¡Maratón de capítulos! Que los disfruten.
Kael no podía contener la insatisfacción que lo cubría. Ese enojo sin explicación para otros, pero tan intenso como para no poder concentrarse en lo que debía. Pero Lina estaba muy ocupada con sus propios asuntos, yendo al punto de encuentro con Asher, quien sería el encargado de llevarla a Aegis. —Déjame conducir esta. —Lina se aferró a la Ducati Panigale V4 oscura. Solo verla la hacía desear oír ese motor rugiendo en la carretera, sentir la velocidad y la adrenalina recorriendo su cuerpo.—Estás loca. Esa es mía. Nadie más la toca. —dijo Asher, colocándose los guantes de cuero con un gesto decidido. Sacó una chamarra de cuero del armario y se la puso sobre el hombro con indicaciones de que la usara. Luego buscó un casco y lo ajustó para ella. —Póntelo. Tu padre me mata si se entera que subiste ahí sin protección.—Ni que le fuera a decir. —Lina tuvo que acomodar su cabello para que no le quedara suelto y estorbara. El casco era pesado, pero la emoción de lo que estaba por venir lo
Habían muchas creaciones que a los Crown los hacían sentir más orgullosos y que esa arrogancia aflorara aún más. Pero para Leonardo había dos que lo hacían sentir que nada podría frenarlo. Y no eran máquinas, armas o sistemas. Eran sus hijos. Ambos. Ninguno menos que el otro. Lina tuvo que ver la hora en su teléfono para saber que debía regresar, no sin antes ver un manual con las modificaciones en su helicóptero oscuro. Así estaría al tanto de lo que Tornado ahora poseía. Eleazar se detuvo frente a la mansión de los Ercil, en donde ella prácticamente saltó sin ningún cuidado, sin importar que hubiera visitas en ese sitio. Saludó fugazmente, pasando de los Ferguson, quienes observaban a la chica que se quitó la campera de cuero, dejando a la vista la remera gris con una frazada que llevaba en su brazo. El cabello se ondeaba con cada uno de sus pasos, oyendo cómo la rottweiler corría en medio de ladridos desde el piso superior hasta alcanzarla en las escaleras. —Mira lo que encont
—Sí vas a espiar a alguien, asegúrate de no llevar una prenda de color blanco encima. —dijo Lina comiendo sin ver a otro lado más que al frente. Kael giró los ojos al verse descubierto. Aunque las mujeres ahí no dudaron en bajar la mirada al ver de quién se trataba. —¿Qué es lo que te gusta de este sitio? —preguntó a la chiquilla con un moño semi suelto. —Porque vamos, no eres del tipo de mujer que corre por un tipo como el. —Soy su esposa. —dijo Lina. —Mi deber es estar aquí. —¿Desde cuándo decir eso es un orgullo para tí? —Desde hoy, Hércules. —Tomó la tarta de melón y su jugo para volver a la mesa. —Preguntas todo. ¿No te cansas? O mejor deberías pensar en ser periodista. Eso de preguntar se te da muy bien. Comenzó a comer su tarta, mirando al frente y no a él. Si lo hacía podría delatarse más.—Retírense. —demandó hacia las chicas que optaron por obedecer, sintiendo lástima por la chica dulce que se quedaría con un hombre tan poco llevable como él. Ellas le temían. De seg
—Mientes—, Warren estaba a nada de explotar. —Mientes, Romano. —Sí dije abiertamente que lo haría, ¿por qué dejaría que alguien más tome crédito de ello, genio? —a Kael poco le importaba verlo tan furioso. —Si te vaciaron esa cuenta no fui yo. Tú debes saber a cuántos y quiénes, además de mí, le debes. —Naenia intentó abogar por su hermano. —Y recuerda, mis diez millones en mi cuenta en cuatro horas con 17 minutos o tendrás un problema más grande. —¿Acaso no ves que me acaban de robar 127 millones justo ahora? —¿Y crees que voy a creer el cuento de que solo eso tienes? —preguntó mirando a Lina. —Tú y yo sabemos muy bien que no es así, Warren. Así que deja el drama, traga tu píldora para la presión y cálmate para que realices mi transferencia. El patriarca de la familia Ercil se sentó en la silla que le acercó su hermana, mientras no podía creer la falta de empatía del hombre que caminó hacia la planta superior, sin interés en brindar ayuda. Claro, ¿por qué lo haría? Si el único d
Nixon estaba dispuesto a todo para averiguar si sus sospechas eran ciertas. Por ello le dio forma a la idea que surgió en su cabeza. Por la mañana, cuando el desayuno tocó su estómago, sintió un alivio grande al ver a Lina, aunque su gusto no duró tanto al fijarse en la forma que iba vestida. Pues ella decidió optar por un elegante traje de pantalón negro con un blazer ajustado que tenía detalles metálicos en los hombros. Debajo, llevaba una blusa de seda roja con un escote discreto pero llamativo. Completó el conjunto con unos tacones altos. Su cabello estaba recogido en un moño elegante, pero con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro. —¿Así piensas salir a la calle? —no era la primera vez que discutían por lo mismo y ya le daba igual. —¿Vas a una reunión de negocios o a un desfile de modas? —Sí. ¿No te llegó la notificación? —dejó su bolso sobre la silla. —Es formal. Tal como lo sugeriste. —Es un desayuno con el gobernador, Adelina. —Exacto. Se va a comer lo qu
—Black Up nivel uno me sorprendió. En serio. Eres tan buen estratega que me encanta saber que la leyenda Kavanagh está frente a mí. —Kael tenía un código que no podía romper y lo odió por primera vez. Su mandíbula se tensó, y sus ojos, normalmente fríos, mostraron un destello de frustración.—El dos, oye me fascinó la parte donde hiciste que una red tan grande cayera. Pero usaste casi la misma técnica. Solo que… ¿Cuántos niveles han sido? Bueno, no importa. Todos han resultado igual.—No todos. —Kael la miró a los labios, sintiendo un nudo en la garganta que le impedía respirar con normalidad. Sus manos temblaban ligeramente debido a la forma en la que ella lo descontrolaba, mientras trataba de mantener la compostura.—Creí que te justificarías. En eso me equivoqué—, mintió Lina, sabiendo perfectamente que él jamás diría nada. Siempre creyó que se marcharía en cuanto se diera cuenta que ella estaba al tanto de todo, pero no era así y cuando detestaba que no hubiera sido así. Sus ojo
Todo el entorno gritaba defensas difíciles de encontrar, cada árbol, cada roca podría ser una. La paranoia surgió y no estaban nada lejos de la realidad. Había trampas mortales que no verían llegar a tiempo para evitarlas, por lo que Kael se adelantó a todos con sus sentidos agudizados, cuidando cada paso, fijándose en su alrededor y usando su intuición para continuar sin activar nada.Cada crujido de las hojas bajo sus pies parecía un estruendo en el silencio del bosque. Calderón, Bellucci y Brease lo seguían de cerca, sus miradas oscilando entre la figura de Kael y el entorno hostil que los rodeaba.De repente, Kael se detuvo en seco cerrando el puño en alto, frenando a todos sin decir una sola palabra.Un destello metálico entre las raíces de un árbol llamó su atención. Se agachó lentamente, señalando a los demás que se mantuvieran quietos. Con sumo cuidado, apartó las hojas y la tierra, revelando una trampa oculta: un dispositivo explosivo conectado a un fino hilo de alambre.Bell
Lina se movió rápidamente al verse expuesta. Pero todo cambió cuando notó una figura más moviéndose en el interior del edificio, en dirección a la reunión de Warren y el supuesto líder del sindicato. Dentro del edificio, todos estaban atentos a la cara aterrada de Ercil, mientras este sentía que ya era suficiente, deseando la luz verde para poder marcharse y dejar el trabajo para los Crown solamente. De repente, el sonido de pasos lentos y firmes resonó en el almacén, interrumpiendo la conversación entre Warren y Viktor. Los hombres a su alrededor se tensaron, y los perros albinos levantaron las orejas, alertas. Warren sintió un escalofrío recorrer su espalda.Barrett Ferguson apareció en la entrada, su figura esbelta y elegante destacando en la penumbra. Vistiendo un traje negro a medida que acentuaba su presencia imponente. Sus ojos claros, fríos y demandantes, se clavaron en Warren, quien sintió que el aire se volvía más pesado.—Le temes a cualquiera que diga que es jefe. ¿Cómo