Alessia detestaba ir a trabajar en días de lluvia. Era casi imposible llegar a horario, aunque saliera temprano a tomar su autobús. A menudo iba tan repleto de gente, que no se detenía, y debía esperar al siguiente, mojándose sus zapatos y apenas protegida con un paraguas.Eso significaba estar con sus pies húmedos y helados durante toda su larga jornada laboral, luego de soportar una reprimenda de su jefe.Ese día no fue la excepción. Pero con un agravante.Estaba esperando el siguiente autobús, segura de que llegaría al menos diez minutos tarde, cuando un automóvil de lujo pasó a su lado a toda velocidad, ignorando el enorme charco de agua junto al cordón de la vereda… y empapándola de pies a cabeza.Alessia maldijo en voz alta, y apeló a su magnífica memoria fotográfica, apuntando en su mente las señas y patente de ese vehículo.Cinco minutos más tarde, subía por fin a su vehículo, temblando de frío e intentando secarse un poco con una pequeña toalla de mano que llevaba en su bolso
-¿Puedes creerlo Celi? ¿Quién se supone que es ese sujeto y por qué el señor Gianni le obedece?-Ay, Ale, de verdad que a veces parece que vives en otro planeta. ¿Acaso nunca escuchaste hablar de Valentino Amato? Es un empresario ultra rico, aunque se dice que también trabaja para la mafia.-¿De… de verdad? ¿Y tiene un hijo?-No se sabe nada del pequeño, nunca se le conoció una esposa. Un día comenzó a aparecer con un bebé. -Que claramente es un niño malcriado ahora…-Así parece… Aunque no se puede negar que Valentino Amato es un hombre… ufff… super excitante… Claro que le había parecido increíblemente atractivo y sensual. No podía quitarse de la cabeza la imagen nítida de su cuerpo alto y fuerte, pero no admitiría su encanto frente a su amiga.-Es un hombre horrible. Desagradable y engreído. Y obviamente necesita ayuda para cuidar a ese niño. No sabe nada de límites. Es caprichoso.Celina puso sus ojos en blanco.-A quién le importa eso, Ale. Nadie habló de casarse y criar a la cri
Alessia despertó con un terrible dolor de cabeza y una agobiante sensación de vacío, aún mareada. Vio a un hombre a su lado, y recuerdos borrosos atacaron su mente. Se incorporó de golpe, y cuando vio con terror que el sujeto abría los ojos, lo golpeó en la cara e intentó correr, con tanta mala suerte que se enredó en una sábana mientras el hombre la sujetaba por el brazo.Valentino la sujetó con fuerza, aún algo adormecido.-¿Qué demonios haces?Alessia comenzó a forcejear con él, todavía algo confundida.-¡Suéltame! ¡Déjame ir! ¡Socorro! No me hagas daño, por favor…Valentino la sujetaba contra la cama, con todo su cuerpo, intentando que dejara de golpearlo y evitando que ella se diera un golpe contra el suelo. La cercanía con Alessia y el perfume dulce de su piel, eran intoxicantes. Nunca se había sentido así.-¡Cálmese de una vez! Se hará daño…Ella estaba inmovilizada bajo el fuerte y pesado cuerpo de él. Podía sentir la firmeza de ese hombre contra ella y su cálido aliento en el
Despertó muchas horas después, sintiéndose al fin descansada. Lo que hubieran puesto en su trago, era de verdad muy fuerte. Por suerte, ya no le dolía la cabeza, pero su estómago estaba revuelto y tenía mucha sed.Cuando miró su móvil, tenía como veinte mensajes de Celina y otras veinte llamadas perdidas.Así que decidió llamarla.-Hola-¡Ale! Estaba preocupada.-¿De verdad? No lo parecías anoche.-Lo siento, Ale. No me pude resistir a ese bombón…-Pues no cuentes conmigo nunca más. Lo pasé horrible…-¿Qué sucedió? ¿Por qué no me respondías antes?-Porque aún estaba agotada a causa de los narcóticos… mala amiga…-¿Qué? ¿De qué hablas?-El idiota del dueño de ese lugar, y dos de sus secuaces, quisieron intoxicarme… y quién sabe qué más… me dejaste Celina, nunca te lo perdonaré. Podría estar… Alessia se estremeció pensando en todo lo que pudo haberle pasado, en todo lo que a diario veía en las noticias. De no haber sido por el tal señor Amato…-De verdad lo siento, Ale, no sabía nada…
Aunque Alessia tenía intenciones de cumplir su promesa con Santino, no estaba segura de que hubiera un modo adecuado de hacerlo. No deseaba buscar la casa de Valentino Amato, ni tenía el tiempo para hacerlo.Esto fue evidente cuando al día siguiente se levantó para ir a trabajar. Llegó preparada para soportar con estoicismo el acoso de Julio Gianni y conservar su empleo, al menos hasta que regresara su padre, pero él se propuso torturarla a causa de la humillación que había sentido frente al señor Amato. Le tocó atender todas las mesas sola, Julio no dejó que Celina le ayudara, y luego le asignó horas extras para que se encargara de la limpieza de todo el establecimiento, incluso de la cocina.Aunque ninguna de esas tareas le correspondía, Alessia decidió que eso era mejor que ser toqueteada por él, y prefería mil veces limpiar todo, antes que tenerlo cerca.Sin embargo, eso significó que tuvo que salir del trabajo demasiado tarde, lo que no le gustaba para nada. Ya en la parada del a
Era otra mañana nublada y gris, aunque por fortuna no llovía todavía en la ciudad, por lo que Alessia se apresuró para salir de su vivienda y llegar temprano, y sin embarrarse, a la cafetería. Por supuesto, tenía incertidumbre sobre lo que le hubiera sucedido desde la noche anterior a su jefe, luego de que Valentino lo hubiera golpeado por intentar abusar de ella. Se sintió asqueada al recordar la horrible situación… y no se pudo borrar de la cabeza la imagen imponente de ese hombre que parecía hecho de hierro y hielo.Cuando llegó a su trabajo, se sorprendió al ser recibida por el padre de Julio, el señor Gianni, su jefe real, que la interceptó a mitad de camino hacia la sala de empleados:-Buenos días, señorita Marino. -dijo con un gesto de fastidio -. Me temo que no tengo buenas noticias para usted.Alessia lo miró sin entender.-¿Qué sucede, señor Gianni?-Lamentablemente tengo que despedirla, mi hijo ha dejado algunos informes muy… elocuentes… sobre su comportamiento que no pued
Alessia se había quedado congelada en su sitio luego de que Valentino la dejara allí de pie, en la entrada de su magnífica residencia, sin saber ni siquiera qué era lo que se esperaba de ella, cuáles eran sus tareas para ese primer día como niñera.Por suerte, un rostro amable aunque desconocido, se le acercó con una sonrisa. -Buenos días, me imagino que usted es la nueva niñera, la señorita Alessia Marino.Ella salió de su ensimismamiento y le sonrió también.-Buenos días, señor. Sí, esa soy yo.-Mucho gusto, soy Eric, el mayordomo del señor Amato. Acompáñeme, el pequeño Santino está en su habitación jugando. -Gracias.- dijo ella siguiéndolo por los pasillos de la residencia y subiendo las escaleras hacia los dormitorios.-Si usted me lo permite, le contaré brevemente sobre sus tareas. No es nada de gran complejidad, en principio tiene que pasar el día con Santino, jugar y cuidar de él durante las horas que el señor Amato lo requiere, generalmente hasta la cena. Ocasionalmente pued
Alessia se subió por fin al vehículo que la llevaría a su pequeño y humilde departamento. Iba sumida en sus pensamientos, puesto que habían sido días extraños y cargados de novedades y emociones confusas. Hace apenas unas semanas, su vida era tranquila, rutinaria y corriente. De pronto, y desde que conoció a Valentino Amato, todo se había puesto de cabeza. Y aquí estaba, camino a su monoambiente en un auto de lujo conducido por un chofer, trabajando para el déspota señor Amato. Se sentía una verdadera tonta por no haber leído bien y con meticulosidad el contrato que había firmado. Eso había sido una locura, algo que nunca en su vida había hecho. Era como si su propia consciencia se hubiera complotado en su contra, haciéndola comportarse de un modo absurdo e irracional. ¿Quién en su sano juicio firma así un contrato de trabajo? Claro que, en su defensa, ella había imaginado un simple y normal contrato como niñera, no ese extraño documento redactado por el mismísimo demonio. ¿Y si ha