El estruendo que hace el plato de cerámica al dejarlo caer sin el mayor cuidado sobre el escurridor hace alertar a María y con ello a ganarme un gritó exasperado de su parte justo como estoy gritando interiormente.
—¡Son muy caros esos platos! —exclama y me quita del medio para verificar su estado,echando un suspiro al viento vuelve a depositar el utensilio en el escurridor—,menos mal sigue vivo, de lo contrario mamá me mataría. Ya he roto algunos enestos últimos días.—Ya estás grande para vivir con tu madre —mostré, no porque verdaderamente crea queeste mal, sino porque consciente y molesta estoy descargando mi ira con ella. —Además quién pone a su visita a lavar los platos.Me encaminé hasta la estufa, la cual tiene una toalla colgando en la puerta delhorno. Tomándola entre mis manos sequé la humedad de estas y tiempo despuéssentí la presencia de María a mis espaldas para continuamente sentirla a micostado.— Primero: yo no vivo con mi madre, ella vive conmigo. Segundo: ya no te considero visita —réplica y yo la miró iracunda.—Eres una malagradecida, ¿cómo puedes decir eso?María de un tirón me retira la toalla de las manos y la coloca en su lugar.—Solo defiendo mis derechos, algo que deberías aprender de mí —resoplé desolada y me hice camino hacia la sala de estar para acomodarme en uno de los sillones.—No quiero hablar sobre ello —informe antes de que ella a conciencia empezará ahablar como si no me hubiera escuchado.—Es que no se trata de eso, Neferet —hice un mohín de fastidio y pasé mis manos pormi rostro cuando sentí el lado izquierdo del sillón hundirse, indicándome quehabía situado su trasero ahí para fastidiarme con sus razonamientos que no me ayudan para nada—. No eres así, siempre te vi como alguien fuerte que no leaguanta m****a a nadie y verdaderamente me hace cuestionarme el si estás siendofuerte o simplemente una masoquista estúpida.—Dejémoslo en fuerte.—Masoquista—corrigió.—Si así tratas a tus amigos, no puedo imaginar como serás con tus enemigos.—Te digo las cosas así de crudas porque eres mi amiga, si fueras mi enemigo solodejaría que te llevará el diablo —hizo un ademán con la mano para mostrarme su punto y se acomodó más en su asiento para después invitarme a que hiciera lo mismo—. Mira, tu novio te engaña. Lo encuentras en el acto siéndote infiel y para el colmo es con un hombre.—María... —pronuncié su nombre en advertencia, pero fui acallada rápidamente por su voz.—¡Pero eso no es lo peor!, lo peor es que te fue infiel con tu jefe. Sebastián, unhombre con novia y todo —se relamió los labios y negó con la cabeza en desacuerdo a sus acciones— ¡Hombre! Y tú... —me señalo con el dedo y volvió a negar—, tú vienes a citarlo y todo para que hablen de cómo te fue infiel y para colmo mentirle con que también le fuiste infiel y aligerarle la carga deconciencia. Por Dios, necesitas ser más viva.—¿Y qué esperabas que hiciera?, ¿qué armará un escandalo y que todo el mundo seenterará?Entrecerré los ojos asqueada de mi propia vida.—¡Sí!, lo tienen más que merecido. No eres más que una víctima, no al contrario. No te debes sentir avergonzada de sus acciones.Reí sin gracia.—Es que no se trata de ellos, sino de mí, mi madre. No puedo perder mi trabajo y dañar mi reputación, porque si se sabe lo de Iván, yo también me ensuciaré. De él hablaran muchísimo, pero la sociedad intentará sacar conclusiones, que por qué hizo eso, que si yo no lo satisfacía y te imaginarás cuantas cosas más.—La vida es una m****a —masculla y yo niego.—La gente es una m****a —corrijo....—¿Qué es esto?Sebastián fija sus ojos en el sobre bajo mi palma, el cual quedó atrapado entre la duramadera del escritorio y mi mano.—Es mi carta de renuncia —expuse sin vacilar—. Tres días es lo que puedo ofrecerlepara que busque a alguien que ocupe mi lugar y...—No será necesario esos tres días —cortó con veneno en su tono, yo sonreí.¿Piensa que creeré eso? Claramente necesita a alguien que me reemplace, pero sé que su orgullo es igual o más fuerte que el mío y que no cederá ante este hecho.—Excelente. Entonces, desde mañana ya no seré parte de este bufete.Sin más para decir y no esperando una respuesta de su parte, aparté mi mano delsobre y me dispuse a dar la vuelta sobre mis talones y encaminarme conaltanería hacia la puerta.Estoy completamente jodida, pero él no lo sabe y hasta entonces puedo actuar con toda la soberbia que me plazca. ¿Decidí renunciar? Sí. ¿Por orgullo? Claramente yMaría no me ayuda a tomar buenas decisiones, me alentó sin pensarlo dos veces; pero sé que es lo mejor, mi paz mental debe prevalecer y estar aquí no ayudará a que eso suceda.—Neferet.Mi cuerpo se sacudió levemente cuando de sus labios salió mi nombre. Me detuve.—¿Esto es por lo que paso con Iván?Cerré los ojos y suspiré con fuerza para luego sonreír con sorna.—Siempre supe que eras asquerosamente descarado, pero jamás imaginé que llegarías a un nivel superior al de mis expectativas —giré mi cuerpo en su dirección y saquémis dientes a relucir en una vasta sonrisa—. ¿En serio quieres hablar sobre..."eso"?Sebastián apartó la mirada y carraspeó incómodo.En mi pecho se instaló la satisfacción de verlo así, ultrajado e inconscientementelevanté mi pecho con superioridad. Lo tengo en mis manos, sé su secreto más íntimo,el cual también es el mío.—No hay que hablar de algo que nunca pasó. Iván te lo dijo, ¿no? —sus ojosvolvieron a conectar con los míos en el momento en que se levantó y se hizocamino hacia mí—. No pasó nada, viste mal, estás equivocada.Su cuerpo plantado delante de mí proyectaba autoridad. Quizás tuve esa sensación por los pocos centímetros que me llevaba por encima o tal vez porque fui pormucho tiempo el blanco de burla de Iván y él, en donde me vieron la cara de estúpida, pero consciente de que no pasaría nunca más, puse mi mentón en alto.—¿Qué fue lo equivocado que vi según usted?—Exactamente eso —apuntó a la nada en realidad, ya que no hay equivocación alguna.Él es el amante de mi exnovio.—Patético, hombre. Eres realmente lamentable —declaré con un semblante imperturbable, muy distante al que él portaba—. Lo sigues negando, incluso cuando vi cómo te lo entraron y no una, sino tres veces y hasta más si no los hubiera interrumpido.Su rostro palideció.—Sé hombre y acéptalo, Iván ya lo hizo.—¡Lárgate! —gritó sin poder contenerse y la diversión en mi rostro fue mi respuesta—.¡Ahora!—Si fuera usted le bajará dos rayas a su drama —mostré con un tono sarcástico—, si no quiere que todos sus empleados sepan el patético secreto que guarda y con ello que llegué a los oídos de Madelin, su hermosa esposa. No hablamos mucho, pero somos buenas conocidas.Su pecho subía y bajaba con rapidez, y supe que se estaba conteniendo.—Necesito que te vayas de aquí y cierres la puerta... —masculló para luego dar la vueltay dirigirse a grandes pasos al lugar seguro detrás de su escritorio.Sin objetar obedecí al que sería su último mandato como "jefe", pero estosin antes darle una última mirada y sonreír plenamente. Al cerrar la puertapude percibir murmullos, sin embargo, estos fueron acallados por mi presencia.Di una mirada a mis alrededores y caras conocidas, que yacían asomadas, se escondieron rápidamente fuera de mi vista. Cuando empecé a caminar y pasé por variasoficinas nuevamente los murmullos a mis espaldas no se hicieron esperar.Al llegar a mi oficina, cerré la puerta fuertemente y dejé salir un suspiró extasiado al cielo.Me acerqué a mi escritorio, mientras simultáneamente fui quitándome los tacones para prontamente sentir el alivio del suelo frío en mis pies lastimados poraquellos calzados que te llevan a la cima. Sitúe mis manos en la firme maderade la mesa frente a mí y me apoye en esta, a la par que asimilaba todo lo queanteriormente había sucedido.—Mierda, verdaderamente renuncie.—Claro que sí, bebé —ratificó María una vez entró a la estancia, casi bailando.Negué con la cabeza severa, al ver el gesto satisfecho en su rostro. Ella afirmó ycerró la puerta a sus espaldas para venir a grandes zancadas a mí, y agarrarmeeufórica las manos.—¡Estoy tan orgullosa!Rodé los ojos y liberé mis manos de las suyas.—No puedo creer que te haya hecho caso —hice un mohín con mis labios y asimile misacciones con mayor detenimiento—. Estoy completamente loca por haberte seguidoen esto.Planteé mi trasero en la mesa y cubrí mi rostro con mis manos, mientras negaba.—¡Ah! Estoy arruinada, María.Me lamenté, ciertamente lo hice. ¿Qué haré ahora? No tengo trabajo, solo renuncié por hacerlo ni siquiera hice el intento de provocar que me despidan para de esa forma poder tener mi liquidación.—Tenía que hacer que me despidieran. Dime, ¿qué hago ahora? —abrí mis ojos en espanto y miré a María. Sentí las aguas saladas hacer arder mis ojos—, mamá viene el otro mes y mis ahorros no durarán para siempre, no encontraré trabajo tan fácilmente y a los nuevos trabajadores los explotan por miseras pagas. ¡Ah!Dejé caer mi cuerpo hacia el lado en la mesa, la cual era lo suficientemente grandecomo para eso.—Cuidado y lloras —amenazó María y dio un paso en mi dirección para estar losuficientemente cerca como para posicionar sus manos en mis hombros y hacermesentar contra mi voluntad.—Tengo derecho a llorar, estoy jodida —planteé, mostrando más drama del necesario en mi tono de voz.—¿Quiénte dijo eso? Tengo todo planeado y bajo control —sonrió y chasqueo la lengua—.Tienes un trabajo, temporal claro está, pero esto es hasta que podamos conseguirteuno mejor y despreocúpate, que tienes experiencia y no abusaran de ti por sernueva.—Aquí, por favor —dice una chica de cabellera rubia a unas cuántas mesas de mí, mientras alza su mano en mi dirección. Forzando mi mejor sonrisa me dirijo hacia ella. Definitivamente esto es peor que el que te paguen una miserable paga por ser inexperto en un trabajo.—¿Lista para ordenar? —pregunto de forma cortés.—Aún no, solo quisiera un vaso de agua mientras espero. Asiento y me encamino hacia la caja con pasos cortos por los lastimados que seencuentran mis pies. Este trabajo de camarera y los tacones no van de la mano,nunca, jamás. Lo tuve que aprender por las malas y justamente hoy, en conjuntocon el hecho de que no todo puede hablarse ni siquiera cuando pienses que esalgo insignificante que no te afectará en lo absoluto.Ese tienes experiencia y no abusaran de ti dicho por María fue debido a una anécdota que le conté hace mucho tiempo; una yo de dieciséis años ayudando a su madre en un pequeño emprendimiento de comida que teníamos. Esa era mi experiencia nata.—Patrick,
—Te ves muy mal.—Estoy muy mal —respondo con desanimo.Me acomodo más en el sofá y María se sienta en uno de los sillones que componen el mismo.—Deberías renunciar —propone y yo hundo mi cabeza en el cojín entre mis manos y niego—. Tu madre viene la otra semana, ¿cierto?Asiento.—No deberías estar así, la preocuparas.Suspiro derrotada y retiro el cojín.Presto atención al techo por unos segundos para tiempo después posar mis ojos en mi amiga, quien me observa desde su lugar. Mis ojos al verla se llenan de lágrimas y esta rápidamente se levanta y se arrodilla frente a mí.—Oh, Neferet. En serio lo siento, de haber sabido que estarías así ni siquiera hubiera sugerido el renunciar al bufete —niega con la cabeza y al igual que yo, sus pestañas se humedecen por las lágrimas.—María...—Te juro que no fue mi intención buscarte un trabajo tan duro. Patrick dijo que buscaban a alguien y pensé que sería un buen lugar, ya que tienes experiencia en esto, pero no pensé que te arruinaría tanto.
—Sí, ese es mi nombre —espeto y rompo un silencio agobiante, pero para peor, ya que nos sumergimos en un ambiente incluso más denso y abrumador—. ¿Qué haces aquí?, espero que sea una casualidad porque de lo contrario tendré que demandarte por acoso. Una sonrisa se asoma en su rostro.—Para nada, esto —apunta a manos abiertas el lugar en donde estamos y yo retrocedo junto a María recelosa—. No es una casualidad en absoluto. Un escalofrío se hizo sentir por todo mi cuerpo y no, no porque sus palabras me hayan hecho estremecer de encanto, sino que el miedo se proyectó de esa manera. —Vámonos, Neferet. Este de seguro es un acosador. Se le nota en la cara —María se apoya de mi brazo y me susurra al oído para que solo yo sea capaz de escucharla o eso es lo que creyó, puesto que estoy segura de que este sujeto la escucho a la perfección.—Sí, entremos. Tenemos que comer algo para luego irnos... —manifiesto lo bastante alto para él sea capaz de escuchar, el miedo de que sepa que trabajo aqu
—Si quieres puedo acompañarte a casa —mi futuro joven jefe lanza esa proposición en mi dirección, una vez el restaurante se encontró cerrado y solo Patrick, él y yo todavía nos encontramos allí.—No te preocupes, ella irá conmigo.Abro los ojos leves, cuando siento la tensión instalarse en el lugar. Paseo sutilmente mis ojos sobre el chico pelinegro para después posar mi mirada en mi compañero de trabajo, quien pronunció aquellas palabras en un tono mordaz y un tanto posesivo. —No se preocupen, iré sola.El aire fastidiado en mi entonación nunca fue un secreto, por ello relució con naturalidad. Hace rato, este amable joven ocupo mi lugar y sirvió platos como todo un experto, lo que agradezco, pero no necesito esto. Un enfrentamiento innecesario. Un despido por despecho, solo de imaginarme de que este muchacho se apeche por rechazarlo me tiene pensando. —Es peligroso —dice Patrick y mi frente se arruga en genuina confusión.—Bien... entonces vamos —manifesté y le di entrada a lo que s
La máquina se tragó mi tarjeta de crédito haciendo pun ruido fuerte antes de presentarme en la pantalla varias opciones. Esquivo la opción de retirar y presiono el botón de abajo que me indica en una oración si quiero obtener el balance que poseo en mi cuenta de ahorro.En unos segundos tengo un papel diminuto sobresaliendo de la maquina con la suma del monto y un suspiro aliviado se escapa de mis labios cuando verifico su contenido.—Tengo más de lo que pensé. Las comisuras de mis labios se elevan en satisfacción, pero rápidamente la deshago y me apresuro en sacar la tarjeta de la máquina, cuando el pitido persistente me indica que debo hacerlo. Coloco el recibo en mi bolso y me dispongo a salir.—Eso fue rápido.Thiago dice a una breve distancia y mis ojos recaen en él.Empiezo a caminar con pasos cortos hacia él y una genuina sonrisa de su parte es lo que me recibe al situarme a su lado.—Sí —respondo.—Podemos irnos entonces —dice en modo de pregunta, pese a que fue una afirmación
—Entonces es así...Asiento cabizbaja y siento mi pecho apretarse por la sensación de desagrado que me provoca darle esta noticia a mi madre. Mi único propósito para traerla hasta aquí era para proporcionarle una vida de lujos, una que nunca fuimos capaces de tener hasta hace varios años, que para mí se igualaron a nada; comodidades que me costó tanto tiempo conseguir para luego perder todo más rápido de lo que tarda una hoja que vuela al viento derrumbarse cuando la brisa cae.—Tengo buenos ahorros, nos ayudarán, sí... —digo con la voz apagada y aún con mi mirada en el suelo—, pero siendo sincera no nos serán suficientes y el trabajo que tengo ahora me está agotando, m-mi cuerpo cada día duele más por el esfuerzo y siento que no podré aguantar mucho, mamá.Sorbo mi nariz y carraspeo intentando espantar el dolor rasposo que poseyó a mi garganta al verme conteniendo las ganas de llorar.—Neferet.Siento como el calor de su cuerpo me arropa en un abrazo profundo y embriagador, ella se en
Aspiro el humo del cigarrillo, que apenas va por la mitad por última vez antes de que el pitido que hace el camión de cargas, al dar reversa, me obligué a dejarlo caer a mis pies y también ocasione que pierda de vista la anatomía delgada del chico pelinegro, que trae las últimas cajas faltantes al exterior de la casa, en donde no viviré más desde hoy.—¡Alto! —bramo, mientras rápidamente le doy dos pisadas violentas al malboro en el suelo y me aproximo hacia aquel furgón.Este está a solo unos centímetros de golpear un carro y lo último que necesito en este momento es tener que pagar los daños de este incidente, que queda por mi cuenta, ya que ese camión lo traje para transportar mis pertenencias hacia mi nueva vivienda.El susto y el enojo se extiende hasta mi pecho y se revela con agudeza en mi garganta, pero este se va tan rápido como llega cuando el desastre que cree en mi mente no se lleva a cabo. Un hombre que no había visto hasta ahora se hace presente en mi campo de visión y co
—Puedo tomarlo. No quiero ser alguien se que escapa de las consecuencias de sus acciones.Nuestros ojos fijos, el uno en el otro, forjaban a nuestro alrededor un ambiente profundo, mis palabras le siguieron.—No deberías. Es uno de los atractivos más importante del ser humano.Sonríe. Por alguna razón quiero acompañarlo, me abstengo.—Puede que sea uno de mis atractivos más notables —alardea.—Todavía no es notable, debes trabajar más en ello —contradigo como de costumbre. Con él no sé por qué es así. Todas sus palabras, todas sus acciones, todo lo que tiene que ver con él; yo debo ir desacorde.—O todavía falta mucho por conocer, ¿qué tal otra cita para conocernos por completo? —inquiere curvando sus labios en una sonrisa.Sonreí.—No creo que en una cita podamos conocernos por completo, mocoso coqueto.Mis dedos van a su frente y lo aparto para irme, o escaparme.No pasó mucho tiempo para que estuviera a mi lado.—Si ese es el caso, tengamos las citas que sean necesarias para saber