La adrenalina pasa por todo mi cuerpo, tanto que me olvidó de la lluvia en las calles, llegando totalmente empapada a casa, pero sintiéndome por fin segura. Estar con Leonardo era bastante peligroso. Había jugado claramente con fuego, no estaba acostumbrada a tener algún comportamiento indecoroso nunca, siempre fui la típica matada romántica, que no podía matar ni siquiera a un bicho.
–¿Mike? –Busco a mi prometido para recibir algo de aliento, ya que le había sido infiel y eso me mortificaba demasiado. –¿Mike? –Seguí buscando a mi prometido por la casa, esperando encontrarlo haciendo alguna tontería, puesto que era aficionado a los deportes, así que era posible que estuviera jugando o viendo la televisión, pero cuando llegué a mi habitación, me pude dar cuenta que no solo era fanático a los deportes, sino que era un maldito mentiroso.
–¿Qué demonios esta pasando? –Grité casi sin aliento, estaba realmente enojada.
Mike y otra mujer estaban haciendo el amor, podía escucharlos gemir cuando estaba enfrente de ellos. Mike se levanta de la cama realmente asustado, mientras la mujer que esta en mi cama, solo se empieza a reír.
–Amor, déjame explicarte. –Es lo único que me dice mientras yo empiezo a sollozar. Había puesto tanto tiempo y esfuerzo en nuestra relación, para que todo terminara de esta manera. Mike intenta detenerme, ya que claramente quería salir del lugar lo más pronto posible. –Amor, déjame explicarte. –Repite una vez más.
–¿Qué me quieres explicar? –Grité con desdén. –¿Qué te acostaste con otra mujer?
–Lo lamento. –Es lo único que me puede decir.
–Eres un maldito imbécil. –Nunca en mi vida había sido tan dura con él, pero supuse que era el momento adecuado para hacerlo. Tome de mi dedo nuestro anillo de compromiso, para terminar, aventándolo al suelo. Él lo cacha entre sus manos, pero ya era tarde, me estoy yendo de la casa, mientras él me sigue completamente desnudo.
–Eliana, por favor. –Me suplica que no me vaya, pero estaba claro lo que estaba pasando.
–¡Déjame en paz! –Le grite entre dientes mientras las lágrimas salían de mis ojos castaños.
Al salir de la casa solo pienso en una persona, que quizás he alejado de mi vida por el hecho de que decidió seguir otro camino diferente al mío. Tome mi celular y la llame, era obvio que la necesitaba.
–Necesitó verte. –Solloce con fuerza mientras caminaba con rapidez por mi vecindario.
–Ya sabes donde encontrarme. –Me responde esa voz que tanto amaba.
Tome un taxi hasta el club Wilmer, uno de los mejores clubs de chicas más caro de todo Manhattan. En el lugar trabajaba mi mejor amiga Sídney, que conozco desde que íbamos a la primaria juntas. Sídney era un alma libre, así que en preparatorio ella dejo todo para irse a vivir con un novio francés que tenía en ese momento. Ella pensó que su vida iba a mejorar, que iba a vivir en los suburbios como una madre y esposa respetada, pero nada salió como pensaba, el francés estaba metido en problemas de drogas, así que ella termino en un burdel de quinta trabajando para el francés, hasta que un día lo mataron por sus claros vínculos con la mafia.
Ella ya estaba dañada en ese entonces, así que, en ese momento de su vida, ella ya no quería una vida normal, quería seguir en ese medio de las mujeres de compañía, hasta que llego a su vida Meyer. Un hombre que la puso en medio de los mejores clubes en New York, tanto que ahora vive en un departamento muy caro, viste ropa lujosa y tiene todo lo que siempre deseó en su vida. Nuestra amistad siempre será duradera, pero también tengo que sincera, el camino de su vida no me gustaba, tenía miedo de perderla, así que nos separamos cuando entre a la universidad.
–¿En que te puedo ayudar? –Me pregunta el cadenero del club, mientras yo parezco un alma en pena. –¿En qué te puedo ayudar? –Me grita el hombre de color una vez más.
–Lo lamento. –Me disculpe porque aún tenía en mente a mi prometido, cogiendo con otra mujer. –Me vere con ángel caído. –Era una clave secreta. Las mejores mujeres del club eran buscadas con un nombre especial, ya que no todos podrían tener sus servicios especiales.
–Dime la contraseña. –Me murmura en privado, para que nadie más pueda escucharnos.
Yo solo sonreí, ya que mi mejor amiga era muy creativa.
–"Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas”. –Era obvio que era muy fanática de las películas de Harry Potter.
El cadenero me sonríe de vuelta, dejándome pasar al lugar que era realmente lujoso. Todo era de color dorado, como si estuviera hecho de oro. El lugar era precioso y lleno de gente con mucho dinero, apostando, bebiendo, cogiendo, haciéndolo todo. Había mujeres con vestidos caros y diamantes, que solo verías en las revistas. Todo aquí se hacía realidad. Hasta que claramente me vi vestida muy mal mirándome en un espejo, incluso mi cabellera esta despeinada. Me di vergüenza porque mi cara estaba roja, así que traté de caminar lo más rápido posible, hasta llegar a los camerinos en donde las chicas se arreglaban.
El lugar era hermoso, lleno de vestidos y ropa fina, mientras que el olor a perfume Chanel numero cinco invadía el lugar. Mire por todos los camerinos encontrándome con mujeres, que realmente parecían modelos, delgadas y altas. Hasta que llegué al penúltimo camerino, y la encontré, tan bella, tan rubia y tan espectacular como siempre.
–Sídney. –Dije su nombre realmente contenta, al verla vestida con un vestido color oro que hacía que su cintura se asemejara a un reloj de arena. Su sonrisa blanca hace que mi cara brille, mientras sus labios están bien pintados de colorete rojo fuerte.
–Mi niña. –Corre hacía a mí para abrazarme con fuerza, ya que era más altas que yo. –¿Pero que te ha pasado? –Me pregunta en cuanto ve mis ojos hinchados y mi cuerpo tembloroso. –Eliana, ¿qué ha pasado? –Pregunta realmente preocupada.
Yo la miré sin poder decirle nada, supuse que mis ojos llorosos lo dijeron todo. Ella me toma del brazo y me lleva dentro de su camerino, en donde nos encierra. Ella me da una copa de champagne, para que pueda hablar después de llorar por más de cinco minutos. Cuando me tranquilice, fui bastante clara con lo que había pasado.
–No puedo creer que ese mal nacido haya hecho eso. –Escupe la joven enojada, mientras se que lo quiere matar. –Siempre lo odie lo suficiente para saber que eras más que él. –Hace un sonido con sus labios inyectados. –Maldito mal nacido con sueños de idiota.
–Bueno, ahora lo se. –Aclare mi garganta con el alcohol.
–Lamento mucho lo que paso. –Se apiada de mí, besando mi frente. –Se que nunca demostré ser afín de tu relación con ese hombre, pero también pude haber dicho algo y no lo dije, porque no quería perderte. –Me confiesa. –En realidad siempre pensé que iba a ser un error si se casaban.
Bueno, era bueno saberlo ahora.
–Y se que no estoy ayudando, diciéndotelo ahora pero ahora estas aquí. –Sonríe la joven. –Creo que tengo una idea.
La joven feliz se levanta del sillón aterciopelado, para buscar entre sus miles de vestidos, un vestido de diamantes blanco, que era tan hermoso y supuse que era tan caro como se veía.
–Ahora que estas aquí, quizás puedas jugar un poco. –Alza sus cejas, dejando salir ese lado pícaro que me encantaba. –Quizás puedas tomar algo de alcohol y conocer a algún hombre rico.
–No quiero conocer a nadie, en realidad pensé mucho en ir a tu departamento e ir a beber vino. –No estaba de humor para lo que ella quería.
–No creas que te dejare ir a mi departamento, estas aquí en el mejor lugar de New York para conocer hombres ricos y poderosos.
–El único hombre poderoso que quiero ver ahora es al Doctor Phill en la televisión. –Suspire abrumada. –No quiero hacer nada que no sea acostarme en un sillón y comer helado. –Aclare decidida.
–No lo harás, mi querida amiga. –Niega la joven más de una vez.
Supongo que Sídney no solo tenía encantos con los hombres, sino que también los tenía conmigo. Recuerdo muchas veces meterme en problemas con ella en la escuela, ya que siempre corría tras de ella como un cachorro perdido. Esta vez no fue la excepción, ya que me obligo a cambiarme de ropa, haciéndome usar un vestido repleto de diamantes con la espalda completamente desnuda, para después ponerme tanto maquillaje que sentí que estaba usando una clase de mascara. Los zapatos que me hizo usar, eran incluso más hermosos que los de la cenicienta, llenos de diamantes que brillaban tan hermosamente con la luz. Sídney era talentosa, tanto que hizo magia con mi cabellera castaña, haciéndome varios rizos que se acomodaron en mis pechos, que en ese momento se veían gigante por la faja del vestido. Al mirarme al espejo claramente no me estaba mirando a mí, sino a una modelo de una revista que claramente era bella por usar prendas caras.–No lusco como yo misma. –Exprese mirándome completamente d
Su sonrisa diabólica y sexi inunda el lugar, era como si hubiera encontrado su famoso petróleo en una zona de nieve. Su cuerpo me quería atraer a él, pero sin pensarlo más tome de la mano de Sídney con fuerza, dispuesta a retirarme del lugar, pero la joven rubia me sostiene con fuerza del brazo.–Aceptaste, ahora tiene que hacerlo. –Me dice sin piedad, encaminándome casi a rastras hacia donde se encontraba Meyer y Leonardo.Al estar enfrente de estos dos hombres poderosos y ricos, siento como mi pecho empieza latir con fuerza, hasta que nuestros ojos se juntan. Sí, era ese mismo Leonardo que había visto en la tarde en su casa, pero ahora ya no lucia como un simple mortal que descansaba en su casa de millonario, sino que ahora era el socio de Meyer. Probablemente un mafioso más.–¿No es bonita? –Le pregunta Meyer a Leonardo, mirándome de los pies a la cabeza.–Es más que eso. –Emite su primera palabra Leonardo, haciendo que mi cuerpo se erizará por completo.–Esta noche, El…–Meyer le i
Suspire profundamente para mirarlo con ojos de venado, mirando su cuello, su manzana de Adán hasta llegar a su pecho ancho, mientras podía ver como se erizaba al sentir mi mirada sobre de él.–Para nada. –Salió un suspiro de mis labios, ya que estaba deseosa de su cuerpo.Leonardo sonríe al escuchar mi respuesta.–Se que estarán pasando millones de cosas por tu mente. –Se acerca mientras pone lentamente su mano en mi barbilla, mientras me acerca a sus labios hidratados. –Pero al parecer debo serte sincero… –Paso sus dedos por los pequeños mechones de cabellos, que sobresalían de mi cabeza. –No soy el bueno de la historia.Yo lo mire fijamente, viendo sus facciones y el increíble desinterés que tenía, en saber de su pasado o lo que hacía para vivir. Mi cuerpo se estaba llenando de adrenalina, mientras sentía su cuerpo caliente al lado de mi cuerpo.–En este momento, créeme que ya nadie es el bueno de la historia. –Le contesté mientras pensaba en Mike, quién ahora vuelve a mi mente, hac
Lo escuche gemir con fuerza, mientras mis oídos se llenaban de placer. Mi feminidad se mojaba de tan solo escucharlo, hasta que el hombre de cabellera negra olivo y músculos grandes, no aguanto más y se abalanzo hacía mí, tirándome en el sillón mientras une sus labios pecaminosos junto con los míos. Su lengua de inmediato inundo mi boca, hasta llegar a mi garganta, mientras sus manos astutas se metieron debajo de mi vestido, haciendo que sus dedos caminaran hacia mi pequeña ropa interior, tocando mis labios mojados besándome con rudeza.No podía respirar, ni pensar en ese momento, ya que lo quería todo al mismo tiempo. Hasta que deja mis labios libres, dejándome reseca mientras veo como sus labios caminan hacía mis pechos, tocándolos con fuerza mientras yo me retorcía al sentir el placer, al sentir sus dedos grandes tocándome como nadie más lo ha hecho.Pero tenía que aceptarlo, el hombre no le tenía paciencia a nada y era claro, que no tendría paciencia con mi vestido, que le impedía
Y a pesar de que al principio mis sueños se llenaron de Leonardo, de pronto veo a esa mujer vieja y llena de ira gritándome. Era mi madre, una señora que me había hecho bastante daño desde que era pequeña, obligándome a hacer cosas que nunca quise a hacer, gritándome con fuerza mientras me decía lo decepcionada que estaba de mí, al meterme con un hombre que no era Mike.Claramente podía escucharla gritándome lo decepcionada que estaba de mí, ya que ella amaba a Mike, ya que creía que era un buen hombre para mí. Así que me levante de la cama sin aliento y sudando, para después darme cuenta que ya era de día. Mire el reloj y eran las seis de la mañana y yo tenía trabajo. Me levante de la cama sin despertar el pesado sueño de aquel hombre, que aún dormido lucia como un muñeco de porcelana. Sabía que había cometido un error, ¡pero que error tan hermoso! Bese sus labios antes de salir de la habitación.Tome mi ropa, notando que estaba rota y que claramente no podía usarla, así que me metí
Mike no estaba tan mal como pensaba. Sí, los golpes que fueron propinados por Leonardo habían sido bastante fuertes como para que estuviera hinchado por dos meses, pero su condición estaba mal porque claramente estaba muy drogado cuando llego al kínder. Yo misma estaba cansada de limpiar todo lo que él hacía.–Estará bien. –Me asegura el doctor mientras los dos vemos a Mike, en una cama de hospital. –Pero debe controlar sus niveles de drogas. No di el llamado a la policía, ya que lo conozco bastante bien.Y era cierto, el doctor Taylor nos conocía ya muy bien, ya que siempre atendía las lesiones de Mike y era una persona de confianza.–Me alegra que nos hagas este favor. –Le agradecí.–Muy bien, me iré. –Me avisa dejando la habitación.Cuando me encontré sola, solo puedo verlo ahí tirado sin hacer más. Era una vergüenza lo que estaba viendo. Quise retirarme de la habitación y dejar a este idiota solo, pero cuando estaba tomando mi bolso, escucho como alguien entra a la habitación. Esa
Vega siempre va enfrente de nosotros, es bastante astuto y logra esconder la forma en que defiende a su jefe, mientras esconde un arma bajo la manga de su brazo. Mira siempre a todos los lados, antes de que los dos pasemos. Es un joven de raza asiática y para ser sincera, es un hombre atractivo, no tanto como el jefe, que le pasa de altura y musculatura. Me preguntó porque Leonardo no hace el trabajo completo, puesto que tiene el físico para defenderse de todo lo que le pudiera pasar, pero mientras estoy pensando, se que me fui de este mundo, lo cual Leonardo noto de inmediato.–¿Por qué piensas tantos? –Pregunta curioso mientras ya estamos en su camioneta blindada.–No, nada. –Dije algo tímida mientras mis mejillas se tornaban rojas, ya que lo único que pasaba por mi mente era él y solo él.El hombre de inmediato se mofa al verme nerviosa.–¿Ahora de que te ríes? –Pregunté curiosa.–Eres como un postre. –Responde con su voz masculina.–¿Un postre?–Sí. –Suspira profundamente inflaman
August se termino durmiendo enfrente de la chimenea, así que su padre decide cargarlo tiernamente hacía su cama, yo le sigo mientras acomodo la cara del pequeño, para que no se ahogue. Los dos lo acostamos tiernamente. Sin pensarlo yo lo cubrí con la manta, para después proceder a besar su frente.Cada movimiento que hice fue observado por Leonardo, quién esta fascinado conmigo. Yo solo me enrojezco un poco, para caminar rápidamente fuera de la habitación y evitar otra situación. Pero cuando Leonardo cierra la puerta de la habitación de su pequeño, no logra aguanta las ganas de besarme, tomando mi cara con sus dos manos, metiendo su lengua dentro de mi boca, mientras me lleva cargando hacía su habitación.Nunca había entrado a este lugar, los suelos eran negros y había una alfombra de peluche blanco en el suelo que parecía valer mucho dinero, mientras que una cama de sabanas y cochas negras, estaba en medio del lugar. Sin dudarlo, el hombre musculoso me llevo hacía la cama, tocándome