Alessia detestaba ir a trabajar en días de lluvia. Era casi imposible llegar a horario, aunque saliera temprano a tomar su autobús. A menudo iba tan repleto de gente, que no se detenía, y debía esperar al siguiente, mojándose sus zapatos y apenas protegida con un paraguas.
Eso significaba estar con sus pies húmedos y helados durante toda su larga jornada laboral, luego de soportar una reprimenda de su jefe.Ese día no fue la excepción. Pero con un agravante.Estaba esperando el siguiente autobús, segura de que llegaría al menos diez minutos tarde, cuando un automóvil de lujo pasó a su lado a toda velocidad, ignorando el enorme charco de agua junto al cordón de la vereda… y empapándola de pies a cabeza.Alessia maldijo en voz alta, y apeló a su magnífica memoria fotográfica, apuntando en su mente las señas y patente de ese vehículo.Cinco minutos más tarde, subía por fin a su vehículo, temblando de frío e intentando secarse un poco con una pequeña toalla de mano que llevaba en su bolso, ante la mirada despectiva de casi medio pasaje.Su vida no había sido nada fácil durante los últimos cuatro años, desde que sus padres habían fallecido, supuestamente en un accidente de auto, pero ella no lo creía. No le habían permitido reconocer los cuerpos, y hasta el día de hoy, sentía que no había podido despedirse adecuadamente.Había tenido que abandonar sus estudios y conformarse con trabajos mal pagados, mientras vivía en un pequeño departamento alquilado. Su casa paterna había ido a parar al banco, para cubrir una deuda de su padre que ni siquiera sabía que existía.Hacía apenas cuatro meses que trabajaba en la pequeña confitería, que estaba en la otra punta de la ciudad, en una bonita zona, a diferencia de su monoambiente, por lo que las propinas solían ser bastante buenas.Ella era dulce, agradable y, sobre todo, muy hermosa. Su brillante cabello castaño oscuro, sus ojos almendrados y su bella y bien formada figura, hacían que inmediatamente los clientes se sintieran cómodos.Pero hoy, su cabello estaba mojado, y su aspecto era lamentable, cuando entraba a su trabajo casi quince minutos tarde.El señor Gianni, su jefe, lucía molesto cuando la interceptó.-¿Acaso le parece que esta es hora de llegar a trabajar, señorita Marino? Y con ese aspecto lamentable…-Lo siento mucho, señor Gianni, el autobús no se detuvo, y un automóvil pasó y…-No me interesan sus problemas… tengo el salón lleno de clientes, y la señorita Franco no da a basto con todo. Será mejor que se ponga su uniforme inmediatamente y la ayude… Que sea la última vez que llega tarde. La próxima vez, estará despedida. ¿Entendido?-Sí, ahora voy, señor.Alessia buscó el uniforme en su casillero, se cambió con rapidez, y sintiendo los pies helados y el cabello hecho un desastre, fue a ayudar a su compañera, Celina, a atender a los clientes.-Lo siento mucho, Celi, ya sabes como son los días de lluvia…-No te preocupes, Ale, ha sido un infierno para mí también llegar, y eso que estoy mucho más cerca. Ayúdame con las mesas de la izquierda, aún no he tomado sus pedidos.-Enseguida.Alessia fue a una de las mesas, en la que había un hombre de aspecto arrolladoramente apuesto, su ojos azules eran profundos e inquietantes, y lo más hipnótico que ella había visto en su corta vida. Él parecía visiblemente fastidiado por la demora, intentando a duras penas contener a un niño bastante pequeño. Le dio pena, se veía preocupado y su rostro perfecto lucía consternado, así que se acercó con una sonrisa luminosa, que no le duró demasiado. El hombre clavó en ella sus fríos ojos azules. A pesar de su carácter irascible y las molestias por tener que esperar, se sintió instantáneamente atraído por la belleza natural de Alessia. Sin embargo, le dijo con rabia contenida.-Ya era hora de que alguien nos atendiera. ¿Tan difícil es tomar un maldito pedido? Hasta un chimpancé lo podría hacer.Ella aspiró aire profundamente, buscando en su pecho un fragmento de paciencia, antes de responder, con una bella sonrisa dibujada en su rostro.-Me disculpo por la demora, señor, tuve un pequeño percance antes de llegar. Le aseguro que la comida aquí es excelente, eso lo compensará con creces. ¿Qué desean pedir?La mirada de hielo seguía allí, aunque desconcertado por el atractivo encanto de la sonrisa limpia de Alessia.-Yo sólo quiero un café. ¿Tú que deseas pedir, Santino?- dijo preguntándole con cierta dulzura al pequeño, que no aparentaba más de seis o siete años.El niño sonrió cuando el hombre, que a Alessia le parecía increíblemente apuesto y sensual, aunque por lo visto demasiado agrio, lo dejó decidir por su cuenta.-Quiero waffles de chocolate, y un batido de fresa, y un trozo de pastel de vainilla, y un hot cake con miel y fresas, y… y un sándwich de jamón…Todo eso era demasiado para un niño pequeño, y Alessia, acostumbrada a cuidar cada bocado de alimento, intentó razonar con el pequeño.-¿Estás seguro cariño? Parece demasiado para tu pequeño cuerpecito, no creo que puedas comer todo eso…Se dio cuenta muy tarde del error que había cometido, cuando el dulce niño se transformó en un demonio.-¡Nooooooo! ¡Quierooooo! ¡Quieroooo!Alessia intentó calmarlo.-Lo… lo siento, cariño, es sólo que eres un pequeño tan dulce… no quería que le doliera tu barriga y…-¡Buaaaaa!-Lo lamento… ya… enseguida… enseguida traigo todo…El hombre la miraba como si pudiera asesinarla con los ojos.-Lárguese de una vez… Tome mi tarjeta y cóbreme todo. No espere recibir propina.-Lo… siento…Ella se fue inmediatamente, solicitó el exagerado pedido en la cocina y siguió atendiendo las otras mesas, con el corazón estrujado. Compungida por haber provocado semejante berrinche sin desearlo, y por la cantidad de comida que se desperdiciaría. Sólo de pensarlo, su estómago le recordó que hacía casi veinticuatro horas que no probaba bocado.Le fue imposible volver a sonreír cuando se acercó a la mesa del pequeño, haciendo equilibrio en su bandeja con los muchos platillos. Fue dejando todos sobre la mesa, cuando el niño le habló:-Siéntate a comer conmigo.-¿Qué… qué dices?-¡QUIEROOOO QUE COMAS CONMIGO!-Lo siento, pequeño, no puedo, estoy trabajando, me despedirán…-BUAAAAAA… que se sienteeee… que se sienteeee… quiero que la chica bonita coma conmigoooo…-Pero, niño…-Siéntese. Ahora. - siseó el hombre dando un sorbo a su café.-Pero…-No lo repetiré. Siéntese si quiere conservar su trabajo.Alessia, sintiéndose humillada, se sentó, roja de ira, mientras el hombre hacía señas a su jefe.-¿Sí, señor Amato?-La señorita se sentará a comer con mi hijo. -sacó un montón de billetes en efectivo, y los puso frente al señor Gianni-. Le pagaré diez veces lo que ella gana, para disponer de su compañía este día. Espero que eso lo compense.Su jefe la miró con incredulidad, y luego al dinero, tomándolo con rapidez.-Por supuesto, señor, lo compensa perfectamente.Ella no podía ocultar su indignación, mientras los dos hombres disponían de su vida como si fuera una mercancía. Se sentía vulnerable, incapaz de responder, sabiendo que podían despedirla. ¿Quién era ese hombre al que al parecer su jefe no podía decirle que no?.El niño, por otro lado, se veía feliz de haberse salido con la suya.-Ahora, come, señorita bonita…Aunque hace unos pocos minutos ella tenía hambre, toda la humillación se lo había quitado.-Ya lo oyó. - dijo él sin mirarla.Alessia lo observó con ira. Comió pequeños bocados de lo que el niño le iba poniendo en frente, incapaz de levantar la mirada para ver a su alrededor, consciente de que los observaban desde muchas de las mesas.El tal señor Amato la ignoraba rotundamente, mientras que el niño parecía satisfecho.Cuando la incómoda comida hubo terminado, el hombre se puso de pie, sin decir nada, tomó una mano del pequeño, que saludó en dirección de Alessia con su otra manito, mientras ella murmuró para sí misma con rabia:-Si claro, adiós señor déspota… no vaya a rebajarse con un poco de educación y saludarme… Malditos ricos…Pero si estaba indignada por haber sido sometida de esa manera, su ira creció al ver que ambos se subían a un vehículo que pudo reconocer.Era el auto de lujo que la había bañado en agua sucia de camino a su trabajo.-¿Puedes creerlo Celi? ¿Quién se supone que es ese sujeto y por qué el señor Gianni le obedece?-Ay, Ale, de verdad que a veces parece que vives en otro planeta. ¿Acaso nunca escuchaste hablar de Valentino Amato? Es un empresario ultra rico, aunque se dice que también trabaja para la mafia.-¿De… de verdad? ¿Y tiene un hijo?-No se sabe nada del pequeño, nunca se le conoció una esposa. Un día comenzó a aparecer con un bebé. -Que claramente es un niño malcriado ahora…-Así parece… Aunque no se puede negar que Valentino Amato es un hombre… ufff… super excitante… Claro que le había parecido increíblemente atractivo y sensual. No podía quitarse de la cabeza la imagen nítida de su cuerpo alto y fuerte, pero no admitiría su encanto frente a su amiga.-Es un hombre horrible. Desagradable y engreído. Y obviamente necesita ayuda para cuidar a ese niño. No sabe nada de límites. Es caprichoso.Celina puso sus ojos en blanco.-A quién le importa eso, Ale. Nadie habló de casarse y criar a la cri
Alessia despertó con un terrible dolor de cabeza y una agobiante sensación de vacío, aún mareada. Vio a un hombre a su lado, y recuerdos borrosos atacaron su mente. Se incorporó de golpe, y cuando vio con terror que el sujeto abría los ojos, lo golpeó en la cara e intentó correr, con tanta mala suerte que se enredó en una sábana mientras el hombre la sujetaba por el brazo.Valentino la sujetó con fuerza, aún algo adormecido.-¿Qué demonios haces?Alessia comenzó a forcejear con él, todavía algo confundida.-¡Suéltame! ¡Déjame ir! ¡Socorro! No me hagas daño, por favor…Valentino la sujetaba contra la cama, con todo su cuerpo, intentando que dejara de golpearlo y evitando que ella se diera un golpe contra el suelo. La cercanía con Alessia y el perfume dulce de su piel, eran intoxicantes. Nunca se había sentido así.-¡Cálmese de una vez! Se hará daño…Ella estaba inmovilizada bajo el fuerte y pesado cuerpo de él. Podía sentir la firmeza de ese hombre contra ella y su cálido aliento en el
Despertó muchas horas después, sintiéndose al fin descansada. Lo que hubieran puesto en su trago, era de verdad muy fuerte. Por suerte, ya no le dolía la cabeza, pero su estómago estaba revuelto y tenía mucha sed.Cuando miró su móvil, tenía como veinte mensajes de Celina y otras veinte llamadas perdidas.Así que decidió llamarla.-Hola-¡Ale! Estaba preocupada.-¿De verdad? No lo parecías anoche.-Lo siento, Ale. No me pude resistir a ese bombón…-Pues no cuentes conmigo nunca más. Lo pasé horrible…-¿Qué sucedió? ¿Por qué no me respondías antes?-Porque aún estaba agotada a causa de los narcóticos… mala amiga…-¿Qué? ¿De qué hablas?-El idiota del dueño de ese lugar, y dos de sus secuaces, quisieron intoxicarme… y quién sabe qué más… me dejaste Celina, nunca te lo perdonaré. Podría estar… Alessia se estremeció pensando en todo lo que pudo haberle pasado, en todo lo que a diario veía en las noticias. De no haber sido por el tal señor Amato…-De verdad lo siento, Ale, no sabía nada…
Aunque Alessia tenía intenciones de cumplir su promesa con Santino, no estaba segura de que hubiera un modo adecuado de hacerlo. No deseaba buscar la casa de Valentino Amato, ni tenía el tiempo para hacerlo.Esto fue evidente cuando al día siguiente se levantó para ir a trabajar. Llegó preparada para soportar con estoicismo el acoso de Julio Gianni y conservar su empleo, al menos hasta que regresara su padre, pero él se propuso torturarla a causa de la humillación que había sentido frente al señor Amato. Le tocó atender todas las mesas sola, Julio no dejó que Celina le ayudara, y luego le asignó horas extras para que se encargara de la limpieza de todo el establecimiento, incluso de la cocina.Aunque ninguna de esas tareas le correspondía, Alessia decidió que eso era mejor que ser toqueteada por él, y prefería mil veces limpiar todo, antes que tenerlo cerca.Sin embargo, eso significó que tuvo que salir del trabajo demasiado tarde, lo que no le gustaba para nada. Ya en la parada del a
Era otra mañana nublada y gris, aunque por fortuna no llovía todavía en la ciudad, por lo que Alessia se apresuró para salir de su vivienda y llegar temprano, y sin embarrarse, a la cafetería. Por supuesto, tenía incertidumbre sobre lo que le hubiera sucedido desde la noche anterior a su jefe, luego de que Valentino lo hubiera golpeado por intentar abusar de ella. Se sintió asqueada al recordar la horrible situación… y no se pudo borrar de la cabeza la imagen imponente de ese hombre que parecía hecho de hierro y hielo.Cuando llegó a su trabajo, se sorprendió al ser recibida por el padre de Julio, el señor Gianni, su jefe real, que la interceptó a mitad de camino hacia la sala de empleados:-Buenos días, señorita Marino. -dijo con un gesto de fastidio -. Me temo que no tengo buenas noticias para usted.Alessia lo miró sin entender.-¿Qué sucede, señor Gianni?-Lamentablemente tengo que despedirla, mi hijo ha dejado algunos informes muy… elocuentes… sobre su comportamiento que no pued
Alessia se había quedado congelada en su sitio luego de que Valentino la dejara allí de pie, en la entrada de su magnífica residencia, sin saber ni siquiera qué era lo que se esperaba de ella, cuáles eran sus tareas para ese primer día como niñera.Por suerte, un rostro amable aunque desconocido, se le acercó con una sonrisa. -Buenos días, me imagino que usted es la nueva niñera, la señorita Alessia Marino.Ella salió de su ensimismamiento y le sonrió también.-Buenos días, señor. Sí, esa soy yo.-Mucho gusto, soy Eric, el mayordomo del señor Amato. Acompáñeme, el pequeño Santino está en su habitación jugando. -Gracias.- dijo ella siguiéndolo por los pasillos de la residencia y subiendo las escaleras hacia los dormitorios.-Si usted me lo permite, le contaré brevemente sobre sus tareas. No es nada de gran complejidad, en principio tiene que pasar el día con Santino, jugar y cuidar de él durante las horas que el señor Amato lo requiere, generalmente hasta la cena. Ocasionalmente pued
Alessia se subió por fin al vehículo que la llevaría a su pequeño y humilde departamento. Iba sumida en sus pensamientos, puesto que habían sido días extraños y cargados de novedades y emociones confusas. Hace apenas unas semanas, su vida era tranquila, rutinaria y corriente. De pronto, y desde que conoció a Valentino Amato, todo se había puesto de cabeza. Y aquí estaba, camino a su monoambiente en un auto de lujo conducido por un chofer, trabajando para el déspota señor Amato. Se sentía una verdadera tonta por no haber leído bien y con meticulosidad el contrato que había firmado. Eso había sido una locura, algo que nunca en su vida había hecho. Era como si su propia consciencia se hubiera complotado en su contra, haciéndola comportarse de un modo absurdo e irracional. ¿Quién en su sano juicio firma así un contrato de trabajo? Claro que, en su defensa, ella había imaginado un simple y normal contrato como niñera, no ese extraño documento redactado por el mismísimo demonio. ¿Y si ha
Casi sin darse cuenta, el sueño la venció por fin y Alessia se quedó profundamente dormida mientras cuidaba con celo a Valentino, vigilando que aún respirara. Por supuesto, soñó con él, un sueño hermoso y sensual en el que la recorría con sus labios con devoción, la besaba profunda y apasionadamente. Estaban en una cama mullida de una pequeña habitación iluminada con calidez, desnudos. El cuerpo de Valentino era un muro firme, deseable, acogedor, y la sujetaba con sus brazos férreos, apretándola contra su piel ardiente y aromática. Podía sentir el roce de esa piel de lava contra sus pechos, erizando sus pezones excitados. De repente, su sueño cambiaba, el ambiente idílico e iluminado se desintegraba, la luz cálida comenzada a ser de un azul de hielo, y percibía una sensación de terror que le recorría la nuca, una sensación de sudor frío descendiendo por su espalda, como si afuera de la habitación estuvieran ahora rodeados por centenares de enemigos armados, acorralados e incapaces d