Ha pasado más de un mes desde que todo lo trágico que me pudiera suceder, me hundiera en un profundo pozo sin salida, al principio me habían llevado a la cárcel local, pero con el dinero que mi madre y Milan pagaron, lograron meterme a una especie de cárcel para ricos, de esas en donde meten a los chicos problemas de familias poderosas, lo que quería decir que si los hermanos Ferrer fueran a la cárcel por algún crimen cometido, este sería su lugar, y digo chicos porque parece una cárcel con funda de manicomio para chicos y chicas.
Aquí todos convivimos por igual, al principio me costó mucho adaptarme pero gracias a mis dos nuevos amigos lo he logrado.
Observo como Damaris le enseña a Rapha unos movimientos sobre que hay que hacer cuando alguien quiera atacarte por la espalda, ella es la hija de una empresaria muy famosa en el pueblo, su familia tiene más de dos locales de joyerías aquí, y muchas más repartidas por todo el país, es guapa, estatura mediana, menuda, tez morena, cabello castaño tan largo, que le llega hasta las rodillas, pero siempre se las arregla para que no le estorbe, ojos negros, y una nariz de muñeca respingada. La razón por la que se encuentra aquí es porque ha matado a su hermano mayor, sí, suena muy loco, pero él abusaba sexualmente de ella desde que tenía siete años, un día se cansó, le dijo a su madre pero ella por guardar las apariencias decidió no hacer nada, y mandarlo a un colegio militar, lástima que no pudo ir, porque un día antes de que el muy imbécil se marchara, fue a su habitación para abusar una última vez de ella, pero Damaris le tajo el cuello en su cama, lo disfruto, había acabado con su sufrimiento por fin. Eso es lo que me contó, ella sabe defensa personal, tenía maestros especializados así que en nuestros tiempos libres, y para no morir de aburrimiento, ella nos enseña, he aprendido bastante en estos meses.
Sonrío al ver como Rapha tambalea con una media vuelta que le intenta dar a Damaris, él es otro de mis nuevos amigos, y el último, no es bueno confiar demasiado aquí en alguien, pero él es el chico más guapo de este estúpido lugar, Alto, fornido, tez apiñonada, cabello negro y unos ojos verdes tan hermosos, que cuando lo ves te cautiva, nos hemos besado alguna vez, yo tratando de superar mi temor y él ayudándome por diversión, pero siempre que lo hago la imagen de Bastian aparece y lo rechazo, es increíble la fuerza con la que él sigue apareciendo en mi vida, es como si Bastian siguiera dominando mis sentidos desde la distancia.
Bastian, mi gran amor, estuvo tratando de verme el primer mes, pero sinceramente no quería que me viera en este estado, guardaba un enorme secreto, y aunque eso me doliera, no podría estar con él, ya no.
— ¡Hey, guapa, en cinco minutos te toca a ti! —me grita Damaris con una enorme sonrisa en los labios.
—Pero que descortés eres, todavía no terminas conmigo y ya me quieres cambiar —resopla Rapha.
—No seas llorona —Damaris pone los ojos en blanco.
—Vale, enseguida vuelvo —digo poniéndome de pie mientras me dirijo a los sanitarios.
Todo está con seguridad, alrededor siempre hay policías vigilándonos, cuando entro me remojo el rostro con agua fría, y al observar mi reflejo en el espejo, me doy cuenta de los cambios que me han ocurrido, para empezar ya no tengo el cabello largo y ondulado, Damaris me lo ha cortado por órdenes mías, ahora lo tengo corto, arriba de los hombros pero conservando mis ondas naturales, y debido a que mi madre es millonaria, logré que infiltrara en una de sus visitas, un tinte de cabello, por lo que ahora soy rubia ceniza clara, había bajado cinco kilos, por lo que ahora estaba más delgada que antes, aunque conservaba mi figura, mis curvas y ese maldito pecho que odiaba ¿por qué tenía que nacer con mucho busto? Era un misterio.
Esos solo eran cambios exteriores, pero también por dentro había cambiado, con lo que sucedió con Hugo, me he vuelto una persona más fría y calculadora, he entablado amistad con los hermanos Ferrer y no he querido ver a mis amigos, solo acepto visitas de mi madre, Brandon, Milan, Tony o Saskia, incluso excluí a Caleb, no quería que me vieran en este lugar y ese recuerdo lo llevaran consigo por siempre.
Ya no soy la chica temerosa y cariñosa que era antes, ahora no le temía a nadie y no tenía miedo de las consecuencias, Hugo mató esa parte de mí aquel día, y en cierto modo se lo agradecía. Ahora soy más fuerte y tenía planes.
Estaba tan adentrada en mis pensamientos, cuando entran tres chicas, "las catrinas" tres hermanas que habían estado ahí ya que mataron a su propia madre, al principio me acosaban, fue por ellas que tuve que aprender a defenderme yo sola.
El primer día que las conocí fue en las regaderas, una de ellas me vio desnuda y me devoraba con la mirada, yo me mostré indignada y una de ellas, la hermana mayor, se sintió ofendida, por lo que sacando una navaja me amenazó, diciendo que esta cárcel de locos era su dominio, yo me reí y la menor de ellas me abofeteó, fue cuando llegó a mi rescate Damaris, mostrándole un sobre con cocaína, y así fue que me dejaron en paz.
Pero la razón por la que me odiaban era la misma por la que muchas aquí lo hacían, me veían con asco, odio, y recelo, estaban enamoradas de Bastian, él era tan famoso en este maldito pueblo, que hasta en la cárcel lo anhelaban, el recuerdo de Bastian me perseguía siempre, ¿acaso no se daban cuenta que él fue solo mío?
—Hola Crystalle —dice Anastasia, la mayor de las catrinas.
No contesto, sigo con lo mío y cuando termino, intento salir pero ellas me cierran el paso.
— ¿Qué quieres? —pongo los ojos en blanco.
—Sabes, anoche tuve un sueño, en el que Bastian me hacía el amor —dice mirándome de arriba abajo, el uniforme con el que nos hacían estar era horrible, parecía un peto azul cenizo, con una playera blanca de manga larga.
—No me interesan tus sueños húmedos —respondo fríamente.
— ¡No interrumpas! —me grita poniendo su rostro lleno de granos muy cerca del mío, pero yo no me inmuto— como te decía, me preguntaba que se siente tenerlo adentro de ti, tú debes de saber ¿no?, al fin y al cabo eras su puta personal.
Aquello me molestó, ¿qué se sentía? Al recordar las veces en las que él y yo habíamos hecho el amor, me daba nostalgia pero rápidamente borro todos esos recuerdos de mi mente, y me obligo a regresar a mi realidad, todos esas vivencias quedaron en el pasado.
—Que te importa —respondo.
—Respuesta incorrecta —dice Anastasia sacando una navaja e intentando acuchillarme.
Pero yo soy más rápida y la logro esquivar, las otras dos se acercan más a mí, pero en ese momento se escucha el silbato de la agente que nos vigila.
—Tienes suerte muñequita —me dice Anastasia con un tono asquerosamente hostil.
—Cuando quieras —le sostengo la mirada sin dejarme intimidar.
Las catrinas se van y yo me quedo sola, suspirando y reconociendo que no tuve miedo, ni siquiera de morir, es como si algo se hubiera activado en mi interior, algo que me hacía no temer. Cuando salgo de los baños, inmediatamente me abraza Rapha.
— ¿Qué sucede? —pregunto viendo como Damaris se acerca a nosotros.
—Hoy sale nuestro príncipe —me dice ella con una enorme sonrisa.
Rapha tenía el apodo del "Príncipe Oscuro" debido a que él se encargaba de embaucar a las chicas ricas, las enamoraba a tal grado que después les pedía dinero prestado o para invertir en una empresa falsa, era el hijo de un senador muy importante para el país, pero su padre sabía cómo era, por eso no le daba nada de dinero y él tuvo que ingeniárselas para sobrevivir, como él dice, posteriormente cuando obtenía el dinero se perdía, jamás lo encontraban, y con esos fraudes hizo su fortuna, era un buen amigo, y por supuesto, un buen amante, aunque solo sirviera para besarnos de vez en cuando, no pasaba nunca nada más, no podía, no lo permitía por muchas ganas que tuviera yo.
— ¡Me alegro! —digo y esta vez con el corazón en la mano.
—Parece ser que mi viejo me ha perdonado y ha pagado una buena suma para que me dejen libre —nos comenta arrugando la nariz al decir lo último— quiere que vaya unas semanas a los ángeles, pero en cuanto pueda vendré aquí a visitarlas y a comprar alguna casa aquí, debo admitir que me he enamorado de ti Crys.
Damaris suelta una enorme carcajada al escucharlo decir eso, ella pensaba que lo decía en broma, pero yo sabía que era cierto, muchas veces me lo ha dicho pero mi respuesta siempre es la misma, no puedo permitirme enamorarme de alguien más, no puedo por la simple razón que mi corazón estaba con Bastian, solo existía él. Pero Rapha muy amablemente me respondía que él me esperaría lo que fuera y que se conformaba con mis besos y caricias hasta que estuviera lista para abrir mi corazón nuevamente, o para iniciar una relación seria a su lado.
Creo que en el fondo sabe que eso nunca podrá ser, pero por alguna extraña razón se mentía a sí mismo y se obligaba a creer y a tener esperanza conmigo, que ingenuo era mi príncipe oscuro.
—Claro, lo que digas —respondo soltando una pequeña risita para darle el efecto que esperaba, de broma.
—Por esa razón escuchamos todos el silbato de la generala MaCthwe, es hora de que se marche —dice Damaris con un tono nostálgico.
—Supongo que nos veremos después, como dices —lo miro fijamente.
—Eso tenlo por seguro mi amore —susurra y me da un beso en la mejilla.
—Ustedes parecen dos amantes —Damaris suelta rodando los ojos— dan asco cariños.
—Nos tienes envidia —argumenta Rapha dándole un beso en la mejilla para después marcharse— las esperaré en la sala de visitas para nuestra última despedida, prepararé mis cosas.
Rapta se aleja y yo siento una extrañeza, una falta de calidez, sin él, este sitio no sería él mismo definitivamente.
—Y bien ¿sigues pensando en él? —Me pregunta Damaris sin mencionar el nombre de Bastian, ella sabía que me dolía recordar todo, cuando llegamos, y después de que me salvara de las catrinas, le conté todo, a ella y a Rapha— ¿piensas buscarlo cuando salgas de aquí?
—Nuestra historia terminó el mismo día que Hugo me mató, él merece algo mejor, y conociéndolo estoy segura de que ya se ha buscado a alguien más —mentí— es el amor de mi vida, pero solo eso, quedará como un buen recuerdo, él y yo nunca podremos estar juntos.
—Eso lo entiendo, pero tal vez si hablas con él y le dices ese dichoso secreto que te aleja de su amor, puedan...
—Nunca —respondo tajante.
Con eso doy por terminado el tema, ambas nos dirigimos a la sala de visitas y vemos como entran dos personas de traje, eran guardaespaldas y enseguida entra un abogado, debían de esperar a Rapha pero él no llegaba, entonces Damaris me avienta una mirada que sabía que significaba.
—Vale, yo voy —hablo y sin querer aquellas personas que esperaban a Rapha me escucharon, no quitándome la mirada de encima.
Camino despacio con la esperanza de que apareciera él sin necesidad de convencerlo o apurarlo a que saliera de su estúpida celda, pero no sucede así, en cuanto llego a su celda lo veo sentado en la cama, con los ojos cerrados y con un sobre blanco en las manos.
—Te están esperando —digo recargándome en el marco de la entrada.
—No estaba muy seguro de entregarte esto o de marcharme y de que no supieras la verdad de mis sentimientos —levanta la mirada y veo que es diferente a la que siempre trae consigo.
—Ya hemos hablado de esto infinidad de veces —resoplo acercándome hasta él.
—Lo sé, pero tienes que saber que a lo largo de mi corta vida he conocido a muchas chicas, y sé que la edad puede ser un problema —lo dice mientras se le asoma una delicada pero muy notoria sonrisa, ya que él era un año menor que yo— pero me he enamorado de ti.
—Enamorarse de mí es como admirar una rosa muerta, no tiene sentido alguno hacerlo cuando mi corazón no existe, cuando mis sentimientos están perdidos en el espacio cruel que separa la realidad de la fantasía —mantengo firme mi decisión.
—Tengo mucho tiempo para convertirme en astronauta sentimental al rescate de tu corazón, no importa dónde esté, lo encontraré y será mío, solo mío —se pone de pie y yo me alejo sin decir nada más acerca del tema.
—Te están esperando —le repito nuevamente.
Rapha y yo llegamos a la sala de visitas y abraza a Damaris, ella no era nada cariñosa ni sentimental, de hecho era un poco brusca, y a veces con actitudes de hombre, pero creo que solo es una máscara para ocultar lo que realmente es y que nadie le vuelva a hacer daño, solo espero que su hermano se esté pudriendo en el infierno.
—Bien, es la despedida Amore mío —Rapha se dirige a mí mientras los hombres trajeados toman sus cosas y su abogado habla con una policía que cuidaba la entrada.
—Que tengas buen viaje —lo abrazo y le doy un beso en la mejilla.
—Nos veremos en unas semanas, no te olvides de mí, ni te enamores de alguien más —ambos sonreímos— y no olvides informarme acerca de esos planes de los que nos hablaste.
—Lo prometo, en cuanto pueda te mantendré informado.
Pensaba que hasta ahí quedaría nuestra despedida, Damaris al vernos se da la media vuelta y se marcha, aquello no le gustaba, le daba nauseas las muestras de afecto, pero en ese instante Rapha se acerca demasiado y me da un beso en los labios, tan rápido que me tomó por sorpresa, sus besos eran fríos y no me hacían sentir nada, no había chispa, pasión ni deseo como cuando me besaba con Bastian, y me golpeé mentalmente al darme cuenta de que volvía a pensar en él.
— ¡¿Pero qué carajo pasa aquí?!
Esa voz, ese tono, volteo y mis ojos se clavan con los suyos, ya había llegado.
Los ojos verdes de Milan se clavan en los míos para después pasar a colocar su fría mirada en Rapha.Pensaba que llegaría más tarde o quizá mañana, pero mi mejor amigo estaba aquí, solté un enorme suspiro y me acerqué a él para saludarlo, Milan era la única parte de mi vieja vida que conservaba, el único que me mantenía a flote en los momentos más difíciles.—Hola —lo saludo.—Crys, ¿por qué ese chico te estaba besando? —me pregunta observando a Rapha alejarse y saludar a sus guardaespaldas.—No tengo idea —encojo los hombros— pasemos a tomar asiento mejor.
Las luces neón alumbran aquel lugar, la música está a todo volumen mientras la gente baila y toma, la droga no faltaba, las chicas vestían entalladamente y se mostraban muy accesibles ahora que todos en el pueblo sabían lo ocurrido, ahora que Bastian estaba de nuevo en el mercado de ligues, pero lo que ellas no sabían, era que el viejo Bastian había vuelto, ese que era una pesadilla para las chicas y una preocupación para los chicos.Termina su copa de vino y se carcajea interiormente al saber que todos piensan que Bastian se ha acostado con modelos, lo cierto es que lo ha intentado, pero no puede, Crys, ella es la causa de su sufrimiento, ella siempre aparece en todos lados para impedirle que sea feliz ¿quién se cree? La amaba con locura, la deseaba solo a ella, pero cuando estaba ebrio quería demostrarse a s&i
No pasé una buena noche, no dejaba de pensar en todo lo que me esperaba cuando saliera, en todo lo que tenía que enfrentar, pero nada era comparado con tener que enfrentar a Bastian, temía que si le contara todo me rechazara, muchos habían tratado de separarnos desde que él y yo nos conocemos, pero solo una persona lo había logrado y no precisamente fue Annethe, no, fue Hugo.Me volteo de lado para intentar dormir nuevamente, pero sin conseguirlo, no podía salir, así que comienzo a caminar de un lado a otro en plena oscuridad. Lo extrañaba, lo amaba, pero estaba rota por dentro, no lo merecía. Desde que había llegado a este estúpido lugar no me permití llorar, pero ahora, estando a unas cuantas horas de salir de este encierro, me siento en el suelo colocando mis rodillas en mi pecho y lloro, lloro
Yo respiro profundamente, es como si me despidiera de un sitio que me acogió, aunque fue todo lo contrario, en aquel lugar nació la nueva Crys, ya que la vieja yo, estaba muerta.Me doy la media vuelta y me dirijo hasta el guardia, quien me veía con lujuria y mal humor al mismo tiempo, paso por una especie de recepción en donde me entregan una canasta plateada y fría, ahí estaba una pulsera de oro puro que traía la vez que me trajeron, mi celular, y unos cuantos billetes, observo todo eso y me doy cuenta de que no los necesito, todo eso me trae malos recuerdos, le aviento una mirada cómplice al chico que me tendió aquello, y le sonrío.—Quédatelos si quieres, no los necesito —digo tajante devolviéndole aquella canasta fría de metal.
Por fin tenía frente a mí a Bastian, en cuanto me vio me estrechó contra él, sentir su cuerpo tan cerca del mío me hizo ser débil por unos momentos, y me besó, una lucha interna abrió paso al deseo encerrado por meses, no pude rechazarlo, ¿a quién engañaba? Yo también lo deseaba, su lengua se mueve ágilmente dentro de mi boca y mis manos reaccionan desobedeciendo mis órdenes, agarrándose de sus hombros, pero la magia acaba cuando veo en mis pensamientos los ojos de Hugo, y esa sonrisa que me perturba recordar.— ¡No! —lo empujo con todas mis fuerzas.—Crys, te tengo una sorpresa —estira su brazo para que yo lo tome sin importarle lo que acababa de hacer— no digas nada hasta que lo veas por tu cuent
Bastian estaba acostado en el piso de su habitación, en cuanto se fue de aquel sitio en el que pensó que Crys estaría feliz con su sorpresa, llegó a su casa y sacó una botella de Ron, llamó a Erick y a sus amigos para que le hicieran compañía y tener alguien con quien hablar de sus miserias. Crys estaba muy cambiada, estaba más delgada y ahora era rubia, se había cortado el cabello arriba de los hombros, aunque conservaba sus ondas naturales, estaba guapísima y en cuanto vio y besó aquellos labios carnosos, deseó hacerle el amor en ese instante.—Creo que debes hablar con ella nuevamente —propone Jesse, quien no dejaba de tomarle fotos a Bastian— tal vez está asustada.—Ella es mía —suelta Bastian borrac
Los primeros rayos del sol se filtran por mi ventana, ahora que todo estaba tan diferente, se iluminaba más, apagué el despertador y volví a cerrar los ojos rogándome mentalmente cinco minutos más, pero al poco tiempo mi madre toca la puerta para entrar e irrumpir mi paz interior.Cuando le doy entrada, se acerca con una enorme charola que contenía jugo de naranja, un pan tostado con mermelada de frambuesa, y fruta picada.—Buenos días, dormilona —mi madre me saluda con un beso en la frente y una enorme sonrisa, agradecía sus afectos, pero era demasiado empalagosa y sabía que lo hacía porque en el fondo se sentía culpable por lo que me pasó— hoy es Sábado, ¿tienes planes?
Sabía que Martín siempre estaría dispuesto a verme, y a hablar conmigo, necesitaba que alguien ajeno a mi círculo de amigos, me aconsejara, ahora que Chuck lo sabía, era un peligro, aunque en el fondo existiera esa voz diciéndome que no escapara, que le contara todo a Bastian, pero...Me cambio de ropa, unos sencillos shorts azul cielo, converse negros, una blusa sin mangas blanca, me maquillé y bajé a la sala principal, en donde estaban Saskia y mi madre viendo revistas de maternidad.— ¿Vas a salir cariño? —me pregunta mi madre.—Sí, necesito respirar un poco de aire, iré al pueblo, me muero por probar mis donas favoritas —contesto con tranquilidad mientras me acerco a mi peque