Dos meses después...
—Mamá, mamá —grita Aarón, cuando me ve llegar—. Mira lo que estamos haciendo papá y yo.
Corre emocionado hasta llegar donde estoy. Yo lo recibo con un abrazo enorme, pero Aarón no dura mucho entre mis brazos, tan ansioso de lo que lleva trabajando con su padre desde temprano en la mañana.
—Es una casa del árbol. Mira mamá. Mira —sigue gritando, sin parar a respirar siquiera. Me jala del brazo para que lo acompañe.
Yo voy de su mano, sonriendo. Miro hacia donde está Aiden y se me hace agua la boca. Está sin camisa y su escultural cuerpo brilla con el sudor provocado por el trabajo duro. A nuestro pequeño se le ocurrió que quería una casa del árbol que fuera su lugar secreto, su fuerte o su castillo, depende de la dinámica del día. Y pues, a su padre se le ocurri&oac
Tres meses después...—Estás hermosa —declara Andrea, con voz emocionada, cuando termina de arreglar el bajo de mi vestido.Yo aún no me decido a mirarme en el espejo. Me siento bien, cómoda, pero los nervios son tan intensos que me hacen temblar.—Estás increíble —secunda Mary—. De seguro Aiden no podrá quitarte los ojos de encima —continúa, dándome ánimos.La miro y en su expresión se manifiesta un poco de anhelo. Su vida no es tan fácil de sobrellevar, tiene muchos problemas y necesidades, pero independientemente de ellos, decidió que no podía negar la invitación. Estos últimos tiempos hemos formado una bonita amistad, por lo que fue algo natural pedirle que fuera, en conjunto con Andrea, mi madrina de bodas.—Vamos, ya casi es hora —apura Andrea con una sonrisa conocedor
«¡Estoy aburrida!».Llevo tres horas sentada en este autobús y no veo la hora de llegar a mi destino. Estoy camino a casa de mi tía Aurora, para pasar con ella, como siempre, mis vacaciones de invierno. Y digo como siempre, porque ya casi se ha convertido en una tradición, que justo el día después de Navidad; yo emprenda un largo viaje al otro lado del país, para pasar Noche Vieja con otra parte de mi familia. La razón, mis padres cada año hacen una gira nacional por su empleo; ambos trabajan de representantes legales de numerosas productoras musicales y generalmente, tienen mucho trabajo en estas fechas. Están tan ocupados con sus asuntos laborales que ya olvidé la última vez que pasé un "Feliz año nuevo" con ellos.Miro mi reloj y suspiro, aún quedan tres horas de viaje y yo ya no siento mis piernas. Decido colocarme los audífonos y abro el
—La fiesta es en casa de Mary, sus padres no están e invitó a casi todo el pueblo. Sabes que su casa da a la playa, por lo que decidió hacer una fogata en la arena y así no tener que recoger toda la basura el día después. Muy inteligente, ¿no crees? Además, motivo de sobra para estar todos junticos alrededor del fuego con este frío que hace —comenta Andrea, dándome los detalles de la fiesta.—¿Te refieres a Mary, la ex de tu hermano? —pregunto, con extrañeza.—Pues sí, ellos lo dejaron, pero yo hice buenas relaciones con ella. La verdad me caía bien como cuñada, no es otra rubia tonta de las tantas que mi hermano trae a la casa. Así que, me invitó, pero como ya te dije, invitó a medio pueblo —responde Andie, animadamente.Estoy cansada, pero eso no es problema para mí cuando hay una fiesta pendie
Me miro en el espejo por décima vez. Llevo mi pelo castaño suelto y con algunas ondas en las puntas, por encima del hombro para acomodarlo. El bronceado de mi piel resalta con las mechas degradadas de rubio que me hice antes de venir. El vestido de corte princesa color azul cielo, realmente me favorece, resalta mis ojos azules y cada una de mis recién adquiridas curvas, ubicadas, a mi parecer, en los lugares correctos. Los zapatos son unas ligeras ballerinas blancas con brillantes, para darle un toque elegante a mi estilo casual de verano. No soy muy alta, solo mido metro sesenta y siete, pero unos zapatos altos no pegan con mis intenciones de hoy.—¡Por Dios, que calor hace en este lugar! —hablo con mi reflejo, mientras me retoco el lápiz labial y la máscara de pestañas. No es que tenga que usar mucho maquillaje para lucirlos, mis pestañas son bien tupidas y mis labios son gruesos y de color rosa
—¡Maddie, despierta! ¡¿Maddie!? —Doy un respingo cuando Andrea me sacude y casi me caigo de la cama. No recuerdo haberme quedado dormida.Miro por la ventana y noto que ya oscureció. Reprimo un bostezo y estiro mis brazos, parece que todo el rato estuve en una posición incómoda, porque me duele hasta el cuello.—¿Cuánto tiempo llevo durmiendo? —pregunto, extrañada.Cuando me permití ahondar en mis recuerdos no eran más de las seis de la tarde, así que debe haber pasado bastante tiempo.—Son casi las nueve. Esta es la tercera vez que vengo a ver si estabas despierta, ya casi tenemos que empezar a arreglarnos, por eso te desperté. No lo hice antes porque sé que necesitabas descansar un poco más —explica Andrea, mientras yo froto mis ojos para desperezarme.—Pfff, sí. Parece que después de todo,
Durante los siguientes dos días en el hotel, tuve que andar con muletas y ponerme paños de fomento frío en el tobillo; solo fue una torcedura leve, pero me dolía un poco cuando lo apoyaba.Aiden resultó ser una gran compañía. Después de nuestra visita al puesto de salud, me acompañó a la habitación y se portó como si fuéramos amigos de toda la vida; su ayuda me vino de perlas pues mis padres solo me dejaron una tarjeta de felicitación y una excusa por su ausencia. Mi cara al ver la tarjeta extrañó a Aiden, pero no dijo nada, sin embargo, supo que había sido mi cumpleaños y quiso celebrarlo. Estuvo con el tema dos días completos en los que no me dejó tranquila para nada, alegando que teníamos que hacer "cosas de cumpleaños".Mientras paseábamos por el hotel, notaba las miradas femeninas encima de nosotros; era r
Aiden se sienta a mi lado, tan cerca, que siento su perfume cosquillear en mi nariz. No me muevo, a pesar de que todo mi cuerpo se eriza ante su cercanía, no quiero darle motivos para creer que me afecta. Su mirada se mantiene fija en las olas del mar y me permito fantasear. Imagino el brillo de la luna reflejado en sus ojos. Sus espesas pestañas sombreando sus mejillas. Sus labios entreabiertos dejando escapar un aliento que se condensa por la temperatura que nos rodea. Sus manos fuertes entrelazadas y apoyadas en sus rodillas. Toda su imagen proyectando sensualidad y masculinidad a raudales. —Hola, Maddie —dice, devolviéndome a la realidad. Me vuelvo a mirarlo, me encuentro con su mirada y, efectivamente, sus ojos brillan con el resplandor de la luna. —Hola —respondo y me obligo a dejar de mirarlo, por un momento creo que no podré hacerlo. —¿Cómo estás? —pregunta, cohibido, al notar que no le hago caso. —Bien —farfullo y alzo los hombros, pe
Camino de vuelta a la fiesta, tan sumida en mis pensamientos, que no reparo en Leo hasta que lo tengo en frente.—Hey, Maddie, ¿dónde andabas? ¿Qué haces sola? ¿Dónde está Andrea?Leo me aturde con tantas preguntas, mientras mira a mi alrededor buscando a su hermana. Me mira ceñudo unos segundos, a la espera de mi respuesta.—Andie se fue con Christian, se antojó de un helado y yo no quise ir. Me había quedado con Abbi y Ellie, pero se me perdieron entre tanta gente, llevo horas buscándote. —Logro reaccionar a tiempo para salvar a Andrea de una regañina típica de Leo—. ¿Dónde estabas tú? —pregunto, pero no lo dejo responder—. Deja, deja, ni me digas. De seguro, enredándote con alguna furcia por ahí, ahora no me vengas con tu instinto sobre protector. —Entonces, le devuelvo mi mirada más arr