No pasé una buena noche, no dejaba de pensar en todo lo que me esperaba cuando saliera, en todo lo que tenía que enfrentar, pero nada era comparado con tener que enfrentar a Bastian, temía que si le contara todo me rechazara, muchos habían tratado de separarnos desde que él y yo nos conocemos, pero solo una persona lo había logrado y no precisamente fue Annethe, no, fue Hugo.
Me volteo de lado para intentar dormir nuevamente, pero sin conseguirlo, no podía salir, así que comienzo a caminar de un lado a otro en plena oscuridad. Lo extrañaba, lo amaba, pero estaba rota por dentro, no lo merecía. Desde que había llegado a este estúpido lugar no me permití llorar, pero ahora, estando a unas cuantas horas de salir de este encierro, me siento en el suelo colocando mis rodillas en mi pecho y lloro, lloro por mi gran amor perdido, lloro con ganas y al cerrar los ojos aquellas imágenes en donde Hugo me trataba como muñeca de trapo, me bombardean, me lastimó en lo más profundo de mi ser, me mató.
Me quedo en esa posición un buen tiempo, hasta que escucho el sonido de mi celda abrirse, cuando levanto la mirada me doy cuenta de que se trata de Damaris, quien con una enorme sonrisa entra y se sienta a mi lado.
—No me digas que estás llorando porque me dejaras Talle —me dice prendiendo un cigarrillo y dándome uno, aquí era un vicio que había adquirido.
—Tengo miedo —susurro para después soltar el humo dañino.
—Te enseñé a no tenerlo —me contesta haciendo lo mismo que yo.
—Solo hay una persona que me da miedo.
— ¿Bastian? —pregunta mi nueva amiga con asombro.
—Yo —suelto inhalando el humo del cigarro mientras mantengo la esperanza de que me ahogue y deje de existir— tengo miedo de no ser fuerte y derrumbarme una vez poniendo un pie afuera de este sitio.
Ambas guardamos silencio, eso me gustaba de Damaris, era una extraña comunicación que teníamos en medio del silencio ensordecedor que nos hundía en la profundidad de nuestros pensamientos.
—Creo que debes hablar con Bastian —dice y yo no contesto— si lo amas...
—No —apago mi cigarrillo en el suelo— eso no puede ser.
—Estás cometiendo un error Crys, creo que él lo entendería.
—No quiero que sufra, eso es todo, si él se entera de la verdad, se destruiría, lo conozco bien —suelto un suspiro al tiempo que me pongo de pie.
—Pues piénsalo bien Crys, estás alejando a un chico que a pesar de ser un cabrón, te ama, y hoy en día es difícil encontrar a alguien de buenos sentimientos —Damaris apaga su cigarrillo, saca la llave maestra que le robó hace tiempo a una de las guardias de seguridad, y se acerca a la puerta.
—Lo sé, solo trato de protegerlo.
—Me largo, sabes lo que haces, sólo espero que no lo lamentes al final del día, nos vemos en unas horas para nuestro último desayuno, Talle —Damaris se despide cerrando con cuidado la celda y yo recorro la cortina que había puesto para tener un poco más de privacidad.
Bastian, él fue mi único pensamiento por la noche.
A la mañana siguiente preparé mis cosas en una maleta, no eran muchas, pero si las suficientes para llenarla, eran las 8:30 am, por lo que salgo y me dirijo a los baños para asearme y estar lista, a las nueve vería a Damaris en el desayuno, y a las diez venían por mí, cuando voy caminando noto como algunas chicas me felicitan y otras me ven con odio pero no me dicen nada, al tener una pelea con las Catrinas me gané prácticamente el respeto de todos en este manicomio. Incluso algunos chicos me guiñaban el ojo y me miraban con deseo, pero decidí ignorarlos, ellos jamás le llegarían a los talones a Bastian.
Cuando llego a las regaderas, tomo una toalla limpia del casillero que me tocaba, mis cosas de higiene, y la muda de ropa con la que saldría, en cuanto se fue Martín arreglé todo para que el tiempo no me comiera, me meto a la regadera y puedo notar como algunas me ven el cuerpo desnudo, algo que aprendí en este lugar era a no tener pena, me costó trabajo asimilarlo, pero lo logré. Cuando termino seco mi cabello y me dirijo a la sección del tocador, me veo en el espejo, estaba muy delgada, lo rosado de mis mejillas ya no existía, y mis ojos ya no tenían esa luz de antes.
Seco mi cabello con otra pequeña toalla, y comienzo a vestirme, con unos jeans entubados azul marino, unas zapatillas de tacón de punta color blancas, una blusa sin mangas nada escotada color azul cielo, y por primera vez desde hace meses saqué mi estuche de pinturas, era momento de darle algo de color a mi rostro, me maquillé, y al verme me di cuenta de lo cambiada que estaba realmente.
Cuando me dirijo a los casilleros saco todo lo que me pertenecía para meterlo a mi maleta, y al salir, observo como muchas me ven con sorpresa, las entendía, toda mi estancia aquí parecía fantasma, nada de maquillaje, y con esa ropa tan espantosa que nos obligaban a usar, pero ahora, bañada, arreglada y maquillada, era una nueva persona.
Llego a mi celda y guardo lo que me falta de mis cosas, cuando lo hago, me dirijo con mi maleta al comedor, y al fondo veo a mi amiga Damaris, quien al verme frunce el ceño.
—Listo, he llegado —intento sonreír pero últimamente no se me daba bien.
— ¿Talle? —Damaris abre los ojos como platos— ¡no puede ser! ¿En verdad eres tú? Te ves muy diferente.
—Espero que eso sea bueno —suelto una pequeña risa.
—Claro que es bueno —dice observándome de pies a cabeza— ahora entiendo porque dices que ese tal Bastian está loquito por ti.
—No menciones ese nombre —ruedo los ojos y tomo asiento a su lado— no tengo hambre, pero en cuanto salga de aquí moveré mis contactos para que puedas salir más rápido, no quiero que estés ni un solo segundo aquí, en esta porquería de ricos.
—Eso me gusta —Damaris embulle un pedazo de carne mal cocinada.
—Te quiero agradecer por todo lo que hiciste —le tomo la mano— ambas sabemos que sin ti, yo hubiera muerto desde el primer día.
—No nos pongamos sentimentales, a parte, todo tiene un precio, yo te ayude a sobrevivir, y tú me ayudarás a salir —me guiña un ojo y sé que miente, esa rudeza, esa actitud, solo era un escudo.
—Tienes razón —sonrío.
— ¿Lo pensaste mejor? —me pregunta con cautela y sé a qué se refiere.
—Sí, y creo que quiero hablar con él, pero no ahora, no cuando salga, no es el momento —respondo asimilando lo que acababa de decir, es como si la que estuviera hablando fuera otra persona.
—Vale, entiendo.
Estábamos hablando amenamente, cuando pronto alguien golpeó a puño cerrado nuestra mesa, y al levantar la vista me di cuenta de que era Anastasia, las catrinas, ¡perfecto, lo que faltaba! Grito en mis adentros.
—Vaya, vaya, Crystalle, sí que estás buena, con esa ropa tan cara y ese maquillaje barato, ahora entiendo a Woodwryn —me dice Anastasia escaneándome con la mirada y provocándome nauseas.
—Piérdete —suelto apartando la mirada de ellas dando a entender que no me importa nada su presencia.
—Solo vengo a decirte que cuando salgas, ni se te ocurra acercarte a Woodwryn, él es nuestro —dice y siento ganas de vomitar al percibir su asqueroso aliento.
—Lo que haga o deje de hacer, no te importa —la desafío con la mirada.
— ¡Eres una hija de puta! —grita la menor levantando la mano para darme una bofetada, yo ya estaba preparada.
En cuanto veo eso, mi cuerpo reacciona rápidamente y me pongo de pie haciendo a un lado la silla, le detengo la mano y le hago una llave colocando un tenedor en su cuello.
—No te atrevas, creo que están perdiendo su tiempo —le susurró al oído.
—Vale, vale, para, solo estábamos jugando —intenta tranquilizar la situación, Anastasia.
En ese momento suena un silbato.
— ¡Bellowk, es la hora! —grita un guardia de seguridad acercándose a mí, y tomando mi maleta.
—Fue un placer, Catrinas, espero no verlas nunca —suelto a la que me quiso abofetear— espero no verlas nunca más.
Ellas me avientan una última mirada llena de odio y se dan la media vuelta, yo me dirijo a mi amiga Damaris y veo en su rostro lo orgullosa que está.
—Cielos, mírate, pareces toda una princesita —dice en tono burlón, eso mismo me dijo la primer vez que nos vimos— aprendiste bien.
Yo sonrió y ella se pone de pie.
—Te sacaré, lo prometo —susurro.
—Entonces nos veremos pronto Talle —me sonríe y se da la media vuelta sin decir nada más, odiaba las despedidas.
—Gracias —susurro sabiendo que ya no me escucha. Se ha ido.
Yo respiro profundamente, es como si me despidiera de un sitio que me acogió, aunque fue todo lo contrario, en aquel lugar nació la nueva Crys, ya que la vieja yo, estaba muerta.Me doy la media vuelta y me dirijo hasta el guardia, quien me veía con lujuria y mal humor al mismo tiempo, paso por una especie de recepción en donde me entregan una canasta plateada y fría, ahí estaba una pulsera de oro puro que traía la vez que me trajeron, mi celular, y unos cuantos billetes, observo todo eso y me doy cuenta de que no los necesito, todo eso me trae malos recuerdos, le aviento una mirada cómplice al chico que me tendió aquello, y le sonrío.—Quédatelos si quieres, no los necesito —digo tajante devolviéndole aquella canasta fría de metal.
Por fin tenía frente a mí a Bastian, en cuanto me vio me estrechó contra él, sentir su cuerpo tan cerca del mío me hizo ser débil por unos momentos, y me besó, una lucha interna abrió paso al deseo encerrado por meses, no pude rechazarlo, ¿a quién engañaba? Yo también lo deseaba, su lengua se mueve ágilmente dentro de mi boca y mis manos reaccionan desobedeciendo mis órdenes, agarrándose de sus hombros, pero la magia acaba cuando veo en mis pensamientos los ojos de Hugo, y esa sonrisa que me perturba recordar.— ¡No! —lo empujo con todas mis fuerzas.—Crys, te tengo una sorpresa —estira su brazo para que yo lo tome sin importarle lo que acababa de hacer— no digas nada hasta que lo veas por tu cuent
Bastian estaba acostado en el piso de su habitación, en cuanto se fue de aquel sitio en el que pensó que Crys estaría feliz con su sorpresa, llegó a su casa y sacó una botella de Ron, llamó a Erick y a sus amigos para que le hicieran compañía y tener alguien con quien hablar de sus miserias. Crys estaba muy cambiada, estaba más delgada y ahora era rubia, se había cortado el cabello arriba de los hombros, aunque conservaba sus ondas naturales, estaba guapísima y en cuanto vio y besó aquellos labios carnosos, deseó hacerle el amor en ese instante.—Creo que debes hablar con ella nuevamente —propone Jesse, quien no dejaba de tomarle fotos a Bastian— tal vez está asustada.—Ella es mía —suelta Bastian borrac
Los primeros rayos del sol se filtran por mi ventana, ahora que todo estaba tan diferente, se iluminaba más, apagué el despertador y volví a cerrar los ojos rogándome mentalmente cinco minutos más, pero al poco tiempo mi madre toca la puerta para entrar e irrumpir mi paz interior.Cuando le doy entrada, se acerca con una enorme charola que contenía jugo de naranja, un pan tostado con mermelada de frambuesa, y fruta picada.—Buenos días, dormilona —mi madre me saluda con un beso en la frente y una enorme sonrisa, agradecía sus afectos, pero era demasiado empalagosa y sabía que lo hacía porque en el fondo se sentía culpable por lo que me pasó— hoy es Sábado, ¿tienes planes?
Sabía que Martín siempre estaría dispuesto a verme, y a hablar conmigo, necesitaba que alguien ajeno a mi círculo de amigos, me aconsejara, ahora que Chuck lo sabía, era un peligro, aunque en el fondo existiera esa voz diciéndome que no escapara, que le contara todo a Bastian, pero...Me cambio de ropa, unos sencillos shorts azul cielo, converse negros, una blusa sin mangas blanca, me maquillé y bajé a la sala principal, en donde estaban Saskia y mi madre viendo revistas de maternidad.— ¿Vas a salir cariño? —me pregunta mi madre.—Sí, necesito respirar un poco de aire, iré al pueblo, me muero por probar mis donas favoritas —contesto con tranquilidad mientras me acerco a mi peque
Los nervios me mataban, no estaba muy segura de contarle toda la verdad, pero al menos lo intentaría, ahora que Martín me había dado un pequeño empujón, lo haría.Bastian no me quitaba la mirada de encima, estudiaba cada movimiento mío, cada reacción, y terminaba por convertirme toda aquella situación, en un manojo de nervios.— ¿Y bien? —enarca una ceja.—Yo...Volteo detrás de él y observo que sus amigos vienen hacia nosotros, lo cual me deja un poco más tranquila, y en cierta forma vi una escapatoria.— ¡Vaya Crys, te ves diferente! —dice con asombro Romel
La lluvia no paraba y no podía defenderme, los ojos de Hugo estaban observando mi cuerpo con deseo, sus ojos estaban inyectados, y por el olor se notaba que había fumado marihuana.—Ahora si llegó mi turno, te voy a disfrutar como nunca nadie lo ha hecho, ni siquiera el imbécil de Bastian Woodwryn —dice con desprecio mientras yo hago un intento inútil por escapar.—No lo hagas, por favor, tú no eres como Annethe, tú...— ¡Cállate zorra! —Me da una bofetada que me duele más que el alma en esos instantes— ¡No menciones a mi hermana!Abro los ojos como platos al escuchar eso, ¿era cierto lo que había escuchado? O s
Bastian estaba furioso, no podía con lo que Crys le había contado, pero prefirió no mostrarse mal ante ella, ya que su sufrimiento era bastante, cuando ella le contó todo eso, una explosión de emociones se alojaban en su pecho, no lo podía creer, estaba confundido, se sentía frustrado per no haber podido defenderla, cabreado con Hugo por haberla tocado, su único alivio era que estaba muerto.Cuando se despidió de Crys y permitió que se marchara primero, gritó como nunca, maldijo a Hugo y a Annethe, pero sobre todo, a su padre, ¿cómo es que aquel hombre que tanto admiraba le hubiera hecho eso a su madre? ¿Ella lo sabía? Necesitaba respuestas, así que se puso de pie y caminando como si fuera un muerto viviente, salió de la cabaña de Crys, se dirigió a su carr