Bastian odiaba los funerales, desde que tenía uso de memoria siempre trataba de escapar a toda costa. Cuando era pequeño y su abuelo materno murió fue obligado por sus padres. Odió con todo su ser ver a personas que solo pasaban al féretro a curiosear como había quedado el cadáver. Después veía que muchas otras solo pasaban el tiempo criticando a los demás por su forma de vestir, su calzado, su peinado, cosas superficiales, nada importante, y aún odió más a su abuela por no preguntarle cómo se sentía. Se había marchado su héroe.
Pero esta vez era diferente, se trataba de un funeral de uno que con el tiempo se convirtió en su mejor amigo, uno que poco a poco se fue ganando su cariño y admiración. Y ahora se había marchado. Se mira en el espejo
La luz de las velas adornaban cuidadosa y celosamente aquella habitación, la luna se había ocultado temerosa de presenciar un pacto carnal entre las dos almas solitarias que se encontraron. Después de tanto camino recorrido, de tantas heridas y tropiezos, por fin todos los esfuerzos tenían sus frutos.Milan estaba seguro de lo que quería, y llevaba tiempo planeando aquel encuentro.—Vamos, no me digas que tienes miedo —le susurra Crys al oído mientras poco a poco acaricia sus brazos, electrizando todo su ser.—No tengo miedo Crys, pero quiero que estés segura de lo que haces —responde Milan tragando saliva.—Estoy muy segura, no hay marcha atrás, quiero esto —Crys responde con tal seguridad y sin ningún titubeo.—Vale —dice.—No digas nada —ella lo calla colocando coquetamente uno de sus dedos en su boca.De pronto ella se veía tan frágil debajo de su cuerpo tan varonil, entonces ambos se fundieron en un p
Las horas pasaban lentamente mientras Crys se duchaba con pasmosidad, estaba feliz, y quería gritar a los cuatro vientos que estaba enamorada, tenía 15 años y Milan le había preparado una sorpresa, ya eran las siete de la noche, él le había dicho que pasaría por ella en una hora, salió de la ducha y se dirigió a su habitación, aunque al hacerlo chocó con su madre.— ¡Cielos cariño! —Le sonríe— Milan no ha llegado.—Eso lo sé, pero voy tarde —Crys frunce el ceño.—Te he dejado ir con la condición de que llegues a las once de la noche, ni un minuto más, ni un minuto menos, y confío en que Milan sabrá cuidarte.<
La noche estaba cayendo y las ganas de pasar un buen rato aumentaban con el paso incorrecto de minutos, Bastian estaba recostado en la cama de Tony, lo había ido a visitar como hacia cada año, normalmente era él quien iba al pueblo a verlo pero esta vez era su turno.— ¿En serio quieres ir a ese estúpido antro? —pregunta Tony mientras busca algo que ponerse.Desde que Bastian había llegado, investigó los lugares más con concurridos, y populares en esa ciudad, aparte de que moría por conocer a chicas y follar con alguna.—No quiero aburrirme aquí contigo viendo Netflix, como si fuéramos dos novios —dice Bastian soltando el humo que tanto le gustaba inhalar, amaba la marihuana.
Ha pasado más de un mes desde que todo lo trágico que me pudiera suceder, me hundiera en un profundo pozo sin salida, al principio me habían llevado a la cárcel local, pero con el dinero que mi madre y Milan pagaron, lograron meterme a una especie de cárcel para ricos, de esas en donde meten a los chicos problemas de familias poderosas, lo que quería decir que si los hermanos Ferrer fueran a la cárcel por algún crimen cometido, este sería su lugar, y digo chicos porque parece una cárcel con funda de manicomio para chicos y chicas.Aquí todos convivimos por igual, al principio me costó mucho adaptarme pero gracias a mis dos nuevos amigos lo he logrado.Observo como Damaris le enseña a Rapha unos movimientos sobre que hay que hacer cuando alguien qu
Los ojos verdes de Milan se clavan en los míos para después pasar a colocar su fría mirada en Rapha.Pensaba que llegaría más tarde o quizá mañana, pero mi mejor amigo estaba aquí, solté un enorme suspiro y me acerqué a él para saludarlo, Milan era la única parte de mi vieja vida que conservaba, el único que me mantenía a flote en los momentos más difíciles.—Hola —lo saludo.—Crys, ¿por qué ese chico te estaba besando? —me pregunta observando a Rapha alejarse y saludar a sus guardaespaldas.—No tengo idea —encojo los hombros— pasemos a tomar asiento mejor.
Las luces neón alumbran aquel lugar, la música está a todo volumen mientras la gente baila y toma, la droga no faltaba, las chicas vestían entalladamente y se mostraban muy accesibles ahora que todos en el pueblo sabían lo ocurrido, ahora que Bastian estaba de nuevo en el mercado de ligues, pero lo que ellas no sabían, era que el viejo Bastian había vuelto, ese que era una pesadilla para las chicas y una preocupación para los chicos.Termina su copa de vino y se carcajea interiormente al saber que todos piensan que Bastian se ha acostado con modelos, lo cierto es que lo ha intentado, pero no puede, Crys, ella es la causa de su sufrimiento, ella siempre aparece en todos lados para impedirle que sea feliz ¿quién se cree? La amaba con locura, la deseaba solo a ella, pero cuando estaba ebrio quería demostrarse a s&i
No pasé una buena noche, no dejaba de pensar en todo lo que me esperaba cuando saliera, en todo lo que tenía que enfrentar, pero nada era comparado con tener que enfrentar a Bastian, temía que si le contara todo me rechazara, muchos habían tratado de separarnos desde que él y yo nos conocemos, pero solo una persona lo había logrado y no precisamente fue Annethe, no, fue Hugo.Me volteo de lado para intentar dormir nuevamente, pero sin conseguirlo, no podía salir, así que comienzo a caminar de un lado a otro en plena oscuridad. Lo extrañaba, lo amaba, pero estaba rota por dentro, no lo merecía. Desde que había llegado a este estúpido lugar no me permití llorar, pero ahora, estando a unas cuantas horas de salir de este encierro, me siento en el suelo colocando mis rodillas en mi pecho y lloro, lloro
Yo respiro profundamente, es como si me despidiera de un sitio que me acogió, aunque fue todo lo contrario, en aquel lugar nació la nueva Crys, ya que la vieja yo, estaba muerta.Me doy la media vuelta y me dirijo hasta el guardia, quien me veía con lujuria y mal humor al mismo tiempo, paso por una especie de recepción en donde me entregan una canasta plateada y fría, ahí estaba una pulsera de oro puro que traía la vez que me trajeron, mi celular, y unos cuantos billetes, observo todo eso y me doy cuenta de que no los necesito, todo eso me trae malos recuerdos, le aviento una mirada cómplice al chico que me tendió aquello, y le sonrío.—Quédatelos si quieres, no los necesito —digo tajante devolviéndole aquella canasta fría de metal.