Me despierto muy temprano, con una idea rondando mi mente, pero todavía sin detallar. Con tanto drama sucediéndome, me había olvidado que le debía una venganza a Andrea en contra de Leo y que me la debía a mí misma, por lo del comentario jocoso que hizo durante la comida unas noches atrás.
La idea es buena. Ahora solo falta buscar el momento idóneo para realizarla.
Andrea y yo salimos al pueblo, por orden de abuela Nora, para comprarle algunas cosas que le hacían falta. Por el camino le comento lo que estoy planeando para molestar a Leo y ella sonríe, complacida. Cuando regresamos, al mediodía, ya mi primo está levantado, nos miramos cómplices y subimos al cuarto para esperar el momento oportuno.
Estamos conversando de temas sin importancia cuando siento la voz de la abuela pedirle a Leo que nos llame a almorzar. Sonrío perversamente, ante la posibilidad que acaba d
—Hola, Maddie. —Escucho detrás de mí.Doy un respingo ante el sonido de su voz. Mi corazón comienza a latir fuertemente en mi pecho. Me levanto de un salto, de donde estaba sentada. Estoy nerviosa y creo que Aiden lo nota. Su expresión se vuelve escrutadora ante mi reacción.Pensar en él, en mi primera vez, me trajo todas las emociones de vuelta. Ahora no paro de recordar todo lo que sentí. Recuerdo exactamente todo. Su calor, su olor, su respiración y, sobre todo, sus besos.«Mejor no sigo por ahí», pienso, cuando noto en mi cuerpo un hormigueo de pies a cabeza, siento mis mejillas sonrojarse y mi cuerpo calentarse. Es una reacción inmediata a mis pensamientos. Mi cuerpo me traiciona y siento vergüenza de ello, debería haber aprendido a controlarlo ya.—Mads... —Un gemido ronco, gutural, sale de sus labios, casi como un susurro.Y
Llego a la casa y tengo que ocultar mi malestar, toda la familia se encuentra en el salón, disfrutando de un momento juntos.Intento disimular, pero no es suficiente para ojos tan suspicaces como los de las mujeres de mi familia. Pero, contrario a lo que pensaba, nadie menciona mi mirada cabizbaja, mi sonrisa falsa o mis momentos en blanco.Después de un tiempo prudencial, creo que ya no será raro que me retire para estar sola. En vez de subir a mi habitación, salgo a la terraza. El columpio blanco de madera y lleno de cómodos cojines de colores, es el destino que escojo para pensar en todo lo que pasó hoy. Desahogo mis pensamientos entre lágrimas que no puedo evitar derramar.Aiden me importa, para qué negar algo tan obvio. Y me arrepiento de haberlo dejado tan destrozado. De no haber aguantado mi mano antes de abofetearlo. Pienso en todo lo que me dijo y aún, no entiendo nada. Me dio a entender que n
Son las cinco de la tarde y estamos en mi cuarto, preparándonos. Mi abuela invitó, como cada año, a otras familias para esperar el año nuevo aquí en casa. Nos pasamos la mañana cocinando y preparándolo todo, con el objetivo de que, a las seis, cuando comiencen a llegar todos, ya nosotras estuviéramos listas para recibirlos.Y sí, entre los invitados, también está Aiden.La diferencia está en que él llegó bien temprano. Fue un papelón inmenso salir de mi habitación, en pijama y tropezarme con él. A punto estuve de caer, por la impresión, literalmente. Si no hubiera sido por sus reflejos y la fuerza en sus brazos como para aguantarme y evitarme una caída, hubiera tenido que aceptar su mano para levantarme del piso.De más está decir, que las chispas explotaron a nuestro alrededor con cada contacto entre nuestros cuerpos
Nuestra historia comenzó con un baile.Mientras las letras de una canción conocida, nos llevaba a los brazos del otro y bailábamos acompasados,oyendo nuestros latidos.Y sucedió.Por un impulso del momento y, con base en todo lo que habíamos vivido juntos esos días, tomé una decisión que me cambiaría la vida para siempre. No solo por lo importante del hecho en sí, sino por la repercusión que tuvo en mi futuro. La decisión tomada aquella noche, fue realmente un acto de entrega. Tenía tantas emociones acumuladas en mi interior, que necesitaba dejarlas salir, exteriorizar mis sentimientos más intensos y profundos. Necesitaba entregar, al menos por unas horas, todo de mí. Necesitaba una despedida acorde con todo lo que vivimos y experimentamos. Necesitaba vivir.Todo lo que recuerdo es maravilloso. El fuego que mostraban sus ojos grises mientras cont
—El tiempo apremia —lo agito.—Mads, primero: lo siento. Por haber reaccionado ayer como lo hice, al cargarte y obligarte a hacer algo para lo que me habías confesado que no estabas preparada. —Asiento en respuesta—. Segundo, siento tanto que Estela se haya aparecido así de improviso. —La sola mención de su nombre me agria el carácter. Él lo nota e intenta subsanar su error—. Ella no es lo que tú crees, Mads, hay una historia detrás de todo lo que ha pasado y ella, para mi consternación, es parte de eso. Pero es la misma historia que pretendo contarte y que aún no quieres escuchar. Es complicado, pero solo lo entenderás el día que cuentes con toda la información —termina de hablar y se mantiene en silencio, a la espera de una respuesta.Yo analizo todo lo que me dijo y desde su punto de vista, lo entiendo. Aun así, no puedo dejar de
POV: AidenLa veo alejarse y mi corazón se aprieta. No mira hacia atrás ni una sola vez, solo se va. Ahora mismo, mi mente es un hervidero de emociones.Culpa. Desesperación. Tristeza.Amor. Esperanza.Por todo lo que vivimos. Por todo lo que necesito vivir junto a ella.Durante todos estos años he intentado olvidarla, pasar página, pero ha llegado más profundo de lo que había imaginado. Movió mi mundo, desestabilizó mis propósitos; hizo tambalear mis creencias.Maddie fue la primera en conocerme realmente. Siempre había vivido al margen de mis deseos, de mis mayores sueños. Y no era infeliz por ello. Hasta que sus ojos se cruzaron con los míos, solo alumbrados por la tenue luz de mi teléfono, en aquella playa paradisíaca; en aquella noche maravillosa.Con su mirada dulce y solitaria, fue un imprevisto en todos mis planes perfectam
6 meses después…Aquí estoy otra vez, sentada en el asiento de este autobús que he tomado montón de veces en toda mi vida, sintiéndome demasiado nerviosa; casi arrepintiéndome por haber regresado a Santa Martha antes de tiempo. Lo pienso y me llevo las uñas a la boca, de repente agobiada con todo lo que significa este viaje; la promesa hecha de regresar cuando estuviera lista. No me animo a bajar y si pudiera, regresaría por donde mismo vine y actuaría como si nada hubiera pasado; pero ya el chofer me está mirando raro y, amablemente, me invita a bajar del autobús. Suspiro, derrotada y me levanto. Ya se acabó el tiempo. Ahora estoy aquí y tengo que dar la cara.Mi subconsciente se ha vuelto un poco desesperante y durante todo el viaje, solo pude pensar en todo lo que me espera; en que será inevitable encontrarme con él. Primero, porque vive y
Al entrar en el cuarto de abuela, el corazón se me encoge. Verla acostada en su cama, medio dormida, es tan raro que, por un momento, me siento fatal. La tristeza me abruma al pensar en la ley de la vida; no habrá sido hoy, pero definitivamente, algún día ella ya no estará con nosotros.—Abue —llamo y mi voz se quiebra—¿Maddie? —pregunta ella, confusa, aún sin abrir del todo los ojos—. ¿Eres tú?—Sí, abue. Soy yo. —Me acerco y tomo su mano. Sus preciosos ojos verdes ahora me devuelven la mirada. Una sonrisa inmensa tira de sus labios.—Mi Maddie, estás aquí. ¿Cuándo llegaste? —dice, emocionada.—Hace un momento. Quería darles una sorpresa y no les avisé que venía —digo, antes de que pregunte el motivo de mi visita.Deposito un suave beso en su frente. El olor