Queridos lectores quiero agradecerles por la acogida a esta humilde historia. A la vez les doy la bienvenida a Serie Romance, que consta por el momento de ocho libros. Como es una serie no es necesario leer en orden, excepto los libros posteriores a Si me ves llorar por ti. Así que los anteriores no tendrán problemas, pero para no confundirlas les voy a dejar aquí el orden de los libros.
1.- Un contrato por amor (Historia de Nick y Ary) Disponible en esta plataforma.
2.- Déjame decir que te amo (Segunda parte de Un contrato por amor, narro la historia de los hijos de los personajes de la 1) Disponible en esta plataforma.
3.- La esposa infiel (Historia de Diana y Rodrigo padres de Santiago) Disponible en esta plataforma.
4.- Cuando seas mía (Historia de Isabella Vidal) por publicarse.
5.- Si me ves llorar por ti (Historia de Alba y Santiago) Finalizado en la plataforma.
6.- Un café para el Duque (Histori
Santiago Vidal, observaba a través de los grandes ventanales de su imponente oficina como la lluvia caía con fuerza. Ese ruido ensordecedor lo atormentaba. Le recordaba esa fatídica noche en la que todo terminó cinco años atrás. Resopló con un sentimiento de congoja anidado en su pecho, con sus tristes ojos azules miró el agua golpear el vidrio, de la misma forma en que los recuerdos martillaban su corazón. Colocó sus manos sobre la cornisa, y suspiró. Divisó como una bruma de neblina cubría los grandes rascacielos, tornando el cielo gris, tal cual su vida se transformó desde aquel instante. De nuevo aquella sensación de soledad cubrió su corazón, los remordimientos, no lo dejaban en paz hace ya un largo tiempo, en especial en las tardes lluviosas que tanto le recordaban a ella. No comprendía por qué ese día los recuerdos taladraban su cabeza. Quizás se debía a que su boda estaba muy p
Años atrás. Los dedos de los músicos rasgaron las cuerdas de las guitarras entonando las notas de «Sabor a mi by Luis Miguel» El sonido de los violines estremeció el corazón de Alba. Santiago, la envolvió con sus brazos. En la proa del yate sus cuerpos danzaban con lentitud al ritmo de la melodía. La brisa les acariciaba el rostro y agitaba el castaño cabello de la chica. … “Pasarán más de mil años, muchos más. Yo no sé si tenga amor la eternidad. Pero allá, tal como aquí. En la boca llevarás. Sabor a mí” ... La letra de la legendaria canción estremecía sus almas, al finalizar la melodía Santiago tomó el delicado rostro de su novia, y lo acercó a él, sus labios se apoderaron con urgencia de los de su chica. La joven se deshizo ante aquel mimo. Esa mágica noche se estaba convirtiendo en la mejor de toda su corta existencia,
Bronx- New- York, USA. Seis años, y dos meses antes. Alba Rodríguez, se removía en la dura y estrecha cama de aquel albergue en donde ahora pernoctaba. Su incomodidad no solo se debía al rígido y desgastado colchón, sino también a su prominente vientre de nueve meses de embarazo, y aquella molestia en la cintura que no le permitía conciliar el sueño. El ruido de las gotas de lluvia golpeando el techo, se asemejaba al mismo de aquella noche en la que el hombre que juró amarla, protegerla, y hasta casarse con ella, la dejó abandonada, sin permitirle darle una explicación. Acarició su barriga, sabiendo que dentro de su ser crecía el fruto de ese amor. El pequeño que habitaba en su interior era quien le había dado las fuerzas para soportar los duros momentos que tuvo que pasar al alejarse de su casa, su familia, la universidad, y sobre todo de él. &
Una mujer que pasaba por el lugar, al ver a la joven se acercó a ella. —¿Qué tienes muchacha? —inquirió la dama. —Por favor… —jadeó—. Mi bebé va a nacer —sollozó. La mujer sacó su móvil, de inmediato llamó al 911 para pedir ayuda. —¿Puedes caminar? —preguntó a la chica. Alba negó con la cabeza. Un fuerte grito emitió la joven embarazada, entonces sintió un líquido correr por sus piernas. —¡Ya va a nacer! —jadeó. La señora no sabía qué hacer, pero tampoco podía dejarla sola en esas circunstancias, divisó que muy cerca un pequeño callejón se abría paso. —Yo te voy a ayudar muchacha, haz un esfuerzo y caminemos hasta ese lugar. —Señaló con su mano. Alba asintió, con su rostro lleno de lágrimas se recargó en el cuerpo de la mujer. El trayecto a esa
Jackson Heights- New- York, Usa. Cuando todo comenzó: Un año y dos meses antes. Alba apagó con molestia su despertador, deseando dormir un par de minutos más, pero era imposible. Emitió un bostezo, aún adormecida debido a que la noche anterior trabajó hasta la madrugada en un proyecto de la universidad. Para quitarse la pereza se puso de pie, y caminó en dirección al cuarto de baño, con la finalidad de darse una ducha, mientras el agua recorría por su delicada y delgada figura, la imagen de su amor imposible se le vino a la memoria: «Santiago Vidal» susurró su mente, entonces cerró sus párpados y lo visualizó. Suspiró, al rememorar aquellos ojos azules color del cielo, su rostro cuadrado de piel blanca, su nariz respingada, y esa sonrisa seductora que dejaba a más de una sin aliento. El timbre del apartamento, la hizo
Alba en vez de sentir regocijo por las palabras del docente, sintió pesar por sus compañeros, sobre todo por Santiago. «Me debe estar odiando» pensó ella. Cuando se disponía a ir a su lugar fue interceptada por Joaquín. —Vea pues, ¿para dónde crees que vas, vos? — cuestionó el joven colombiano, observándola con el entrecejo arrugado, molesto. Ella colocó las manos alrededor de su cintura, lo miró a los ojos. —La clase terminó —expresó enojada. Santiago sonreía al ver la discusión entre su amigo, y la joven que los dejó en ridículo. Cruzó sus brazos para contemplar a Alba, y su delicado rostro de finas facciones, su piel clara. Ella era delgada, no muy alta, su cabello oscuro contrastaba con el celeste de sus ojos. Angélica, al ver el semblante de su amiga, se acercó a ellos. —¿Por qué están discutiendo? —inqu
Horas después Alba como siempre salió corriendo del salón de clases, contaba con el tiempo justo para llegar al restaurante. Angélica, caminaba de prisa tras de ella. La chica laboraba en una exclusiva boutique, ambas tomaron el mismo autobús. En el recorrido la joven Rodríguez reprochó a su amiga por el comportamiento con sus compañeros. —¿Te volviste loca Angélica? ¿Cómo se te ocurre inventar que nuestros padres tienen dinero? —recriminó a su amiga—. Cuando esos chicos se enteren de la verdad, no me quiero imaginar lo que puede suceder... Te excediste —refunfuñó cruzándose de brazos, mirando la ciudad por las ventanas. —No va a pasar nada —respondió con naturalidad la joven Zambrano—. Para que hombres como Santiago Vidal, y Joaquín Duque, se fijen en nosotras necesitamos que nuestros padres tengan cuentas de ahorro en Suiza, acciones en las principales empresas del país, debe
Jackson Heights- New- York, Usa. Alba cubrió con una almohada sus oídos, arrugó el ceño al no saber quién tocaba tan temprano a su puerta, estiró sus brazos y bajó de la cama para ir a abrir. Angélica con su amplia sonrisa pasó al apartamento con varias bolsas en sus manos. —Buenos días, cenicienta, tu hada madrina llegó —expuso con orgullo—. Voy a convertirte en princesa. Angélica tomó del brazo a su amiga y se la llevó a la habitación, el invierno se aproximaba en la ciudad, y por lo tanto el clima era algo frío, es así que Angélica se había traído de la boutique donde ella laboraba, varios jeans y camisetas, bolsos, abrigos, y otras prendas más, todas de las mejores marcas. —¡Te volviste loca! —exclamó llevándose las manos a la boca Alba, al mirar aquel vestuario que ni en sus mejores sueños imaginó lucir, ta