La verdad era que Valentino había enloquecido sin remedio por Alessia, desde el primer momento en que la vio de pie frente a él en esa tranquila cafetería familiar, con un simple e insulso uniforme de trabajo y su cabello despeinado en un día de lluvia. El destino lo había hecho detenerse allí, de regreso de la escuela de Santino, en un lugar que no solían frecuentar. El destino, que parecía jugar con él.Ninguno de los detalles de su apariencia ese día, logró ocultar ante sus vista la increíble belleza de los ojos de Alessia y las curvas sinuosas de su cuerpo que era para él como el de una diosa, exactamente idéntico a la imagen mental que tenía de una divinidad del amor y la lujuria.Es más, la atracción había sido tan poderosa e inmediata que le había resultado prácticamente imposible reprimir el impulso de tomarla en sus brazos y hacerla suya, diciéndose a sí mismo que no eran ni el momento ni el lugar, y era esa tensión sexual la que lo hacía a menudo comportarse de manera absur
Luego de algunos días, Celina llamó por teléfono a Alessia. Habían conversado ya sobre el último ataque que había recibido su amiga y ella se había sentido tan culpable por esa noche, que aún no se había atrevido a proponerle una idea que tenía en mente desde que se enteró que Ale había sido desalojada tan repentinamente por su casero, quedándose en la calle, para luego terminar viviendo nada más y nada menos que en la mansión Amato. Sin embargo, y aunque estaba segura de que en casa del señor Amato había muchas comodidades maravillosas, sabía que su amiga apreciaba ser más independiente y libre.La última noche que se vieron en persona, de verdad ambas habían bebido de más, y no fue su mejor idea hacer eso. Alessia estuvo muy rara a causa de esa fiesta absurda, y las amigas no supieron moderarse en el consumo, comportándose peor que adolescentes irresponsables. Por supuesto que se sentía bastante culpable por no haberla disuadido de salir sola, pero es que la verdad era que Alessia
A partir de que se fue a vivir a la casa de Celina, cada día Alessia se levantaba temprano, desayunaba con su amiga y tomaba el autobús, haciendo un breve viaje para llegar a la mansión Amato a trabajar. Allí cuidaba con todo su cariño al pequeño Santino, que el primer día no entendía muy bien que ella se hubiera ido y no viviera más con él, a una habitación de distancia, y estuvo algo enojado con ella, pero luego fue sintiéndose mejor al ver que jugaban y pasaban mucho tiempo juntos y que la veía todos los días. Además, su corazón inocente y noble la quería demasiado como para permanecer enfadado mucho tiempo.Luego de trabajar, Alessia volvía directamente a casa de Celi, donde cenaban juntas, conversaban tranquilas de su día y descansaban hasta la mañana siguiente, cada una en su habitación. Celina la había acogido con verdadera generosidad, aunque Ale seguía buscando un lugar donde vivir para no molestar a nadie.Aunque quería a su amiga, no deseaba seguir siendo una carga para na
En ese momento, Celina intentó intervenir, tratando de alejar a ese hombre de su amiga. Lo agarró del torso tirando de él para apartarlo, pero no logró moverlo ni un centímetro.-¡Basta ya! ¡Suéltala! Ya te dijo que no… Esta es nuestra casa, no un burdel. Dejen a mi amiga de una vez y váyanse…El hombre la ignoró, aumentando la presión sobre Alessia, y sonriendo de costado con una expresión de burla, miró a su grupo de amigos y ahora cómplices:-¡Alejate, lindura! Ustedes, hagan algo, sujeten bien a la amiga… este bombón no se me va a escapar ahora que estamos tan cerca… quiero probarla… y tal vez no sólo sus labios… huele delicioso…Con una sonrisa siniestra, los amigos del hombre agarraron a Celina con fuerza, sujetándola de ambos brazos mientras intentaba llegar hasta el sillón y les gritaba con ira e impotencia. Eran demasiados para poder escapar. No podía ayudarla y era desesperante.Alessia seguía luchando, mientras él la empujó más en el sillón, dejándola atrapada bajo su cuerp
Alessia se acercó a la casa con cautela, sintiendo cómo le temblaban las piernas a medida que se aproximaba a ese hombre majestuoso. Le temblaban ante su magnífica figura, por los escalofríos de la excitación y la incertidumbre de lo que le diría. Lo miraba a los ojos sin amedrentarse, intentando adivinar lo que fuera que pasara por la mente de Valentino.Él se sentía demasiado enojado y preocupado. La rescataría una y mil veces si fuera necesario, mataría a quien fuera por ella, incendiaría el mundo si fuera su deseo y si con eso ella estuviera a salvo. Pero no podía evitar la rabia que le daba lo que había pasado. No sólo era rabia con ella, si no también consigo mismo por ser incapaz de retenerla allí a su lado y bajo su techo, sabiendo que la organización "Dragón rojo" la buscaba para hacerle daño, y para llegar a afectarlo a él. Estaba seguro de que ese grupo de hombres tenía algo que ver con sus enemigos. Pero eso lo resolvería después. Ahora tenía que enfrentarse, desarma
El cálido beso en que sus lenguas se encontraban y peleaban en otro idioma diferente al de sus palabras hirientes, fue llenando los cuerpos de Alessia y Valentino de un fuego casi imparable, ahogando jadeos y sonidos llenos de sensualidad. Ambos se dejaban llevar, haciendo que sus pieles se estremecieran anhelando fundirse en uno solo.Ella se dejó llevar, y comenzó a mover sus manos pequeñas y delicadas a lo largo de esos brazos de roca volcánica, hasta que sus dedos se enroscaron en la nuca de él, jugando con su cabello perfecto y negro, de ébano suave.Él fue aflojando la presión que hacía para retenerla, y comenzó a acariciar con una mano la línea suave del cuello, la curva del hombro, la redondez de su pecho debajo del vestido, rozando al pasar la prominencia de un pezón erecto y sensible, y arrancando un gemido de Alessia que lo obligó a morderle el labio. Siguió bajando, moviéndose inevitablemente para friccionar contra su cuerpo, apretándole levemente el borde de la cintura,
Luego de renunciar a su trabajo como niñera para el señor Amato, Alessia se esforzó en buscar un trabajo adecuado para mantenerse, y para devolver la supuesta indemnización que debía pagar. Sin embargo, algo le decía que Valentino no se la reclamaría, aunque más no fuera para no acercarse a ella otra vez.Aún así, de nuevo estaba atrapada sin conseguir nada en ningún lado. Al menos nada que no fuera un horroroso trabajo esclavizante.Estaba desayunando con Celina, en silencio, con su cabeza descansando pesadamente en una de sus manos. Le daba vueltas a la idea de mudarse de la ciudad. Lo único que tenía allí era a su amiga, y a un montón de recuerdos tristes.Celi la miraba pensativa, tratando de encontrar la forma de ayudarla.De pronto, tuvo una idea.-Ale, no sé cómo no se me ocurrió antes…Ella salió de su ensoñación:-¿Qué cosa, Celi?-Acabo de recordar que mis tíos tienen un restaurante sencillo no muy lejos de aquí y siempre necesitan camareras nuevas. Todas se cansan muy pro
Valentino había tenido un insoportable mal humor durante varios días desde la partida de Alessia. Desde que había renunciado, ni el importante avance que iban haciendo para desenmascarar a "Dragón rojo", ni las muchas mejoras de su negocio, ni el dinero lloviendo y acrecentando sus arcas, lo ponía de buen ánimo. De qué servía todo eso si no podía conservar a su lado y segura a la mujer que desestabilizaba su mundo y amaba de modo irracional.Estaba como un demonio, violento, irascible, bebiendo a menudo, para olvidar lo inútil y débil que todo eso lo hacía sentir. Alessia Marino era su talón de Aquiles, su mayor vulnerabilidad. Y la tenía en otra casa y odiándolo como a la peor basura del mundo.Todo porque la vigilaba y deseaba protegerla, hasta de sí mismo y sus enemigos.Ella había permanecido alejada de su pasado, y de quien realmente era, pero el destino es una entidad cruel y manipuladora, aún peor que el oscuro señor Amato.Por supuesto que la seguía haciendo vigilar, día y no