8(2)-Sentimientos desconocidos

Al despertar siento que alguien me está observando, y el respirar de esa persona en mi rostro, cerca de mis labios, coloco mis manos en su cintura y pego mi cuerpo al suyo, gruño suavemente al sentir algo en mi pijama.

Ella se aleja muy rápido y yo lo agradezco internamente.

—Perdón, estaba dormida. —noto su mentira rápidamente al ver que mueve su pulsera y su rostro esta sonrojado.

—No importa. —respondo y camino al baño serio.

Salgo minutos después relajado y con mi cuerpo siendo cubierto solo por una toalla blanca, veo de reojo cómo mi esposa entra sonrojada al baño y río internamente por su reacción.

Termino de arreglarme, hoy no iremos a la empresa, antes de la cena, iremos de paseo y la llevaré a visitar a su madre. Se que la relación con su padre no es muy buena, pero ya hace rato no los ve, estoy seguro de los extraña.

Ella sale del baño y yo bajo las escaleras para dejar que se arregle.

Me siento en el comedor y puedo apreciar todo lo que mamá ha preparado.

—Esperemos a Jung-Li —menciono viendo a mi hermano.

—Pero tengo hambre —se queja.

Mi mamá ríe y se siente con nosotros, pocos minutos después mi esposa baja, se vestimenta son unos shorts jeans arriba de la rodilla, unas zandalias blancas y una camisa gris unas tallas mas grandes que la suya.

Después de saludar se sienta a mi lado sonriendo, veo a mi hermano y ya se sirvió desayuno, suspiro por su necedad.

—Serviré yo, señora Olivia —mi madre asiente a lo que Jung-Li dijo.

Ella nos sirve desayuno a todos y se sirve ella, agradezco con un sonido mientras pruebo los deliciosos panqueques.

Al terminar todos, mi esposa se levanta y va a lavar lo que ensuciamos, sigo sus pasos cargando lo que quedo en la mesa, lo dejo en el lava manos y me quedo a su lado.

—Te ayudaré—tomo lo que esta con jabón y lo enjuago.

—No es necesario—noto un pequeño deje de tristeza en su voz.

—No lo pregunte—respondo y sigo. —¿Qué tienes?

—Bien—responde un susurro. —No, nada.

Al terminar de lavar los platos y vasos, pasamos con los cubiertos,noto como sus manos tiemblan al tener el cuchillo en la mano y se lo quito rápidamente. Lo dejo en el lavado y la abrazo. Acaricio su espalda con cariño mientras susurro un "todo esta bien".

—¿Me dirás qué es lo que tienes? —ella asiente, su mejilla esta en mi pecho y sus manos alrededor de mi cuerpo.

—Solo dejame que esto pase —responde con la voz rota.

La ansiedad me esta comiendo, en verdad me molesta verla así de la nada, su semblante cambio desde que mi madre le pregunto por su niñez.

Siento la duda crecer al recordar que también lo que dijo en la empresa, no tiene porque sentir miedo en un lugar protegido, creo que hay algo que no me ha dicho y me asusta un poco que sea algo malo.

Se aleja de mí y limpio sus lagrimas, acaricio su mejilla sonriendole con leve, ella me devuelve el gesto, pero esta vez si parece sincero.

—Gracias—susurra viendo mis ojos.

—No hay que agradecer, no hice mucho—respondo acercándome a su rostro.

Sus mejillas sonrojadas, su mirada brillante, sus labios levemente hinchados por el llanto y su cercanía han hecho que quiera protegerla, pero también probar nuevamente sus besos.

Siento su respiración en mi rostro y sonrío, lamo mis labios y los junto con cariño a los suyos, paso mis manos por su cintura haciendo el beso más profundo, la pego a la paredes de la cocina mientras acaricio su cuerpo sobre la ropa. Escucho un suave jadeo salir de sus labios y aprovecho para meter mi lengua, el beso se vuelve necesitado y los suaves sonidos que ella suelta hacen que no quiera parar, me voy alejando lentamente de sus labios, sin separar su cuerpo del mío.

Sonrio al ver sus ojos cerrados y sus labios hinchados pero ahora por razones diferentes a las anteriores. Abre sus ojos brillantes y los fijo en mí, ella sonríe sonrojada mientras yo me dedico a acariciar su mejilla con una mano, mientras la otra sigue en su cintura.

—Debemos volver a la sala—escucho su murmuro y niego.

—No quiero—respondo mientras la veo con cariño.

Vuelvo a besarla, pero esta vez solo es una pequeña unión de labios, algo sin tanta presión ni movimiento, pero el solo hecho de tenerla así, y que no ponga ninguna objeción me alegra el día, vuelvo a separarme dejando besos por todo su rostro.

Esperamos a que nuestra respiración se normalice, todo esto sin separar nuestros cuerpos.

Después de unos pocos minutos entramos a la sala, veo a mi hermano fingiendo leer, lo sé porque la revista esta al revés, mi madre solo sonríe viéndonos.

Subo a la habitación, mi esposa se queda charlando con mi madre y hermano. Me coloco unos pantalones jeans negros con una camisa del mismo color, junto a un abrigo de cuero negro y zapatos cerrados.

—¿Nos vamos?—le pregunto a Jung-Li ingresando a la sala.

Toma sus cosas y me sigue fuera de la casa, la ayudo con la puerta y subo al lado del piloto.

—¿Donde vamos? —sonrío al escuchar su pregunta.

—Con tus padres, si quieres estar a sola con ellos, me iré, pero si quieres que me quede lo haré —respondo acariciando su muslo con mi mano.

La retiro al darme cuenta de mi atrevimiento y me concentro en el camino.

—No quiero estar mucho tiempo ahí—me detengo en un semáforo y la veo.

—¿Por, pasa algo?—ella niega viendo la ventana.

—Solo no quiero, prefiero ir a visitar a mi hermano. —vuelvo a tomar el camino cuando el semáforo cambia.

El recuerdo de ella en el cementerio aparece y frunzo el ceño con curiosidad. Llegamos donde sus padres y bajo a abrir su puerta. Tomo su mano y le doy un asentamiento de cabeza para que este tranquila.

Toco la puerta, al poco rato una señora con traje de mucama abre la puerta. Mi esposa la abraza con una pequeña sonrisa, después de saludarla ingresamos a la casa y nos sentamos en la sala de estar.

—Ya le aviso a los señores—expresa la mucama desapareciendo de nuestra vista.

Jung-Li parece nerviosa, no para de mover los pies con nerviosismo. Pongo la mano sobre la suya, deteniendo los movimientos.

—Tranquila, no te comeran. —intento hacer que el momento pierda la tensión.

—Lo sé, no son cavernicolas, aunque pareciera que sí —susurra lo último y río por sus ocurrencias.

Veo a los señores Min bajar las escaleras con un porte perfecto, caminan hasta el sofa frente a nosotros sin saludarnos, muy irrespetuoso de su parte, veo a mi suegra y ella parece querer acercarse a Jung-Li, se nota en sus ojos la alegría de verla.

Mi esposa se acerca a ellos y hace una reverencia, besa sus manos y luego regresa al lado mío. Me sorprende un poco, pero al venir de una cultura diferente en la que los mayores son unos dioses y los menores son nada, supongo que es normal.

—Buenas tardes, señores Min—saludo cordialmente desde mi lugar.

Ellos mueven su cabeza como respuesta, no sé si estaremos callados todo el tiempo que estaremos aquí, pero me esta aburriendo.

Nos sirven bocadillos y la señora Min aprovecha para salir de la sala con mi esposa.

—Los dejamos solos, seguro tienen que hablar de la empresa—toma la mano de Ji y la guía a las escaleras.

Nos quedamos en silencio por un largo rato hasta que el señor Min habla haciendo una pregunta un tanto incómoda.

—¿Ya esta en espera Jung-Li? —levanto la vista y niego.

—No, decidí tomar un tiempo para conocernos, no quiero que se sienta obligada—respondo tomando la taza de café en mis manos.

—Solo tómala, no es cómo que se enamoraran, solo tienen que tener al niño para que la empresa pase a tus manos—expresa de forma fria y desinteresada.

Es increíble como habla así, es de su hija de la que hablamos y aún así parece que es un objeto para él.

—El matrimonio durará lo que yo y ella decidamos, y al final la empresa pasará a mis manos—respondo a su "concejo".

—Bien, hagan lo que quieran, siempre y cuando tengan a el heredero—estoy a punto de decirle un insulto, pero no se vería bien que siendo una persona madura insulte a un ignorante como él.

—¿Qué pasaría si no es un varón? —dejo el café en la pequeña mesa.

—Tendrían que volver a intentarlo, hasta que sea un heredero varón—responde serio.

Mi sangre hierve al escuchar la respuesta tan machista de su parte.

—Mis hijos serán los que hereden mis bienes, por lo que leí en el contrato, no especifica el género del bebé, solo dice que tengo que engendrar uno—mi mirada es igual de seria que mi voz.

Me es imposible creer que quiera que nosotros traigamos a bebés a un matrimonio que tarde o temprano acabará.

Ahora entiendo la forma de ser de mi esposa y el porqué de su negatividad a estar aquí.

Le pido a la mucama que las llame y cuando ambas bajan, tomo su mano serio, ella lleva un cofre en sus manos pero no le presto mucha atención.

—Espero que vuelvan pronto—escucho lo que mi suegra dice y asiento.

Ellas se despide de su madre con un abrazo rápido mientras que al señor Min solo le hace una reverencia.

Subimos al coche, ella parece feliz, todo lo contrario a mí. Si los pensamientos mataran, yo estaría en la cárcel por matar a mi suegro. Con lo poco que he hablado con él en solo tres ocasiones, ya me parece una persona desagradable y sin sentimientos.

—¿Estás enojado?—pregunta con un voz suave.

Detengo el coche frente al cementerio y volteo a ver a Jung-Li. Uno de sus besos calmaría mi mal humor en segundos, pero tengo que contenerme, no puedo besarla siempre o acostumbrarme a ella.

—No es contigo, tranquila—acaricio su mano suave—.Vamos, baja.

Le abro la puerta y entramos al lugar. Ella camina adentrandose mientras yo la sigo. Al llegar a la tumba de su hermano, me quedo a una distancia prudente en la cual la puedo cuidar y se puede sentir protegida, y a la vez puede tener privacidad.

Después de lo que parece ser una hora, ella se levanta del suelo y hace una reverencia a la tumba, regresa un poco triste y me sonríe leve al llegar a mi lado.

—¿Estás bien?—la abrazo y acaricio su espalda.

—Sí, gracias—sonrio y me alejo.

Subimos al coche y regresamos a casa, al entrar saludamos a mi madre, ella abraza a Jung-Li con una sonrisa.

—Estaba pensando en hornear un pastel, o algunas galletas—le dice a Jung-Li separandoce.

—Está bien, me parece perfecto—sonrio al escuchar su voz suave.

—Saldremos, tienes que estar lista a las 8, ni un minuto tarde—mi esposa asiente y luego yo subo las escaleras.

Al entrar a la oficina me dispongo a trabajar y revisar algunos archivos de la empresa, me alegra notar que todo va bien y todo el empeño que he estado haciendo no es en vano.

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