Hace unos minutos que Andrea salió de mi habitación con su curiosidad saciada, al menos por el momento. Y espero que, en un buen tiempo, sea suficiente.
Yo todavía estoy sentada en mi cama, rodeada de chuches que ni ganas tengo de probar. Hablarle a Andrea de mi tétrica relación con Aiden me agotó de muchas maneras. Ya suficiente tenía con aguantar mis propios pensamientos; ahora, además, tengo que lidiar con que aún siento cosas por él. No puedo evitar pensarlo después de la respuesta que le di a mi prima y de la gran declaración silenciosa que me hice yo misma.
«Es que soy imbécil».
Qué en el mundo me hará alguna vez pasar página, pasar de él. No hay año, no hay viaje, ya sea invierno o sea verano, que yo no descubra que él aún me afecta. Que aún me importa.
Pero de verdad creía, esperaba,
No logro salir de mi estupor. Las preguntas se me atascan en la garganta y no logran salir.¿Qué hace él aquí? ¿Me está siguiendo?Me gustaría que lo hiciera, obvio. Pero esa no es la cuestión. Lo más importante aquí, es por qué se encuentra del lado contrario de la cerca ypor qué está dentro de la casona.Solo me he enfocado en Aiden y no he reparado en nada más. Y cuando lo hago, a su alrededor solo veo cajas, cajas y más cajas. Frunzo el ceño, totalmente desconcertada. Al parecer, es una mudanza; pero... ¿él se está mudando aquí? ¿A metros de mi lugar secreto?El lugar que nunca debí confiarle, ahora ya no es solo mío.Cómo es posible que Aiden esté mudándose a la casona, al lugar más misterioso que tiene Santa Marta. No es que sea misteriosa por nada pa
Llego a la casa y cuando entro, me alegra encontrar a mis tíos y a la abuela; después de mi encuentro con Aiden, necesito tener compañía para evitar pensar demasiado las cosas.—Hola, familia —saludo con voz alta, para llamar la atención de todos.Mi tía sonríe feliz al verme, mientras asoma su cabeza por la puerta de la cocina. Me acerco a ella y le doy un beso. Luego voy donde la abuela y la abrazo también.—¿Cómo pasaste el día, mi niña? —pregunta mi tía, mirándome con ternura.—Bien. Fui a dar una vuelta por el pueblo. Como hacía un año que no venía —farfullo, alzando los hombros.—Sí, lo supe. Varias personas te reconocieron y me lo dijeron. —La miro cariñosa. Mi tía es única.—Maddie, con tanto ajetreo que llevas no hemos tenido tiempo de
Hoy me levanté temprano. Ayer, durante la comida, me di cuenta de lo mucho que necesito estar rodeada de gente que me quiere. Llevo sola, demasiado tiempo, pese a mis escasos veintidós años.Así que, la mañana se me va entre risas, mientras desayunamos juntos. No fui la única en levantarse temprano, Andrea también nos sorprendió a todos despertando a una hora muy fuera de lo normal en ella. Disfruto mucho los momentos con las mujeres más importantes de mi vida. Nos reímos, charlamos, chismeamos y nos ponemos al día en todos los temas.En un momento dado, Andrea me aparta y, con mucho misterio, me comenta una preocupación.—Maddie, quería preguntarte algo. —Su tono nervioso no me da buena espina.—Dime, ¿te pasa algo? ¿Tienes algún problema con Christian? —hablo, preocupada ante su extraña expresión.&
Todo está en silencio. No siento nada a mi alrededor.Solo tengo ojos para Aiden. Todos mis sentidos a su merced.La escasa distancia que separa nuestros labios se me hace enorme con cada segundo que pasa. Su cálido aliento se entremezcla con el mío; el fuego que siento dentro de mí, por la anticipación de un beso, no puedo explicar cómo se siente. Tengo tantas emociones a flor de piel, que no puedo aclararme. Estoy tan receptiva a su toque, que sigo cada uno de los movimientos de sus dedos contra mi barbilla, la ligera presión de su mano en mi cintura. Cada roce de sus suaves labios en mi mejilla, me hace sentir increíble.Me giro totalmente para quedar frente a él. Aferrados el uno al otro, hasta que ambos jadeamos de ansiedad. Hasta ahora, estaba inactiva, absorbiendo todo lo que Aiden me estaba ofreciendo, traicionando mis principios de mantenerme firme. Pero en un milisegundo, tomo una decisi&oa
Me despierto muy temprano, con una idea rondando mi mente, pero todavía sin detallar. Con tanto drama sucediéndome, me había olvidado que le debía una venganza a Andrea en contra de Leo y que me la debía a mí misma, por lo del comentario jocoso que hizo durante la comida unas noches atrás.La idea es buena. Ahora solo falta buscar el momento idóneo para realizarla.Andrea y yo salimos al pueblo, por orden de abuela Nora, para comprarle algunas cosas que le hacían falta. Por el camino le comento lo que estoy planeando para molestar a Leo y ella sonríe, complacida. Cuando regresamos, al mediodía, ya mi primo está levantado, nos miramos cómplices y subimos al cuarto para esperar el momento oportuno.Estamos conversando de temas sin importancia cuando siento la voz de la abuela pedirle a Leo que nos llame a almorzar. Sonrío perversamente, ante la posibilidad que acaba d
—Hola, Maddie. —Escucho detrás de mí.Doy un respingo ante el sonido de su voz. Mi corazón comienza a latir fuertemente en mi pecho. Me levanto de un salto, de donde estaba sentada. Estoy nerviosa y creo que Aiden lo nota. Su expresión se vuelve escrutadora ante mi reacción.Pensar en él, en mi primera vez, me trajo todas las emociones de vuelta. Ahora no paro de recordar todo lo que sentí. Recuerdo exactamente todo. Su calor, su olor, su respiración y, sobre todo, sus besos.«Mejor no sigo por ahí», pienso, cuando noto en mi cuerpo un hormigueo de pies a cabeza, siento mis mejillas sonrojarse y mi cuerpo calentarse. Es una reacción inmediata a mis pensamientos. Mi cuerpo me traiciona y siento vergüenza de ello, debería haber aprendido a controlarlo ya.—Mads... —Un gemido ronco, gutural, sale de sus labios, casi como un susurro.Y
Llego a la casa y tengo que ocultar mi malestar, toda la familia se encuentra en el salón, disfrutando de un momento juntos.Intento disimular, pero no es suficiente para ojos tan suspicaces como los de las mujeres de mi familia. Pero, contrario a lo que pensaba, nadie menciona mi mirada cabizbaja, mi sonrisa falsa o mis momentos en blanco.Después de un tiempo prudencial, creo que ya no será raro que me retire para estar sola. En vez de subir a mi habitación, salgo a la terraza. El columpio blanco de madera y lleno de cómodos cojines de colores, es el destino que escojo para pensar en todo lo que pasó hoy. Desahogo mis pensamientos entre lágrimas que no puedo evitar derramar.Aiden me importa, para qué negar algo tan obvio. Y me arrepiento de haberlo dejado tan destrozado. De no haber aguantado mi mano antes de abofetearlo. Pienso en todo lo que me dijo y aún, no entiendo nada. Me dio a entender que n
Son las cinco de la tarde y estamos en mi cuarto, preparándonos. Mi abuela invitó, como cada año, a otras familias para esperar el año nuevo aquí en casa. Nos pasamos la mañana cocinando y preparándolo todo, con el objetivo de que, a las seis, cuando comiencen a llegar todos, ya nosotras estuviéramos listas para recibirlos.Y sí, entre los invitados, también está Aiden.La diferencia está en que él llegó bien temprano. Fue un papelón inmenso salir de mi habitación, en pijama y tropezarme con él. A punto estuve de caer, por la impresión, literalmente. Si no hubiera sido por sus reflejos y la fuerza en sus brazos como para aguantarme y evitarme una caída, hubiera tenido que aceptar su mano para levantarme del piso.De más está decir, que las chispas explotaron a nuestro alrededor con cada contacto entre nuestros cuerpos