Lina. Darme un baño fue la mejor parte de llegar a casa. No tener una superficie fría para sentarme o poder andar descalza, aunque no podía hacerlo fuera de mi dormitorio al haber tanta movilidad dentro de la casa. Mi madre me preparó comida, la cual prácticamente devoré, porque al irlandés más insoportable que conocía me había llevado solo tres sándwiches y eso no bastaba para mí. Tomé el teléfono para marcar su número, aunque me recordé que él no tenía el mismo celular, ni siquiera sabía si llevaba uno consigo. Por su seguridad esperaba que no, pero de alguna forma quería que lo hiciera para poder llamar y decirle que lo odiaba…o que me dijera lo tonto que le parecía que hubiera enfrentado un caso legal de esa forma. Que molesto era. Dormí toda la noche soñando de nuevo con lo que solo me suplicaba no despertar, pero debía ser realista. Por la mañana estuve con Avery, quién me puso al tanto de Pascal yendo a la casa solo una vez durante los días que estuve encerrada, dejándola
Lina.Algo era arrastrado y podía oír cómo tocaba el suelo causando un chirrido que me esforzaba por descubrir de dónde salía. Sin embargo, mi cuerpo aún estaba bajo los efectos de una droga paralizante. Veía sombras solamente y las voces solo eran la mía junto a Avery corriendo y peleando por una granada. Era mi mente que me llevaba a ese día en la universidad, el cuál me recordaba mi arranque más grande hasta ese momento. “Las pruebas de como realicé mi tesis no habían sido suficientes. Yago había sido astuto. Había modificado lo suficiente como para que pareciera que ambos habíamos trabajado en paralelo, sin conexión aparente, pero el infeliz me acusó de plagio.—Adelina, debido a la falta de pruebas concluyentes, ambos proyectos serán rechazados. Lamentamos esta situación, pero debemos mantener la integridad académica. —había dicho el decano acabando con meses completos de haber trabajado incansablemente en mi proyecto de tesis. Cada detalle, cada línea de código, cada referenci
Lina. Las rocas se resbalaban, los troncos rodaban dando mi ubicación y por si fuera poco, este terreno era incluso más difícil que el que solía usar para entrenar con Anthony y Mateo. Llevaba alrededor de media hora y tres caídas. Pero no iba a detenerme. Antes de usar el auto para llegar al arenero, siempre corría, solo que en esta ocasión los perros no iban conmigo, sino por mí. Tampoco estaba con ellos, me encontraba sola. Los pies no me daban para más, pero los ladridos y gruñidos furiosos detrás de mí me impedían detenerme a tomar aire. Sentía el corazón martillando en mis oídos, cada latido era un recordatorio de lo cerca que estaban.El terreno era difícil, no sabía con qué me encontraría al cruzar un matorral o saltar de una de las rocas. Los golpes me hicieron perder la noción de lo que hacía. La piel la dejaba con cada raspón, pues no pude quedarme con la cazadora encima. No cuando era la que más impregnada había quedado de la cosa esa.Limpié mi cara del sudor, saltand
Lina. —Eres un ser repugnante. —me levantó a las malas amenazandome con el reloj que puso en alto, soltando la descarga que me hizo apretar los ojos y sentir el agobio de mi cuerpo siendo expuesto a su mierd@.—¿Sabes que esto estaba destinado para Avery o tu abuela? —me hizo verlo tomándome del cabello. —Eran mi segunda y tercera opción. —reveló liberando el botón que esfumó la descarga poco a poco. —No quieres conocer las que le siguen. Porque creo que los herederos de tu hermano, hubieran tenido la oportunidad de nacer y ver este paisaje antes de morir. —Río queriendo verme llorando, pero no le daría eso. —Solo quería a una. No importaba quién. —Solo a tí se te ocurre que podrías lograr capturar a mi cuñada. —Estaba cansada para pelear contra él. —No creo que pienses algo tan tonto sabiendo quien es. —Pero si tú hubieras escapado, alguien ya había llamado a Luisa por un problema en su boutique más preciada —relató, —a Avery la llamaría la asistente de su madre que no es tan mala
Lina.Logré bloquearlo, enterrando mi pie en su tobillo, pero el golpe en la espalda me desconcentró. Atila lanzó un gañido que me perforó los oídos, y sentí su dolor como si fuera mío nuevamente. Cada golpe que recibía resonaba en Atila, y su sufrimiento me desgarraba el alma.Lancé una serie de patadas, evadiendo cada golpe. Pero eran dos, igual de veloces, y cuando uno me atacaba por la espalda, el otro lo hacía por uno de mis laterales. El golpe en la cara me dolió más al oír su gruñido y ladrido de dolor instantáneamente. Mi corazón se apretó cuando el golpe en el estómago me dobló y recibí dos más en la espalda. Su aullido me nubló la vista, y la desesperación se apoderó de mí. No podía permitir que siguiera sufriendo.Menos al ver que el mismo Barrett se dedicaba a castigarla por mi mal desempeño. —Es tu culpa. —me gritó el maldit0 a quien me iba a encargar de cortarle las manos personalmente. —Tú se lo haces. Me recuperé más rápido que la vez anterior.Bloqueé con mis brazos
Kael —¿Supiste sobre la explosión de la penitenciaría Blackstone? —Los periódicos no hacían más que hablar de lo mismo. Nadie dentro de la ciudad ignoraría el suceso. —Son 75 heridos y 53 muertos. El fuego aún no se extingue, según los medios. —Sigue dándome igual. Por buenos samaritanos nadie está ahí. —Tenía veinte minutos para estar en el Imperial y solo me retrasaba con notas que no me interesaban. —¿Sigues con la idea de ir allí? —su voz recriminando mi actuar no me detuvo al meter la última maleta dentro del auto. —¿Sabes siquiera lo que es el sindicato? Esa cosa pierde una cabeza y una nueva surge. —Tienen a Cameron. Me importa un carajo si debo cortar cada una por cuenta propia, no te estoy pidiendo ayuda tampoco. —Cerré la cajuela antes de ir a la parte delantera. No los necesitaba. Trabajaba mejor cuando no debía ver por un equipo también y ahora que mi padre estaba allá, estorbos era lo que menos necesitaba.—Eres un puto grano en el culo, Kael. —al menos le había queda
Atila no estaba tranquila entre cuatro paredes, ver a Lina con heridas y quejándose cada vez que respiraba la ponía más nerviosa y con alguien desconocido, para ella, a pocos metros, no iba a calmarse tan fácil. Lina comprendía eso, pero al pasarse la agitación y la adrenalina comenzaba a sentir cuánto le había afectado cada golpe. Pero podía reponerse a eso. En las cloacas le dejaban heridas peores que esas para reponerse, la diferencia era que no la encadenaron jamás. Aunque ya había descifrado el cierre desde minutos antes, no se esforzó en abrirlo. Sabía que la observaban. La vigilaban todo el tiempo y eso no cambiaría solo porque ella no los veía. —¿Cuánto llevas en este resort, Cameron? —se acomodó, acariciando la cabeza de su niña. Atila sólo necesitaba verla bien, así cómo Lina a ella. —¿Aún es Julio? —preguntó Cameron con la voz cansada. —Dieciséis. —contestó la chica en un quejido. Atila levantó la cabeza. El padre de Kael le dedicó una mueca de no tener idea d
La chica pasó saliva con la sed que surgió de repente. Tenía un miedo muy grande entre muchos que de por sí la estaban torturando. Sus labios se separaron y por más que trató de no hablar, algo le impedía tener control sobre ello. —Seamos más suaves. —se acercó a su boca. —No vayamos por tu miedo más grande. Dime uno de tus miedos. Ella negó con lentitud cuando estuvo a nada de soltar la lengua. —¿Temes perder algo? ¿Le tienes miedo a…—Tá faitíos orm nach mbeidh mé in ann dul i bhfolach níos mó go bhfuil grá agam dó. —susurró Lina abriendo los ojos. Barrett arrugó las cejas al no entender el idioma, mientras la chica sonrió sin poder evitarlo al ver a Kael frente a ella y no a quién era en realidad. —Chuir tú grá agam duit, a Hércules. Anois ní féidir liom é a cheilt níos mó.—¿Quién es Hércules? —preguntó Barrett al ser la única palabra que pudo distinguir. —Un Dios del Olimpo. —Débilmente sonrió Lina con sus ojos brillando al verlo frente a ella. Barrett se acercó para tratar d