—Creí que no saldrías de ahí. —dijo Salma al ver a Barrett corriendo totalmente desorientado. Ni siquiera la reparó al sentirse perdido. —Hay que buscar otra salida. Intentó tomarlo de la mano, pero este se liberó fuera de sí. —No me toques. —se alejó Barrett sin contener las ganas de vomitar. Salma vio a sus hombres tomarlo del saco, pasando de ella. Mientras Barrett regresó todo el contenido de su estómago. Sintió la frente ardiendo y los ojos soltando lágrimas, mientras recordaba el sabor…distinto de la carne y las brochetas de… Una nueva oleada de vómitos lo hizo aferrarse al basurero al que se arrastró totalmente aterrado. No era cierto. No había dicho la verdad. Su padre… —Olvide las palabras de ese tipo. No son ciertas. La agencia no trabaja así. No es tan… —Cierra la maldit@ boca. —Barrett apenas podía respirar, tomando una botella de cerveza que prácticamente rompió para pasar el líquido que poco lo alivió. La agencia de inteligencia no trabajaba así, pero ese malna
Barrett regresó el fuego, pero antes de que una bala pudiera alcanzar al mafioso, Leonardo se lanzó hacia un costado, rodando por el suelo y disparando con precisión. Las balas silbaban en el aire, rebotando contra las paredes y el suelo, creando un caos ensordecedor.Leonardo se levantó rápidamente, con su mirada fija en el hombre de tatuajes. Con una sonrisa fría, avanzó con determinación, esquivando los disparos con una agilidad sorprendente. Barrett, vació su cargador, ensartando el siguiente con rapidez.Sin esperarlo frente a Leonardo aparecieron tres hombres que en un fragmento de segundo arremetiendo en su contra, para darle una salida a Barrett. Habían logrado dar con el conquistador y su deber era sacarlo de ahí, esa era la misión del ejército que ahora se unía a su seguridad con una objetividad mortal. Este al ver el salvajismo con el que el mafioso atacaba, apretó el dispositivo en su mano. Si no lo mataban sus hombres se aseguraría de que muriera aplastado. El maldit0 l
Barrett y sus hombres, con los ojos desorbitados por el miedo, sintieron el impacto de las balas como martillazos en sus cuerpos, aún cuando a algunos ni siquiera los tocaban. Ver como superar el número de hombres a ellos y aún así que estos los reducieran sin problemas les daba un sola opción. Huir. El sonido de los casquillos cayendo al suelo se mezclaba con el estruendo de la edificación derrumbándose, creando una sinfonía caótica que hacía vibrar el suelo bajo sus pies.Lina disparó contra Barrett, el cuál la esquivó buscando una salida. Pero todos lo que vio dentro del edificio, ahora estaban acabando con sus hombres, uno a uno. Un grupo enorme se separó de todos yendo con él. Los que optaron por acompañarlo, le siguieron el paso lejos de esa masacre en la que se estaba convirtiendo ese lugar. Si lograba salir, le daría a Bora todo lo que pidiera con tal de que le cediera su apoyo para acabar con esos maldit0s. La sangre llenaba la boca de Salma mientras corría, limpiándose a
—Te lo ruego. No quiero morir. —Salma no podía dejar de llorar al verse rodeada de muchos tipos armados, bañados de sangre y Barrett en el suelo, con la boca destrozada. —Kael, no dejes…—Helena, ¿me escuchas? —el Mayor volvió a intentar comunicarse con su equipo. —Bellucci está herido. Lo estoy llevando al auto. No puedo esperar. —exclamó la mujer con Skender ayudando a cargar a su amigo, mientras Brease sostenía su brazo, tomando el volante. —No dejes que él conduzca. Está herido. Hazlo tú. El albanés con la mejilla manchada con sangre la miró por un momento, sin mediar palabras. —Usa el código de incógnito. Nadie debe saber que son agentes, ni donde estuvieron. —exclamó Kael. —Te alcanzo allá. Skender recibió las llaves del vehículo, mientras veía por el retrovisor a la agente controlar a dos heridos a la vez, en lugar de entrar en pánico. —Su auto estará en el mismo punto, Mayor. Recuerde que aún tenemos la evaluación del reemplazo de Calderón. Black Ops sigue en vigencia y d
—Lo lamento, señor. Le juro que no soy así de torpe, sólo que…no sé qué me ocurrió. —trató de remediar la enfermera con la cara ardiendo de la vergüenza. —Solo reconoce que no todos tus pacientes lucen como él. —dijo Lina desde la puerta. —Quita lo atractivo y quédate con lo cascarrabias, y te aseguro que lo vas a odiar tanto como yo. ¡Es horrible convivir con él! —Vete y cierra la puerta. —ordenó Kael de mal humor. El dolor en sus manos era una pesadilla como para también bancarse esa tontería. —Por supuesto. —se adelantó Lina atrapando el pomo de la puerta. —Deja la estupidez que bien sabes que no es a tí. —espetó el Mayor. —Bueno, no es mi culpa. Se veían muy cómodos tocándose mutuamente. —soltó molesta. —Creí que querían privacidad. —No, señorita. Solo fue un accidente. —explicó con nervios la chica vestida de blanco. —Pero… La mirada del Mayor la silenció. Las manos dolían como el carajo y el analgésico no hacía efecto, lo cuál sólo empeoraba con su reclamo disf
—Pase lo que pase siempre repite eso. —Kael la alejó un poco. Lina sintió sus ojos picar. —Tú me odias. Así debe ser. Afirmó con la cabeza y se dejó besar nuevamente por largos minutos en los que no se quiso separar de sus labios. Le gustaba su cercanía. No lo negaría de nuevo. El irlandés tampoco lo haría. Por lo que verla cocinando algo para que pudieran comer ambos fue una experiencia nueva, pero que no era tan desagradable como creyó. Lina incluso ahí no perdió esa esencia que se impregnaba por todos lados, en lo que él solo la veía y giraba los ojos al oírla decir tonterías. A Kael no le interesaba que Avery estuviera aprendiendo braille o que Atila no quisiera salir de su cuarto desde que la llevó a su casa. Menos que tuviera en proceso una aplicación para la tienda de ropa de su abuela. Aunque de igual manera escuchó cada cosa, gestándose ese sonido de su voz tan particular. En cuanto estuvieron en la mesa, eso cambió. Lina estaba más que contenta de presentar su platillo.
Boris Orlov dejó de leer el papel que Yslen le había entregado, mostrando los resultados de sus análisis y a su vez, la solicitud de la mujer para acabar con ellos. Limpio sus manos con desagrado al leer la palabra final. —¿Lo decidió por sí misma? —cuestionó hacia la mujer que estaba sentada frente a él. —El médico dijo que salió por un momento, realizó una llamada telefónica y luego regresó con la decisión tomada. —remarcó su jefe apretó el papel. —¿Vamos por ella? Negó. —Averigua algo para mí antes. Kavanagh jamás quiso descendencia, pero ¿sabes qué es peor que no quererla? —Ylsen negó. —Que no seas tú quien decida el cuándo, ni el cómo poner los puntos finales. —se puso de pie, sacudiendo la servilleta que luego lanzó sobre la mesa. —Sí ella está ahí, significa que el principiante también y necesito saber si me equivoco o no. Pero algo me dice que no es así. —destacó. —¿Averigua todos los nombres de todo su equipo cuando asesinó a mi padre? Enredó los dedos de ambas manos e
Al momento en que Lina salió al pasillo, suspiró con alivio. Al menos pasaría un cumpleaños sin pensar en cosas estresantes. Le envió un mensaje a su abogado, a quien había contactado de camino al hospital, quien le aseguró que iniciaría el proceso al día siguiente.—Seguirás siendo mi tía. Genial, ¿no? —molestó a Naenia cuando la vio en el pasillo. —Bien, Lina. —los ojos de la mujer de cabello azabache en ningún momento la vieron, no se giró, ni titubeó. Parecía en su propio mundo. Y la llamó por su nombre, lo cual era más que preocupante. —Tranquila, puedes insultar con confianza. —Naenia se detuvo al darse cuenta de quien tenía a la par. —Por única vez voy a pedirte algo, Lina. Y así me odies sabes que no va a afectarte. —tomó un par de respiraciones. —Solo no divulgues tu divorcio por ahí. No necesito otro problema encima y no te cuesta nada hacerlo. —Te juro que trato de entender lo que pasa, pero me perdí. —arrugó las cejas. —Es la primera vez que me hablas con amabilidad.