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Capítulo 6 Un buen Plan

Mientras tanto a unos kilómetros de ahí.

Kano camina por la compañía Lombardo acompañado por Atsushi y su abuelo. Se podía ver como los tres caballeros andaba con gran gracia y elegancia.

Marcus se acerca a Atsushi y le da un mensaje al oído, su rostro se oscureció, dándole una mira a Marcus, el asiente y se retira.

-Pasa algo Señor Koyama- se percata Kano al ver su rostro.

-No, en realidad es algo fácil de resolver- dice sin dar largas al asunto.

-Si es así, entonces creo que este viejo necesita restablecer su energía sino quiere que desvanezca por la hipoglicemia- les sonríe Marcelo a los dos.

-Me temo Señor Koyama que será mejor que acompañe a mi abuelo almorzar, su salud no es como la de antes.

- ¡Vamos mocoso!, diciéndolo así me hace parecer frágil. – Le regala una mirada de censura.

-Eso significa que no planeas comer con nosotros- le confirma Atsushi.

-Me temo que no; hoy llega varios proveedores importantes, necesito coordinar otros asuntos con el departamento de logística- menciona Kano.

- ¿Cómo no sentirme orgulloso? ¡Todo un hombre de negocio! Te entiendo muchacho, espero verte en la cena que este hombre me ofreció- Señalando a Marcelo.

- ¡Claro Señor!, estaré puntual como a usted le gusta- le dice con gran sonrisa.

-Recuerda el lanzamiento de la línea blanca, eso tampoco se puede descuidar, deberías dárselo a tu hermano.

- Lo pensare Abuelo, no te preocupes lo tengo todo agendado.

Marcelo le da una mirada de aprobación y se dirige a Atsushi.

-Amigo hoy yo invito, tengo una reservación en unos de los restaurantes más exclusivo de esta ciudad, que por cierto está cerca de aquí, ¡te va a encantar!

- ¡Excelente! ya no recuerdo que es comer fuera de casa o de la Empresa.

En el Restaurante

- ¡Buenas Tardes! Señor Lombardo- lo recibe la recepcionista, joven, atractiva con el cabello negro, usando un uniforme pulcro y elegante. Mira a Atsushi con un brillo en sus ojos.

-Buenas tardes, Mirna- observando su gafete- Tengo una reservación- le menciona Marcelo sin dejar de observar a la enamorada recepcionista.

-Por supuesto, síganme ¡por favor! - Los guía a una sala privada, equipada con varios aparatos de entretenimiento, mesa de billar, juegos y muebles cómodos. Los ventanales cubren la parte exterior de la sala, permitiendo ver todo el parqueo, la ciudad y a lo lejos las imponentes montañas. Los hombres de colocan de pie al ventanal como dos Reyes mirando su imperio.

- ¿Te gusta?

- ¡Hermoso! Ahora ver ¿Como esta la comida? - le dice con una sonrisa

Ambos hombres se sientan y de inmediato se acerca el sommeller1 un hombre de mediana edad, con un traje con chaleco gris, trae el carrito con varios tipos de vino

- ¡Buenas tardes, señores! Hoy les ofrezco Cheval Blac o Chàteau d’yquem nuevas adquisiciones del restaurante o los tradicionales que tampoco baja de calidad.

- ¡Mmm! Hoy se me apetece algo dulce ¿Qué te parece Atsushi?

-Por mí, está bien. ¡Por Favor! danos Chàteau d’yquem

El sommeller asiente con la cabeza y sirve dos copas, y les deja cerca el vino de inmediato llega el camarero con la carta. Saluda y espera indicaciones.

­- ¡Atsushi! usted es el invitado, escoge yo pediré los mismo.

-De acuerdo, como siempre que me aventure yo primero- lo mira con una sonrisa- algunas costumbres jamás se van- ambos se ríen en complicidad- se me apetece la corvina.

- ¿Cuál señor? ¿En salsa, rellena o Tonkatsu?

- La rellena con Torsan de camarón, vamos a ver si son tan buenos como los de Belinda.

-Amigo te recomiendo como postre “Panna Cotto”, en este lugar les queda riquísimo.

-Ok, si voy a confiarte la parte más importante de mi vida, como no un postre.

Atsushi le entrega la carta al camarero, despidiéndose de él con una leve inclinación de cabeza, este se retira con las órdenes.

Atsushi se afloja la corbata y se desabrocha el primer botón de su camisa, dejando mostrar su marcada clavícula, con un tono serio y tranquilo comenta:

- ¡Dime Marcelo! ¿Kano está interesado en alguna mujer? - Lo observa para ver sus reacciones.

-No para Nada. No voy a negar que es muy cotizado- lo dice con una sonrisa- que puedes esperar de un Lombardo.

-Lo digo porque lo vi tenso cuando mencionamos esposa y matrimonio en una misma frase.

-Vamos Atsushi en esta época, que joven de 25 años no se va a poner nervioso con la palabra responsabilidad, pero no te preocupes, conozco bien a Kano, él sabe bien como asumirla. Es valiente, dedicado y jamás se rinde, característica que necesita nuestra fusión y futuro líder de nuestras familias.


Marcelo se recuesta cómodamente sobre la silla. Y reflexionando adhiere.

-Tengo muy presente lo que hablamos hace unos años, ¿no quedamos en unir nuestras familias con un lazo más fuerte que la amistad? Por fortuna el karma te dio una segunda oportunidad. Y yo en lo personal no pienso desaprovecharla.

-Muy bien, que pienses eso, no quisiera que nuestros negocios y en especial nuestra amistad se vea afectada por malentendidos- luego toma un sorbo del vino

– Halia es mi hija con todas las de la ley, mi otra oportunidad, ella me saco de la oscuridad y ahora es mi única luz- Lo voltea ver con rasgo de tristeza y mirando la copa.

-Atsushi, no se me ha olvido la cantidad de veces que me has salvado la vida, lo que soy hoy, lo soy por ti amigo. Yo te garantizo que haré todo lo que este en mi alcance para pagarte este favor. – le dice mientras baja su copa.

 -Incluso durante todos estos años he creado, cultivado y preparado a los Gyámok e incluso prepare a mis nietos en las mismas técnicas, confiando en tu paranoilla. Ellos están en capacidad de proteger a nuestras familias.

-Créeme cuando te digo que no los hemos acabamos a todos, es mejor ser precavidos, nadie los conocía como yo, además no sabes que otros enemigos puedan surgir. Por otra parte, en mi vida lo más importante es Halia. Ella ha sufrido mucho, me prometí a mí mismo que le daría lo mejor.

-Amigo los tiempos han cambiado estamos en la cima, y unidos no podrán hacernos daños- tomando un poco de vino añade -lo que debemos hacer es concentrarnos en crecer nuestros negocios y en especial nuestras familias. -Le contesta con una sonrisa.

-En la hipotética situación que tu sobresaliente nieto no muestre interés en Halia. ¿Qué? ¿Lo vamos a obligar?

-Hombre no te preocupes, eso no pasará. Ellos se acoplarán. Esos muchachos son filiales

-Eso espero Marcelo, el tiempo corre- Atsushi toma otro sorbo de vino «y el mío se acaba» -sabes que no creo en los matrimonios arreglados.

-Mi amigo no puedes opinar, tu no lo aceptaste y por eso tu familia te desheredo.

-Y no me arrepiento ni un segundo, fue la época más feliz de mi vida- dice cerrando los ojos en un gesto de profunda tristeza.

-Mi plan es que hoy en la cena se conozcan de manera formal- lo interrumpe para lograr cambiar el tema y sacar a su amigo de sus pensamientos.

- Y a partir de ahí Laura y yo propiciaremos los encuentros necesarios para que nazca entre ellos el amor- se toca el pecho con las manos entrelazadas -La paciencia y convivencia son buenos consejeros matrimoniales. Mirarnos a nosotros, somos el mejor ejemplo. A pesar de que Laura sea mi segunda esposa.

-Eso es cierto, aún no sé cómo Laura te ha aguantado por tantos años- lo dice sonriendo.

-Tal vez porque parte de los primeros años, estuve durmiendo contigo- expresa subiendo una ceja.

- ¡Para, para! Diciéndolo así, podrían pensar algo equivocado- menciona abriendo bien los ojos.

- ¡Ja, ja, ja!, cualquiera que haya estado en el ejercito sabría lo que hablamos

Atsushi asiente con la cabeza.

En ese momento llega el camarero con las entradas. Los hombres continua con remembranzas, para luego continuar con el plato principal.

Cuando terminaron de comer se acerca el camarero para retiras sus platos y le colocan el dichoso postre que Marcelo recomendó

- ¿Que te pareció la comida?

-Mucho mejor que la de Belinda, no te atrevas a decirle, porque me dejara en ayuno de resto de mi vida.

- ¡Ja, ja, ja! a veces ¿Me pregunto quién es el jefe ahí?

-Si no fuera por ella nunca hubiera podido con Halia, le estoy muy agradecido. Ella siempre ha dado más de lo que se le pide. Y vaya que ama a Halia.

- ¡Vaya, Vaya! que pequeño es el mundo interrumpe Chiara del brazo de Enrique Ortega su esposo actual un hombre alto, grueso, cabello castaño con una coleta baja, ojos marrones, con inicios de una barba -Los vi a través del vidrio y Enrique quería saludarlos.

- ¡Hola! ¿Cómo esta? ¿Señor Lombardo, ser Koyama? -le dice inclinado su cabeza.

Atsushi se levanta y le estrecha la mano, para corresponder el saludo, se dispone a invitarlos a sentarse con ellos cuando Chiara los interrumpe.

- ¡Oh no! Tenemos una reservación en la sala continua con los tíos de Enrique- mirando a los ojos le pregunta

- ¿Atsushi quién es la estilista que ayudara a tu hija a arreglarse para esta noche- Chiara sabía bien como eran estos hombres, los cuales solo pasaban preocupados por negocios, tecnología y que para variar no frecuentaba actividades sociales, por lo que sentía pena de su hija.

¡Heee! - Atsushi hizo una cara de bobo.

- ¡Lo Sabia! -moviendo la cabeza de lado para otro -para las mujeres es importante lucir hermosas en las actividades sociales, no creo que tu hija sea la excepción- sacando una de sus tarjetas de presentación escribe un número y una dirección y se la da a Atsushi. –solo dile quién eres y los atenderá de inmediato es un fiel admirador tuyo

- ¿Admirador? - la mira con desconcierto.

- ¡Tranquilo es inofensivo!

Sin más Chiara se despide y deja solos a los amigos.

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