En ese momento, Celina intentó intervenir, tratando de alejar a ese hombre de su amiga. Lo agarró del torso tirando de él para apartarlo, pero no logró moverlo ni un centímetro.-¡Basta ya! ¡Suéltala! Ya te dijo que no… Esta es nuestra casa, no un burdel. Dejen a mi amiga de una vez y váyanse…El hombre la ignoró, aumentando la presión sobre Alessia, y sonriendo de costado con una expresión de burla, miró a su grupo de amigos y ahora cómplices:-¡Alejate, lindura! Ustedes, hagan algo, sujeten bien a la amiga… este bombón no se me va a escapar ahora que estamos tan cerca… quiero probarla… y tal vez no sólo sus labios… huele delicioso…Con una sonrisa siniestra, los amigos del hombre agarraron a Celina con fuerza, sujetándola de ambos brazos mientras intentaba llegar hasta el sillón y les gritaba con ira e impotencia. Eran demasiados para poder escapar. No podía ayudarla y era desesperante.Alessia seguía luchando, mientras él la empujó más en el sillón, dejándola atrapada bajo su cuerp
Alessia se acercó a la casa con cautela, sintiendo cómo le temblaban las piernas a medida que se aproximaba a ese hombre majestuoso. Le temblaban ante su magnífica figura, por los escalofríos de la excitación y la incertidumbre de lo que le diría. Lo miraba a los ojos sin amedrentarse, intentando adivinar lo que fuera que pasara por la mente de Valentino.Él se sentía demasiado enojado y preocupado. La rescataría una y mil veces si fuera necesario, mataría a quien fuera por ella, incendiaría el mundo si fuera su deseo y si con eso ella estuviera a salvo. Pero no podía evitar la rabia que le daba lo que había pasado. No sólo era rabia con ella, si no también consigo mismo por ser incapaz de retenerla allí a su lado y bajo su techo, sabiendo que la organización "Dragón rojo" la buscaba para hacerle daño, y para llegar a afectarlo a él. Estaba seguro de que ese grupo de hombres tenía algo que ver con sus enemigos. Pero eso lo resolvería después. Ahora tenía que enfrentarse, desarma
El cálido beso en que sus lenguas se encontraban y peleaban en otro idioma diferente al de sus palabras hirientes, fue llenando los cuerpos de Alessia y Valentino de un fuego casi imparable, ahogando jadeos y sonidos llenos de sensualidad. Ambos se dejaban llevar, haciendo que sus pieles se estremecieran anhelando fundirse en uno solo.Ella se dejó llevar, y comenzó a mover sus manos pequeñas y delicadas a lo largo de esos brazos de roca volcánica, hasta que sus dedos se enroscaron en la nuca de él, jugando con su cabello perfecto y negro, de ébano suave.Él fue aflojando la presión que hacía para retenerla, y comenzó a acariciar con una mano la línea suave del cuello, la curva del hombro, la redondez de su pecho debajo del vestido, rozando al pasar la prominencia de un pezón erecto y sensible, y arrancando un gemido de Alessia que lo obligó a morderle el labio. Siguió bajando, moviéndose inevitablemente para friccionar contra su cuerpo, apretándole levemente el borde de la cintura,
Luego de renunciar a su trabajo como niñera para el señor Amato, Alessia se esforzó en buscar un trabajo adecuado para mantenerse, y para devolver la supuesta indemnización que debía pagar. Sin embargo, algo le decía que Valentino no se la reclamaría, aunque más no fuera para no acercarse a ella otra vez.Aún así, de nuevo estaba atrapada sin conseguir nada en ningún lado. Al menos nada que no fuera un horroroso trabajo esclavizante.Estaba desayunando con Celina, en silencio, con su cabeza descansando pesadamente en una de sus manos. Le daba vueltas a la idea de mudarse de la ciudad. Lo único que tenía allí era a su amiga, y a un montón de recuerdos tristes.Celi la miraba pensativa, tratando de encontrar la forma de ayudarla.De pronto, tuvo una idea.-Ale, no sé cómo no se me ocurrió antes…Ella salió de su ensoñación:-¿Qué cosa, Celi?-Acabo de recordar que mis tíos tienen un restaurante sencillo no muy lejos de aquí y siempre necesitan camareras nuevas. Todas se cansan muy pro
Valentino había tenido un insoportable mal humor durante varios días desde la partida de Alessia. Desde que había renunciado, ni el importante avance que iban haciendo para desenmascarar a "Dragón rojo", ni las muchas mejoras de su negocio, ni el dinero lloviendo y acrecentando sus arcas, lo ponía de buen ánimo. De qué servía todo eso si no podía conservar a su lado y segura a la mujer que desestabilizaba su mundo y amaba de modo irracional.Estaba como un demonio, violento, irascible, bebiendo a menudo, para olvidar lo inútil y débil que todo eso lo hacía sentir. Alessia Marino era su talón de Aquiles, su mayor vulnerabilidad. Y la tenía en otra casa y odiándolo como a la peor basura del mundo.Todo porque la vigilaba y deseaba protegerla, hasta de sí mismo y sus enemigos.Ella había permanecido alejada de su pasado, y de quien realmente era, pero el destino es una entidad cruel y manipuladora, aún peor que el oscuro señor Amato.Por supuesto que la seguía haciendo vigilar, día y no
Alessia espantaba en su mente todos los pensamientos que la invadían ahora que estaba de pie frente a Valentino, una vez más, y en el salón de restaurante reinaba el silencio más incómodo de su vida. Se sentía ansiosa.Todos los presentes parecían estar expectantes de esa escena singular entre los dos, evaluando quién era más testarudo que el otro. Francis, incrédulo, veía a su enorme y fuerte jefe, a punto de colapsar mentalmente delante de esa pequeña y redondeada figura con ojos de miel. La joven tenía un poder latente que aún no sabía utilizar, aunque no dudaba de que muy pronto lo descubriría.Valentino y ella se medían con la mirada, intentando descifrarse, hasta que Alessia tomó aire otra vez, casi azul de tanto contenerlo sin darse cuenta, y le repitió como si fuera una grabadora sin asomo de expresión:-Buenos días y bienvenido a este restaurante, señor. Le dejo aquí la carta de platillos para que decida qué se le ofrece. El menú especial del día es risotto con crema de cham
Alessia volvió a su casa cansada por ese largo e inusual día de trabajo. Y también regresó bastante confundida. De verdad no lograba entender las actitudes de Valentino, por más que lo intentara con todo su esmero. Si no fuera tan extraño con ese modo en que la trataba, creería que él la amaba y por eso no podía dejarla ir. Por eso la perseguía de modo casi irracional. Pero no, eso era imposible. Valentino no podía amarla y corresponder a ese sentimiento que había nacido en ella y había crecido hasta la locura. Él podría habérselo dicho alguna vez, entre todas en las que tuvo oportunidad de hacerlo, y no ser así de distante y raro.Se lo podría haber dicho cuando estuvieron besándose en su cama. De sólo recordar esos momentos, el cansancio se le borraba y su piel se erizaba.Aunque para ser sincera, ella tampoco se había atrevido a decirle que lo amaba con locura, también se guardaba ese sentimiento como al mayor secreto. Su excusa era que las palabras de la condesa Carolina Belmon
Valentino tenía un día realmente complicado por delante. No tenía tiempo disponible para seguir discutiendo agotadoramente con Alessia y hacer otra vez ese juego absurdo de poder y orgullo, lanzándose fuego con los ojos y palabras hirientes. Francis le había informado con una llamada, sobre asuntos importantes que tenía que ver y resolver en persona, y en ese momento se dirigía rápidamente en su auto a las oficinas centrales de la empresa, donde lo esperaban hace horas. En el camino no podía sacarse a esa mujer de la cabeza, saboreando el beso robado y escuchando aún los ecos de su gemido.Llegó a la empresa todavía con el ánimo exaltado por su discusión con ella, y con un fuego casi incontenible ardiendo en sus entrañas. La necesidad de avanzar más en esa relación singular, era cada vez mayor.Apenas entró con paso acelerado a la elegante oficina, se encontró con Francis sentado en el sillón, que ya lo estaba esperando con una expresión seria y preocupada y se puso de pie saludándol