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Capítulo 2 Una oportunidad

Una hora después…

- ¡Ya llegué! Voy a bañarme primero- dice entrando por la puerta del patio, sin esperar respuesta. Sube corriendo las escaleras hacia su cuarto, el cual está al fondo del pasillo hasta llegar al gran ventanal

- «No me canso de esta espectacular vista».

A través del vidrio se observa en el horizonte los grandes gigantes robustecidos por la gran alfombra verde, la luz del sol se filtra a través de las nubes

- «Quién diría que detrás de esas encantadoras montañas… está mi amado mar»

Después de la ducha y lavarse los dientes se coloca: una blusa sencilla color azul claro, pantalones cargo, zapatillas sencillas y una cola de caballo, sin olvidar la crema facial y el brillo de labios.

Una vez que llego a la cocina, se sienta a comer. - ¡Mmm que bien huele! ahora sí, ¡a comer! - frotándose las manos.

Belinda mueve su cabeza de un lado para otro y le sirve el desayuno. Ella sabe que Halia no es del tipo de chica que evita la comida, por el contrario, disfruta mucho de esta.

-Deberías desayunar primero antes de salir a correr, eso te daría más energía. - le dice limpiando la encimera. -Además debes comer más despacio o te caerá mal- dándole una mirada desaprobación.

-Es que hoy debo correr quiero pasar primero a la compañía de los Lombardo para aplicar el examen para pasantes- Dice tragando un poco de comida y tomando un sorbo de su jugo- Sin no me apresuro no voy a llegar a tiempo a ningún lado. Porque después debo llegar a tiempo a la universidad.

-No puedes ser que insistas con eso. No creo que a tu padre le vaya a agradar esa idea tuya- dice Belinda mientras se sienta en la silla de enfrente- En verdad no lo necesitas para ganar experiencia, es simple, deberías hacer la pasantía en la empresa de tu padre.

Poniendo sus manos debajo de su barbilla agrega:

-En la compañía Koyama todos te tratan como una reina, y tienes acceso a todo, en cambio en esa otra estoy segura de que nadie te conoce, con eso que nunca sales ni socializas como las chicas normales.

- ¡Je, je, je! como si Bàba me dejará socializar- la interrumpe. 

-Como sea Mija ¿Cómo crees que te pueda ir?  Tendrías que comenzar de CERO. - enfatizando esta palabra.

- ¿Y si te maltraten? ¡Imagínate! - Poniendo cara de angustia añade - Pondrías en riesgo la estabilidad de ESA empresa. Sabes cómo es tu padre, cuando se trata de ti.

-Ese es el punto nana- ingiere otro poco del jugo

-Esa empresa es la única que está en el mismo estatus que la nuestra- muestra con sus manos signos de comillas

-Además escuche del mismo Bàba, que conoce bien a los Lombardo, su presidente fue compañero de batalla o algo así; parece que son amigos íntimos, por otra parte, ellos pronto van a tener una colaboración. Al parecer es muy importante.

Belinda espera que continúe, mientras Halia termina de masticar otro poco de comida.

- ¡Piénsalo por un momento! Sin van a colaborar, yo por mi parte no estaría haciendo nada malo- Se lleva el último pedazo de comida a la boca, se levanta para dejar los utensilios en el fregadero.

- ¿Sabes lo que pienso?... Lo que pienso es que es innecesario entrar a una empresa cuando ya sabes que eres la única heredera de la tuya.

-Nana ¡Imagina! - Le expresa llena de esperanza -Si logro entrar sin ayuda, conseguiré demostrarle que estoy lista para ser autosuficiente, que puedo desempeñarme también como él

- ¡Hay mi hijita! Estoy segura de que tu padre está orgulloso de ti y sabe que puedes ser autosuficiente- le dice en un tono suave, colocando detrás de sus orejas unos pequeños flequillos que salen de su cabello amarrado, luego toma sus manos y mirándola a los ojos agrega:

-Lo que realmente creo, es que no es necesario que estés constantemente tratando de probar tu valor a tu padre, él te ama, así como eres.

-Si eso, ¿Es cierto? - menciona con desaprobación. - ¿Porque constantemente me pone nuevos entrenamientos, clases exhaustivas, guardaespaldas que son peores que él y siempre pasa supervisándome?

….

-Ya conoces una de sus tantas frases “siempre debes ser mejor que el mejor”- Halia suspira frustrada.

-Él es el mejor, el desea que lo mejore a… Él. No puedo rendirme. - mira al piso con desolación y las manos entrelazadas

-Tal vez en esa empresa encuentre otras técnicas que me ayuden a superarlo y ganar su verdadera aprobación– Dice dejando caer sus hombros.

-Además Nana, no creo que yo la pupila del gran maestro Atsushi Koyama pueda ser intimada por otras personas.

Belinda conoce bien Halia, ¿Cómo no?, si la ha criado desde los 8 años, sabe bien lo terca que puede ser.

-Creo que no hay más que hablar, ya lo tienes decido- Mira a Halia con ojos de resignación.

–Tienes mi bendición entonces- menciona moviendo su mano.

La alegría se extendió por todo el cuerpo de Halia; para ella es realmente importante que su nana apruebe su decisión.

-Entonces date prisa porque llegarás tarde y he escuchado con son muy estrictos con la puntualidad –entregándole una bolsa con bocadillos caseros

- ¿Ya planeaste como quitarte de encima los guardaespaldas? ¡Por favor! No hagas nada arriesgado- uniendo sus manos en señal de súplica.

-No te preocupes Nana, todo está cubierto. ¡Va a ser divertido! Le dice cerrándole un ojo.

A una hora de distancia.

A una hora de distancia.

Frente a uno de los edificios más sobre saliente de la ciudad, un hombre alto, delgado, guapo de descendencia oriental, baja de su Rolls-Royce blindado color azul oscuro, vistiendo con un traje a la medida vislumbrando un cuerpo esbelto, camina elegantemente a la entrada del edifico, acompañado por dos hombres altos y fornidos vestidos de negro, pasan las puertas de vidrio custodiadas por oficiales de seguridad, que lo saludan con una reverencia, justo cuando estaba punto de llegar a la recepción.

-Tan puntual como siempre – camina hacia él, un hombre de unos 60 años, cabello castaño claro, una sonrisa cautivadora, no tan alto, su traje también confeccionado a la medida, disimulando su abultado abdomen. –tus hábitos jamás cambian, es un placer verte amigo.

-Para mí también es un placer, me disculpo por no haberte visitado estos últimos meses, los proyectos y otros asuntos me ha tendido ocupado, pero hoy soy todo tuyo como lo teníamos acordado, tenemos muchos asuntos que discutir en especial lo mi hija. - iluminando el lobby con su sonrisa.

- ¡ja, ja, ja!  si entiendo, ya es momento que se vayan conociendo- colocándole una mano en la espalda, lo guía al ascensor que es exclusivo de la presidencia.

************

En el piso 95 del mismo edificio viendo frente a la ventana se encuentra un joven de unos 25 años, ojos penetrantes de color gris azulado, rasgos masculinos bien definidos, un aura amenazadora, frio, alto, viste un traje a la medida con corbata, a través de este se puede ver sus músculos fuertes. Una mano en su bolsillo y la otra con una copa de vino.

-Señor, el señor Koyama, está en el edificio junto con el viejo señor Lombardo- le dice Pablo Quintana su asistente personal, un joven de cabello negro, tez clara, de tipo atlético, utiliza un traje formal y un par de gafas con aro café.

-De acuerdo los atenderé aquí pide café moca sin lactosa, así le gusta al señor Koyama

- ¡Si señor! - sin más sale de la oficina.

***********

Llegando al piso 95, salen del ascensor dos amigos hablando muy amenamente, son recibidos por una atractiva secretaria que los saluda con respeto.

- ¡Buenos días, señores!, el joven señor Lombardo los está esperando. - abriendo de inmediato la puerta de presidencia y se despide inclinando la cabeza.

Ambos señores le responden el saludo

Dentro de la espaciosa oficina. Sentado detrás de un lujoso escritorio color caoba se encuentra el presidente de la compañía Lombardo.

- ¡Caramba! Marcelo- Atsushi mira a su amigo y luego continua- no puedo creerlo, Kano ya eres todo un hombre, en ti no hay rasgos del niño que conocí- acercándose al escritorio Atsushi extiende sus manos en señal de abrazo, de inmediato el joven se levanta para corresponder el gesto dándose un abrazo fraternal.

Kano en el fondo siente mucha admiración por este hombre, sus palabras le producen calor en su corazón, en el pasado siempre recibió de Atsushi sinceridad, afecto genuino y en sus momentos más difíciles fue su protector, el no tuvo padre, pero si podía escoger. No tendría la menor duda que Atsushi Koyama era su primera opción, incluso ha llegado a creer que es el único que realmente lo ha amado.

-Estoy muy contento de poder verte, estoy un poco resentido, tenemos mucho tiempo sin vernos- señalándole con la mano el sillón que está delante del escritorio para que todos tomen asiento. -Sin mostrar, el más mínimo rastro de frialdad que lo caracteriza.

-No es todo culpa mía, tu abuelo que te ha mandado ¡A! ¿No sé? Cuántas universidades para que lograras ser el hombre que veo ahora, el presidente corporativo más joven que ha habido en este país. Yo por mi parte he estado trabajando duro, siendo padre y madre. Debes conocer a mi hija, no solo es hermosa tiene muchas cualidades que cualquier hombre desearía en una esposa- dirigiéndole una picara mirada.

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