Santiago se quedó pensando, estuvo de acuerdo que un hombre enamorado era capaz de cometer las peores locuras como su mejor amigo y ahora cuñado: Joaquín Duque, entonces decidió traer a la madre de Alba, a Estados Unidos.
Le dio los datos sobre Alba, a Fernando, se despidió del agente, quien otra vez al salir causó revuelo entre las féminas que estaban en el banco, robándole un suspiro a más de una.
Santiago dubitativo en su oficina. Observó las fotografías de la señora Rodríguez, inhaló profundo al mirar las fotos de Alba, cuando era niña, analizó muy bien la situación, tenía que hablar con la señora de inmediato, en eso fue interrumpido por un melodioso acento inconfundible.
—¿No pensás felicitar a tu cuñado favorito? —cuestionó con una gran sonrisa Joaquín.
Santiago levantó su mirada llena de seriedad hacía su amigo, ladeó la cabeza.
—Yo no entiendo cómo ustedes dos fueron ca
Queridos lectores les ofrecí cuatro capítulos y les deje cinco, espero los hayan disfrutado, de aquí la actualización será el día Lunes. Por lo pronto les quiero adelantar que estoy preparando para subir el libro de Ariadna Rinaldi, la mujer que ayudó a Alba cuando no tenía dinero para la receta. Les aseguro que esa historia también les va a encantar, y bueno también van a llorar. Les comunicaré en el grupo de Face..book, el estreno, espero me apoyen. Mil gracias. Por otro lado: ¿Qué piensan de la mentira que inventó Santiago? ¿Tendrá consecuencias? ¿Aún lo detestan? Vayan dejando sus comentarios. Gracias.
Caracas- Venezuela. Después de varias horas la prima de Alba, palideció, y casi se desmayó de la impresión, cuando a su celular le llegó la notificación sobre la transferencia con la cantidad de dinero. La joven que era muy suspicaz, se puso a averiguar por internet quien era el famoso Santiago Vidal. No fue nada fácil dar con él, por lo que siguió con la búsqueda hasta que apareció en varias publicaciones y supieron entonces que era el presidente de un importante banco. Leyó algunas entrevistas que le habían realizado, luego le indicó a su tía, las dos quedaron impresionadas con el físico del joven, ahí pudieron constatar que fue sincero en los detalles de su vida. ***** New York- Usa. Dos semanas más tarde. En las oficinas del consorcio Alma mía, una importante reunión se llevaba a cabo entre los miembr
Santiago, revisaba unos documentos del banco, luego de terminar de firmarlos y entregarlos a su asistente, se recostó sobre su sillón, la ausencia de Alba, y de Alex le dolía, sentía su corazón cada día irse resquebrajando en su interior. Apenas habían pasado dos semanas, pero para Santiago, parecían siglos, el no tener noticias de ellos calcinaba su alma. Se puso de pie, tomó sus cosas y salió del banco, necesitaba respirar aire fresco, porque sentía que de un momento iba a enloquecer. Subió a su auto, encendió su reproductor: «Qué voy a hacer con mi amor by Alejandro Fernández» empezó a sonar: «Le bajé las estrellas de un solo golpe. Tal vez ese fue mi error. Le ofrecí cada día y cada noche, el alma y el corazón. Pero no le bastó no fue suficiente. No quiso quererme como la quise yo» ... Gruesas lágrimas brotaron de sus ojos al escuchar la melodía, se aflojó el nudo de la corbata p
La muchacha se quedó callada por varios segundos. —Entonces si me entiende, debe entender que su hijo me lastimó, me rompió el corazón, al igual que usted, yo creía y confiaba en él, en sus juramentos, en sus promesas, me decía que él nunca me iba a dejar pase lo que pase, y todo fue mentira. Alba se cubrió el rostro estallando en llanto, sentía mucho dolor, le dolía el alma. —Te comprendo muy bien, sé que mi hijo actuó mal, y que para ti es muy difícil todo esto, sin embargo, existe un niño de por miedo y te guste o no Santiago, es su papá. —Un padre que no estuvo cuando más lo necesitamos, mientras él paseaba con su novia por el mundo, su hijo nacía en la calle. ¿Le parece justo? — cuestionó con la mirada llena de rencor. Diana derramó un par de lágrimas, condoliéndose del dolor de la joven, sin embargo, debía aconsejarla por el bien de todos.
Entre tanto en trayecto hacia el banco Alex, le contaba a su abuela todas sus aventuras en el nuevo centro comunitario, le iba cantando las canciones que aprendía en clases que ahí recibía, mientras le conseguían escuela. Diana, emocionada lo escuchaba, y aplaudía las hazañas de su nieto; una vez que llegaron al banco, subieron por el ascensor, la doctora Maldonado, se acercó a la asistente de Santiago, quien al verla de inmediato la saludó. —Señora Diana, buenas tardes. —Le brindó una cálida sonrisa. —Hola. ¿Mi hijo está ocupado? —inquirió. —No, señora, ya la anuncio con el economista. —No le diga que estoy aquí. — Diana, se inclinó ante Alex—. Mi niño le vamos a dar una sorpresa a tu papá, quédate escondido tras de mí, y cuando yo te llame entras. ¿Entendiste? El pequeño muy emocionado asintió con la cabeza, enseguida Diana, abrió la
Diana sonreía feliz, ella como madre casi nunca se equivocaba con sus presentimientos hacia los pretendientes de sus hijas. En el pasado no veía con buenos ojos la relación de Enzo e Isabella. La muchacha siempre estuvo enamorada de su actual esposo Fernando. Tampoco era de su agrado Eliana, la mujer con la que Santiago pensaba llevar al altar, y con Joaquín algo le decía que era el hombre ideal para María Paz, ella se casó con alguien parecido y ya llevaba casi más de veinte y cinco años a su lado feliz. —Esta es su casa muchachos, pueden venir a visitarnos cuando quieran. Miguel Ángel ya que somos familia, eres bienvenido también —expresó Rodrigo. El señor Duque estrechó la mano de su consuegro, y luego se dieron un fuerte abrazo. —Cuando quieran ir a Manizales, son bienvenidos, tenemos lugares maravillosos para conocer, me gustaría que nos visitaran en la época de la cosecha, quiero que conozcan la Momposina, qu
Santiago se encontraba de espaldas al ascensor dando unas indicaciones a su asistente, cuando la voz de su hijo hizo que girara de golpe. —¡Papi! —exclamó el niño, era la primera vez que lo llamaba así. Santiago se sorprendió y su corazón se llenó de alegría. Se inclinó a la misma altura de su pequeño para abrazarlo, luego levantó su mirada y observó a Alba sin moverse en la puerta del ascensor. Sus azules ojos cobraron de nuevo el brillo que se había apagado semanas atrás cuando desapareció, entonces volvió su mirada a su hijo. —Alex, me llamaste papá —pronunció, tratando de contener las lágrimas. —¿Te molestó que te dijera así? —inquirió el niño con temor. —Claro que no Alex, no imaginas la felicidad que siento en este momento — aseveró; en ese instante su mirada llena de amor se volcó a Alba, como queriendo expresar su total agradecimiento. Ell
Alba, llegó con las mejillas sonrojadas y bastante agitada hasta el auto donde Diana la esperaba. La señora Vidal, observó el rubor y nerviosismo de la joven.—¿Estás bien Alba? —preguntó con preocupación, al ver en las condiciones que estaba.—Eh... Sí señora —balbuceó con la voz temblorosa, aquel beso con Santiago la descontroló en gran medida.«No Alba, tú no puedes volver a creer en él» se repetía así misma, mientras la señora Vidal, no dejaba de mirarla.—¿Mi hijo te hizo algo? —indagó—, confía en mí, si te ofendió o sucedió alguna cosa que te incomodó, yo debo hablar con él.Alba negó con su cabeza, ellos ya no eran unos niños, como par
Santy regresó con la bandeja entonces le pasó a Alba el vaso del milkshake de frambuesa que sabía él, que era uno de sus favoritos. La joven mordió sus labios al darse cuenta que lo recordaba, suspiró bajito.—Gracias —respondió.Enseguida le sirvió a Alex su copa de helado en forma de payaso, para el pequeño todo eso era tan nuevo, miraba a su alrededor con admiración.—No te vayas a ensuciar —advirtió Alba a su hijo.—Déjalo ser niño —comentó Santiago. —¿Acaso tú nunca te manchaste la ropa cuando tenías su edad? —Enfocó su azulada mirada en ella.Alba inclinó sus párpados, respiró profundo, sus ojos se cubrieron de una ligera capa de lágrimas.<