—Nos están amenazando. —dijo Anthony con los ojos brillando ante el emblemático escudo frente a ellos. —Nos están avisando que están en todos lados. —añadió su hermana.—Nos están avisando que nos tienen en la mira. —agregó Mateo sin apartar la mirada de la figura que les dejaron como sello de la presencia del Sindicato en cada sitio al que fueran. Por muy privado que fuera.—¿La nota que estábamos esperando no ha llegado? —le preguntó Anthony a Lina. —Hasta el momento solo la que decía que estaban vigilando a los Ercil. No tomaron más medidas de las que ya tenían. No se alteran y eso nos lleva a la teoría dos. Ellos están al tanto de que no los pueden tocar. —Una pausa se hizo presente. —Hoy Warren se reunirá con el corporativo hasta tarde y Salma tendrá su noche en el club. Si hay algún “marcado” cerca, lo sabremos. —recalcó apretando sus dedos. —Será entretenido. —Con lo de Nixon …—No es importante. Dejó de serlo. Si resulta ser un estorbo, se soluciona. —finalizó yendo de r
—Desde que el apellido Orlov pisó Sintra, fue punto de interés para el FBI. —dijo Calderón. —Fue la primera misión encubierta que tuvo el Mayor y no falló. —les entregó el expediente que tenían sobre el sintrense. Kael solo tuvo que ver la fotografía del hombre para evocar el fuego, las balas, el traje que llevaba y usó todos los meses que estuvo con ellos. Oleg Orlov, el hombre de 54 que siempre creyó que era el líder. Al ser quien daba la cara ante todos, contaba con el aspecto de jefe, pero Calderón no estaba contento con ello y necesitaba una confirmación. Aún recordaba cómo se infiltró en las filas de los Orlov. Un sujeto de casi su edad le ayudó a entrar. Era el único de quien Oleg admitía sugerencias para los negocios, siempre iba con él cargando su maletín gris, con el cual controlaba a todos los hombres que cubrían sus espaldas. A Kael le hicieron muchas pruebas que en realidad era para saciar el hambre de torturas del tipo, antes de dar el visto bueno. Pero se ganó su
Kael no podía contener la insatisfacción que lo cubría. Ese enojo sin explicación para otros, pero tan intenso como para no poder concentrarse en lo que debía. Pero Lina estaba muy ocupada con sus propios asuntos, yendo al punto de encuentro con Asher, quien sería el encargado de llevarla a Aegis. —Déjame conducir esta. —Lina se aferró a la Ducati Panigale V4 oscura. Solo verla la hacía desear oír ese motor rugiendo en la carretera, sentir la velocidad y la adrenalina recorriendo su cuerpo.—Estás loca. Esa es mía. Nadie más la toca. —dijo Asher, colocándose los guantes de cuero con un gesto decidido. Sacó una chamarra de cuero del armario y se la puso sobre el hombro con indicaciones de que la usara. Luego buscó un casco y lo ajustó para ella. —Póntelo. Tu padre me mata si se entera que subiste ahí sin protección.—Ni que le fuera a decir. —Lina tuvo que acomodar su cabello para que no le quedara suelto y estorbara. El casco era pesado, pero la emoción de lo que estaba por venir lo
Habían muchas creaciones que a los Crown los hacían sentir más orgullosos y que esa arrogancia aflorara aún más. Pero para Leonardo había dos que lo hacían sentir que nada podría frenarlo. Y no eran máquinas, armas o sistemas. Eran sus hijos. Ambos. Ninguno menos que el otro. Lina tuvo que ver la hora en su teléfono para saber que debía regresar, no sin antes ver un manual con las modificaciones en su helicóptero oscuro. Así estaría al tanto de lo que Tornado ahora poseía. Eleazar se detuvo frente a la mansión de los Ercil, en donde ella prácticamente saltó sin ningún cuidado, sin importar que hubiera visitas en ese sitio. Saludó fugazmente, pasando de los Ferguson, quienes observaban a la chica que se quitó la campera de cuero, dejando a la vista la remera gris con una frazada que llevaba en su brazo. El cabello se ondeaba con cada uno de sus pasos, oyendo cómo la rottweiler corría en medio de ladridos desde el piso superior hasta alcanzarla en las escaleras. —Mira lo que encont
—Sí vas a espiar a alguien, asegúrate de no llevar una prenda de color blanco encima. —dijo Lina comiendo sin ver a otro lado más que al frente. Kael giró los ojos al verse descubierto. Aunque las mujeres ahí no dudaron en bajar la mirada al ver de quién se trataba. —¿Qué es lo que te gusta de este sitio? —preguntó a la chiquilla con un moño semi suelto. —Porque vamos, no eres del tipo de mujer que corre por un tipo como el. —Soy su esposa. —dijo Lina. —Mi deber es estar aquí. —¿Desde cuándo decir eso es un orgullo para tí? —Desde hoy, Hércules. —Tomó la tarta de melón y su jugo para volver a la mesa. —Preguntas todo. ¿No te cansas? O mejor deberías pensar en ser periodista. Eso de preguntar se te da muy bien. Comenzó a comer su tarta, mirando al frente y no a él. Si lo hacía podría delatarse más.—Retírense. —demandó hacia las chicas que optaron por obedecer, sintiendo lástima por la chica dulce que se quedaría con un hombre tan poco llevable como él. Ellas le temían. De seg
—Mientes—, Warren estaba a nada de explotar. —Mientes, Romano. —Sí dije abiertamente que lo haría, ¿por qué dejaría que alguien más tome crédito de ello, genio? —a Kael poco le importaba verlo tan furioso. —Si te vaciaron esa cuenta no fui yo. Tú debes saber a cuántos y quiénes, además de mí, le debes. —Naenia intentó abogar por su hermano. —Y recuerda, mis diez millones en mi cuenta en cuatro horas con 17 minutos o tendrás un problema más grande. —¿Acaso no ves que me acaban de robar 127 millones justo ahora? —¿Y crees que voy a creer el cuento de que solo eso tienes? —preguntó mirando a Lina. —Tú y yo sabemos muy bien que no es así, Warren. Así que deja el drama, traga tu píldora para la presión y cálmate para que realices mi transferencia. El patriarca de la familia Ercil se sentó en la silla que le acercó su hermana, mientras no podía creer la falta de empatía del hombre que caminó hacia la planta superior, sin interés en brindar ayuda. Claro, ¿por qué lo haría? Si el único d
Nixon estaba dispuesto a todo para averiguar si sus sospechas eran ciertas. Por ello le dio forma a la idea que surgió en su cabeza. Por la mañana, cuando el desayuno tocó su estómago, sintió un alivio grande al ver a Lina, aunque su gusto no duró tanto al fijarse en la forma que iba vestida. Pues ella decidió optar por un elegante traje de pantalón negro con un blazer ajustado que tenía detalles metálicos en los hombros. Debajo, llevaba una blusa de seda roja con un escote discreto pero llamativo. Completó el conjunto con unos tacones altos. Su cabello estaba recogido en un moño elegante, pero con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro. —¿Así piensas salir a la calle? —no era la primera vez que discutían por lo mismo y ya le daba igual. —¿Vas a una reunión de negocios o a un desfile de modas? —Sí. ¿No te llegó la notificación? —dejó su bolso sobre la silla. —Es formal. Tal como lo sugeriste. —Es un desayuno con el gobernador, Adelina. —Exacto. Se va a comer lo qu
—Black Up nivel uno me sorprendió. En serio. Eres tan buen estratega que me encanta saber que la leyenda Kavanagh está frente a mí. —Kael tenía un código que no podía romper y lo odió por primera vez. Su mandíbula se tensó, y sus ojos, normalmente fríos, mostraron un destello de frustración.—El dos, oye me fascinó la parte donde hiciste que una red tan grande cayera. Pero usaste casi la misma técnica. Solo que… ¿Cuántos niveles han sido? Bueno, no importa. Todos han resultado igual.—No todos. —Kael la miró a los labios, sintiendo un nudo en la garganta que le impedía respirar con normalidad. Sus manos temblaban ligeramente debido a la forma en la que ella lo descontrolaba, mientras trataba de mantener la compostura.—Creí que te justificarías. En eso me equivoqué—, mintió Lina, sabiendo perfectamente que él jamás diría nada. Siempre creyó que se marcharía en cuanto se diera cuenta que ella estaba al tanto de todo, pero no era así y cuando detestaba que no hubiera sido así. Sus ojo