Despertó muchas horas después, sintiéndose al fin descansada. Lo que hubieran puesto en su trago, era de verdad muy fuerte. Por suerte, ya no le dolía la cabeza, pero su estómago estaba revuelto y tenía mucha sed.
Cuando miró su móvil, tenía como veinte mensajes de Celina y otras veinte llamadas perdidas.Así que decidió llamarla.-Hola-¡Ale! Estaba preocupada.-¿De verdad? No lo parecías anoche.-Lo siento, Ale. No me pude resistir a ese bombón…-Pues no cuentes conmigo nunca más. Lo pasé horrible…-¿Qué sucedió? ¿Por qué no me respondías antes?-Porque aún estaba agotada a causa de los narcóticos… mala amiga…-¿Qué? ¿De qué hablas?-El idiota del dueño de ese lugar, y dos de sus secuaces, quisieron intoxicarme… y quién sabe qué más… me dejaste Celina, nunca te lo perdonaré. Podría estar…Alessia se estremeció pensando en todo lo que pudo haberle pasado, en todo lo que a diario veía en las noticias. De no haber sido por el tal señor Amato…-De verdad lo siento, Ale, no sabía nada… nunca pensé…-Eso mismo, Celi. No pensaste. Me dejaste allí abandonada. Espero que al menos tú hayas tenido una buena noche…-El tipo era un semental, me hizo gozar como nunca… pero eso no quita que me sienta pésimo por tí… ¿cómo te salvaste?Ella no quería decirle la verdad. En realidad, deseaba cortar. La muy descarada admitía que lo había pasado bien con ese hombre.-Un buen hombre que vio todo, me sacó de allí y me ayudó… adiós Celina.Y le cortó.Al día siguiente, le tocaba cubrir el turno del domingo en la cafetería. Por suerte, esta vez no llovía y llegó a horario, descansada y con buen aspecto. Se puso su uniforme, y al salir se encontró con un hombre al que no conocía.-¿Hola?-Hola, señorita Alessia, es un placer conocerte. Mi padre se tomará un par de semanas de merecidas vacaciones, así que estaré a cargo este sitio por un tiempo. -le tendió la mano- Soy Julio Gianni.Ella tomó la mano. El hombre tenía el mismo aspecto ladino de su padre, pero algo más alto y bien parecido.-Mucho gusto, señor Gianni.-¡Por favor, Alessia! No me trates de señor. Casi tenemos la misma edad.-Lo siento… Julio.-¡Bien! Mucho mejor… eres muy bonita, Alessia. Estoy seguro que nos llevaremos bien.-Gracias… si me disculpa, iré a atender las mesas.-Claro, claro…Ale pudo sentir los ojos de Julio clavados en su trasero, marcado por el pantalón del uniforme. A simple vista, le había parecido desagradable. Pero decidió que se mantendría abierta y sin prejuzgar.Sin embargo, la semana que siguió fue un infierno. El tal Julio coqueteó con ella en cada oportunidad que tuvo, la invitaba a salir, la rozaba siempre que pasaba a su lado, le hacía insinuaciones y la molestaba.Literalmente, la estaba volviendo loca.-Vamos, Alessia. Sal conmigo esta noche, te aseguro que lo pasaremos bien…-Muchas gracias de nuevo, Julio, pero ya te he dicho que no estoy interesada en una relación.-Linda, nadie habla de una relación…La había seguido hasta la sala de empleados donde estaban los casilleros, mientras ella buscaba su uniforme para empezar a trabajar. Se acercó mucho a ella, y agregó.-Te aseguro que me basta con hacerte mía una noche, tengo mucho para ofrecerte… podría darte un buen aumento… y depende de qué tan satisfecho me dejes…-Señor Gianni… por favor, le he dicho que no.-Me muero por ver de qué eres capaz con esa boquita tan dulce que tienes… apuesto a que la usas bien…Alessia se escurrió como pudo y fue al salón de la cafetería, con Julio pisándole los talones. De repente, la tomó del brazo y la giró de golpe. No había clientes en las mesas.-Óyeme, linda, ya perdí la paciencia, así que seré claro. O sales conmigo y me das lo que te pido, o haré que te despidan…Ella intentaba soltarse del agarre.-Pero…-No hay peros, me cansé de ser amable…En ese momento, unos clientes entraron por la puerta y Alessia se giró para atenderlos, encontrándose frente a frente con Valentino Amato, y su pequeño.Ella se arrancó de golpe de la sujeción de Julio, y le sonrió al pequeño.-Hola, Santi…-Estoy enojado contigo…-¿Y eso por qué?-No cumpliste tu promesa… no fuiste a verme…Los ojitos azules brillaban de tristeza.-Lo siento, cariño, ha sido una semana… terrible. De mucho trabajo… debo trabajar si quiero comer… ¿Lo entiendes Santi?-No quiero que trabajes… puedes comer conmigo…-No puedo… de verdad. Debo pagar alquiler… y todo eso.Alessia se había agachado hasta la altura del niño y le tomaba una mano.-¿Lo puedes entender, Santi?-Si… todos trabajan y no quieren estar conmigo…-Eso no es cierto…Valentino habló:-Si es por eso, podría trabajar como niñera de mi hijo.En ese momento, Julio intervino:-De ninguna manera, la señorita Marino trabaja para mí.Valentino clavó su gélida mirada en él, intimidándolo mientras preguntaba:-¿Usted quién demonios es?-Sss… soy Julio… Julio Gianni.-Ya veo… yo soy Valentino Amato, y no tolero que me contradigan. ¿Está claro?-P… por… supuesto…-Ahora, la señorita Marino nos traerá nuestro pedido, se sentará a comer con mi hijo, y volveré a pagar muy bien por ese servicio, como lo hice con su padre.Santi daba saltitos feliz, mientras iba a sentarse en su mesa favorita.Julio no dijo más nada. Alessia tomó el pedido de Santino, y cuando estuvo listo, tuvo que volver a sentarse con ellos.Pero esta vez estuvo un poco más relajada. En el fondo, agradecía la oportuna llegada de los dos, que le ahorraba seguir lidiando con su jefe.-Me alegra que se esté comportando como una dama, señorita Marino. No ha llegado a su casa tarde este último fin de semana.-¿Acaso me está espiando?Valentino no respondió. Sólo dio un sorbo a su café.-Sepa que estoy muy agradecida por su ayuda de aquella noche, pero no me gusta que me esté controlando. No tiene derecho.Él se encogió de hombros.Cuando terminaron de comer, ambos se fueron, no sin que antes el pequeño se colgara de Alessia para besarla en la mejilla.-Hueles bonito, Ale…-Gracias, Santi.Ya sea porque se había cansado o porque aún se sentía intimidado luego de la actitud de Valentino, Julio no volvió a molestarla.Esa noche Alessia estaba por fin en su casa, recostada en su cama, tratando de dormir y planteándose la posibilidad de abandonar su trabajo en la cafetería y buscar otra cosa más tranquila, lejos de ese acosador de Julio Gianni. ¿Sería real la oferta de empleo del señor Amato?.No lo creía, seguramente él lo había dicho para contentar a Santi, al que parecía incapaz de negarle cualquier cosa. Le daba algo de curiosidad saber cómo era la historia de esos dos.Por otro lado, sería demasiado difícil trabajar para un hombre como él, que la intimidaba de ese modo y eso que apenas hablaba.Pero la confitería, por desgracia, ya no era un lugar seguro.Además, Celina Franco no había ido allí en toda la semana, dejándola sola con ese rufián. Su amiga, o ex amiga, no necesitaba trabajar en realidad, vivía con una mensualidad de sus padres, pero lo hacía para tener algo de dinero extra para cosas bonitas.Justo pensaba en ella, y estaba por dormirse, cuando su teléfono sonó.Reconoció el número.-¿Hola? ¿Celina?-Aleeeeeeeee…-¿Celina? ¿Estás bien?-Amiiiiigaaaa… lo siento… tantooooo… te… te extraño… Aleeesssiaaa…-¿Estás ebria, Celi?-Un… sólo un poquitooo… es que… no… no soporto que me ignores y no me quieras más… perdónameeee… por favorrrr… te lo suplicooo… perrrrdónnn… Alessia de mi corazón…Alessia era demasiado blanda, pero no toleraba escuchar así a su amiga. Además, estaba preocupada por ella. ¿Y si estaba en ese horrible bar?-Tranquila, Celi… te perdono…-¿De… de verdad?-Sí, Celi… ¿Estás bien?-Un… poquito… bebida…No parecía tan poquito.-¿Dónde estás?-Aquí… cerquita de tu casa… de tí… aquí… estoyyy…-¿Dónde?-F… Fowerrr…Ale suspiró más aliviada. No era el bar siniestro.-¿En el bar Flowers?-Sí… ese… eeeeseeee… Follllwersss…-Iré a buscarte… ¿Qué haces ahí?-No puedo… no podría… jamás… volver a Carlo's, y quería estar cerca de tí… cerca…-Ahora te busco, cariño. No salgas sola. Enseguida llego.Alessia cortó la llamada, se levantó, se puso uno de sus vestidos, zapatos bajos y buscó a su amiga. Flowers quedaba a apenas tres calles de su departamento y era un bar tranquilo y bastante familiar.Cuando llegó, Celina estaba apoyada en una mesa, mientras la mesera, una mujer mayor y a la que Alessia conocía hace tiempo, trataba de convencerla de beber agua para que se le pasaran un poco los efectos del alcohol y pudiera irse a su casa.-Hola, Marta…-Hola, Alessia… Tu amiga parece que tiene un mal día… o una mala noche…Ella le sonrió.-Eso veo…Celina levantó la cabeza, sonriendo torcido al verla.-Aleeeee… vinisssste… te quiero…-Vamos a casa…-Nooo… no quieroooo… quédate, toma un traguito conmigo… uno… pequeño…-Está bien. Sólo uno. Pero si tú bebes agua.-Lo juro… sólo agua… no quiero… vomitar…Al final las dos se quedaron allí un par de horas, riéndose juntas.Luego Celina acompañó a Alessia a su casa, y desde allí pidió un taxi para ella. Se despidieron con un abrazo de reconciliación, más tranquilas, prometiendo llamarse en la semana y Ale finalmente se dio un baño rápido y se acostó a dormir, completamente exhausta.Estaba cerrando por fin los ojos, cuando sonó su teléfono.Supuso que sería un mensaje de Celi, avisándole que había llegado bien a su casa, como solían hacer.Miró la pantalla:"No me agrada que llegue a estas horas y habiendo bebido, señorita Marino. No vuelva a hacerlo". Era de Valentino Amato. Otra vez.No respondió. Estaba demasiado cansada y quería dormir.Por supuesto, acabó soñando con el señor Amato.Sólo que en su sueño no era frío ni distante, besaba muy bien.Demasiado bien.Alessia se sentía envuelta en ese calor embriagador que brotaba de Valentino, mientras él la aferraba por la nuca y le quitaba el aire con su lengua, llenándola de su sabor dulce y sensual.Estaban desnudos, y el hombre era perfecto, musculoso y firme. Ella recorría su pecho con las manos, acariciaba su cabello negro.Valentino dejaba de sujetar su nuca, y masajeaba sus pechos y los pellizcaba, sin dejar de besarla…Cuando sus dedos descendían por su vientre, aproximándose a su sexo, y adentrándose en ella como exploradores de oscuras cavernas…Alessia se despertó con el sonido de su propio gemido.Por todos los cielos… ¿acaso estaba loca?.No, no estaba loca, estaba húmeda, y muy caliente, luego de uno de los sueños más vívidos de toda su vida.Se sintió… tan real…Aunque Alessia tenía intenciones de cumplir su promesa con Santino, no estaba segura de que hubiera un modo adecuado de hacerlo. No deseaba buscar la casa de Valentino Amato, ni tenía el tiempo para hacerlo.Esto fue evidente cuando al día siguiente se levantó para ir a trabajar. Llegó preparada para soportar con estoicismo el acoso de Julio Gianni y conservar su empleo, al menos hasta que regresara su padre, pero él se propuso torturarla a causa de la humillación que había sentido frente al señor Amato. Le tocó atender todas las mesas sola, Julio no dejó que Celina le ayudara, y luego le asignó horas extras para que se encargara de la limpieza de todo el establecimiento, incluso de la cocina.Aunque ninguna de esas tareas le correspondía, Alessia decidió que eso era mejor que ser toqueteada por él, y prefería mil veces limpiar todo, antes que tenerlo cerca.Sin embargo, eso significó que tuvo que salir del trabajo demasiado tarde, lo que no le gustaba para nada. Ya en la parada del a
Era otra mañana nublada y gris, aunque por fortuna no llovía todavía en la ciudad, por lo que Alessia se apresuró para salir de su vivienda y llegar temprano, y sin embarrarse, a la cafetería. Por supuesto, tenía incertidumbre sobre lo que le hubiera sucedido desde la noche anterior a su jefe, luego de que Valentino lo hubiera golpeado por intentar abusar de ella. Se sintió asqueada al recordar la horrible situación… y no se pudo borrar de la cabeza la imagen imponente de ese hombre que parecía hecho de hierro y hielo.Cuando llegó a su trabajo, se sorprendió al ser recibida por el padre de Julio, el señor Gianni, su jefe real, que la interceptó a mitad de camino hacia la sala de empleados:-Buenos días, señorita Marino. -dijo con un gesto de fastidio -. Me temo que no tengo buenas noticias para usted.Alessia lo miró sin entender.-¿Qué sucede, señor Gianni?-Lamentablemente tengo que despedirla, mi hijo ha dejado algunos informes muy… elocuentes… sobre su comportamiento que no pued
Alessia se había quedado congelada en su sitio luego de que Valentino la dejara allí de pie, en la entrada de su magnífica residencia, sin saber ni siquiera qué era lo que se esperaba de ella, cuáles eran sus tareas para ese primer día como niñera.Por suerte, un rostro amable aunque desconocido, se le acercó con una sonrisa. -Buenos días, me imagino que usted es la nueva niñera, la señorita Alessia Marino.Ella salió de su ensimismamiento y le sonrió también.-Buenos días, señor. Sí, esa soy yo.-Mucho gusto, soy Eric, el mayordomo del señor Amato. Acompáñeme, el pequeño Santino está en su habitación jugando. -Gracias.- dijo ella siguiéndolo por los pasillos de la residencia y subiendo las escaleras hacia los dormitorios.-Si usted me lo permite, le contaré brevemente sobre sus tareas. No es nada de gran complejidad, en principio tiene que pasar el día con Santino, jugar y cuidar de él durante las horas que el señor Amato lo requiere, generalmente hasta la cena. Ocasionalmente pued
Alessia se subió por fin al vehículo que la llevaría a su pequeño y humilde departamento. Iba sumida en sus pensamientos, puesto que habían sido días extraños y cargados de novedades y emociones confusas. Hace apenas unas semanas, su vida era tranquila, rutinaria y corriente. De pronto, y desde que conoció a Valentino Amato, todo se había puesto de cabeza. Y aquí estaba, camino a su monoambiente en un auto de lujo conducido por un chofer, trabajando para el déspota señor Amato. Se sentía una verdadera tonta por no haber leído bien y con meticulosidad el contrato que había firmado. Eso había sido una locura, algo que nunca en su vida había hecho. Era como si su propia consciencia se hubiera complotado en su contra, haciéndola comportarse de un modo absurdo e irracional. ¿Quién en su sano juicio firma así un contrato de trabajo? Claro que, en su defensa, ella había imaginado un simple y normal contrato como niñera, no ese extraño documento redactado por el mismísimo demonio. ¿Y si ha
Casi sin darse cuenta, el sueño la venció por fin y Alessia se quedó profundamente dormida mientras cuidaba con celo a Valentino, vigilando que aún respirara. Por supuesto, soñó con él, un sueño hermoso y sensual en el que la recorría con sus labios con devoción, la besaba profunda y apasionadamente. Estaban en una cama mullida de una pequeña habitación iluminada con calidez, desnudos. El cuerpo de Valentino era un muro firme, deseable, acogedor, y la sujetaba con sus brazos férreos, apretándola contra su piel ardiente y aromática. Podía sentir el roce de esa piel de lava contra sus pechos, erizando sus pezones excitados. De repente, su sueño cambiaba, el ambiente idílico e iluminado se desintegraba, la luz cálida comenzada a ser de un azul de hielo, y percibía una sensación de terror que le recorría la nuca, una sensación de sudor frío descendiendo por su espalda, como si afuera de la habitación estuvieran ahora rodeados por centenares de enemigos armados, acorralados e incapaces d
Luego de dormir unas horas en casa, que fueron realmente reparadoras, Alessia se levantó con la intención de relajarse y tal vez leer un libro de enfermería, mientras esperaba que se requirieran sus servicios como niñera. Es decir, hasta que él la necesitara a su lado.Estaba concentrada en la lectura, y pensando en ese hombre enigmático que en cierto modo deseaba conocer mejor, aunque la intimidara, cuando alguien golpeó su puerta.Cuando Alessia abrió la puerta, se encontró con el rostro conocido y algo amargado del casero.Él carraspeó antes de hablar:-Buenas tardes, señorita Marino. Espero no interrumpir nada, pero temo que es urgente.-Buenas tardes, señor Kant, ¿A qué se debe su visita? ¿Cuál es la urgencia?-Vengo a notificarle que lamentablemente necesito que desocupe este departamento. Mi hijo menor regresó, luego de estar estudiando abogacía fuera de la ciudad, y vivirá aquí a partir de ahora. Por desgracia, usted es la única inquilina que no tiene un contrato bianual, le q
Pasaron varios días de una maravillosa calma. Alessia debía reconocer que era muy agradable estar allí en la residencia Amato, cuidar del dulce Santino, compartir desayunos y otras comidas con el pequeño y su aparentemente inconmovible padre, descansar y leer sobre su carrera en las horas de escuela, y tener la comodidad de una hermosa casa. Hasta se planteaba la posibilidad de retomar su carrera.Sin embargo, valoraba demasiado su independencia como para dejar de buscar su propio lugar en el que vivir. Lejos de la tentación de Valentino. Cada noche sus sueños eran más atrevidos.Era una tarde tranquila en la que Santino estaba haciendo sus tareas mientras ella lo acompañaba, cuando Valentino irrumpió de golpe en la habitación, con una gran caja en sus manos.-Señorita Marino, necesito que me acompañe un momento a su habitación. Tengo un asunto que tratar con usted.Ignorando el peligro que significaba estar entre cuatro paredes a solas con ese hombre que emanaba un aura de fuego, Ale
Una de las ideas, y no precisamente buena, que tuvo Celina para cambiar el humor de su amiga, fue servir algunos tragos frutales y dulces, pero con bastante alcohol en la receta, por lo que no fue fácil limitar la cantidad que bebían. Aunque no se podía negar que parecía funcionar. Se rieron como niñas, contándose anécdotas, hablando de sus vidas, de sus infancias. Y aunque era algo divertido para hacer juntas en su "noche de chicas", resultó que ambas terminaron demasiado ebrias. Al punto que Alessia no lo pensó muy bien al salir sola para volver a la mansión Amato, en lugar de quedarse allí a dormir, ni su amiga estaba en condiciones de detenerla.Era tarde, o más bien, demasiado temprano para encontrar rápido un taxi en la calle, y ellas no habían tenido la precaución de llamar uno por teléfono, ya que no estaban en condiciones. Alessia caminó algunas cuadras, con rumbo indefinido, observando la calle para ver si encontraba algún vehículo al que hacerle señas para subirse. No era