Estaba intentando revivir sus momentos con Lady, ¿dónde había fallado? ¿qué es lo que había hecho mal? Todo había estado bien entre ellos, tan bien que solo recordaba momentos felices. Nunca pensó que contraería matrimonio con alguien hasta que la conoció y decidió que era con ella con quien debía pasar el resto de sus días. ¿Por qué había tenido que estar tan equivocado? ¿Será que lo suyo no era casarse? Siendo sinceros, dolía, le dolía en el fondo del alma, ¿qué estaría pensando ahora toda esa gente que había acudido a su fracasada boda? ¿Y la revista? ¿Qué dirá la revista de ello y qué pensarán sus conocidos cuando se enteren de que uno de los mejores hombres de negocios del país había sido plantado por una actriz reconocida? Deseó enormemente que todo aquello fuera solo una pesadilla, que no estuviera pasando realmente, porque no sabría cómo sobrellevarlo. ¿Cómo iba a enfrentarse al mundo entero ante aquella situación vergonzosa?
―¡Mierda! —Jussie regresó al presente al escuchar la voz de su acompañante, hasta se había olvidado de ella por un momento. —No, no, por favor.
―¿Qué ocurre? —preguntó asombrándose de que había ya oscurecido.―Se nos ha agotado la gasolina.―¿Qué? —preguntó observando el marcador que indicaba que lo que decía ella era cierto.―Eso pasa cuando llevas horas conduciendo y no te preocupas en repostar. Y nos tenía que pasar justo aquí, en medio de la nada―apoyó su frente contra el volante derrumbada.Jussie miró alrededor, seguían en la carretera y no había ningún alma viva alrededor, no había edificios. Resopló frustrado y volvió a mirar a aquella chica rara que lo estaba ayudando.―¿Cuánto tiempo crees que nos falta para alcanzar una urbanización cerca? —Madilyn lo miró con el ceño fruncido.―¿De verdad crees que lo sé? Nunca antes había venido por aquí. Pero ahora me doy cuenta de que llevo horas sin comer―volvió a dejar caer su rostro contra el volante simulando un sollozo.―Está bien―dijo Jussie abriendo la puerta―Caminemos entonces. -concluyó. Madilyn lo miró confusa.―¿Cómo?―No querrás quedarte aquí a pasar la noche en medio de la nada―ya se había bajado del auto. La chica miró por todos lados. Estaba todo oscuro y solo los faroles del auto alumbrado el lugar. Ella se encogió de hombros.―No, le tengo miedo a la oscuridad. Pero no puedo dejar aquí el auto solo.―Estará bien. Regresaremos por él y si resulta que le ha pasado algo te lo compensaré―prometió.―¿Eres consciente de que con solo este viajecito que me has pedido hacer ya me debes bastante? ¿Crees que serás capaz de pagar también por otro auto?Jussie la miró impresionado, ¿de verdad no sabía quién era él? Era famoso y tenía todo el dinero que necesitaba. Comprar otro Lexus no sería ningún problema para él. Ignoró aquella falta de respeto de su parte y rodeó el auto hasta situarse en la puerta del conductor. Abrió ésta y la pidió que se bajara.―¿Seguro que no eres ningún psicópata? Tal vez todo eso es fruto de tu plan, ¿cómo puedo confiar en ti.Jussie sintió que estaba perdiendo la paciencia. Podía decidir dejarla y seguir su camino hacia lo desconocido, pero no podía. Si estaban los dos en ese aprieto era culpa de él y cualquier cosa que pudiera sucederla iba a ser responsable de ello y no podía permitirse llevar otro peso encima.La tomó del brazo y la hizo bajarse.
―Ey, con cuidado―se quejó ella.El bloqueó las puertas del auto, apagó las luces de éste y le entregó las llaves a ella. Mirando la hora en su reloj de mano descubrió que eran las ocho de la noche.Comenzaron a caminar cada uno en su carril, en completo silencio. Hacía un poco de frio, pero con el traje que llevaba ella, se sentía un poco abrigada. Se abrazó a sí misma, no podía ver casi nada, su miedo a la oscuridad se hizo presente y los sonidos raros en medio de la nada no ayudaban mucho.―Adonis―lo llamó, no podía ver bien su rostro.―Tengo nombre y ese no es. ¿Qué sucede?―Te dije que le tenía miedo a la oscuridad, iba en serio.―¿Y qué quieres que haga? —preguntó despreocupado, tenía cosas mejores de las que preocuparse.La chica se acercó a él y le agarró del brazo con las dos manos sorprendiéndolo.―¿Qué haces?―Ahora me siento más tranquila―dijo soltando aire, dispuesta a sujetarlo todo el tiempo que fuera posible.―¿Irás sujeta a mí todo el rato?―Hasta que lleguemos. Me lo debes, es por tu culpa que estoy aquí. Esto no estaba en mis planes.―¿Entonces ya no tendré que pagarte?―¡Por supuesto que me pagarás! Hasta el último centavo, o dolar, como sea.Caminaron unos cuantos metros. Por la zona circulaban escasos autos; intentaron pararles para pedir ayuda, algunos pasaban de largo, pero un todoterreno se detuvo, iba hacia la dirección contraria, hacia la ciudad de donde salían ellos. Accedieron a llevarlos.
―Súbete, te llevarán de regreso. Yo me encargaré de encontrarte y pagarte todo lo que te debo. —dijo él y ella lo miró absorta.―¿Es que no te vienes conmigo?―No. No voy a regresar a la ciudad todavía. Súbete ya —le abrió la puerta trasera. Ella en respuesta se apresuró a encontrarlo y volvió a agarrarse de su brazo. ―¿Y ahora qué? —se quejó él impaciente.―No irás a dejarme viajar con unos completos desconocidos en medio de la noche. ¿Te has vuelto loco? —los tres hombres la miraron incrédulos, ella forzó una sonrisa, pero sin soltarse del brazo de Jussie―Sin ofender.―Nos has ofendido y si tan mala gente te parecemos, ¿por qué no te quedas a esperar a esa gente con cara de ángel? —dijo el conductor molesto.―Disculpen las molestias. —dijo Jussie cerrando la puerta y antes de que pudieran decir nada más. El auto salió despedido de allí.Los dos vieron como desaparecía y con él las luces de sus farolas. Jussie la miró con el ceño fruncido.
―¿Qué? —interrogó ella― No iba a irme con ellos.―¿Ahora intentas decirme que confías en mí?―Claro que no, pero como dicen por allí: más vale malo conocido que bueno por conocer. —él negó con la cabeza mientras continuaban su viaje.―Ahora resulta que soy el malo.—¿De verdad que no piensas regresar a la ciudad?—Ese no es asunto tuyo. —le respondió igualmente. Viajó su mirada hacia las manos de ella sobre su brazo—¿Cuánto tiempo piensas seguir así?—Hasta que me sienta a salvo, lejos de cualquier peligro que puede haber aquí—contestó observando alrededor sin poder distinguir nada en especial.Él soltó un suspiro, ¿qué mal había cometido como para tener que lidiar también con esa mujer?—Las personas muy enamoradas siempre cometen locuras como por ejemplo, correr al altar y gritar algo como: "yo me opongo a que siga adelante ese matrimonio" —hizo una imitación—O mejor aún: querida, aunque nunca te lo dije, siempre estuve enamorado de ti y lamento no poder dejarte casar con ese hombre que no te ama como lo hago yo, ¿quieres venirte conmigo y huir? Entre otras cosas, ¿por qué no hiciste nada de eso? Además ¿Quiénes eran toda esa gente que iba detrás de ti? —esperó alguna respuesta, pero él seguía con la mirada en frente, sin ninguna intención de formar parte de la conversación, no tenía por qué. Pensaba que si se mantenía callado, por fortuna conseguiría que ella se callara de una vez. —Ok, ¿no piensas decir nada?Al fin divisaron algo de luz en la lejanía, parecía ser una gasolinera. Jussie suspiró aliviado, al fin iba a librarse de aquella chica que empezaba a resultarle un incordio. Todo estaba yendo mal en su vida y ella hacía que pareciera que no pasaba nada. Al menos se había callado durante un rato mientras avanzaban.
—Auch—escuchó que se quejaba ella agarrando su pierna.—¿Y ahora qué? —se quejó él.—Creo que me he hecho daño en el tobillo—se detuvieron. Él se agachó para verle la pierna, nótese la ironía con lo de ver en plena oscuridad.—¿Te duele? —preguntó palpándole el tobillo.—Sí, mucho. —gimoteó ella. Él se puso otra vez en pie.—Estamos a punto de llegar, ¿crees que puedas caminar un rato más? —ella intentó caminar, pero se quejó y le agarró del hombro.—No creo que pueda, duele.—¡Joder! ¿Y tenía que pasarte justo ahora?—Lo dices como si lo hubiera pedido yo.Jussie resopló antes de hacer lo que creía que debía si quería avanzar y acabar con aquello. Antes de que Madilyn pudiera rechistar, la tomó en brazos cargándola.—¿Te importa si te llevo cargada? —preguntó él de mal humor.—¿Y lo preguntas después de cargarme? —se quitó la gorra y se sujetó a su cuello, pegó su cabeza a su hombro.—Tampoco es para que te acomodes— se quejó él. Ella sonrió, pero con la oscuridad él no podía percibirlo, ni mucho menos darse cuenta que en realidad ella no se había hecho ningún daño.—Es que hueles tan bien. ¿Dónde compras tus perfumes?—Estás definitivamente loca.Avanzaron unos cuantos pasos más, estaban acercándose. Podían ver ahora la gasolinera, pero él se detuvo bruscamente.
—¿Está cerrado? ¿Qué gasolinera cierra a estas horas? —tuvo que depositar a la chica en el suelo, ella también observó el lugar.—Genial, por un día que estoy con un completo desconocido, todo tiene que irme mal—Jussie la miró con la frente arrugad, pero ella avanzó hacia adelante. Ahora podía verla mejor sin la gorra puesta. Llevaba el pelo rizado recogido con unos mechones sueltos alrededor de su rostro. Se acordó de Lady, ella tenía la piel más blanca y un cabello rubio y muy largo, todo lo contrario de esa mujer a la que ni siquiera le conocía su nombre. Enseguida también notó que estaba caminando bien, había dejado de cojear, se había burlado de él y eso le molestó aún más.—Parece que de pronto se te ha curado el tobillo. —Madilyn se volteó para mirarle con una sonrisa en el rostro que le llamó la atención.—Deberías considerarte especial, con solo tocarme has conseguido curarme. Tienes unas manos mágicas —Jussie rodó los ojos, aquella mujer era demasiado para él.Avanzó hacia delante ignorándola, más adelante había casas iluminadas, ya no se encontraban en medio de la nada.
—No puedes enfadarte conmigo,—le habló ella mientras lo seguía por detrás-si me hubieras dado una dirección específica en lugar de solo decir: tú solo conduce; no estaríamos pasando por todo esto. Me estoy muriendo de hambre.Tal vez tuviera algo de razón, pero él no iba a admitirlo ni mucho menos molestarse en discutir con ella. Solo quería poder estar solo y si era posible, perderla de vista cuanto antes. Con ella cerca era imposible poner sus ideas en orden, ni siquiera sabía qué era lo que quería desde que tuvo la mala suerte de toparse con ella.
Vieron a una mujer junto a una reja, parecía sacar algo de su bolso, debía ser las llaves para abrirla. Decidieron acercarse a ella.—Buenas tardes señora— saludó Jussie. La mujer se detuvo a verlos simultáneamente—¿Podría decirnos si por aquí hay un hotel?—No sois de por aquí, ¿verdad?—Así es.—El mejor hotel de aquí se encuentra a unos dos quilómetros de aquí. —indicó.—¿Tan lejos? —se quejó Madilyn en voz alta consiguiendo que los dos se giraran a mirarla. —Lo siento—de disculpó y cerró la boca.—Pero en la esquina encontrarán un motel si no les importa. — ¿dormir en un motel?, lo suyo eran los lujos, aunque evidentemente ninguna de la gente con la que estaba parecía saberlo.—Está bien&mdas
Eran las once de la noche. Jussie había tendido su chaqueta sobre el frío suelo de la habitación que le había tocado compartir con una mujer que no conocía en aquel motel. La chica le había ofrecido una de las almohadas que tenía la cama. Ahora se encontraba tendido en el duro e incómodo suelo de la habitación con los ojos puestos en el techo que los cubría. Se imaginaba cómo amanecería, con el cuerpo dolorido por aquella experiencia a la que no estaba acostumbrado. A lo que sí estaba acostumbrado era a acostarse sobre los mejores colchones que le proporcionaban desde las agencias dedicadas a ellos y sobre las mejores y más caras sábanas que se podía permitir. Pero ahora su comodidad importaba menos después de todo por lo que estaba pasando. De todos modos, aquella tortura solo iba a durarle una noche.―La querías, ¿verdad?Tuvo que aband
Cuando ya los rayos del sol empezaban a atravesar por la ventana reflejándose sobre su rostro, molestándola, Madilyn abrió los ojos tapándose la cara con la mano. Al incorporarse sobre la cama se acordó del motivo por el que se encontraba allí. Resopló y se desprendió de la sábana, pero entonces se acordó de que no había dormido con ella porque se la había entregado a su acompañante, ¿o será que solo lo había soñado?Miró hacia el suelo donde le había dejado dormido y para su sorpresa el lugar estaba vacío, no había rastro de él. Se bajó inmediatamente de la cama y se dirigió a la puerta del baño, llamó a ella por si su acompañante se encontraba allí, pero nada, nadie contestaba al otro lado. Abrió la puerta y no estaba ¿la había dejado? Se acercó al lavabo a lavarse la cara y enjuagarse la boca con agua. Se recogió de nuevo el cabello y regresó al dormitorio a tomar su chaqueta. Estaba molesta ¿qué clase de persona se iba sin despedir
Estaban ya de regreso en la carretera. Iban en silencio, sin embargo, por la cabeza de Jussie iba rondando una pregunta que no lo dejaba tranquilo. De vez en cuando miraba de reojo a su acompañante pensando en si valía la pena arriesgarse a presentarle su duda. Ella tenía su móvil intentando que se encendiera, se le había agotado la batería y no paraba de hacer muecas. Le estaba empezando a resultar gracioso sus gestos raros. Se aclaró la garganta para llamar su atención, ella lo miró.—¿Puedo hacerte una pregunta sin que te molestes?—Prueba a ver.—Me has hecho entender que te casarás sin amor ¿hay alguna posibilidad de que no te presentes al altar por esa razón? —ella soltó una risa que le tomó desprevenido.—¿Es que quieres impedir mi boda? Qué mono, pero Adonis, apenas nos conocemos—la mirada seria de él la hizo entender que la pregunta sí iba en serio y que no tenía nada que ver con ella, al final lo entendió y dejó de reírse. —Oh, lo dices por tu novia que no asistió a la boda,
Jussie se volvió a Madilyn y le hizo señas para que lo alcanzara. Los tres caminaron por la sala hasta una mesa que se encontraba disponible y en una esquina de la sala.—Gracias señor—le dijo Jussie mientras se sentaban.—A ustedes por elegir nuestro restaurante. ¿Les apetece beber algo mientras esperan?—¿Y cuánto costará eso? —peguntó Madilyn que estaba evidentemente nerviosa. El hombre miró a Jussie y éste solo asintió con la cabeza.—Irá a cuenta de la casa— le contestó el hombre con una sonrisa.—Muy amables— contestó ella con otra sonrisa.—Traiga una botella de vino, sin alcohol—pidió Jussie y ella lo miró confusa.—Enseguida pido que se lo traigan. Que disfruten de la estancia. —y así se alejó el hombre dejándolos solos.—¿Sin alcohol? —preguntó ella. Pero él no contestó, cogió una de las cartas y se lo entregó.—Elije lo que quieras comer —ella lo tomó sin apartar la mirada de él, no se sentía del todo convencida.—¿Qué fue lo que le dijiste a ese señor? —preguntó.—¿Yo? Nad
Jussie estaba sentado en su escritorio, había depositado la gorra sobre la mesa después de darse cuenta de que no se lo había devuelto a su dueña ¿qué podía hacer? No existía la posibilidad de que volviera a verla, tampoco es que quisiera volver a hacerlo.Tomó la libreta en la que ella había escrito, había decidido quedárselo para releer todo lo que aquella chica loca había anotado.—Madilyn—pronunció su nombre al acordarse del momento en que ella se lo dijo. Soltó un suspiro de frustración y depositó la libreta sobre la mesa mientras se apoyaba contra su silla—¿Qué te pasa? Es hora de olvidarte de ella.Su despacho se encontraba en un piso alto desde el cual podía ver a través del enorme ventanal la ciudad y todo el movimiento que se producía en la calle, a veces lo hacía para despejar su mente. Se puso de pie para acercarse al ventanal cuando de pronto se abrió bruscamente la puerta y ante sus ojos aparecieron sus amigos, Shane había traído al Aron. Rodeó el escritorio para recibir
Madilyn le pidió a su primo de alquilar un apartamento con ella después de que se muriera su padre, así compartirían los gastos de alquiler. Él había dejado de vivir con su madre, hermana del recién fallecido padre de Madelyn, hacía aproximadamente siete solo por hacerle ese favor y no dejarla sola. Era dos años mayor que él y procuraba comportarse como el hermano mayor, aunque con ella como hermana pequeña, no le resultaba fácil. Él llevaba trabajando casi dos años en una agencia de autos, mientras ella se buscaba la vida de todas las maneras posibles sin importar lo ridículo que fuera.Mientras Alan iba al volante, miró de reojo el reloj, Madilyn lo estaba acariciando con sus dedos mientras lo miraba pensativa.—Estás loca, nunca cambiarás— soltó desesperado al pensar que no podían beneficiarse de aquel artilugio costoso.—No lo venderé por más que insistas en llamarme así.—¿Entonces irás a buscar al dueño? Porque si no es así, entonces ¿para qué lo quieres?—Quién sabe, quizás al
Eran las ocho de la noche y se encontraban en la fiesta realizada por uno de los socios. Había mucha gente y un gran bufete repleto de todo tipo de alimentos. Jussie estaba de pie junto a sus amigos cuando de pronto la vio y se quedó paralizado, no podía ser cierto, ella no podía estar allí. Parpadeó un par de veces, tal vez solo la estaba imaginando.—¿Estás aquí? —Aron ondeó la mano por su rostro, él le miró un rato, pero regresó otra vez la mirada hacia donde había visto aquella aparición inesperada.Definitivamente era ella, Madilyn, sin duda alguna, solo que ahora se veía distinta. Llevaba puesto un vestido largo que la ajustaba perfectamente a su cuerpo del que ahora se estaba fijando, era realmente hermosa e increíblemente atractiva. El traje con que la conoció había ocultado demasiado de ella.—No puede ser— susurró, pero sus amigos le escucharon y siguieron la vista hacia donde observaba él para saber qué era aquello que tenía atrapado a su amigo, entonces también la vieron.