¿Qué sucederá? ¿Lo quieren descubrir? Dejen sus reseñas, recomienden la historia, si llegamos a 10K habrá maraton.
El sonido del móvil, sumado a los murmullos de la gente afuera de la hacienda obligó a Alex a abrir los ojos. Giró a su alrededor y se dio cuenta de que su hija no estaba a su lado, enseguida se puso de pie para buscarla, pero antes de que saliera de la alcoba, su madre ingresó con la niña de la mano. —Buenos días, cariño —expresó Alba, y se acercó a besarle la mejilla. —Hola, papi —dijo la pequeña—, desayunamos delicioso, la señora bo…—pausó—. Dalia preparó una comida exquisita —añadió Alexa. Alejandro sonrió y observó con dulzura a la niña, y correspondió con calidez el saludo de su madre. —Veo que madrugaron —comentó. —No, tú te quedaste dormido —rebatió Alexa. —Te vi descansar con tanta tranquilidad, que no quise despertarte —mencionó Alba. —¿Qué hora es? —cuestionó.—Las diez de la mañana —informó—, y te venimos a avisar que nos vamos a la ciudad. —Sonrió. Alex asintió y se despidió de ellas, se metió a la ducha, y luego de bañarse se colocó unos vaqueros azules, una cami
Al día siguiente María Dolores se miró frente al espejo, alistándose para la cita que tenía con Alex. Se colocó unos pantalones de mezclilla, y sonrió al ver lo quien que se entallaba a sus curvas, se colocó una camiseta rosa de manga corta, y encima cubrió sus brazos con un cárdigan de tela blanco, enseguida se colocó las botas bajas. Inspiró profundo, pues los recuerdos de los besos y las frases de Santiago le provocaron cosquillas en el estómago. Sin embargo, no podía flaquear, le había prometido una cita, y eso era lo que tendrían aquella mañana de sol radiante. *** En la casa de huéspedes Santiago finalizó de amarrar los cordones de sus deportivos, se miró al espejo: lucía unos vaqueros azules, una camiseta verde agua, sonrió al pensar que luego de unos minutos por fin podría estar a solas con Dalia. Se colocó su varonil fragancia en las manos y luego palmoteó sus mejillas y el cuello, de inmediato salió de la habitación, y al bajar se encontró con sus padres y su hija.
La mirada de Alejandro parecía traspasarle el alma a María Dolores, el corazón de la mujer, se detuvo por milésimas de segundos, todo su cuerpo temblaba esperando una reacción de él. Alex parpadeó y algunos recuerdos vinieron a su memoria, entonces sin pensar un segundo se aproximó a ella y la abrazó con fuerza.María Dolores dejó salir el aire que contenía en sus pulmones, liberó un suspiro, así como las lágrimas que se amotinaron en sus ojos. Alejandro sintió su corazón bramar con gran fuerza, percibió el calor de su cuerpo, la suavidad de su piel, y entonces ya no tuvo dudas, era ella, la mujer de sus sueños. Sin importarle nada, la besó con desesperación, y Lola correspondió con la misma ansiedad, percibiendo que, de un momento a otro, iba a desfallecer. —¡Eres tú! —exclamó él, y le acarició el rostro, el cabello, la inspeccionó con sus azules ojos, cristalinos. Lola pasó la saliva con dificultad. —¿Me recuerdas? ¿Recuperaste la memoria? —cuestionó ella con inquietud y las me
Alejandro suspiró profundo, no pudo evitar sonreír, y de pronto su móvil sonó, resopló creyendo que era Jacqueline; sin embargo, el contacto era un número desconocido para él. —Hola, tío Alex —se escuchó en la dulce voz de una niña—, dice mi abuelita que ya te acuerdas de nosotros. ¿Es cierto?Él sonrió y su corazón se llenó de alegría. —¿Eres una niña de ojos azules, parlanchina, traviesa y que le encanta robar chocolates? —indagó bromeando. —Soy Norita —respondió ella bufando. Alex carcajeó al escucharla. —Claro que me acuerdo de ti, y de tus papás —comentó. —¿Cómo están? —cuestionó sentándose en la cama. —Estamos bien, no viniste a verme cuando me secuestraron —reclamó—, mi papá me salvó como en las películas —relató—, ya estoy en casa, y quiero que mi hermanito nazca pronto —expuso. Alex parpadeó y sacudió su cabeza. —No sabía que te sucedió eso —comentó sorprendido—, vaya noticia, así que serás la hermana mayor —dijo con ilusión. —Sí tío —respondió Norita—, cuídate mucho
Luego de aquella ceremonia, el sonido del teclado se hizo a escuchar. Lolita notó como Paz se lanzó a los brazos de su esposo y de inmediato el vocalista de la orquesta entonó: «Volví a nacer by Carlos Vives» Alejandro sonrió y recordó que esa canción era muy especial para sus tíos. —Con ese tema, Joaquín le pidió matrimonio a mi tía —relató—, en el estadio de Bogotá, con más de veinte mil personas presentes, y con el propio artista en vivo. Lolita parpadeó y abrió sus ojos, sorprendida. —Debió ser un momento mágico —susurró, y miró como toda la gente coreaba el tema, uniéndose al sonido de los acordeones. «Quiero casarme contigo, quedarme a tu lado, ser el bendecido con tu amor. Por eso yo quiero dejar mi pasado, que vengas conmigo, morirme en tus brazos, dulce amor» Enseguida ellos se unieron a los demás y se pararon frente a la tarima para cantar la melodía. —Alex —dijo la voz dulce de una dama al instante que el tema finalizó. Alejandro dio vuelta, y sus labios esboza
Mientras Alex y Lolita regresaban hacia la casa en medio del bosque, escucharon murmullos, se escondieron porque no sabían con exactitud de quiénes se trataba, entonces sin hacer ruido se quedaron esperando, y sin querer escucharon esa conversación. —¡Sos un cobarde! —clamó la voz agitada de aquella chica—, te vas a casar con la estúpida peliteñida esa, tan solo por no admitir lo que sientes —bramó. Jorge resopló, y tomó las frías y temblorosas manos de María Fernanda. —¡Somos familia! —rebatió él—, desde siempre he tratado de hacerte entender eso. —Pasó la saliva con dificultad y su corazón se estrujó al mirar la tristeza en los ojos de Mafer. —¡No lo somos! —bramó ella—, entiende por nuestras venas, no corre la misma sangre, solo sos un Duque de apellido —refutó—, tu mamá fue adoptada por la tía Lina —sollozó. —¿Acaso no sientes lo mismo que yo? —cuestionó. El corazón de Jorge se estremeció por completo. El joven se debatía entre sus principios morales, y lo que sentía por ella
Lola al notar que nadie la seguía pausó la marcha, giró su rostro y sus ojos se encontraron con la mirada llena de fuego de él, que le pareció que los orbes de Alex le quemaban las entrañas, y también se lo imaginó encima de ella, embistiéndola con fuerza, y con esa pasión tan propia de él. De pronto una intensa lluvia cayó sobre ellos, los dos carcajearon y galoparon hasta las cabañas, los encargados los ayudaron a bajar. Lolita y Alex se adentraron a aquella casita de madera, de inmediato Alejandro encendió la chimenea y comenzaron a despojarse de las prendas mojadas. Ambos se miraron a los ojos, sonrieron. Se aproximaron uno al otro y empezaron a desnudarse, aprovechando la oportunidad para acariciar sus húmedos cuerpos. Lolita contempló el fornido cuerpo de Alejandro, él era grande, imponente, musculoso, y ni hablar de su imponente erección. Alex admiró la desnudez de Lolita, se mojó los labios al ver sus firmes y voluptuosos senos, su cintura estrecha, sus amplias caderas,
—¡Alex, cálmate! —gritó Alba—, estás siendo muy injusto con María Dolores —expresó arrugando el ceño. Por más que Lolita intentaba contener las lágrimas, no podía, se esforzaba mucho para no mostrar que la actitud de Alejandro le dolía en el alma. —Solo digo la verdad —expuso Alex con voz seca—. La señora Beltrán —arrastró las palabras—, es una farsante, es experta en manipular y engatusar a las personas, no entienden que nos engañó a todos —bramó, se llevó las manos al cabello y le dio la espalda a Lolita. Jacqueline aprovechó el instante para acercarse a Alejandro y colocar sus dedos en el hombro del joven. —Tranquilo, cariño —susurró. Lolita se aproximó a Alex y se paró frente a él, su mirada mostraba profunda ira y decepción, tenía el ceño fruncido, y las mejillas enrojecidas. —Dime en la cara todo lo que piensas de mí —vociferó tensando los músculos—, el falso y mentiroso eres tú —reclamó y oprimió sus labios—. Mírame a los ojos y confiesa que solo te estabas burlando