Kael envió un mensaje y a pocos minutos el capitán Hayes atravesó la puerta, para recibir una dirección, donde debía recoger lo que le entregarían para él. —Me haré cargo de eso ahora mismo—, le dijo el hombre que salió, dejando la puerta abierta para Bellucci con quién se encontró de frente. —No hay algo resaltable de ninguno de los reportes, jefe, excepto en la cafetería. —Kael se giró hacia el agente que daba las respuestas que también recibió—, los oficiales encontraron el cuerpo del dueño y dos empleados, amordazados y ejecutados, y un agujero que daba hacia el sistema de alcantarillado. Pero de ahí se pierde la pista de lo que creen que fueron ladrones. —¿Cómo abrieron un agujero sin que se dieran cuenta? ¿La ciudad es sorda acaso? —Al parecer usaron un tipo de herramienta de perforación silenciosa, porque no hubo reportes antes de ningún ruido—respondió el agente, con una mezcla de incredulidad. Kael frunció el ceño, procesando la información. —¿Y qué hay del si
Yslen se movía de un lado hacia otro con pasos lentos, sosteniendo el teléfono en la oreja, mientras su jefe se bebía de un trago el líquido amarillo en el vaso. Bora tuvo que volver dos días antes a Sintra por una situación muy especial. No podía permitir que un embarque de ese tipo fuera realizado por alguien más, ya que los errores no eran lo suyo. Se apoyó en el escritorio, mientras la camisa semi abierta dejaba su torso al descubierto, cruzaba los brazos a la espera de la respuesta que su asistente había recibido. —Cedar Rydle aceptará sólo si usted desposa a su hermana, señor, —dijo Yslen. Boris alzó ambas cejas soltando el aire por la boca—, él sabe que usted no ataca a la familia y quiere asegurar su familia de esa forma. —No sabía que Cedar tenía hermanas. En realidad nunca se había interesado en eso, por lo que le resultó interesante. —Tiene dos. Pero la mayor está casada con Wallace Ferro. —¿Quién es ese? —Uno de los dos gemelos hijos de Jakob Ferro, un americano
—Entraron al país hace tres meses, con tres días de diferencia entre ambos. —dijo Helena con los dedos moviéndose en el teclado. —El rubio es sueco. El pelinegro es español. Al menos es lo que arroja su pasaporte. —¿De donde viajaron? —Kael seguía moviéndose por el pasillo, mientras los agentes se veían entre ellos y se hacían a un lado, entendiendo la expresión del Mayor al no hacer alboroto. —Lisboa, —contestó Helena pegada al computador. —Revisa cada vuelo desde Lisboa en esa fechas. Busca el perfil de ellos. Hombres de 30 a 40 años, solteros, que miden entre 6 y 7 pies de altura y comparalo con visitantes a este edificio. Para encontrar a Handez tuvieron que monitorearlo. Helena se dispuso a hacer lo que su jefe demandó, mientras Denver tomaba el siguiente pasillo. —Bellucci aún no te escucho—, Kael apresuró el paso, tratando de no alertar a tantos o hacerlo de otra forma que no fuera a gritos. —Ellos tienen cuatro horas de haber entrado. Deme unos segundos más, Mayor. Las
Brease estaba aturdido y Walls luchaba por respirar, recibiendo otra carga del extintor que lo ahogó y lo dejó en el piso. Bellucci sentía su garganta cerrarse al inhalar el gas, pero aun así se levantó sosteniendo su cabeza. El arma le fue arrebatada con un puñetazo que lo lanzó sobre la mesa, donde escupió la sangre de su boca. Al sentirlo cerca, usó la figura de cerámica que le rompió el la cabeza, obligándolo a dar un traspié que usó a su favor para clavarle un rodillazo, aunque el cazador alcanzó a atrapar su extremidad, lanzándolo al suelo, donde le clavó la bota contra la garganta. “No debían morir tan rápido” la orden de Bora lo hizo soltarlo, pero Bellucci no podía respirar nuevamente y apenas enfocaba con tantos fragmentos en el aire. Escuchó dos disparos que lo hicieron girar para ver a Walls llevándose la mano al hombro, antes de recibir tres disparos, dos en el chaleco y uno cerca del hombro al apenas esquivar los dos primeros. Bellucci se retorció en el suelo, mientra
—No está siendo coherente, Mayor. No puede ir solo. Eso es suicidio. —lo detuvo la subdirectora, sin soltar al director que sostenía su abdomen con cada paso. —No le estoy pidiendo que me siga. Ni siquiera es un asunto que le compete a la agencia—, determinó Kael saliendo del elevador. Tenía prisa y en ese momento, ellos solo estorbaban. —Lo es, porque es a un agente a quién están atacando, Mayor, —Denver se liberó de Natalia. —Lo es porque hay un acuerdo y mientras esté bajo mi cargo, se va a cumplir. —No puedes ni caminar, el equipo está herido y agentes disponibles no hay, ¿qué crees que vas a hacer? ¿Estorbar? —¿Vas a ir sólo? ¿Le darás tu cabeza? —¿Me viste la cara del nazareno? —buscó su auto. —No soy tan idiota de arrodillarme frente a él. —Te recuerdo que Terminator no eres tampoco, —alegó Denver rodeando el auto. —Natalia gestiona el apoyo de la agencia con Bishop. Dile que no cobro favores, pero que me debe muchos y a esto no puede negarse, —abrió la puerta. —Los a
—¿En serio crees que Kael vendrá por mí? —Cameron había despertado recientemente, reconociendo de inmediato al hombre que comía tranquilamente, cómo si el olor a sangre no fuera tan repulsivo para él. —Soy el culpable de que su padre muriera. Jamás me lo perdonó y ¿piensas que se va a arriesgar por mí? Boris lo observó a través de sus pestañas. —Lo entendí cuándo le llamé de tu número a la agencia y se negó a contestar—Bora dejó de masticar, soltando los cubiertos, mientras veía a Cameron obtener una reacción poco legible en su rostro. Ahí descubrió una nueva cosa de él sin tanto esfuerzo. —No obstante, hay algo que no entiendes del principiante aún, —limpió su boca con una servilleta. —Va a venir y lo hará acompañado. Quiere recuperar al único padre que le queda, porque perdió a dos y no quiere quedarse sin el último. Es un poco sentimental aunque no lo quiera. Cameron observó al sujeto levantarse de su silla, tomando el cuchillo con el que sacó trozos de una pera que colocó sob
Las noticias que aparecían en la pantalla del móvil de Bora mostraban el edificio en llamas de la agencia, que estaba siendo evacuada rápidamente. Varios helicópteros sobrevolaban la zona, difundiendo la noticia del ataque hacia el FBI que ahora era el tema más hablado por toda la ciudad. —La ayuda va para allá —dijo uno de los cazadores hacia su jefe. —Acaba con sus posibilidades —le entregó el celular. Miró hacia abajo, dándose cuenta de la impresionante altura en la que se encontraba—. Asegúrate de debilitar la estructura personalmente. Saca a mi mujer del país y haz que Yslen se lleve a Zoya de Sintra.—¿Cree que nos va a atacar?—Está buscando hacerlo. Cassian Kavanagh no ve solo lo que sus ojos alcanzan, busca posibilidades; si no las hay, las inventa. Y ahora que tengo a su familia, querrá encontrar a la mía.Cameron no pudo evitar reprocharse haber aceptado asistir a esa exposición de arte de su hija con su esposa, pero jamás hubiera imaginado que el portugués era el comprad
Cada disparo resonó como un trueno con los cazadores cayendo al suelo antes de poder reaccionar. Sin perder un segundo, Kael giró sobre sus talones, disparando en ráfagas controladas que derribaban a los enemigos uno tras otro.Cada bala era una extensión de su voluntad, cada disparo una declaración de su furia contenida. El Mayor se movía de cobertura en cobertura, su cuerpo en constante movimiento, nunca permaneciendo en un lugar el tiempo suficiente para ser un blanco fácil. Sus disparos eran precisos, cada uno encontrando su marca con una eficiencia brutal.Un cazador apareció a su izquierda, pero Kael ya lo había visto. Con un giro rápido, disparó dos veces, las balas perforandole el pecho y enviándolo al suelo. Otro cazador intentó flanquearlo, pero el irlandés, anticipando el movimiento, se lanzó hacia adelante, rodando sobre el suelo y disparando en pleno movimiento. El cazador cayó, con su arma resbalando de sus manos.La nube de humo y fuego se levantó cuando le disparó a lo