—Uhmm, creo que esto no —comento, dudosa, mientras me veo al espejo.
Estoy intentando decidir qué me pondré para ir a la feria. No es un evento muy formal, de hecho, no lo es para nada, pero quiero acertar con la elección de vestuario.
Me atacan los nervios cuando pienso en lo que me espera. Aiden, a pesar de haber sido invitado por la abuela para acompañarnos, me preguntó si quería asistir junto a él y Aarón. Mi respuesta fue, en un momento de desentendimiento, que iríamos todos. Aiden solo sonrió y con esa hermosa expresión, me puse colorada. Me miró con un brillo especial en los ojos y sin perder su gracioso descaro, me aclaró lo que quiso decir.
—Te estoy invitando, Mads. Tú, yo y Aarón. Solos. —Al mencionar la última palabra, su voz adquirió un tono diferente, masculino, grave y profundo.
De má
Caminar de nuevo de su mano se siente como estar flotando sobre una nube. Estos años extrañé tanto su tacto, su calor, que estar así me parece un sueño. A nuestro paso, todo se pierde; las personas, los negocios. Solo existimos él y yo.Luego de nuestro beso y de la declaración de Aiden, decidimos que todo fluyera. Esta vez, disfrutaremos de cada segundo. No es que no lo hayamos hecho antes, es que, después del tiempo transcurrido, debemos ser cuidadosos e ir a nuestro tiempo.Un paso en falso esta vez, no solo nos dañaría a los dos. Aarón ahora está de por medio.—¿Te gustaría ir a otro lado? —pregunta Aiden, de repente.En un primer momento pienso que no quiere exponerse, a fin de cuentas, medio pueblo sabe que él está comprometido. Dudo, solo por unos segundos, pero él lo nota. Sonríe. Contrario a la reacción
Es verdad, sin ti, nunca será vida.Reproduzco la confirmación de Aiden ante mi declaración, una y otra vez, mientras su mano me dirige hacia la casa. Estar aquí, de vuelta, me hace recordar aquella vez que me entregué nuevamente a él. Aquella noche donde la luna, el mar y su cama, fueron testigos de la profundidad de nuestros sentimientos.«¿Es normal que sienta nervios?», me pregunto interiormente, al notar que todo dentro de mí tiembla con anticipación. No debería reaccionar así, él conoce mi cuerpo, lo que me gusta, lo que debe hacer para que yo explote de placer a su alrededor. Siempre he sido suya y nada cambiará eso a estas alturas.Llegamos a la entrada y él se detiene, rebusca en sus bolsillos para tomar las llaves y abrir. Cuando lo hace, entramos e inmediatamente, me quedo impactada al ver lo que me espera.La oscuridad nos rod
Dos meses después...—Mamá, mamá —grita Aarón, cuando me ve llegar—. Mira lo que estamos haciendo papá y yo.Corre emocionado hasta llegar donde estoy. Yo lo recibo con un abrazo enorme, pero Aarón no dura mucho entre mis brazos, tan ansioso de lo que lleva trabajando con su padre desde temprano en la mañana.—Es una casa del árbol. Mira mamá. Mira —sigue gritando, sin parar a respirar siquiera. Me jala del brazo para que lo acompañe.Yo voy de su mano, sonriendo. Miro hacia donde está Aiden y se me hace agua la boca. Está sin camisa y su escultural cuerpo brilla con el sudor provocado por el trabajo duro. A nuestro pequeño se le ocurrió que quería una casa del árbol que fuera su lugar secreto, su fuerte o su castillo, depende de la dinámica del día. Y pues, a su padre se le ocurri&oac
Tres meses después...—Estás hermosa —declara Andrea, con voz emocionada, cuando termina de arreglar el bajo de mi vestido.Yo aún no me decido a mirarme en el espejo. Me siento bien, cómoda, pero los nervios son tan intensos que me hacen temblar.—Estás increíble —secunda Mary—. De seguro Aiden no podrá quitarte los ojos de encima —continúa, dándome ánimos.La miro y en su expresión se manifiesta un poco de anhelo. Su vida no es tan fácil de sobrellevar, tiene muchos problemas y necesidades, pero independientemente de ellos, decidió que no podía negar la invitación. Estos últimos tiempos hemos formado una bonita amistad, por lo que fue algo natural pedirle que fuera, en conjunto con Andrea, mi madrina de bodas.—Vamos, ya casi es hora —apura Andrea con una sonrisa conocedor
«¡Estoy aburrida!».Llevo tres horas sentada en este autobús y no veo la hora de llegar a mi destino. Estoy camino a casa de mi tía Aurora, para pasar con ella, como siempre, mis vacaciones de invierno. Y digo como siempre, porque ya casi se ha convertido en una tradición, que justo el día después de Navidad; yo emprenda un largo viaje al otro lado del país, para pasar Noche Vieja con otra parte de mi familia. La razón, mis padres cada año hacen una gira nacional por su empleo; ambos trabajan de representantes legales de numerosas productoras musicales y generalmente, tienen mucho trabajo en estas fechas. Están tan ocupados con sus asuntos laborales que ya olvidé la última vez que pasé un "Feliz año nuevo" con ellos.Miro mi reloj y suspiro, aún quedan tres horas de viaje y yo ya no siento mis piernas. Decido colocarme los audífonos y abro el
—La fiesta es en casa de Mary, sus padres no están e invitó a casi todo el pueblo. Sabes que su casa da a la playa, por lo que decidió hacer una fogata en la arena y así no tener que recoger toda la basura el día después. Muy inteligente, ¿no crees? Además, motivo de sobra para estar todos junticos alrededor del fuego con este frío que hace —comenta Andrea, dándome los detalles de la fiesta.—¿Te refieres a Mary, la ex de tu hermano? —pregunto, con extrañeza.—Pues sí, ellos lo dejaron, pero yo hice buenas relaciones con ella. La verdad me caía bien como cuñada, no es otra rubia tonta de las tantas que mi hermano trae a la casa. Así que, me invitó, pero como ya te dije, invitó a medio pueblo —responde Andie, animadamente.Estoy cansada, pero eso no es problema para mí cuando hay una fiesta pendie
Me miro en el espejo por décima vez. Llevo mi pelo castaño suelto y con algunas ondas en las puntas, por encima del hombro para acomodarlo. El bronceado de mi piel resalta con las mechas degradadas de rubio que me hice antes de venir. El vestido de corte princesa color azul cielo, realmente me favorece, resalta mis ojos azules y cada una de mis recién adquiridas curvas, ubicadas, a mi parecer, en los lugares correctos. Los zapatos son unas ligeras ballerinas blancas con brillantes, para darle un toque elegante a mi estilo casual de verano. No soy muy alta, solo mido metro sesenta y siete, pero unos zapatos altos no pegan con mis intenciones de hoy.—¡Por Dios, que calor hace en este lugar! —hablo con mi reflejo, mientras me retoco el lápiz labial y la máscara de pestañas. No es que tenga que usar mucho maquillaje para lucirlos, mis pestañas son bien tupidas y mis labios son gruesos y de color rosa
—¡Maddie, despierta! ¡¿Maddie!? —Doy un respingo cuando Andrea me sacude y casi me caigo de la cama. No recuerdo haberme quedado dormida.Miro por la ventana y noto que ya oscureció. Reprimo un bostezo y estiro mis brazos, parece que todo el rato estuve en una posición incómoda, porque me duele hasta el cuello.—¿Cuánto tiempo llevo durmiendo? —pregunto, extrañada.Cuando me permití ahondar en mis recuerdos no eran más de las seis de la tarde, así que debe haber pasado bastante tiempo.—Son casi las nueve. Esta es la tercera vez que vengo a ver si estabas despierta, ya casi tenemos que empezar a arreglarnos, por eso te desperté. No lo hice antes porque sé que necesitabas descansar un poco más —explica Andrea, mientras yo froto mis ojos para desperezarme.—Pfff, sí. Parece que después de todo,