Cuando salimos de la gran mansión de Nikolay, montamos en un vehículo de lujo.
No era la típica limusina en la que nos llevaría el chofer, como la última vez que compartimos vehículo, ya que eso implicaba que él pudiera manosearme a su gusto.
Supuse que Nikolay quería asegurarse de que cumpliera con el cometido y lo medía todo al milímetro.
Por el camino, quise saber en qué consistía mi misión y Nikolay me explicó que tenía que seducir a un político ruso muy importante que estaba metido hasta el cuello en su mundo de drogas, sexo y alcohol, pero que tenía unos documentos que podrían acabar con la mafia Ivanov.
Nikolay me dijo que hiciera todo lo necesario, pero me pidió que el sexo fuera la última baza que usara. No lo entendí demasiado bien, aunque después supuse que sería porque él quería probarme primero.
Sentí un extraño estremecimiento ante eso.
Fuera como fuera, no me apetecía nada estrenarme con un desconocido, por lo que por una vez, le haría caso.
Estaba frente a las puertas de un gran hotel, pensando cómo hacer que ese hombre se fijara en mí. Con este vestido con el que yo no me sentía muy incómoda seguro que se fijaba, además de las joyas y el abrigo lujoso que Nikolay me había pedido que llevara.
Si esto no salía bien, ni Mike ni yo viviríamos mucho para contarlo.
Mi misión comenzaba en la subasta que tenía lugar en el hotel. Nikolay me había dado muchas instrucciones y objetos para que saliera bien, entre ellos; un cheque, una pistola que iba escondida en mi bolso, un carnet de identidad falsificado y un walkie-talkie para avisarle de que entrara a por su objetivo.
Lo peor era que tenía que llevar una peluca rubia para que las cámaras del hotel no me registraran y por tanto, no pudieran detenerme. Odiaba las pelucas, pero no iba a desobedecer a Nikolay.
La subasta se celebraba en un gran salón del hotel, apartado de todo. Con mi falsa identidad de una ricachona recién llegada a Rusia, me dejaron entrar y me sentaron al lado de mi objetivo.
No tardó mucho tiempo en reparar en la belleza que tenía a su lado, o sea, en mí.
—Hola, preciosa. Soy Dan Smirnova.
—Evelina Bylov —sonreí coqueta—. Acabo de llegar a Rusia y decidí participar en la subasta, aunque es la primera vez que lo hago.
—Es muy fácil, Evelina. Todos los días se celebra una subasta en este hotel —su mirada lasciva me hacía sentir incómoda—. Si quieres, podríamos tomar una copa y te lo explico y así mañana, vendrás a la subasta con las ideas claras.
—Eso sería fantástico —exclamé con falsa animosidad—. Además, como acabo de llegar, me encantaría hacer amigos.
Dan se levantó y yo le seguí sonriente. Pensé que iríamos directos al bar del hotel, pero me llevó a su habitación.
Allí, se acercó al mueble bar y se dispuso a preparar dos copas, una para él y otra para mí. Pensé que sería buena idea emborracharlo, aunque los rusos estaban muy acostumbrados a beber, ¿no?
—Aquí tienes, hermosa.
—Gracias, Dan.
—Es un auténtico placer —me miró de arriba a abajo como un manjar que quería devorarse.
Los dos brindamos y bebimos un trago.
Observé que Dan me miraba cada vez más con lujuria y me acerqué al mueble bar a conseguir más bebidas. Después, me senté sobre él con una botella de vodka en la mano y le dejé besarme y tocarme tal y como él quería, eso sí, haciéndole beber todo el tiempo, hasta que finalmente, cayó dormido sobre mi pecho.
Encendí el walkie y Nikolay no tardó en entrar con sus hombres que apartaron a Dan de mi cuerpo. Me puse el abrigo y me abracé a mí misma.
Jamás había hecho algo así y había pasado mucha vergüenza.
—Lo has hecho muy bien, Margaret —me alabó.
—Gracias, Nikolay —estaba prácticamente en estado de shock.
—Vamos, chicos, regresemos a casa —ordenó Nikolay.
Los hombres que venían con Nikolay se fueron por la puerta de atrás, al igual que nosotros.
Los hombres montaron a Dan en la limusina y siguieron un camino diferente al que seguimos nosotros, que fuimos directos a casa.
Me preguntaba si todos los trabajos que Nikolay tenía para mí eran así, seducir a hombres para que después él se ensuciara las manos.
Cuando llegamos a su mansión, me quité esa peluca y quise cambiarme también de ropa, pero Nikolay me inmovilizo al tomarme de la cintura.
—Estás preciosa y has hecho muy bien tu trabajo —dijo con voz seductoramente sexy, poniendo mis vellos de punta.
—Nikolay… Me gustaría saber algo… —estaba tensa y no podía evitarlo.
—Claro… Dime.
—Los trabajos que haré para ti… ¿Se parecen a éste? —murmuré inquieta.
—Creo que no estaría bien que una hermosa mujer como tú se ensucie las manos —dijo de manera seria—. A fin de cuentas, cuando salde la deuda con Mike, serán libres y no quiero que estés metida en esta m****a de forma permanente.
—¿Y cuándo ocurrirá eso? —pregunté esperanzada.
—Aún no lo sé con certeza —suspiró—. Hay muchas más cosas por hacer.
—¿Qué cosas?
—Como por ejemplo, recompensarte por tu trabajo —declaró con voz ronca.
Nikolay me tomó en brazos y me llevó hasta la cama. Me miró por unos instantes y se tumbó sobre mí, comenzando a besar mi cuello.
Sabía que este momento llegaría, pero no quería hacerlo. Debería resignarme, aunque estaba segura de que todo acabaría igual: él no cumpliría su promesa.
Quise pensar en otra cosa cuando sentí mordiscos en mi cuello. No eran dolorosos, sino todo lo contrario. El placer empezaba a recorrer mi cuerpo como una droga, al igual que los suspiros que salían de mis labios.
—Dime una cosa, Margaret —me sentó a horcajadas sobre él—. ¿Cómo has dejado knockout a Dan?
—Lo emborraché.
—Buena táctica que espero que no uses conmigo, porque no te funcionaría y me cabrearía mucho —me dijo de manera seria.
—Yo jamás te haría algo así… —dije de manera tranquila—. También cumplo mis promesas y te dije que haría cualquier cosa.
Sentí algo duro bajo mi cuerpo, así que me levanté para quitarme el vestido, dejando entrever mi lencería de color rojo, lencería que también habían comprado para mí.
Nikolay me miró con una sonrisa de suficiencia y se dispuso a quitarse la ropa, excepto los bóxers.
Ahora estaba en un aprieto. Tenía que llegar hasta el final, aunque me doliera y quisiera escapar, pero jamás le diría que era virgen. Eso le cabrearía o quién sabe… en verdad, no conocía nada a Nikolay ni quería hacerlo.
Para mí era una mala persona y solo cuando estuviera lejos de él, me sentiría mejor.
Nikolay volvió a tumbarme en la cama y él sobre mí, acariciando con lentitud cada parte de mi cuerpo que quedaba expuesta a sus manos y su lengua. No podía evitar reaccionar ante eso, la verdad es que me gustaba lo que hacía como mujer, pero…
No pude moverme ni evitar jadear cuando metió su mano bajo mis braguitas, acariciando ese lugar de deseo que ya empezaba a humedecer en mí. En mis relaciones casi siempre llegaba hasta ese punto, pero después pasaba algo que nos hacía detener.
Quería que él parara, deseaba que ocurriera lo mismo de siempre, pero estaba segura de que no pasaría. Nikolay siguió acariciándome ahí con experiencia y finalmente se atrevió a meter dos de sus dedos en mi interior.
Grité de gusto ante esa nueva y desconocida caricia para mí.
Nikolay me sonrió y entonces bajó su cabeza a mis piernas. No sabía qué iba a hacer, hasta que sentí cómo me retiraba las braguitas y acercaba su lengua a esa parte tan sensible de mi cuerpo. Jadeé al sentirlo mover su lengua en todo su esplendor.
Empezaba a gustarme lo que hacía Nikolay, a gustarme mucho.
Sin embargo, de repente y sin previo aviso, él paró. Le miré sin entender y él me miraba con mala cara:
—¿Eres virgen?
Decidí no responder a eso, ya que era una pregunta tonta y si él la hacía, era porque había descubierto la verdad.
Nikolay gruñó, se vistió y se marchó de allí sin decir nada más.
No lo podía creer. Se suponía que estaba en Rusia porque tenía que trabajar para Nikolay y no solo trabajar, se suponía que tenía que hacer todo lo que él quería y me había dejado bastante evidente su deseo hacia mí.Si estaba aquí en contra de mis deseos y haciendo cosas incorrectas era por Mike, mi hermano y su liberación eran lo único que me importaban. Y ahora, después de casi haber rozado el placer con ese cretino, él deja de estar conmigo por ser virgen y me acaba de dejar humillada.Esto no quedaría así, porque mi mayor defecto era el orgullo y la soberbia. Rebusqué en el suelo mi ropa y me vestí rápidamente. Me recogí el cabello en un moño, ya que si lo dejaba suelto se veía horrible y salí en busca de Nikolay.Lo encontré hablando con un hombre de piel bronceada, ojos azules y cabello oscuro, su acento me hizo sospechar que era latino. Corrí hasta ellos, dándome cuenta de que estaba descalza y que había provocado que los hombres de Nikolay me siguieran muy de cerca, pero me
Cuando desperté a la mañana siguiente, actué por inercia. Me vestí con aquel vestido de seda oscura que Nikolay había preparado para mí, a juego con lencería oscura y sugerente, y unos zapatos de tacón para no variar. Me sorprendió seguir estando sola en la habitación o eso pensaba, porque cuando entré al baño, vi a Nikolay con una toalla en su cintura, secándose el pelo con otra toalla. El agua caía por su fuerte espalda y un temblor me recorrió. Me alejé antes de que él me descubriera y me senté en el tocador. Tenía que tranquilizarme y dedicar mis pensamientos a otras cosas. Sí, eso es.Me dispuse a maquillarme y peinarme y entonces, Nikolay salió del aseo, por suerte, ya vestido. Suspiré aliviada de verle con traje y me causo gracia ver como luchaba con la corbata.—Parece que ya estás mejor —parecía algo nervioso—. Insisto en que lamento el golpe de ayer…—Olvídalo, Nikolay —respondí rápidamente y de manera fría. —No volverá a ocurrir —prometió.Pensé que lo mejor por ahora e
Tras un silencioso camino en el vehículo de Nikolay, un precioso Ferrari descapotable de color negro, llegamos a la casa donde comenzó mi nueva vida. Intentaba no pensar demasiado en lo que había ocurrido con aquel hombre asiático y también intentaba no pensar en lo que había pasado en esa pequeña y modesta casa. Tenía la certeza de que algo debía haber pasado en la vida de Nikolay para que pasara a ser el mayor narco de Europa.—Nikolay, necesito ver a Mike —exigí. —¿Por qué? —me miró receloso.—Es mi hermano y quiero verlo —alcé la barbilla, ya que comenzaba a acercarse lentamente a mí. —Eso no entra en el trato —dijo con actitud amedrentadora.—Hago todo lo que me pides. Lo mínimo que puedes hacer…—Lo mínimo que podrías hacer tú sería dejar de quejarte a cada encargo que tienes que hacer y dejar de exigir, no estás en condiciones de hacerlo —habló seco.—¿Quejarme? ¡Disculpa si me saca de los nervios el hecho de que mates a gente y te quedes tan ancho! —me alteré rápidamente.
El frío era insoportable en el exterior, por suerte, sólo tendríamos que bajar del auto para entrar en el restaurante, ya que estábamos en la puerta. Sin embargo, cuando estuve a punto de entrar, Nikolay me agarró del brazo con suavidad y con la mirada me indicó que esperase para entrar. Rodeé mi cuerpo con mis brazos para darme algo de calor por encima del recio abrigo, hasta que Nikolay apartó mis brazos y pasó el suyo por encima de mis hombros. Le miré extrañada ante su gesto galante.La verdad era que desde que habíamos vuelto de esa pequeña casa a su escondite, se estaba mostrando mucho más agradable. Aún así, no podía olvidar quién era en realidad. Nikolay era el hombre que tenía secuestrado a mi hermano y me obligaba a trabajar para él, entrando en un mundo sádico del que yo no quería formar parte.El frío se incrementó cuando un coche paró frente a nosotros y de él se bajó el hombre latino que ya había conocido tiempo atrás en casa de Nikolay, que si mal no recordaba se lla
No podía creer lo que acababa de decirle, pero hacía ya algún tiempo que lo había estado pensando. Seguiría trabajando para él, pero si aprendía a satisfacerlo como hombre, estaba segura de que el infierno pasaría mucho antes y él empezaría a confiar en mí, dándome la posibilidad de poder elaborar otro plan más complejo para poder escapar de aquí algún día con Mike.Aunque claro, también cabía la posibilidad de que al ser un hombre astuto, Nikolay no se dejara engañar y no aceptara el trato.En ese caso no podría hacer nada, porque si insistiera en eso, sospecharía, sin embargo, Nikolay acarició su mentón mientras parecía meditar esa posibilidad. ¡Se lo estaba pensando!Esperé con paciencia durante unos minutos que se convirtieron en los más intensos de toda mi vida, hasta que finalmente, Nikolay me miró decidido y supe que ya lo había considerado.—¿Estás segura de eso? —había cierto brillo en sus ojos… —Sí, claro —traté de sonar segura, pero debía admitir que mi estómago dio un v
NikolayJamás hubiese imaginado que una mujer me pediría lo que Margaret me pidió. Al menos no del modo en que lo hizo ella. Se veía tan inocente, tan frágil… pero también sabía que era una mujer de carácter y que si la acostumbraba a mí, si le enseñaba todo lo que le gustaba a un hombre; ella sería capaz de hacer mucho mejor las misiones que le enviara.Sin embargo, hacerle el amor a Margaret fue una de las cosas más maravillosas que me pude haber imaginado. Realmente era hermosa como mujer, pero también como persona. Incluso me sentí mal al acostarme con ella porque sentía que me estaba aprovechando. Pero cuando estuve dentro de ella, el mundo pareció detenerse. No sabía qué me estaba pasando con ella, pero estaba empezando a obsesionarme.Me preocupaba por ella cuando lloraba o desaparecía, sentía celos cuando otro hombre la miraba con deseo, pensaba en ella todo el tiempo y a veces parecía olvidar que ella era la hermana de mi archienemigo. Mike y yo comenzamos llevándonos muy
Margaret¡Mi plan no estaba saliendo bien!La noche anterior le había pedido a Nikolay que me enseñara a hacer el amor y fue justo lo que hizo, y ahora, al día siguiente me decía que tenía que ser la amante de Fernando. Según él, el latino parecía haberle engañado en algo y quería descubrirlo a pesar de que eran amigos.El problema de esto, es que la noche que había pasado con Nikolay me había parecido fantástica, la mejor experiencia de mi vida y creí que le había importado algo, sin embargo, parecía haber aceptado hacerlo para el nuevo trabajo que tenía para mí, es decir, un motivo muy egoísta. Aunque claro, debería darme igual porque mi plan es utilizarlo para que confiara en mí y escapar, ¿no?El único problema con el que no contaba, fue que empezaría a tenerle cariño a este estúpido hombre que había hecho daño a mi hermano, que me había hecho daño a mí, pero que me daba mi lugar ante los demás como si fuéramos algo. ¿Por qué algunas veces parecía importarle y otras veces parec
Conduje como loco hacia casa de Fernando, pero me dijeron que el dueño de la casa estaba ocupado. Ya sabía en qué y la rabia me pudo. Había llegado tarde, ellos dos ya se habían acostado como un par de animales en celo. Decidí sentarme en la biblioteca a esperar. Me hubiera gustado quedarme solo para rebuscar papeles, pero un sirviente permanecía implacable en la puerta.Minutos después, apareció Fernando con una bata de seda de color azul y fumando un cigarro. Se sorprendió de verme, pero se sentó a mi lado, me ofreció un cigarro y yo se lo negué.—Has vuelto pronto.—Sí, pude terminar antes de lo esperado —mentí. —Me alegra, aunque debo decirte que has llegado en mal momento —sus palabras eran con tono cínico, parecía realmente disfrutar el momento.¿Acaso Margaret lo había disfrutado? ¡Seguramente! Dios, no quería ni pensar en ello. —¿Por qué? —pregunté a mi pesar.—Me la estaba tirando —rió y tuve ganas de vomitar por ello, pero mantuve mi rostro impasible.—Vaya, lo has conse