Inicio / Romántica / Sirviendo a la mafia / Capítulo 2. En problemas
Capítulo 2. En problemas

-¿Puedes creerlo Celi? ¿Quién se supone que es ese sujeto y por qué el señor Gianni le obedece?

-Ay, Ale, de verdad que a veces parece que vives en otro planeta. ¿Acaso nunca escuchaste hablar de Valentino Amato? Es un empresario ultra rico, aunque se dice que también trabaja para la mafia.

-¿De… de verdad? ¿Y tiene un hijo?

-No se sabe nada del pequeño, nunca se le conoció una esposa. Un día comenzó a aparecer con un bebé.

-Que claramente es un niño malcriado ahora…

-Así parece… Aunque no se puede negar que Valentino Amato es un hombre… ufff… super excitante…

Claro que le había parecido increíblemente atractivo y sensual. No podía quitarse de la cabeza la imagen nítida de su cuerpo alto y fuerte, pero no admitiría su encanto frente a su amiga.

-Es un hombre horrible. Desagradable y engreído. Y obviamente necesita ayuda para cuidar a ese niño. No sabe nada de límites. Es caprichoso.

Celina puso sus ojos en blanco.

-A quién le importa eso, Ale. Nadie habló de casarse y criar a la criaturita. Pero qué buena noche se debe pasar con semejante espécimen masculino… esos ojos azules, el cabello negro, alto, bien formado… ay, y esa boca sexy…

Alessia sólo podía recordar ahora el gesto despectivo de esa boca torcida, y el desprecio de sus ojos azules. No entendía qué se suponía que su amiga había visto en él… o fingía no entenderlo.

Solo le había parecido el ser humano más desagradable que había conocido. Sí, era cierto que apenas lo había visto, con el pequeño Santino, le había parecido tierno y apuesto, y hasta le había dado pena.

Pero ese encanto se había disipado muy rápido, apenas habló.

-Pues a mí no me pareció para nada atractivo. -mintió-. Fue un horrible día en el trabajo, y espero no volver a verlo nunca más. La experiencia más humillante de mi vida…

-Bueno, querida amiga, veo que necesitas una noche de chicas para olvidarte del mal rato. ¿Salimos esta noche? Mañana no trabajamos, será divertido… vamos…

-Creo que es una buena idea, hace mucho que no salimos juntas.

-¡Maravilloso! Te prestaré uno de mis vestidos.

-No, eso no, son demasiado… reveladores.

-Pues, justamente por eso, necesitas divertirte y olvidarte un poco todo lo malo. Buena música, unos tragos… y tal vez algo de acción…

-Ni se te ocurra…

-Bueno… de acuerdo… pero al menos ponte mi vestido azul, hasta te queda mejor que a mi…

-Bien, si con eso te callas.

-Lo prometo.

Una hora más tarde ambas estaban bailando en un bar bastante agradable al que Celina solía ir habitualmente. Como Alessia no tenía mucho dinero para gastar, era su amiga la que solía invitarla, y aunque la joven le insistía cada fin de semana, a ella la avergonzaba muchísimo, y pocas veces aceptaba ir con ella.

Celina entraba como una verdadera diva, conocía a todos en el lugar, y era el opuesto exacto de Ale. Se movía con seguridad y sensualidad, era alta, rubia y muy hermosa. Junto a ella, Alessia se sentía un espantapájaros, aunque no tenía motivos para eso. Esa noche, con el costoso vestido azul que su amiga le había prestado, su hermoso cabello suelto y en ondas naturales, y unos zapatos de tacón, también de Celina, se veía realmente sensual.

Aunque al principio ambas se divertían juntas y bailaban en medio de la pista, en cuanto el alcohol se le subió a la cabeza, Celi comenzó a bailar con un hombre muy apuesto que le estaba coqueteando, dejando de lado a Alessia.

Sin embargo, lo peor fue cuando, saludando con la mano y guiñandole un ojo se fue con su conquista dejándola allí.

El día realmente no podía terminar peor, ahora tendría que volver sola a su departamento, en autobús, y vestida de esa manera.

Estaba por salir mientras pensaba en asesinar fríamente a su "amiga" cuando le bloquearon el paso.

-¿Dónde crees que vas tan solita, muñeca?

Alessia levantó la vista para encontrarse con un moreno alto y apuesto, pero de mirada nublada por el alcohol.

-Lo siento, me voy a mi casa. Déjame pasar.

-Es muy peligroso que salgas sola tan tarde en la noche… ¿Qué clase de caballeros seríamos si lo permitiéramos?

Entonces pudo ver que, junto a este hombre, otros dos la miraban con lujuria desde su mesa. Y no parecía que sólo hubieran tomado alcohol.

-Puedo irme sola, gracias…

Pero apenas intentó dar un paso, el hombre la tomó de un brazo y la llevó hacia un lado.

-¡Suéltame! Voy a gritar y vendrán los guardias…

-¿Esos guardias que miran desde la puerta? Podrías intentarlo… pero sucede que soy el dueño de este lugar, y hago lo que se me dé la gana…

-Por… por favor… déjame ir…

Alessia miraba a su alrededor con desesperación. Ante su mirada suplicante, el guardia simplemente miró hacia otro lado.

Estaba sola.

-Oh, cariño, no tienes por qué preocuparte así… arruinas tu bello rostro con esa expresión… No te haremos nada que no quieras, de verdad… ¿acaso luzco como un delincuente? Sólo quiero invitarte un trago. He visto que tu amiga te dejó sola, y no has bebido nada… Estarás sedienta…

-No… gracias. Estoy bien. Ha sido un largo día… Quiero ir a casa.

-Te prometo que luego te llevaré a tu casa, lindura. Pero ahora, toma algo con nosotros.

-Por favor…

-¿Qué quieres tomar, muñeca?

-Nada…

-Bien, yo elegiré. Lili, tráele un whisky sour a la señorita…

Alessia estaba atrapada, flanqueada por los enormes amigos de ese sujeto. No acostumbraba a beber. Eso sonaba como algo muy fuerte para ella.

-Por favor…

-Vamos, te prometo que sólo te invitaré un trago, y luego iremos a tu casa… lo juro, bonita…

Lili, la camarera, dejó el trago frente a ella con una mirada de lástima.

Bueno, sólo un trago, y en cuanto lograra salir de ese bar, echaría a correr.

Ella tomó el vaso, y comenzó a beber, pensando que pronto saldría de allí. Pero enseguida se sintió terriblemente mareada y adormecida. Era evidente que la camarera, a pedido de ese sujeto, había agregado algo. Descubrió con terror que no podría correr.

Valentino odiaba visitar esa zona personalmente, pero había acordado encontrarse allí con un socio. Apenas entró al bar, escrutó a su alrededor como era su costumbre y su mirada aguda detectó la situación de peligro en que se encontraba la joven de vestido azul en la mesa del primo de su socio. Despreciaba el uso y consumo de estupefacientes, por lo que mientras se aproximaba a la mesa para preguntar por él, observó atentamente a la joven. Sí, sus pupilas dilatadas y su expresión desvaída le indicaron que estaba en lo cierto. Bueno, no era asunto suyo… pero en ese momento reconoció a la empleada de la confitería con la que Santino había tenido una extraña conexión y que lo había hecho comportarse como un idiota. Esa mujer lo atraía como un imán, y de sólo imaginar su sensual cuerpo sinuoso en las manos asquerosas de ese hombre, la sangre le hirvió de celos. No podía dejarla a su suerte, así que se enfrentó a él.

-Buenas noches, Carlo.

-¡Señor Amato! ¿Qué hace aquí?

-Venía a encontrarme con tu primo. Pero resulta que conozco a la joven… así que me la llevo.

-¿Qué? De ninguna manera. Ella se queda con nosotros, señor Amato. Busque su propia zorra. Hay muchas otras aquí…

Carlo no lo enfrentaría en condiciones normales, pero podía verse que estaba bastante intoxicado.

-He dicho que me la llevo, Carlo.

Alessia reconocía la voz y alzó la vista para encontrarse con esos fríos pero atrayentes ojos azules. No lo conocía bien, pero se aferró de un salto a uno de sus brazos fuertes y rogó con la mirada perdida. Casi no podía articular palabra.

-Porrr…. Fav… or…. Sal… sal… ve…

-¿Qué haces, preciosa? Tenemos un trato. Tú te venías con nosotros.

-Viene conmigo, Carlo.

El moreno intentó golpear a Valentino por sorpresa, pero lo esquivó rápidamente, noqueándolo enseguida con la izquierda. Cuando los otros dos trataron de golpearlo también, fueron derribados con gran facilidad. Los guardias, que conocían al señor Amato, se mantuvieron al margen.

Valentino cruzó la puerta, llevando a Alessia del brazo, mientras les decía a uno de los hombres de la entrada:

-Dile al señor Ford que lo llamaré para reprogramar nuestra reunión.

-Sí, señor Amato.

Salieron ambos del bar.

Alessia se desmayó enseguida.

Cuando Alessia abrió sus ojos estaba en una habitación a oscuras, y un sentimiento de terror la invadía, tenía taquicardia y la respiración agitada, seguramente a causa de lo que le habían dado de beber.

En medio de su niebla mental, distinguió un destello azul, y se aferró al dueño de esos ojos, llorando descontroladamente. Podía percibir su aroma envolvente y atractivo, y la calidez de su cuerpo erizando su piel.

Necesitaba que se quedara a su lado, que la protegiera.

-Por favor… por favor no me deje… no me abandone… me violarán… por favor…

-Está a salvo aquí…

Ale no lo soltaba, apretada a su brazo como una garra. Él le haría daño si intentaba arrancarla, así que no se atrevía a hacerlo. Además, el contacto con su piel era adictivo.

-No me deje… por favor… por favor… por… favor…

La joven lloraba sin parar. Valentino no había tenido otra opción y la había llevado a su casa, ya que ella, al desmayarse, no estaba en condiciones de decirle su dirección.

Y ahora, definitivamente, le era imposible salir de allí. Así que tuvo que ceder, y quedarse al lado de esa joven misteriosa.

-No se preocupe, me quedaré. Intente dormir.

Alessia cerraba los ojos, mientras Valentino Amato se quedaba sentado a su lado en la cama. Ella se durmió enseguida, y él la observó por unos minutos, delineando con sus ojos los rasgos suaves de su rostro, hasta que el sueño también lo venció.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo