Valentino tenía un día realmente complicado por delante. No tenía tiempo disponible para seguir discutiendo agotadoramente con Alessia y hacer otra vez ese juego absurdo de poder y orgullo, lanzándose fuego con los ojos y palabras hirientes. Francis le había informado con una llamada, sobre asuntos importantes que tenía que ver y resolver en persona, y en ese momento se dirigía rápidamente en su auto a las oficinas centrales de la empresa, donde lo esperaban hace horas. En el camino no podía sacarse a esa mujer de la cabeza, saboreando el beso robado y escuchando aún los ecos de su gemido.Llegó a la empresa todavía con el ánimo exaltado por su discusión con ella, y con un fuego casi incontenible ardiendo en sus entrañas. La necesidad de avanzar más en esa relación singular, era cada vez mayor.Apenas entró con paso acelerado a la elegante oficina, se encontró con Francis sentado en el sillón, que ya lo estaba esperando con una expresión seria y preocupada y se puso de pie saludándol
Alessia miraba por la ventana del amplio balcón de la habitación en la que había estado recluida todo el día, la oscuridad de la noche. Estaba demasiado furiosa, herida en lo profundo de su orgullo, retenida allí en contra de su voluntad y sin que Valentino se dignara a aparecer en toda la jornada y darle una explicación. Las mujeres que la vigilaban parecían más dos agentes secretas de alguna extraña fuerza militar, que simples empleadas de una casa. El señor Amato se había asegurado de que le fuera imposible ponerlas de su lado.Sentía que tenía que encontrar la manera de escapar de allí, pero parecía realmente imposible. Esa mansión era una fortaleza inexpugnable.A lo lejos en el jardín, podía ver las linternas y las siluetas de todos los hombres de seguridad que rodeaban la residencia de ese tirano. Aunque lograra salir de la casa, evitarlos era una tarea titánica, a menos que fuera invisible.Además, tenía una curiosidad que no la dejaba tranquila… ¿Qué era lo que había motivad
El silencio entre ellos era casi monstruoso en ese instante. Alessia sentía en cada poro de su piel la inminencia del posible peligro de seguir permaneciendo frente a la mirada ardiente de Valentino. Una mirada cuya elocuencia la agobiaba.Él era en ese momento un fuego nuevo, y estaba a punto de sucumbir a la tentación.Por fin, ella se atrevió a respirar, ante la quietud de ese hombre que tenía enfrente. En ese momento, al sentir su tibio aliento, Valentino la tomó del rostro con ambas manos, se sumergió en la miel de sus ojos, cobró valor y le susurró con voz grave:-Alessia, mi dulce y testaruda Alessia… ¿te gustaría ser mi novia a partir de ahora? No soporto más esta lucha absurda, esta distancia… te deseo, te necesito a mi lado… ¿Serás mi novia?...Ella lo miró asustada. Aterrada. ¿Era verdad todo esto? ¿El poderoso señor Amato le pedía que fuera su novia? No podía ser cierto. Era algún tipo nuevo de manipulación, una treta, una confusión de Valentino.Sin duda, era algo para
Durante los dos días siguientes, Alessia se dedicó a buscar algún otro trabajo que le permitiera vivir, mientras intentaba no pensar en Valentino Amato. Por alguna razón, decidió no volver al restaurante, y nadie la llamó para que volviera. Ella se avergonzaba por toda la situación con el señor Amato y sus hombres en su lugar de trabajo, y por haber faltado sin avisar el día del "rapto". Además, si de verdad le pagaría a Valentino lo de la indemnización, necesitaba con urgencia algo mejor pagado, y el restaurante no lo era. En ese momento supo que, en contra de su voluntad, tal vez era mejor retomar uno de los que habían sido sus primeros trabajos: la barra de un bar nocturno, con grandes propinas.Había trabajado allí durante un semestre, cuando las materias que cursaba de día no le dejaban otra opción por falta de horarios, y lo dejó porque estaba cansada de las insinuaciones de los clientes masculinos. Al final, también tuvo que dejar la carrera por no poder pagar más las cuot
Tal como Valentino lo había arreglado, sin dar lugar a que nadie lo contradijera, el traslado de la abuela de Alessia, Carmela Marino, se hizo enseguida y con una eficiencia milimétrica. Nadie se atrevió a evadir sus firmes órdenes cuando hablaba con su mirada de hielo. Por su parte, la pobre anciana enferma no estaba en condiciones de comprender demasiado de lo que sucedía a su alrededor al principio, y los primeros días fueron criticos y de mucho nerviosismo para Alessia, pero a medida que los días se sucedían y el tratamiento para curarla avanzaba, la salud de Carmela se iba reforzando cada vez más y lograba mantener largas conversaciones con su nieta en el hospital, donde los diferentes especialistas estaban haciendo un trabajo ejemplar y muy cuidadoso.Esas eran charlas en las que Ale intentaba evitar cualquier intento de su abuela de profundizar en lo que de verdad le sucedía a ella con el señor Amato, y de indagar sobre la naturaleza de sus sentimientos.Alessia era consciente
Alessia y su abuela se prepararon para viajar con muchísima ilusión. La última vez que la joven había viajado, había sido hace ya demasiados años como para recordarlo bien, cuando era una niña y sus padres vivían.Ni hablar de la anciana, que llevaba tal vez treinta años sin ir a ningún sitio bonito.Así que era esperable que la noticia maravillosa de unas mini vacaciones las entusiasmara como si fuera la primera vez que viajarían en sus vidas.No había mucho que preparar, sólo un par de valijas, y pronto estuvieron listas para grabar en sus mentes hermosos recuerdos juntas.Disfrutaron cada mínima etapa de ese paseo, desde el corto vuelo hasta la ciudad costera, hasta el viaje en taxi hacia el precioso hotel desde el aeropuerto.Lo primero que hicieron al llegar, fue disfrutar de una merecida tarde en el spa del alojamiento, hasta que Alessia se sintió relajada en extraño, como si sus preocupaciones por el futuro no existieran.Merendaron en el comedor, cuyos grandes ventanales les o
Algunos días antes del viaje de Alessia y su abuela, Valentino Amato estaba en su oficina, meditando y calculando cómo debía proceder a continuación.No deseaba quedarse sufriendo por la negativa de Alessia, porque estaba seguro de que no había sido más que un momento de pánico. Sabía que ella sentía cosas por él, lo veía en sus ojos, en sus gestos, lo olfateaba en su cuerpo dulce y sensual.Pero también tenía la habilidad de percibir el miedo de las personas que lo rodeaban, porque al fin y al cabo era muy importante para su trabajo y para sobrevivir en ese mundo en el que estaba metido inexorablemente.Y ella tenía miedo.Por otro lado, tenía claro que carecía de la habilidad de saber cómo desenvolverse con las mujeres, especialmente con las que amaba.Pese a su imagen de hombre fuerte, apuesto y seductor, llevaba muchos años solo. Sobre todo, muchos años sin enamorarse de nadie.Aunque no tenía muy claro cómo tenía que actuar desde que Alessia lo había rechazado de un modo tan in
En el salón del hotel, un silencio sepulcral se había creado, invadiendo cada rincón.Los hombres de Valentino ya tenían a los terroristas bajo control, y su imprudente jefe estaba ahora congelado por el terror bajo los ojos furiosos y temibles del señor Amato, afilados como cuchillos, mientras aún estaba sujetando con fuerza a Alessia, lo que era su sentencia de muerte. Y ahora lo sabía. Valentino dio un par de lentos pasos, y el hombre no se movió. No podía ni aunque quisiera. Casi no se escuchó la voz del señor Amato cuando siseó con ira contenida:-Suéltala.El jefe obedeció a duras penas, liberando a Alessia, que se alejó de inmediato y se paro junto a su salvador, sin decirle nada, a causa de la impresión, y con el pánico diluyéndose poco a poco.Los ojos desorbitados de ella miraban a Valentino con una mezcla de incredulidad… y de deseo. Por todos los dioses, ese hombre era un monumento a la masculinidad y era como si irradiara un aura de poder y de sensualidad. Además, el h