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Somos incompatibles
Somos incompatibles
Por: Justa Margarita
Capítulo 1] Inesperado encuentro

Shane miró la hora en el reloj que llevaba en la mano, era la tercera vez que lo hacía en diez minutos. Miró de nuevo a Jussie que tenía frente a él y le sonrió en un intento de ocultar su preocupación, no quería alarmarle aún más a su amigo. Hacía veinte minutos que debía haber llegado la novia, pero por la puerta no aparecía ninguna mujer envuelta en un precioso y glamuroso vestido de blanco.

― ¿Qué es lo que está pasando? —preguntó Jussie en voz baja a su amigo, ― ¿Por qué no llega Lady?

― Ya sabes cómo son las mujeres con esas cosas, seguro que llega en cualquier momento —intentó tranquilizarle Shane.

―Probablemente se esté secando el pelo, ― añadió Aron, su otro amigo que también lo acompañaba en su boda― a veces les resulta difícil secárselo, por no mencionar el maquillaje y todas esas cosas de las mujeres. Nunca llegaré a entenderlo.

Jussie cerró los ojos y soltó aire intentando tranquilizarse. Debía confiar en que la mujer que quería y con quien había decidido casarse llegaría en cualquier momento. La iglesia estaba repleta de gente, y toda la gente de su círculo de negocios y gente de confianza había acudido a su boda, todo tenía que salir bien.

―Señores —los interrumpió el cura que parecía mostrarse impaciente. ― ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar?

―Unos minutos más, señor cura― pidió Aron. —De que nuestro amigo se casa, se casa.

Mientras decía aquello se abrió la puerta de la iglesia y todos los presentes se giraron a ver, incluso Jussie que de pronto empezaba a sentirse aliviado hasta que se dio cuenta de que la mujer que estaba en la puerta no era su prometida, sino la amiga de ésta. Por la expresión de su rostro daba a entender que algo andaba mal.

― Sonia, ¿dónde está Lady? —preguntó el novio. Sonia negó con la cabeza.

―Lo siento Jussie, ella no vendrá.

Dijo aquello y entre el público se comenzó a escuchar murmullos. Jussie se acercó a ella lentamente con el ceño fruncido.

― ¿Cómo que ella no vendrá?

―No puedo decirte nada más, solo que ya no habrá boda. Lo lamento.

Se dio la vuelta y regresó corriendo por donde vino dejando de ese modo a un Jussie confuso y desorientado. ¿Acababa de ser plantado?

―¿No habrá boda? —preguntó Aron acercándose a él.

―No contesta al celular―se acercó también Shane con el móvil en la mano, pero para Jussie todo había perdido importancia.

Algunos invitados se acercaron a él a preguntar qué es lo que estaba pasando, empezó a sentirse atosigado.

―¿Podéis dejarlo? No habrá boda, no es ninguna novedad. —despachó Shane a aquellos que empezaban a acorralarlo.

En cambio, Jussie caminó entre ellos hacia la puerta de la salida como alma que lleva el diablo, ignorando todo y a todos.

―Jussie, ¿qué piensas hacer? — preguntó Shane siguiéndolo por detrás mientras Aron detenía a aquellos que intentaban alcanzarle y gritaban su nombre.

―¡Jussie! —escuchó su nombre detrás de él y regresó a la realidad. Lo habían dejado plantado y había gente que lo seguía, quizás con intenciones de interrogarlo o falsamente mostrarse preocupados. No iba a enfrentarse a ellos.

Miró hacia el frente. Había llegado con el auto de sus amigos, no tenía la llave de ningún coche y tenía que abandonar aquel lugar cuanto antes. Afortunadamente vio un auto aparcado junto a la carretera principal. Era un Lexus RS 450 y junto a él se encontraba de pie una mujer, llevaba un traje negro y una gorra. Estaba ocupada escuchando música con los auriculares de su móvil el cual manoseaba distraída mientras movía la cabeza.

Jussie se apresuró a acercarse a ella.

—Necesito las llaves del auto. —dijo autoritario extendiendo su mano hacia ella.

Madilyn alzó la mirada para verlo. Se quitó uno de los auriculares del oído para saber de qué estaba hablando aquel hombre apuesto que parecía apurado.

—Perdón, hombre guapo, pero desconocido, ¿decías? — preguntó inocentemente.

—Necesito las llaves del auto—Insistió.

—No, no estás hablando en serio—dijo con una sonrisa pícara. ―¿Te estás refiriendo a mi auto?

—Es urgente, pagaré todos los gastos y con intereses si es necesario.

—Vaya, suena tentador, pero lo siento. No puedo dejar mi auto con un extraño, por más atractivo y apuesto que sea. ―Jussie la miró incrédulo por su comentario, no tenía tiempo para eso. —¿Pero sabes qué? Estás de suerte, adonis. ¿Qué te parece si me dices dónde quieres ir y yo encantada te llevo? O eso o nada.

Jussie la miró molesto, pero no le quedaba de otra, tenía que aceptar la propuesta si quería salir de ese lugar.

—Está bien, pero conduce ya.

Le dio un giro al auto apresuradamente y se subió en el asiento del copiloto. Madilyn igualmente se subió al auto y se aseguró el cinturón. Se fijó en que la gente que salía de la iglesia se estaba acercando a ellos gritando algo.

—¿Los llevamos a ellos también? —le preguntó a su nuevo cliente quien la miró con desaprobación.

—¡Arranca ya! —mandó él.

—Está bien. Tú mandas.

Puso el auto en marcha y condujo. Desde el espejo retrovisor vieron a esa gente de pie en la carretera viendo cómo se iban.

—Wau, parece que estamos en una película—comentó Madilyn algo excitada por aquella situación que en realidad desconocía. —¿No que era una boda? ¿Dónde están los novios?

Al no recibir respuesta alguna, miró a su acompañante que tenía el brazo apoyado contra la puerta mientras se frotaba distraído la frente. Parecía molesto.

—¿Adonis? —lo llamó y él se volteó a verla.

—¿Puedes simplemente conducir? Por favor.

—Como usted mande, pero hasta ahora no me ha dicho dónde lo llevo.

—Tú solo conduce.

Obedeció, pero en vista de que iba a tener un viaje totalmente silencioso, decidió encender la radio. Estaba sonando una canción conocida, no era de sus favoritas, pero se puso a cantarla. La cantó con el corazón. Jussie que se dio cuenta de que no podía tener ningún segundo de silencio para pensar en lo que se estaba convirtiendo su vida, la observó absorto, con el ceño fruncido.

—¿Cuánto quieres porque mantengas este viaje en un completo silencio? —preguntó mostrando disgusto.

—¿Es que tampoco puedo cantar?

—Solo necesito un poco de silencio, ¿es demasiado pedir?

—¿Se puede saber qué le pasa? No irá a decirme que la mujer de su vida es la que se estaba casando con otro hombre.

Jussie la observó inquietante ante su comentario. No iba a darle explicaciones a aquella chica con traje de hombre a la que no conocía. Apartó la mirada de ella y la regresó a la carretera.

—¿Entonces es eso? —preguntó ella admirada.

—¡No! —Chilló—¿Puedes dejar de hacer preguntas que no te incumben y simplemente conducir?

—Adonis, estás de muy mal humor y no creo que deberías echar tu mal genio sobre mí. Yo también tengo mis problemas y no ves que te lo echo encima.

Jussie cerró los ojos y suspiró hondo, intentaba tranquilizarse y no perder los papeles.

Se habían alejado de la ciudad y de todo. Madilyn no se había percatado de cuánto tiempo llevaban en la carretera, solo conducía como le habían pedido hasta que se dio cuenta de que estaba empezando a anochecer.

—Oye, Adonis. Sé que es mucho pedir, pero llevo tiempo conduciendo, ¿podrías decirme hacia dónde vamos?

Jussie que tampoco se había percatado del tiempo que llevaban, miró hacia fuera.

—Tú solo conduce.

—Tú solo conduce—repitió igualmente. —Solo por si acaso, quiero que sepas que dentro de mi traje llevo unas cuchillas muy bien afiladas, nunca fallan. Ah y un espray muy bien picante, capaz de dejarle ciego a uno durante un buen rato. Por no mencionar que además fui a clases de defen…

—¿A qué viene todo esto? —preguntó impaciente imaginándose de qué iba aquello.

—Te lo digo por si tu intención con este viaje desconocido es secuestrarme o venderme a unos psicópatas. —Jussie sonrió inevitablemente y Madilyn lo observó sorprendida.

—¿Entonces es ese tu plan?

—No soy ningún psicópata—dijo regresando la mirada a la carretera, por una extraña razón, estaba empezando a sentirse tranquilo. Esa chica era muy rara, ¿cómo conseguía darle paz con todo lo que le estaba pasando?

—Por cierto—continuó ella—aparte de adonis, tienes una bonita sonrisa.

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