El silencio entre ellos era casi monstruoso en ese instante. Alessia sentía en cada poro de su piel la inminencia del posible peligro de seguir permaneciendo frente a la mirada ardiente de Valentino. Una mirada cuya elocuencia la agobiaba.Él era en ese momento un fuego nuevo, y estaba a punto de sucumbir a la tentación.Por fin, ella se atrevió a respirar, ante la quietud de ese hombre que tenía enfrente. En ese momento, al sentir su tibio aliento, Valentino la tomó del rostro con ambas manos, se sumergió en la miel de sus ojos, cobró valor y le susurró con voz grave:-Alessia, mi dulce y testaruda Alessia… ¿te gustaría ser mi novia a partir de ahora? No soporto más esta lucha absurda, esta distancia… te deseo, te necesito a mi lado… ¿Serás mi novia?...Ella lo miró asustada. Aterrada. ¿Era verdad todo esto? ¿El poderoso señor Amato le pedía que fuera su novia? No podía ser cierto. Era algún tipo nuevo de manipulación, una treta, una confusión de Valentino.Sin duda, era algo para
Durante los dos días siguientes, Alessia se dedicó a buscar algún otro trabajo que le permitiera vivir, mientras intentaba no pensar en Valentino Amato. Por alguna razón, decidió no volver al restaurante, y nadie la llamó para que volviera. Ella se avergonzaba por toda la situación con el señor Amato y sus hombres en su lugar de trabajo, y por haber faltado sin avisar el día del "rapto". Además, si de verdad le pagaría a Valentino lo de la indemnización, necesitaba con urgencia algo mejor pagado, y el restaurante no lo era. En ese momento supo que, en contra de su voluntad, tal vez era mejor retomar uno de los que habían sido sus primeros trabajos: la barra de un bar nocturno, con grandes propinas.Había trabajado allí durante un semestre, cuando las materias que cursaba de día no le dejaban otra opción por falta de horarios, y lo dejó porque estaba cansada de las insinuaciones de los clientes masculinos. Al final, también tuvo que dejar la carrera por no poder pagar más las cuot
Tal como Valentino lo había arreglado, sin dar lugar a que nadie lo contradijera, el traslado de la abuela de Alessia, Carmela Marino, se hizo enseguida y con una eficiencia milimétrica. Nadie se atrevió a evadir sus firmes órdenes cuando hablaba con su mirada de hielo. Por su parte, la pobre anciana enferma no estaba en condiciones de comprender demasiado de lo que sucedía a su alrededor al principio, y los primeros días fueron criticos y de mucho nerviosismo para Alessia, pero a medida que los días se sucedían y el tratamiento para curarla avanzaba, la salud de Carmela se iba reforzando cada vez más y lograba mantener largas conversaciones con su nieta en el hospital, donde los diferentes especialistas estaban haciendo un trabajo ejemplar y muy cuidadoso.Esas eran charlas en las que Ale intentaba evitar cualquier intento de su abuela de profundizar en lo que de verdad le sucedía a ella con el señor Amato, y de indagar sobre la naturaleza de sus sentimientos.Alessia era consciente
Alessia y su abuela se prepararon para viajar con muchísima ilusión. La última vez que la joven había viajado, había sido hace ya demasiados años como para recordarlo bien, cuando era una niña y sus padres vivían.Ni hablar de la anciana, que llevaba tal vez treinta años sin ir a ningún sitio bonito.Así que era esperable que la noticia maravillosa de unas mini vacaciones las entusiasmara como si fuera la primera vez que viajarían en sus vidas.No había mucho que preparar, sólo un par de valijas, y pronto estuvieron listas para grabar en sus mentes hermosos recuerdos juntas.Disfrutaron cada mínima etapa de ese paseo, desde el corto vuelo hasta la ciudad costera, hasta el viaje en taxi hacia el precioso hotel desde el aeropuerto.Lo primero que hicieron al llegar, fue disfrutar de una merecida tarde en el spa del alojamiento, hasta que Alessia se sintió relajada en extraño, como si sus preocupaciones por el futuro no existieran.Merendaron en el comedor, cuyos grandes ventanales les o
Algunos días antes del viaje de Alessia y su abuela, Valentino Amato estaba en su oficina, meditando y calculando cómo debía proceder a continuación.No deseaba quedarse sufriendo por la negativa de Alessia, porque estaba seguro de que no había sido más que un momento de pánico. Sabía que ella sentía cosas por él, lo veía en sus ojos, en sus gestos, lo olfateaba en su cuerpo dulce y sensual.Pero también tenía la habilidad de percibir el miedo de las personas que lo rodeaban, porque al fin y al cabo era muy importante para su trabajo y para sobrevivir en ese mundo en el que estaba metido inexorablemente.Y ella tenía miedo.Por otro lado, tenía claro que carecía de la habilidad de saber cómo desenvolverse con las mujeres, especialmente con las que amaba.Pese a su imagen de hombre fuerte, apuesto y seductor, llevaba muchos años solo. Sobre todo, muchos años sin enamorarse de nadie.Aunque no tenía muy claro cómo tenía que actuar desde que Alessia lo había rechazado de un modo tan in
En el salón del hotel, un silencio sepulcral se había creado, invadiendo cada rincón.Los hombres de Valentino ya tenían a los terroristas bajo control, y su imprudente jefe estaba ahora congelado por el terror bajo los ojos furiosos y temibles del señor Amato, afilados como cuchillos, mientras aún estaba sujetando con fuerza a Alessia, lo que era su sentencia de muerte. Y ahora lo sabía. Valentino dio un par de lentos pasos, y el hombre no se movió. No podía ni aunque quisiera. Casi no se escuchó la voz del señor Amato cuando siseó con ira contenida:-Suéltala.El jefe obedeció a duras penas, liberando a Alessia, que se alejó de inmediato y se paro junto a su salvador, sin decirle nada, a causa de la impresión, y con el pánico diluyéndose poco a poco.Los ojos desorbitados de ella miraban a Valentino con una mezcla de incredulidad… y de deseo. Por todos los dioses, ese hombre era un monumento a la masculinidad y era como si irradiara un aura de poder y de sensualidad. Además, el h
El suave beso de Valentino, abrió de golpe la compuerta de deseo que ambos habían contenido desde que se conocieron, y se fue liberando irrefrenable con un fuego que lo invadiría todo a su alrededor, desde el centro mismo de sus cuerpos.Alessia abrió sus labios al sentirlo, tan suave y apetecible, y él pudo entrar en su boca y explorar por segunda vez su sabor dulce, con placer, hasta que la intensidad del beso fue tal, que un gemido ahogado escapó de ella.Eso fue como una chispa en medio de un bosque seco, que activó de inmediato un mecanismo de lava en el interior de él, que recorrió con sus manos el delicado cuello y los hombros de ella, y rodó los dedos con cautela hasta dar con el cierre del vestido que descendía por su espalda. Lo bajó despacio, acompañando con lentos besos, esperando una palabra de ella que lo detuviera, pero ésta palabra nunca llegó, confirmando que ella también deseaba continuar.Alessia lo miraba con tibio anhelo en sus dorados y ambarinos ojos, mientras
A la mañana siguiente, al abrir los ojos, Alessia pudo ver que todo había sido real. A su lado, el hombre con el que soñaba, Valentino Amato, la miraba con una sonrisa luminosa en su rostro siempre tan serio.Cuando la vio abrir sus ojos de miel, no pudo resistir el impulso de acariciar su rostro y envolverla en un abrazo contra su pecho antes de decirle con voz suave:-Buenos días, Alessia.Estaba despierta pero parecía un sueño, uno de los más hermosos.Suspiró con un sentimiento de paz, y le respondió:-Buenos días, Valentino.-Ya he pedido el desayuno en la habitación y he verificado que tu abuela está bien. Por supuesto, si prefieres ir con ella…Ale le interrumpió con un tono de anhelo en su voz:-No… quiero quedarme contigo hoy… aquí…Seguian desnudos, y las palabras de Alessia hicieron que él se sintiera inmediatamente encendido.La besó en el cuello, despacio, llenándose de su aroma de flores, y atrapó un instante el lóbulo de su oreja con sus dientes, haciendo que ella gimi