Pasaron varios días de una maravillosa calma. Alessia debía reconocer que era muy agradable estar allí en la residencia Amato, cuidar del dulce Santino, compartir desayunos y otras comidas con el pequeño y su aparentemente inconmovible padre, descansar y leer sobre su carrera en las horas de escuela, y tener la comodidad de una hermosa casa. Hasta se planteaba la posibilidad de retomar su carrera.Sin embargo, valoraba demasiado su independencia como para dejar de buscar su propio lugar en el que vivir. Lejos de la tentación de Valentino. Cada noche sus sueños eran más atrevidos.Era una tarde tranquila en la que Santino estaba haciendo sus tareas mientras ella lo acompañaba, cuando Valentino irrumpió de golpe en la habitación, con una gran caja en sus manos.-Señorita Marino, necesito que me acompañe un momento a su habitación. Tengo un asunto que tratar con usted.Ignorando el peligro que significaba estar entre cuatro paredes a solas con ese hombre que emanaba un aura de fuego, Ale
Una de las ideas, y no precisamente buena, que tuvo Celina para cambiar el humor de su amiga, fue servir algunos tragos frutales y dulces, pero con bastante alcohol en la receta, por lo que no fue fácil limitar la cantidad que bebían. Aunque no se podía negar que parecía funcionar. Se rieron como niñas, contándose anécdotas, hablando de sus vidas, de sus infancias. Y aunque era algo divertido para hacer juntas en su "noche de chicas", resultó que ambas terminaron demasiado ebrias. Al punto que Alessia no lo pensó muy bien al salir sola para volver a la mansión Amato, en lugar de quedarse allí a dormir, ni su amiga estaba en condiciones de detenerla.Era tarde, o más bien, demasiado temprano para encontrar rápido un taxi en la calle, y ellas no habían tenido la precaución de llamar uno por teléfono, ya que no estaban en condiciones. Alessia caminó algunas cuadras, con rumbo indefinido, observando la calle para ver si encontraba algún vehículo al que hacerle señas para subirse. No era
Alessia se despertó a la mañana siguiente algo perdida y con un insoportable dolor de cabeza. Luego miró alrededor tratando de comprender qué había pasado. Estaba aún con el vestido que Valentino le había regalado, ahora sucio y echado a perder. Y estaba en la cama… de él.Lo único que, con mucho esfuerzo, lograba recordar de la noche anterior, luego de que la habían intentado atacar, era que él la había salvado otra vez, justo cuando pensaba que estaba perdida.En la habitación estaba sola. De seguro era muy tarde y Valentino ya se había ido a trabajar.Se sentía realmente avergonzada por estar allí, y sin saber exactamente cómo había llegado. Alessia fue a su habitación para darse un baño y cambiarse. Tomó un par de muy necesarios analgésicos y miró la hora. Bien, Santino estaba en la escuela, tenía tiempo de reponerse y comer algo. El mayordomo tocó su puerta y entró enseguida al escucharla responder, con una bandeja de comida para ella.-Permiso, señorita Marino, imaginé que te
La verdad era que Valentino había enloquecido sin remedio por Alessia, desde el primer momento en que la vio de pie frente a él en esa tranquila cafetería familiar, con un simple e insulso uniforme de trabajo y su cabello despeinado en un día de lluvia. El destino lo había hecho detenerse allí, de regreso de la escuela de Santino, en un lugar que no solían frecuentar. El destino, que parecía jugar con él.Ninguno de los detalles de su apariencia ese día, logró ocultar ante sus vista la increíble belleza de los ojos de Alessia y las curvas sinuosas de su cuerpo que era para él como el de una diosa, exactamente idéntico a la imagen mental que tenía de una divinidad del amor y la lujuria.Es más, la atracción había sido tan poderosa e inmediata que le había resultado prácticamente imposible reprimir el impulso de tomarla en sus brazos y hacerla suya, diciéndose a sí mismo que no eran ni el momento ni el lugar, y era esa tensión sexual la que lo hacía a menudo comportarse de manera absur
Luego de algunos días, Celina llamó por teléfono a Alessia. Habían conversado ya sobre el último ataque que había recibido su amiga y ella se había sentido tan culpable por esa noche, que aún no se había atrevido a proponerle una idea que tenía en mente desde que se enteró que Ale había sido desalojada tan repentinamente por su casero, quedándose en la calle, para luego terminar viviendo nada más y nada menos que en la mansión Amato. Sin embargo, y aunque estaba segura de que en casa del señor Amato había muchas comodidades maravillosas, sabía que su amiga apreciaba ser más independiente y libre.La última noche que se vieron en persona, de verdad ambas habían bebido de más, y no fue su mejor idea hacer eso. Alessia estuvo muy rara a causa de esa fiesta absurda, y las amigas no supieron moderarse en el consumo, comportándose peor que adolescentes irresponsables. Por supuesto que se sentía bastante culpable por no haberla disuadido de salir sola, pero es que la verdad era que Alessia
A partir de que se fue a vivir a la casa de Celina, cada día Alessia se levantaba temprano, desayunaba con su amiga y tomaba el autobús, haciendo un breve viaje para llegar a la mansión Amato a trabajar. Allí cuidaba con todo su cariño al pequeño Santino, que el primer día no entendía muy bien que ella se hubiera ido y no viviera más con él, a una habitación de distancia, y estuvo algo enojado con ella, pero luego fue sintiéndose mejor al ver que jugaban y pasaban mucho tiempo juntos y que la veía todos los días. Además, su corazón inocente y noble la quería demasiado como para permanecer enfadado mucho tiempo.Luego de trabajar, Alessia volvía directamente a casa de Celi, donde cenaban juntas, conversaban tranquilas de su día y descansaban hasta la mañana siguiente, cada una en su habitación. Celina la había acogido con verdadera generosidad, aunque Ale seguía buscando un lugar donde vivir para no molestar a nadie.Aunque quería a su amiga, no deseaba seguir siendo una carga para na
En ese momento, Celina intentó intervenir, tratando de alejar a ese hombre de su amiga. Lo agarró del torso tirando de él para apartarlo, pero no logró moverlo ni un centímetro.-¡Basta ya! ¡Suéltala! Ya te dijo que no… Esta es nuestra casa, no un burdel. Dejen a mi amiga de una vez y váyanse…El hombre la ignoró, aumentando la presión sobre Alessia, y sonriendo de costado con una expresión de burla, miró a su grupo de amigos y ahora cómplices:-¡Alejate, lindura! Ustedes, hagan algo, sujeten bien a la amiga… este bombón no se me va a escapar ahora que estamos tan cerca… quiero probarla… y tal vez no sólo sus labios… huele delicioso…Con una sonrisa siniestra, los amigos del hombre agarraron a Celina con fuerza, sujetándola de ambos brazos mientras intentaba llegar hasta el sillón y les gritaba con ira e impotencia. Eran demasiados para poder escapar. No podía ayudarla y era desesperante.Alessia seguía luchando, mientras él la empujó más en el sillón, dejándola atrapada bajo su cuerp
Alessia se acercó a la casa con cautela, sintiendo cómo le temblaban las piernas a medida que se aproximaba a ese hombre majestuoso. Le temblaban ante su magnífica figura, por los escalofríos de la excitación y la incertidumbre de lo que le diría. Lo miraba a los ojos sin amedrentarse, intentando adivinar lo que fuera que pasara por la mente de Valentino.Él se sentía demasiado enojado y preocupado. La rescataría una y mil veces si fuera necesario, mataría a quien fuera por ella, incendiaría el mundo si fuera su deseo y si con eso ella estuviera a salvo. Pero no podía evitar la rabia que le daba lo que había pasado. No sólo era rabia con ella, si no también consigo mismo por ser incapaz de retenerla allí a su lado y bajo su techo, sabiendo que la organización "Dragón rojo" la buscaba para hacerle daño, y para llegar a afectarlo a él. Estaba seguro de que ese grupo de hombres tenía algo que ver con sus enemigos. Pero eso lo resolvería después. Ahora tenía que enfrentarse, desarma