La noche fría y oscura era lo único que me mantenía en pie.
Me encontraba sola en mitad de la nada, luchando por avanzar hacia un lugar más cálido donde estuviera a salvo de las garras del frío nocturno y de algo más que oprimía mi pecho. —Está demasiado oscuro —susurré con temor. De repente, una luz golpeó de lleno mi rostro, dejándome sin ver nada más por un momento. Sentí un miedo terrible que se alojaba en mis entrañas hasta robarme el aliento. Cuando volví a abrir mis ojos para adaptarme a la reciente e intensa luz que ahora había en mitad de la noche, vi algo que me dejó más helada de lo que ya estaba: A unos pasos de mí, se encontraba mi hermano Mike, con la ropa sucia y rasgada, un pañuelo tapando su boca y sus ojos verdes de tono esmeralda, reflejaban desesperación. Quise llegar corriendo hasta él, pero una fuerza invisible me retenía. —¡Mike! Grité su nombre con fuerza, para después oír un golpe seco. Enfoqué mi mirada hacia Mike que ya no llevaba la mordaza y me mordí el labio con preocupación, a lo que él solo me sonrió con pesar, susurrando: “Lo siento”. Después de eso, las luces se apagaron a la vez que oía un grito desgarrador de mi hermano y algo líquido golpeaba mi rostro. Alcé la mano hacia mi mejilla para encontrarme con sangre en mis manos… Desperté entre jadeos y sudores fríos. Ya debería estar acostumbrada a las pesadillas, las tenía desde que mis padres murieron en aquel trágico accidente en el que solamente mi hermano Mike y yo habíamos sobrevivido. Últimamente aquella pesadilla en la que le perdía también a él, me torturaba sin parar. Quise encontrar una explicación lógica a mis pesadillas. Soñaba que hacían daño a mi hermano desde que él se fue de viaje a un país lejano y me había dejado sola en esta gran casa. Soledad. Suspiré resignada antes de mirar la hora en el reloj digital sobre la mesilla de noche. Comprobé con desesperación que solo eran las cinco de la madrugada y sabía que no podría volver a dormir. Quedé incorporada sobre la cama, pasando mis manos por mis ojos para espabilarme, pero no pude evitar pensar en Mike. Mi hermano había salido de viaje hacía un par de semanas y desde entonces no sabía nada de él, aunque intentaba por todos los medios localizarle día tras día. Solo deseaba que la pesadilla que me torturaba no se hiciera realidad porque si también le perdía a él después de todo lo que habíamos pasado, no sabía si sería capaz de soportarlo. Decidí levantarme y ducharme, a fin de cuentas en un par de horas tendría que ir al trabajo. Así que, tomé la ropa que usaría aquel día y me dirigí al aseo. Bajo el agua de la ducha, comencé a sentirme mucho mejor, aunque no del todo. Cuando me duché, me vestí con unos vaqueros oscuros, una camiseta blanca y una torera de rayas blancas y rojas. Después de eso, arreglé mi castaño y ondulado cabello peinándolo en una trenza lateral, maquille mi clara piel de un tono suave y me eché un poco de rímel para hacer más impresionante mi mirada de color verde esmeralda. Después de eso, usé un poco de perfume, me puse mis botines de color crema a juego con mi chaqueta de cuero de color crema, cogí mi bolso a juego y salí de casa. No tenía ganas de quedarme sola en casa durante más tiempo, no me sentía capaz. Tampoco me apetecía desayunar, no tenía hambre y es que estas pesadillas siempre me dejaban sin fuerzas. Así que, pensé en pasear por un parque cercano al lugar donde trabajaba hasta que llegara la hora de entrar. Era la jefa de marketing de una empresa de publicidad muy popular en New York, a pesar de ser de las trabajadoras más jóvenes de la empresa, ya que solo tenía 24 años, pero mi trabajo era algo que me hacía sentir muy orgullosa. Cuando me sentí mejor, ya era la hora de entrar al trabajo, así que eso hice. Me dirigí a un edificio de cristales oscuros que se alzaba imponente frente a Central Park. Cuando entré, Sasha ya estaba en su puesto de secretaria. Se sorprendió de verme llegar de primeras, pero no dijo nada sobre eso, simplemente nos saludamos y me dirigí a mi despacho para comenzar a trabajar. Estaba segura de que mantener mi mente ocupada me ayudaría a no pensar. —Señorita Margo, tiene una visita. —¿Tiene cita previa? —No, pero me ha dicho que quiere hablarle de un proyecto importante. —Está bien, dile que entre. Sasha asintió y salió de mi despacho para regresar junto a un hombre alto, trajeado y con gafas de sol que cuando retiró, dejó entrever unos preciosos ojos grises. Les sonreí, Sasha se retiró cerrando la puerta tras de sí y el hombre se sentó, mirando mi despacho con una sonrisa. —Es un placer conocerte al fin, Margaret. Mike me ha hablado mucho de ti. Creía conocer a todos los amigos de mi hermano, pero cuando este hombre me habló sobre él, tuve un mal presentimiento: —¿De qué conoce a mi hermano? —He hecho algún que otro negocio con él. Fue entonces cuando me di cuenta de que aunque ese hombre hablaba un perfecto inglés, no era inglés ni americano… Me fijé en más rasgos de su apariencia y tuve la extraña sensación de que el negocio que mi hermano había ido a hacer a Rusia no había salido demasiado bien. —¿Qué quería tratar conmigo? —Mi nombre es Nikolay Ivanov y vengo de un hermoso país conocido como Rusia. Tu hermano Mike ha tenido la mala suerte de no poder pagarme por un negocio y bueno… —¿Qué le ha hecho a mi hermano? —lo interrumpí con un nudo en la garganta. —Mike está perfectamente, de momento —sonrió ampliamente—, pero estoy seguro de que comprendes mi situación. Todos queremos cobrar por nuestro trabajo. —Eres un hijo de… —Margaret, ese lenguaje no es propio de una señorita… —¡Cómo le haga algo a mi hermano…! —estaba comenzando a cabrearme. —Relájate, Margaret. Si estoy aquí es porque estoy seguro de que podrás ayudar a Mike a que me pague y sino… Bueno, ya veremos. —¿Cuánto dinero necesita? —Cien mil dólares. —¡¿Qué?! —casi se me cayó la mandíbula al piso. —Nos veremos mañana por la noche en Central Park y espero que puedas pagarme lo que te pido porque sino, no habrá lugar donde puedas esconderte de mí. Y así sin más, Nikolay me sonrió, se puso sus gafas de sol y se marchó de mi despacho con una sonrisa. Ahora me encontraba en un debate moral. No tenía tanto dinero y no podría engañarle, pero tenía que hacer lo posible para liberar a mi hermano. Estaba desesperada, tenía que conseguir ese dinero y sabía que no tendría todo lo que necesitaba en tan poco tiempo, ¿cómo luchaba contra la desesperación, cómo conseguiría ayudar a mi hermano?¡Cómo me hubiera gustado poder dormir aquella noche…!Sin embargo, el hecho de saber que mi hermano estaba en peligro en Rusia por un negocio turbio que había hecho… Me tenía completamente en vilo.Sólo si me hubiera entrado antes de sus negocios, hubiera podido aconsejarle que lo dejara, que se buscara otro modo de mantenernos. Mike siempre había trabajado mucho para que pudiéramos vivir igual de bien que cuando estaban nuestros padres y él siempre decía que trabajaba y ahorraba mucho para eso y ahora que descubría el origen de nuestro dinero… si lo hubiera descubierto antes, hubiéramos vendido la casa y nos hubiéramos ido a vivir a otro lugar más pequeño y modesto. Yo no necesitaba vivir rodeada de lujos y comodidades, sólo quería vivir tranquila y de forma honrada. Mi hermano siempre había sido aventurero, pero aquello era pasarse de la raya.—Maldita sea —murmuré con pesar, devanando mis sesos para hallar una solución satisfactoria. Lo peor es que con todo el dinero que había p
Era de imaginar que mi nuevo trabajo empezaría a partir de ese momento. Nikolay y yo teníamos un trato y a cambio, Mike sería libre. Tal vez Nikolay no cumpliría su promesa, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse e intentar escapar, eso era imposible.El hombre paseó junto a mí, mostrándome la gran casa en la que a partir de ahora viviría y la última estancia de nuestra visita fue la habitación en la que desperté. Una habitación amplia, llena de cuadros y tapices y una impresionante cama con doseles de lino. También había una lámpara que Nikolay se encargó de encender. La verdad es que hasta ese momento no había reparado en el frío que tenía con aquel vestido negro y el abrigo rojo que iba a juego.Me acerqué a la chimenea bajo la atenta mirada del hombre, me quité el abrigo, lo dejé sobre un sillón y me calenté las manos. Nikolay se acercó a mí y me volteó para quedar frente a él. Se relamió los labios al observarme y metió sus manos bajo mi vestido hasta acariciar mi trase
Cuando salimos de la gran mansión de Nikolay, montamos en un vehículo de lujo. No era la típica limusina en la que nos llevaría el chofer, como la última vez que compartimos vehículo, ya que eso implicaba que él pudiera manosearme a su gusto. Supuse que Nikolay quería asegurarse de que cumpliera con el cometido y lo medía todo al milímetro.Por el camino, quise saber en qué consistía mi misión y Nikolay me explicó que tenía que seducir a un político ruso muy importante que estaba metido hasta el cuello en su mundo de drogas, sexo y alcohol, pero que tenía unos documentos que podrían acabar con la mafia Ivanov. Nikolay me dijo que hiciera todo lo necesario, pero me pidió que el sexo fuera la última baza que usara. No lo entendí demasiado bien, aunque después supuse que sería porque él quería probarme primero. Sentí un extraño estremecimiento ante eso.Fuera como fuera, no me apetecía nada estrenarme con un desconocido, por lo que por una vez, le haría caso.Estaba frente a las puer
No lo podía creer. Se suponía que estaba en Rusia porque tenía que trabajar para Nikolay y no solo trabajar, se suponía que tenía que hacer todo lo que él quería y me había dejado bastante evidente su deseo hacia mí.Si estaba aquí en contra de mis deseos y haciendo cosas incorrectas era por Mike, mi hermano y su liberación eran lo único que me importaban. Y ahora, después de casi haber rozado el placer con ese cretino, él deja de estar conmigo por ser virgen y me acaba de dejar humillada.Esto no quedaría así, porque mi mayor defecto era el orgullo y la soberbia. Rebusqué en el suelo mi ropa y me vestí rápidamente. Me recogí el cabello en un moño, ya que si lo dejaba suelto se veía horrible y salí en busca de Nikolay.Lo encontré hablando con un hombre de piel bronceada, ojos azules y cabello oscuro, su acento me hizo sospechar que era latino. Corrí hasta ellos, dándome cuenta de que estaba descalza y que había provocado que los hombres de Nikolay me siguieran muy de cerca, pero me
Cuando desperté a la mañana siguiente, actué por inercia. Me vestí con aquel vestido de seda oscura que Nikolay había preparado para mí, a juego con lencería oscura y sugerente, y unos zapatos de tacón para no variar. Me sorprendió seguir estando sola en la habitación o eso pensaba, porque cuando entré al baño, vi a Nikolay con una toalla en su cintura, secándose el pelo con otra toalla. El agua caía por su fuerte espalda y un temblor me recorrió. Me alejé antes de que él me descubriera y me senté en el tocador. Tenía que tranquilizarme y dedicar mis pensamientos a otras cosas. Sí, eso es.Me dispuse a maquillarme y peinarme y entonces, Nikolay salió del aseo, por suerte, ya vestido. Suspiré aliviada de verle con traje y me causo gracia ver como luchaba con la corbata.—Parece que ya estás mejor —parecía algo nervioso—. Insisto en que lamento el golpe de ayer…—Olvídalo, Nikolay —respondí rápidamente y de manera fría. —No volverá a ocurrir —prometió.Pensé que lo mejor por ahora e
Tras un silencioso camino en el vehículo de Nikolay, un precioso Ferrari descapotable de color negro, llegamos a la casa donde comenzó mi nueva vida. Intentaba no pensar demasiado en lo que había ocurrido con aquel hombre asiático y también intentaba no pensar en lo que había pasado en esa pequeña y modesta casa. Tenía la certeza de que algo debía haber pasado en la vida de Nikolay para que pasara a ser el mayor narco de Europa.—Nikolay, necesito ver a Mike —exigí. —¿Por qué? —me miró receloso.—Es mi hermano y quiero verlo —alcé la barbilla, ya que comenzaba a acercarse lentamente a mí. —Eso no entra en el trato —dijo con actitud amedrentadora.—Hago todo lo que me pides. Lo mínimo que puedes hacer…—Lo mínimo que podrías hacer tú sería dejar de quejarte a cada encargo que tienes que hacer y dejar de exigir, no estás en condiciones de hacerlo —habló seco.—¿Quejarme? ¡Disculpa si me saca de los nervios el hecho de que mates a gente y te quedes tan ancho! —me alteré rápidamente.
El frío era insoportable en el exterior, por suerte, sólo tendríamos que bajar del auto para entrar en el restaurante, ya que estábamos en la puerta. Sin embargo, cuando estuve a punto de entrar, Nikolay me agarró del brazo con suavidad y con la mirada me indicó que esperase para entrar. Rodeé mi cuerpo con mis brazos para darme algo de calor por encima del recio abrigo, hasta que Nikolay apartó mis brazos y pasó el suyo por encima de mis hombros. Le miré extrañada ante su gesto galante.La verdad era que desde que habíamos vuelto de esa pequeña casa a su escondite, se estaba mostrando mucho más agradable. Aún así, no podía olvidar quién era en realidad. Nikolay era el hombre que tenía secuestrado a mi hermano y me obligaba a trabajar para él, entrando en un mundo sádico del que yo no quería formar parte.El frío se incrementó cuando un coche paró frente a nosotros y de él se bajó el hombre latino que ya había conocido tiempo atrás en casa de Nikolay, que si mal no recordaba se lla
No podía creer lo que acababa de decirle, pero hacía ya algún tiempo que lo había estado pensando. Seguiría trabajando para él, pero si aprendía a satisfacerlo como hombre, estaba segura de que el infierno pasaría mucho antes y él empezaría a confiar en mí, dándome la posibilidad de poder elaborar otro plan más complejo para poder escapar de aquí algún día con Mike.Aunque claro, también cabía la posibilidad de que al ser un hombre astuto, Nikolay no se dejara engañar y no aceptara el trato.En ese caso no podría hacer nada, porque si insistiera en eso, sospecharía, sin embargo, Nikolay acarició su mentón mientras parecía meditar esa posibilidad. ¡Se lo estaba pensando!Esperé con paciencia durante unos minutos que se convirtieron en los más intensos de toda mi vida, hasta que finalmente, Nikolay me miró decidido y supe que ya lo había considerado.—¿Estás segura de eso? —había cierto brillo en sus ojos… —Sí, claro —traté de sonar segura, pero debía admitir que mi estómago dio un v