El suave beso de Valentino, abrió de golpe la compuerta de deseo que ambos habían contenido desde que se conocieron, y se fue liberando irrefrenable con un fuego que lo invadiría todo a su alrededor, desde el centro mismo de sus cuerpos.Alessia abrió sus labios al sentirlo, tan suave y apetecible, y él pudo entrar en su boca y explorar por segunda vez su sabor dulce, con placer, hasta que la intensidad del beso fue tal, que un gemido ahogado escapó de ella.Eso fue como una chispa en medio de un bosque seco, que activó de inmediato un mecanismo de lava en el interior de él, que recorrió con sus manos el delicado cuello y los hombros de ella, y rodó los dedos con cautela hasta dar con el cierre del vestido que descendía por su espalda. Lo bajó despacio, acompañando con lentos besos, esperando una palabra de ella que lo detuviera, pero ésta palabra nunca llegó, confirmando que ella también deseaba continuar.Alessia lo miraba con tibio anhelo en sus dorados y ambarinos ojos, mientras
A la mañana siguiente, al abrir los ojos, Alessia pudo ver que todo había sido real. A su lado, el hombre con el que soñaba, Valentino Amato, la miraba con una sonrisa luminosa en su rostro siempre tan serio.Cuando la vio abrir sus ojos de miel, no pudo resistir el impulso de acariciar su rostro y envolverla en un abrazo contra su pecho antes de decirle con voz suave:-Buenos días, Alessia.Estaba despierta pero parecía un sueño, uno de los más hermosos.Suspiró con un sentimiento de paz, y le respondió:-Buenos días, Valentino.-Ya he pedido el desayuno en la habitación y he verificado que tu abuela está bien. Por supuesto, si prefieres ir con ella…Ale le interrumpió con un tono de anhelo en su voz:-No… quiero quedarme contigo hoy… aquí…Seguian desnudos, y las palabras de Alessia hicieron que él se sintiera inmediatamente encendido.La besó en el cuello, despacio, llenándose de su aroma de flores, y atrapó un instante el lóbulo de su oreja con sus dientes, haciendo que ella gimi
Valentino entró al cuarto de baño para tomar una ducha rápida, mientras sonreía pensando en Alessia y en el placer recibido de su suave y tibia boca. Ambos se llevaban muy bien en la cama, como si sus cuerpos estuvieran predestinados.En el último mes junto a ella había sido más feliz que en toda su turbulenta vida.Deseaba aferrarse a estos momentos perfectos y olvidarse de todo lo demás. Olvidar pasado y presente como si él fuera otro hombre. Ella era un oasis en medio de toda esa locura.Tenía muchos problemas que resolver todavía y siempre habría enemigos que pudieran amenazarlos, porque aunque acabara con unos, siempre surgirían otros, así era el negocio. Pero Valentino se había esforzado cada día por convertirse en un hombre poderoso y prácticamente intocable.Eran pocos, e inconscientes, los que se habían atrevido a enfrentarlo.Su sola mención, inspiraba un reverencial temor.Con el tiempo, él había forjado un coordinado ejército fiel e indestructible, confiaba en cada uno
Valentino necesitaba que Alessia le hablara. Saber que ella estaba bien con la revelación reciente de su identidad y que se quedaría a su lado hasta tener todas las respuestas. Saber que juntos enfrentarían las sombras de su pasado y cómo éstas se vinculaban misteriosamente entre sí.Entrecruzadas por algún designio del incontrolable destino.Ella estaba terriblemente conmocionada, eso era evidente. Y él sentía la impotencia al no encontrar una solución inmediata.El silencio de ella era apabullante.De pronto, Alessia simplemente se puso de pie en silencio y con la mirada vacía. Aún estaba desnuda, luego de su sensual encuentro matinal, y ella aún podía percibir en sí misma, en su piel, en sus labios, el aroma y el sabor delicioso de Valentino. Eso la hizo sentirse sucia y vil. Porque, por supuesto, le había gustado acostarse con el líder mafioso que dirigía esa maldita organización. Lo había disfrutado en cada fragmento de su humanidad.Se miró el cuerpo con aprensión como si no
Valentino, desolado y sombrío, terminó de vestirse y se subió a su auto. A medida que avanzaba, de camino hacia el lugar de la reunión de esa mañana, el dolor que sentía en su pecho fue dejando paso a un sentimiento aún más duro y terrible para quienes se cruzaran con él: la furia incontenible.Poco a poco, se fue encendiendo un fuego arrasador en su interior, uno que se apagaba con una sola cosa.La sangre.No siempre había sido así, violento e implacable. Pero su mundo era complejo y demasiado difícil, no era un mundo para ser blando y comprensivo.Alessia había probado en carne propia sólo una pequeña fracción del peligro que representaba inmiscuirse en los asuntos de la mafia, meterse directa o indirectamente en ese mundo dónde ser suave implicaba la muerte certera.En cambio él… llevaba años sumergido en las tinieblas.Años que lo habían transformado en lo que era hoy.Y la luz que lo había acompañado el último mes, acababa de apagarse para Valentino.Eso no sería bueno para sus
Mientras tanto, Alessia y su abuela permanecían en un incómodo silencio sentadas frente a frente en la sala de la casa. La joven parecía decidida a no dejarlo pasar esta vez.Sin embargo, Carmela se negaba a hablar, rompiendo un secretismo de tantos años, y su nieta poco a poco perdía la escasa paciencia que tenía ese día.No podía creer que en un par de horas todo hubiera cambiado tanto.Un instante estaba en la cima del éxtasis sobre el cuerpo perfecto de Valentino y al siguiente estaba hundida en la desesperación de la soledad.Si renunciaría por fidelidad a sus padres y por su deber de hija, al amor de su vida, al menos merecía toda la verdad, todos los detalles que hubiera, toda la información que la anciana estaba ocultando.Porque en realidad deseaba profundamente creerle a Valentino, y porque estas escasas horas de distancia ya la estaban matando.Deseaba volver a sus brazos aunque fuera el ogro de la historia. Y eso era deprimente. -Abue, sé que tú sabes más de este asunto y
Se sentía bien el instante de paz silenciosa que acallaba por un momento el enloquecido bullicio de su cabeza.Había sido demasiada emoción y demasiada estridencia para un solo día, y por eso ahora era bienvenida la calma.Luego de tantas voces externas, luego de un coro de voces iracundas del pasado, voces confundidas del presente, voces con verdades a medias.Silencio, por un rato.Después todo cambió. A su alrededor escuchó voces reales, pero que estaban lejos, muy lejos.Tal vez, una era la voz de su abuela, Carmela, la que le había mentido por años.La otra era de su amiga, Celina, genuinamente preocupada. Ella era la que había sido su apoyo en las buenas y en las malas, desde antes de perder a sus padres, la que había hecho que le fuera imposible abandonar esa ciudad donde todo era tan difícil.Los brazos de alguien más fuerte que su amiga la levantaban del suelo donde había caído desmayada y aún no deseaba volver en sí.Era agradable estar así un poco más.El sonido de un auto
Alessia estaba decidida a ser madre sola, a pesar de que no estaba segura de cómo lo haría, cuando en los últimos meses no le había sido tan fácil sobrevivir. Apenas recibió el alta del hospital, decidió ir a la casa que compartía con su abuela, acompañada de Celina, cuya indignación se fue disipando en el camino, dejando paso a la ilusión de ser la tía que malcriaría al pequeño de su amiga.Ale tenía ahora demasiado en qué pensar, pero sabía que, si se organizaba, el sueldo que había guardado celosamente mientras trabajaba para Valentino, le duraría aún un tiempo, hasta conseguir un nuevo trabajo. Hubo épocas en las que había vivido con menos.Tendría que cuidarse mejor, en eso su médico estaba en lo cierto, y esta vez no sólo por ella, si no también por su pequeño, al que tenía que cuidar y proteger. Al que ya amaba y deseaba darle lo mejor.En el fondo, eso la angustiaba mucho, ya que no podía darle por ahora, la vida que un hijo se merecía.Pero estaba segura de que se enfrenta