el bueno de la historia. –Le contesté mientras pensaba en Mike, quién ahora vuelve a mi mente, haciéndome alejar del cuerpo del millonario para caminar hacía la pared de vidrio, que daba a la vista de la ciudad.
–¿Acaso es aquel prometido que dices tener? –Pregunta mientras veo su reflejo en la pared de vidrio, que camina hacía mí lentamente, para después pararse detrás de mí. Yo siento placer al tan solo sentirlo tan caliente, mientras me mira. –¿Estas abrumada por él?
Lentamente me doy la media vuelta para mirarlo fijamente, mirando sus labios rojos, para después mirar sus ojos verdosos .
–¿Sabés que me sentí como una zorra cuando te besé en el estudio? –Le hice saber mientras sonreía. –Me sentí como m****a y huí, pero cuando llegué a casa descubrí que no soy la única zorra.
Lentamente su mano se posa en mi barbilla, ya que iba a apartar mi mirada, pero él hace que lo mire fijamente a los ojos, notando que había deseo en sus ojos. Sabía que me quería hacer suya y para ser sincera, yo también quería pecar y dejarme llevar por su olor, su mirar e incluso por su tacto tan atractivo.
–No me digas, que ese pelmazo te hizo desilusionar. –Yo solo asentí con la cabeza sin quitar la mirada de sus ojos que me hipnotizan.
–Peor, me hizo darme cuenta que en realidad quiero otras cosas. –Puse una de mis manos sobre su mano, que estaba en mi barbilla para retirarla. Lentamente di dos pasos hacía atrás, para mirarlo de los pies a la cabeza, lamiendo mis labios de tan solo pensar tenerlo en mi boca.
–Solo pídelo. –Sonríe como un diablo elegantemente angelical. –Solo di que sí.
–Si digo que sí, sé qué hará mi vida un descontrol. –Le advertí, ya que sabía que era lo que implicaba decirle que “si” a un hombre como él.
Él solo se ríe astutamente.
–Podemos negociarlo si es lo que quieres. –El calor de mi cuerpo era más alto que mis ganas de negociar, pero sabía que tenía que hacerlo, no me quitaría a este hombre de encima. Los dos nos sentamos en la sala de la habitación, nos miramos fijamente mientras sabía que la sangre de nuestras venas corría con fuerza.
–¿Qué es lo que quiere de mí? –Pregunte cruzando las piernas y mostrándole lo bien trabajadas que estaban. El hombre solo se empezó a reír en silencio, ya que sabía que le gustaba mi forma de coquetear. –Y no hablo de lo que quiere hacer en este momento.
–Es bueno que lo aclares. –Saca un cigarrillo de su pantalón para prenderlo, dejando salir el humo de su boca con sensualidad. –Ya que, en este momento, solo quiero arrancarte ese maldito vestido. –Yo sonrío y me sonrojo. –Quiero hacerte gemir con fuerza y que digas mi nombre, claramente sin llamarme señor Walles. –Los dos mofamos, ya que tiene en mente mi formalidad al hablar.
–Leonardo. –Veo como se estremece al escucharme hablar, incluso traga saliva mientras deja una vez más salir el humo de su sensual boca. –Deja de ponerme nerviosa y empieza a hablar. –Sensualmente moví mis manos, acercándome un poco a él. –Quieres que sea la maestra particular de tu hijo, pero él no lo necesita, para ser sincera ahora creo saber que otra persona es él que me necesita.
Él sonríe espléndidamente ante mí.
–Aparte de hermosa eres inteligente. –Yo solo me sonrojo ante tal comentario, pero sigo en mi pose de importancia. –Mi hijo te necesita, lo haces feliz y creo que sería bueno que este a tu lado en el día.
–¿Acaso quieres que sea como su madre? –Pregunté alzando mis cejas.
–Nadie podrá ser como su madre, pero sus inseguridades se van cuando te ve, cuando esta alrededor de ti él sonríe y pagaría altas cantidades por verlo feliz. –Era increíble ver a un hombre tan preocupado sobre su hijo, por supuesto que sus palabras tocaron mi corazón.
–Bien, se que no podré descansar de usted, hasta que lo tenga. –Él sonríe al verme ceder. –No he dicho que sí, así que no celebre. –Su sonrisa se esfuma. –¿Y que es lo que quiere usted? –Moví mi otra pierna, ahora mostrándole otra pose de mis piernas. –Realmente sé que quiere algo más de mí, lo veo en sus ojos.
–¿Y que ves en mis ojos? –Se levanta del sillón para caminar hacía donde estaba sentada, sentándose al lado de mí, para que pudiera ver sus ojos de cerca. No puedo negar que su presencia en mi mismo sillón me hizo sentir nerviosa, pero tenía que aguantar todo el deseo.
–¿Quieres que sea sincera? –Trate de mantenerme tranquila.
–Creo que nunca en mi vida me ha interesado la opinión de alguien, como la suya. –Su respuesta fue satisfactoria, así que accedí a contestar.
–Veo a alguien que muere por tenerme, que muere por besarme, que realmente me desea con todo su ser. –Lentamente me fui acercando hacía él, porque quizás estaba describiendo lo que yo en realidad sentía. –Pero más que el deseo, veo algo que no puedo leer. –Pase a estar a una distancia apropiada a estar enfrente de él, sintiendo el calor caporal de su cuerpo bien formado. –¿Qué es lo que quiere de mí? –Pregunté ahora sin jugar con él.
Leonardo traga saliva para pasar lentamente su mano por mi cuello, acariciándome con la suavidad de sus dedos, para lentamente dejar un beso mojado en mi cuello que me hizo erizar.
–Realmente me gusta todo de ti. –Confiesa. –Esa pureza que emanas, es tan atractiva para un maldito diablo como yo. –Sonríe como tal, como un diablo sensual. –Un diablo pecador que ve a un ángel reír y ser ella misma.
Yo misma negué con mi cabeza, ya que no podía creer que eso fuera lo que lo enloquece de mí.
–Puede encontrar millones como yo. –Le contesté dudosa.
–Nadie será como tú. –Pasa lentamente su lengua por mi oído, haciéndome cerrar los ojos mientras siento la humedad recorriendo mi oído. Mi piel se eriza como una gallina, hasta que deja de hacerlo, mis ojos se cerraron al sentirlo, así que los abro de par en par cuando se detiene. Al abrir mis ojos me encuentro con esos ojos incrédulos, mirándome cada vez más atraído hacía mí. –Nadie huele y sabe como tu piel. –Pasa sus manos por mi cara con delicadeza. –Lo único que me detiene, es que no quiero hacerte daño con mi vida, querido ángel. –Suspire profundamente al escuchar el apodo de “ángel”.
–Entonces déjame ir. –Le rete. –Déjame salir de esta habitación sin haberme tocado ni un pelo. –Puse mis manos sobre su pierna larga, lo cual causa que el hombre muerda su labio al sentir mi toque cálido. –Anda. –Lo rete mientras subía mi mano hasta llegar a su hombría, que estaba tan caliente y cálida.
–Detente o estarás jugando con el diablo. –Me amenaza con una sonrisa dibujada en sus labios.
Pero yo me estaba volviendo loca por él, en realidad él no era el único que solo me deseaba, yo lo quería entre mis piernas y sabía que haría todo por tenerlo junto a mí esta noche. Claramente no estaba pensando bien, había una parte de mi que estaba cansada de mi vida como maestra aburrida. Estaba cansada de ser la buena prometida, sin recibir nada de amor. Y este hombre era la medicina que necesitaba para curar un poco mi corazón roto y distraerme un poco de mi vida tan rutinaria. Era como una medicina que sabía que me causaría efectos secundarios, pero que sabía su efectividad más que nada. Así que lo hice, puse mi mano en su hombría sintiendo lo dura que estaba, mientras palpitaba.
Lo mire fijamente notando como me observaba. Leonardo no podía creer que yo estuviera masajeando su hombría con fuerza y con una pasión que nunca encontré en Mike. Nunca había sentido este placer de masturbar a alguien, como lo estaba haciendo con Leonardo. Él era algo nuevo, algo que ni siquiera había podido tener en mi corta vida. Era un diablo, quizás lo era en su vida diaria, pero para mí lucia más como un ángel.
Lo escuche gemir con fuerza, mientras mis oídos se llenaban de placer. Mi feminidad se mojaba de tan solo escucharlo, hasta que el hombre de cabellera negra olivo y músculos grandes, no aguanto más y se abalanzo hacía mí, tirándome en el sillón mientras une sus labios pecaminosos junto con los míos. Su lengua de inmediato inundo mi boca, hasta llegar a mi garganta, mientras sus manos astutas se metieron debajo de mi vestido, haciendo que sus dedos caminaran hacia mi pequeña ropa interior, tocando mis labios mojados besándome con rudeza.No podía respirar, ni pensar en ese momento, ya que lo quería todo al mismo tiempo. Hasta que deja mis labios libres, dejándome reseca mientras veo como sus labios caminan hacía mis pechos, tocándolos con fuerza mientras yo me retorcía al sentir el placer, al sentir sus dedos grandes tocándome como nadie más lo ha hecho.Pero tenía que aceptarlo, el hombre no le tenía paciencia a nada y era claro, que no tendría paciencia con mi vestido, que le impedía
Y a pesar de que al principio mis sueños se llenaron de Leonardo, de pronto veo a esa mujer vieja y llena de ira gritándome. Era mi madre, una señora que me había hecho bastante daño desde que era pequeña, obligándome a hacer cosas que nunca quise a hacer, gritándome con fuerza mientras me decía lo decepcionada que estaba de mí, al meterme con un hombre que no era Mike.Claramente podía escucharla gritándome lo decepcionada que estaba de mí, ya que ella amaba a Mike, ya que creía que era un buen hombre para mí. Así que me levante de la cama sin aliento y sudando, para después darme cuenta que ya era de día. Mire el reloj y eran las seis de la mañana y yo tenía trabajo. Me levante de la cama sin despertar el pesado sueño de aquel hombre, que aún dormido lucia como un muñeco de porcelana. Sabía que había cometido un error, ¡pero que error tan hermoso! Bese sus labios antes de salir de la habitación.Tome mi ropa, notando que estaba rota y que claramente no podía usarla, así que me metí
Mike no estaba tan mal como pensaba. Sí, los golpes que fueron propinados por Leonardo habían sido bastante fuertes como para que estuviera hinchado por dos meses, pero su condición estaba mal porque claramente estaba muy drogado cuando llego al kínder. Yo misma estaba cansada de limpiar todo lo que él hacía.–Estará bien. –Me asegura el doctor mientras los dos vemos a Mike, en una cama de hospital. –Pero debe controlar sus niveles de drogas. No di el llamado a la policía, ya que lo conozco bastante bien.Y era cierto, el doctor Taylor nos conocía ya muy bien, ya que siempre atendía las lesiones de Mike y era una persona de confianza.–Me alegra que nos hagas este favor. –Le agradecí.–Muy bien, me iré. –Me avisa dejando la habitación.Cuando me encontré sola, solo puedo verlo ahí tirado sin hacer más. Era una vergüenza lo que estaba viendo. Quise retirarme de la habitación y dejar a este idiota solo, pero cuando estaba tomando mi bolso, escucho como alguien entra a la habitación. Esa
Vega siempre va enfrente de nosotros, es bastante astuto y logra esconder la forma en que defiende a su jefe, mientras esconde un arma bajo la manga de su brazo. Mira siempre a todos los lados, antes de que los dos pasemos. Es un joven de raza asiática y para ser sincera, es un hombre atractivo, no tanto como el jefe, que le pasa de altura y musculatura. Me preguntó porque Leonardo no hace el trabajo completo, puesto que tiene el físico para defenderse de todo lo que le pudiera pasar, pero mientras estoy pensando, se que me fui de este mundo, lo cual Leonardo noto de inmediato.–¿Por qué piensas tantos? –Pregunta curioso mientras ya estamos en su camioneta blindada.–No, nada. –Dije algo tímida mientras mis mejillas se tornaban rojas, ya que lo único que pasaba por mi mente era él y solo él.El hombre de inmediato se mofa al verme nerviosa.–¿Ahora de que te ríes? –Pregunté curiosa.–Eres como un postre. –Responde con su voz masculina.–¿Un postre?–Sí. –Suspira profundamente inflaman
August se termino durmiendo enfrente de la chimenea, así que su padre decide cargarlo tiernamente hacía su cama, yo le sigo mientras acomodo la cara del pequeño, para que no se ahogue. Los dos lo acostamos tiernamente. Sin pensarlo yo lo cubrí con la manta, para después proceder a besar su frente.Cada movimiento que hice fue observado por Leonardo, quién esta fascinado conmigo. Yo solo me enrojezco un poco, para caminar rápidamente fuera de la habitación y evitar otra situación. Pero cuando Leonardo cierra la puerta de la habitación de su pequeño, no logra aguanta las ganas de besarme, tomando mi cara con sus dos manos, metiendo su lengua dentro de mi boca, mientras me lleva cargando hacía su habitación.Nunca había entrado a este lugar, los suelos eran negros y había una alfombra de peluche blanco en el suelo que parecía valer mucho dinero, mientras que una cama de sabanas y cochas negras, estaba en medio del lugar. Sin dudarlo, el hombre musculoso me llevo hacía la cama, tocándome
Leonardo toma mi mano con fuerza, para encaminarme hacía la entrada de la mansión, en donde ya nos estaban esperando Vega, Moreno y Milo, vestidos de etiqueta luciendo realmente guapos a pesar de mostrar sus armas, que aún me causan sorpresa.–¡Vaya, que guapos! –Le hice un lindo comentario, haciendo que sus mejillas de inmediato se sonrojaran al recibir mi cumplido.–Gracias. –Los tres cantaron al mismo tiempo, para después ser observados por su jefe, quién los mira realmente serio mientras infla su pecho, como todo un macho. Los tres chicos de disculpan con su jefe, ya que lo respetan demasiado. Al final Moreno termina hablando algo avergonzado:–Los estaremos esperando en la camioneta. –Los tres se retiran con rapidez de la escena.–¿Eso que fue? –Me di la media vuelta y lo miré, mientras él pasaba sus manos por mi cara, sosteniéndome mientras podía verlo celoso.–Eres mía y realmente odio como te miran los demás hombres. –Confiesa mientras pasa su dedo juguetón por algunas partes
Pero todas las dudas se terminaron cuando Leonardo se posó detrás de mí, poniendo sus brazos alrededor de mi cuello, mientras los dos observamos la hermosa vista, que esta mansión nos regalaba.–¿En qué estas pensando? –Y mientras me pregunta, besa mi cuello con pasión, mientras yo cierro los ojos disfrutando del contacto de sus labios contra mi piel.–¿Ahora? –Murmuré perdida. –Pensando en tus labios.Lentamente sentí sus manos frías bajando el cierre de mi vestido. Después me di la media vuelta para verlo a los ojos. Leonardo está totalmente perdido de amor y lujuria ante mí, así que con sus dedos empieza a tirar del vestido, hasta que esté cae al suelo con gran facilidad.–Lo lamento. –Dice el sinvergüenza pasando sus manos por mis pechos, para apretarlos con fuerza, mientras siempre mantiene contacto visual conmigo.Al parecer le encantaba hacerme saber lo mucho que le gustaba al mirarme con sus ojos profundos. Yo pasé mis manos sobre su saco, para después empujarlo con fuerza, ha
–Debemos irnos. –Leonardo me ayuda a cambiarme mientras yo no se que decir.Me encontraba sin humor, así que solo deje que él se hiciera cargo de todo. Y cuando me esta poniendo los zapatos, como si fuera una muñeca, me pregunta:–¿Acaso te hice daño? –Pregunta preocupado a lo cual yo de inmediato niego con la cabeza, sonriendo después de mantenerme callada por un buen tiempo.–No, no lo has hecho. Me has llevado al cielo y me has hecho tocar las estrellas. –Bese su frente ya que estaba arrodillado ante mí.–¿Entonces por qué estás tan pensativa? –Pregunta después de abrocharme el tacón.–Yo se que en este momento te llevas bien con Hunter, pero ¿cómo pueden ser enemigos y compartir el mismo lugar? –Pregunté al no entender el trato que tenían.–Al final del día la empresa de Hunter es importante y la mía también. –Se levanta del suelo demostrándome su buena postura y su cuerpo bien trabajado. – Hemos querido mantener esto como amigos a pesar del robo de clientes, porque si alguno de l