Casi sin darse cuenta, el sueño la venció por fin y Alessia se quedó profundamente dormida mientras cuidaba con celo a Valentino, vigilando que aún respirara. Por supuesto, soñó con él, un sueño hermoso y sensual en el que la recorría con sus labios con devoción, la besaba profunda y apasionadamente. Estaban en una cama mullida de una pequeña habitación iluminada con calidez, desnudos. El cuerpo de Valentino era un muro firme, deseable, acogedor, y la sujetaba con sus brazos férreos, apretándola contra su piel ardiente y aromática. Podía sentir el roce de esa piel de lava contra sus pechos, erizando sus pezones excitados. De repente, su sueño cambiaba, el ambiente idílico e iluminado se desintegraba, la luz cálida comenzada a ser de un azul de hielo, y percibía una sensación de terror que le recorría la nuca, una sensación de sudor frío descendiendo por su espalda, como si afuera de la habitación estuvieran ahora rodeados por centenares de enemigos armados, acorralados e incapaces d
Luego de dormir unas horas en casa, que fueron realmente reparadoras, Alessia se levantó con la intención de relajarse y tal vez leer un libro de enfermería, mientras esperaba que se requirieran sus servicios como niñera. Es decir, hasta que él la necesitara a su lado.Estaba concentrada en la lectura, y pensando en ese hombre enigmático que en cierto modo deseaba conocer mejor, aunque la intimidara, cuando alguien golpeó su puerta.Cuando Alessia abrió la puerta, se encontró con el rostro conocido y algo amargado del casero.Él carraspeó antes de hablar:-Buenas tardes, señorita Marino. Espero no interrumpir nada, pero temo que es urgente.-Buenas tardes, señor Kant, ¿A qué se debe su visita? ¿Cuál es la urgencia?-Vengo a notificarle que lamentablemente necesito que desocupe este departamento. Mi hijo menor regresó, luego de estar estudiando abogacía fuera de la ciudad, y vivirá aquí a partir de ahora. Por desgracia, usted es la única inquilina que no tiene un contrato bianual, le q
Pasaron varios días de una maravillosa calma. Alessia debía reconocer que era muy agradable estar allí en la residencia Amato, cuidar del dulce Santino, compartir desayunos y otras comidas con el pequeño y su aparentemente inconmovible padre, descansar y leer sobre su carrera en las horas de escuela, y tener la comodidad de una hermosa casa. Hasta se planteaba la posibilidad de retomar su carrera.Sin embargo, valoraba demasiado su independencia como para dejar de buscar su propio lugar en el que vivir. Lejos de la tentación de Valentino. Cada noche sus sueños eran más atrevidos.Era una tarde tranquila en la que Santino estaba haciendo sus tareas mientras ella lo acompañaba, cuando Valentino irrumpió de golpe en la habitación, con una gran caja en sus manos.-Señorita Marino, necesito que me acompañe un momento a su habitación. Tengo un asunto que tratar con usted.Ignorando el peligro que significaba estar entre cuatro paredes a solas con ese hombre que emanaba un aura de fuego, Ale
Una de las ideas, y no precisamente buena, que tuvo Celina para cambiar el humor de su amiga, fue servir algunos tragos frutales y dulces, pero con bastante alcohol en la receta, por lo que no fue fácil limitar la cantidad que bebían. Aunque no se podía negar que parecía funcionar. Se rieron como niñas, contándose anécdotas, hablando de sus vidas, de sus infancias. Y aunque era algo divertido para hacer juntas en su "noche de chicas", resultó que ambas terminaron demasiado ebrias. Al punto que Alessia no lo pensó muy bien al salir sola para volver a la mansión Amato, en lugar de quedarse allí a dormir, ni su amiga estaba en condiciones de detenerla.Era tarde, o más bien, demasiado temprano para encontrar rápido un taxi en la calle, y ellas no habían tenido la precaución de llamar uno por teléfono, ya que no estaban en condiciones. Alessia caminó algunas cuadras, con rumbo indefinido, observando la calle para ver si encontraba algún vehículo al que hacerle señas para subirse. No era
Alessia se despertó a la mañana siguiente algo perdida y con un insoportable dolor de cabeza. Luego miró alrededor tratando de comprender qué había pasado. Estaba aún con el vestido que Valentino le había regalado, ahora sucio y echado a perder. Y estaba en la cama… de él.Lo único que, con mucho esfuerzo, lograba recordar de la noche anterior, luego de que la habían intentado atacar, era que él la había salvado otra vez, justo cuando pensaba que estaba perdida.En la habitación estaba sola. De seguro era muy tarde y Valentino ya se había ido a trabajar.Se sentía realmente avergonzada por estar allí, y sin saber exactamente cómo había llegado. Alessia fue a su habitación para darse un baño y cambiarse. Tomó un par de muy necesarios analgésicos y miró la hora. Bien, Santino estaba en la escuela, tenía tiempo de reponerse y comer algo. El mayordomo tocó su puerta y entró enseguida al escucharla responder, con una bandeja de comida para ella.-Permiso, señorita Marino, imaginé que te
La verdad era que Valentino había enloquecido sin remedio por Alessia, desde el primer momento en que la vio de pie frente a él en esa tranquila cafetería familiar, con un simple e insulso uniforme de trabajo y su cabello despeinado en un día de lluvia. El destino lo había hecho detenerse allí, de regreso de la escuela de Santino, en un lugar que no solían frecuentar. El destino, que parecía jugar con él.Ninguno de los detalles de su apariencia ese día, logró ocultar ante sus vista la increíble belleza de los ojos de Alessia y las curvas sinuosas de su cuerpo que era para él como el de una diosa, exactamente idéntico a la imagen mental que tenía de una divinidad del amor y la lujuria.Es más, la atracción había sido tan poderosa e inmediata que le había resultado prácticamente imposible reprimir el impulso de tomarla en sus brazos y hacerla suya, diciéndose a sí mismo que no eran ni el momento ni el lugar, y era esa tensión sexual la que lo hacía a menudo comportarse de manera absur
Luego de algunos días, Celina llamó por teléfono a Alessia. Habían conversado ya sobre el último ataque que había recibido su amiga y ella se había sentido tan culpable por esa noche, que aún no se había atrevido a proponerle una idea que tenía en mente desde que se enteró que Ale había sido desalojada tan repentinamente por su casero, quedándose en la calle, para luego terminar viviendo nada más y nada menos que en la mansión Amato. Sin embargo, y aunque estaba segura de que en casa del señor Amato había muchas comodidades maravillosas, sabía que su amiga apreciaba ser más independiente y libre.La última noche que se vieron en persona, de verdad ambas habían bebido de más, y no fue su mejor idea hacer eso. Alessia estuvo muy rara a causa de esa fiesta absurda, y las amigas no supieron moderarse en el consumo, comportándose peor que adolescentes irresponsables. Por supuesto que se sentía bastante culpable por no haberla disuadido de salir sola, pero es que la verdad era que Alessia
A partir de que se fue a vivir a la casa de Celina, cada día Alessia se levantaba temprano, desayunaba con su amiga y tomaba el autobús, haciendo un breve viaje para llegar a la mansión Amato a trabajar. Allí cuidaba con todo su cariño al pequeño Santino, que el primer día no entendía muy bien que ella se hubiera ido y no viviera más con él, a una habitación de distancia, y estuvo algo enojado con ella, pero luego fue sintiéndose mejor al ver que jugaban y pasaban mucho tiempo juntos y que la veía todos los días. Además, su corazón inocente y noble la quería demasiado como para permanecer enfadado mucho tiempo.Luego de trabajar, Alessia volvía directamente a casa de Celi, donde cenaban juntas, conversaban tranquilas de su día y descansaban hasta la mañana siguiente, cada una en su habitación. Celina la había acogido con verdadera generosidad, aunque Ale seguía buscando un lugar donde vivir para no molestar a nadie.Aunque quería a su amiga, no deseaba seguir siendo una carga para na