Camino de vuelta a la fiesta, tan sumida en mis pensamientos, que no reparo en Leo hasta que lo tengo en frente.
—Hey, Maddie, ¿dónde andabas? ¿Qué haces sola? ¿Dónde está Andrea?
Leo me aturde con tantas preguntas, mientras mira a mi alrededor buscando a su hermana. Me mira ceñudo unos segundos, a la espera de mi respuesta.
—Andie se fue con Christian, se antojó de un helado y yo no quise ir. Me había quedado con Abbi y Ellie, pero se me perdieron entre tanta gente, llevo horas buscándote. —Logro reaccionar a tiempo para salvar a Andrea de una regañina típica de Leo—. ¿Dónde estabas tú? —pregunto, pero no lo dejo responder—. Deja, deja, ni me digas. De seguro, enredándote con alguna furcia por ahí, ahora no me vengas con tu instinto sobre protector. —Entonces, le devuelvo mi mirada más arr
Entro a la casa con una sensación ya conocida en la boca del estómago.Nervios. Incertidumbre. Miles de pensamientos y vivencias me vienen a la mente.No es la primera vez que Aiden me acompaña a casa, ya perdí la cuenta. Pero es inevitable, como siempre, recordar aquella primera vez, tan distinta en comodidad con las que le siguieron. Aquella vez fue simple, pero genial. Muy diferente a esta última, tan llena de amargo resentimiento y culpabilidad.Por más que intento, no dejo de revivir mis momentos junto a él; pero siempre son los buenos, aquellos que me recuerdan lo ingenua que fui. Me hacen querer arrepentirme de haber realizado aquel viaje; pero la realidad es que nunca lo hago. El motivo, aún está por verse; sin embargo, mientras los recuerdos vuelven a presentarse, intensos y tan nítidos como siempre, no parece que haya pasado el tiempo, no se siente real, que hayan transcurrido cinco
Una luz cegadora me hace despertar. Abro los ojos y los vuelvo a cerrar, cuando un dolor fuerte me atraviesa el cráneo. Anoche, como ya sabía, Andrea estaba tan emocionada que cada vez que me estaba quedando dormida, me despertaba para seguir contándome su noche especial. Yo solo reía por su excesiva emoción y la escuchaba parlotear sin parar. Tanto fue así, que nos dieron las ocho de la mañana y todavía seguíamos despiertas.Pruebo otra vez y logro abrirlos un poco más. Me fijo en el reloj de la mesilla y resoplo, cuando veo que solo son las 11:30 a.m. Noto, además, que las cortinas de las ventanas están corridas. Juro que pensaba haberlas cerrado anoche.—¿En serio? Ni dormir puedo.Me giro boca abajo y pongo la almohada sobre mi cabeza; solo para sentir un carraspeo justo a mi lado. Cuando trato de ver por debajo de la almohada, algo pesado y grande cae sobre noso
El ambiente es tenso por unos minutos. Nadie habla, hasta que Leo interrumpe el silencio haciendo una de las suyas.—Bueno, ya se vieron, ya se odiaron. Podemos irnos —dice, mirando de Aiden a mí.Sus palabras me confunden. ¿Sabrá algo? ¿Aiden le habrá dicho nuestro secreto?No puedo evitar desconfiar y lo miro a los ojos pidiendo explicaciones. Su ceño fruncido me muestra que está igual o más confundido. No logro leerlo bien. Los nervios me absorben ante la incertidumbre, necesito creer que Aiden mantuvo su palabra. Pero, al parecer, se fue de lengua; de lo contrario, no le veo sentido al comentario de Leo. Algo sabe y no puedo creer que tenga que lidiar con ello también.Andrea y la abuela nos miran extrañadas. Es tanta la incomodidad en el ambiente, que Aiden se recupera y murmura una disculpa, para luego irse. Y hace bien, no lo quiero aquí.Antes de salir,
Hace unos minutos que Andrea salió de mi habitación con su curiosidad saciada, al menos por el momento. Y espero que, en un buen tiempo, sea suficiente.Yo todavía estoy sentada en mi cama, rodeada de chuches que ni ganas tengo de probar. Hablarle a Andrea de mi tétrica relación con Aiden me agotó de muchas maneras. Ya suficiente tenía con aguantar mis propios pensamientos; ahora, además, tengo que lidiar con que aún siento cosas por él. No puedo evitar pensarlo después de la respuesta que le di a mi prima y de la gran declaración silenciosa que me hice yo misma.«Es que soy imbécil».Qué en el mundo me hará alguna vez pasar página, pasar de él. No hay año, no hay viaje, ya sea invierno o sea verano, que yo no descubra que él aún me afecta. Que aún me importa.Pero de verdad creía, esperaba,
No logro salir de mi estupor. Las preguntas se me atascan en la garganta y no logran salir.¿Qué hace él aquí? ¿Me está siguiendo?Me gustaría que lo hiciera, obvio. Pero esa no es la cuestión. Lo más importante aquí, es por qué se encuentra del lado contrario de la cerca ypor qué está dentro de la casona.Solo me he enfocado en Aiden y no he reparado en nada más. Y cuando lo hago, a su alrededor solo veo cajas, cajas y más cajas. Frunzo el ceño, totalmente desconcertada. Al parecer, es una mudanza; pero... ¿él se está mudando aquí? ¿A metros de mi lugar secreto?El lugar que nunca debí confiarle, ahora ya no es solo mío.Cómo es posible que Aiden esté mudándose a la casona, al lugar más misterioso que tiene Santa Marta. No es que sea misteriosa por nada pa
Llego a la casa y cuando entro, me alegra encontrar a mis tíos y a la abuela; después de mi encuentro con Aiden, necesito tener compañía para evitar pensar demasiado las cosas.—Hola, familia —saludo con voz alta, para llamar la atención de todos.Mi tía sonríe feliz al verme, mientras asoma su cabeza por la puerta de la cocina. Me acerco a ella y le doy un beso. Luego voy donde la abuela y la abrazo también.—¿Cómo pasaste el día, mi niña? —pregunta mi tía, mirándome con ternura.—Bien. Fui a dar una vuelta por el pueblo. Como hacía un año que no venía —farfullo, alzando los hombros.—Sí, lo supe. Varias personas te reconocieron y me lo dijeron. —La miro cariñosa. Mi tía es única.—Maddie, con tanto ajetreo que llevas no hemos tenido tiempo de
Hoy me levanté temprano. Ayer, durante la comida, me di cuenta de lo mucho que necesito estar rodeada de gente que me quiere. Llevo sola, demasiado tiempo, pese a mis escasos veintidós años.Así que, la mañana se me va entre risas, mientras desayunamos juntos. No fui la única en levantarse temprano, Andrea también nos sorprendió a todos despertando a una hora muy fuera de lo normal en ella. Disfruto mucho los momentos con las mujeres más importantes de mi vida. Nos reímos, charlamos, chismeamos y nos ponemos al día en todos los temas.En un momento dado, Andrea me aparta y, con mucho misterio, me comenta una preocupación.—Maddie, quería preguntarte algo. —Su tono nervioso no me da buena espina.—Dime, ¿te pasa algo? ¿Tienes algún problema con Christian? —hablo, preocupada ante su extraña expresión.&
Todo está en silencio. No siento nada a mi alrededor.Solo tengo ojos para Aiden. Todos mis sentidos a su merced.La escasa distancia que separa nuestros labios se me hace enorme con cada segundo que pasa. Su cálido aliento se entremezcla con el mío; el fuego que siento dentro de mí, por la anticipación de un beso, no puedo explicar cómo se siente. Tengo tantas emociones a flor de piel, que no puedo aclararme. Estoy tan receptiva a su toque, que sigo cada uno de los movimientos de sus dedos contra mi barbilla, la ligera presión de su mano en mi cintura. Cada roce de sus suaves labios en mi mejilla, me hace sentir increíble.Me giro totalmente para quedar frente a él. Aferrados el uno al otro, hasta que ambos jadeamos de ansiedad. Hasta ahora, estaba inactiva, absorbiendo todo lo que Aiden me estaba ofreciendo, traicionando mis principios de mantenerme firme. Pero en un milisegundo, tomo una decisi&oa