El timbre del apartamento sonó, me apresuré en ir a abrir. Kim sonrió abrazándome, había traído algo para beber. La dejé pasar a la cocina cerrando la puerta luego. Recogí mi cabello en una coleta baja.
— ¿Dónde están los demás?
—Matt fue con Emilia y Duke a ver unos amigos—contesté. Servía un poco de vino en las copas que sacó del estante—Ayer hablé con papá.
— ¿Sobre qué?—recogí mi copa sentándome frente al mesón. Tenía su cabello en una trenza despeinada.
—Sobre mis planes—noté que fruncía el ceño—Me iré a París con Matt.
— ¿Qué?—dejó de beber— ¿Es enserio?—no supe si estaba molesta o feliz pero cuando chilló de emoción y me abraz&oacu
Desperté un poco sobresaltada. Seguíamos en el avión, Matt estaba junto a mí mientras Emilia dormía en mi pecho sin soltar a su muñeca. Sonreí un poco acariciando su cabello.— ¿Te sientes bien?—Sí, sólo creí que habíamos llegado—recosté mi cabeza en su hombro y él apoyó la suya en la mía tomando una de mis manos entrelazándolas.—Faltan pocos minutos—susurró—Ya verás que les gustará.—Estoy segura que sí.Hubo un largo rato de silencio. Volví a quedarme dormida y cuando desperté era hora de bajarse del avión. Emilia quería seguir durmiendo, tuve que cargarla, abrazó mi cuello con sus pequeños brazos mientras Matt guardaba su muñeca antes de que se perdiera. El ambiente era más frío pero fresco. La m
La lluvia aliviaba la cantidad de clientes en la cafetería, adoraba estos días, limpiaba algunas mesas llevando todo hacia la barra donde Kim organizaba todo. Recogí mi cabello en una coleta baja dejando algunos mechones libres.— ¿Has pensado cuándo buscarás el vestido para tu boda?—recordó encargándose de la bandeja con los platos sucios.—Tenemos tiempo de sobra—sonreí revisando mi celular donde se encontraba de fondo de pantalla una foto donde Max y yo nos besábamos. Suspiré como tonta, era increíble como aquel chico me había enamorado. Negué con la cabeza regresando a la realidad—Además, siempre estamos ocupadas.—Sólo porque te encanta venir a trabajar—se encogió de hombros— ¿Te parece si vamos este sábado?—De acuerdo pero no usaré nada ajustado ni muy corto
6 meses despuésLas hojas de otoño caían una detrás de otra cada segundo, la ciudad se mantenía fresca y algo tranquila lo cual era extraño. Las personas entraban y salían de la cafetería a cada instante, Kim se ocupaba delas mesas junto conmigo y los demás empleados, su madre había venido hoy, manejaba con rapidez la caja registradora. Mientras anotaba los pedidos de los clientes mi mente se mantenía ocupada, así me gustaba, la vida continuaba y yo también debía seguir adelante.— ¿Todo bien, Susan?—la señora White, la madre de Kimberly me sonreía un poco.—Sí, todo bien—repetí colocando las cosas en la bandeja regresando a las mesas.La mayoría de los presentes en el lugar se encontraban metidos en su celular, llamadas importantes, mensajes urgentes, re
Desperté con la poca luz que entraba por la ventana del balcón de mi habitación. Suspiré con pereza y cansancio cerrando mis ojos unos segundos más, me concentré en el departamento escuchando algunos pasos. Kim ya estaba despierta, miré el despertador identificando la hora, las 10:25 de la mañana. Tomé mi celular encendiéndolo, esperando que sus funciones y aplicaciones se cargaran decidí levantarme entrando al baño.Me miré al espejo recogiendo mi cabello despeinado en una coleta, era de piel pálida, labios un poco rellenos y rosados, nariz fina, ojos verdosos no muy pequeños, delgada, dela estatura de Kim, término medio, digámoslo así, cejas oscuras y cabello ondulado completamente negro. A Max le gustaba jugar con las puntas, las ondulaba más de lo normal, sus manos en mi cabello solían calmarme siempre que algo salía mal. Sonre
El auto se detuvo frente a mi edificio, Matt se encargó de ayudarnos pero insistí en que no era necesario. Kim tomó las bolsas decidiendo dejarme a solas con el chico. Iba a matarla por eso.—Gracias por traernos—sonreí un poco. Duke se había quedado en el asiento de copiloto mirando jugando con una pequeña pelota.—De nada, señorita.—Puedes llamarme Susan, señorita es algo...incómodo—pedí. Río bajo haciéndome sentir algo de felicidad, sus ojos café brillaron.—De acuerdo, Susan—caminó hacia su auto. Subí los escalones con el bolso que había llevado al parque, me giré mirándolo.— ¿Te veré en la cafetería?—alcé un poco la voz. Abrió la puerta del auto pero antes de subir asintió con una sonrisa la cual ya estaba acostumbrada a ve
¡Lunes! Inicio de la semana, el día que tiene más alboroto y más clientes en la cafetería a mi parecer. Llegué al trabajo como a las 12:50. A la 1:00 comenzaba mi turno, saludé algunos de mis compañeros cambiándome en los vestidores de mujeres. El uniforme de aquí no era la gran cosa. Unos pantalones de vestir negro, camisa de tirantes blanca con un chaleco de pocas mangas color gris, Kimberly lo odiaba pero yo lo amaba. Era mejor que caminar entre los hombres con una falda.Preferí dejar mi cabello suelto notando algunos rulos en las puntas, tomé unos débiles mechones sosteniéndolos con una liga blanca, sonreí un poco frente al pequeño espejo de mi casillero. Un día común y corriente.—Adivina quién me acaba de escribir—escuché decir a una muy contenta Kim.—No lo sé pero estoy segura de que vas a de
La cena había sido demasiado buena para mi gusto, a pesar de las dudas que Matt me dejaba todo había transcurrido bien. Me sorprendí a mí misma al descubrir que quería repetirlo pero no, no volvería a caer. Mientras Matt conducía, la música sonaba en un volumen perfecto para el momento. Algunos autos circulaban por la ciudad mientras las luces nos acompañaban a cualquier lugar que fuéramos.— ¿Qué te pareció la cena? ¿Valió la pena mi invitación?—preguntó sacándome de mis pensamientos.—Creo que sí—sonreí un poco—Gracias por esa exquisita comida.—No hay de qué—sonrió satisfecho por ese cumplido— ¿Mañana debes trabajar?—Así es—suspiré—A la misma hora de siempre.— ¿Sabes? Este viernes hay un
Era jueves finalmente, la semana se había ido con lentitud, Kim terminaba de arreglarse para ir con Carlos a la fiesta, veía una película de acción en la televisión, ya me sabía el final la había visto miles de veces.—¿Qué te parece?—miré a mi amiga que había salido con una falda algo corta que se movía con cada movimiento, blusa negra que brillaba con cualquier tipo de luz y una chaqueta blanca sin ignorar las botas de tobillos con tacones. Su cabello iba suelto completamente liso, sonrió esperando una respuesta.—Todo lo que tienes grita tu nombre.—Gracias—río un poco acercándose a su celular que dejo en la mesa— ¿Te quedarás aquí sola?—Estaré bien.— ¿Segura que no quieres ir?—se sentó a mi lado suplicando—Podrías invitar a Matt.