Queridos lectores, agradezco que se hayan tomado el tiempo de leer esta historia, espero haya sido de su agrado, mi idea siempre es dejar un mensaje en cada libro, y con Lolita y Alex no ha sido la excepción. ¿Esperan epílogo? Háganme saber en las reseñas. ¿Desean un capítulo extra?, si es así cuéntenme qué les gustaría agregar. Estoy presta a escucharlos.
Cabo San Lucas, BCS, México. Al día siguiente luego de compartir un delicioso desayuno en la terraza de la suite, con la maravillosa vista hacia el mar de Cortes, llamaron a Alba a averiguar por los niños, al saber que todo estaba en orden con sus cuatro hijos; Alejandro y Lolita salieron a disfrutar de la maravillosa playa. Con las manos entrelazadas, sus pies descalzos caminaban por la tibia y blanca arena, entre risas y juegos empezaron a jugar con las olas del mar. Luego de nadar y jugar en el mar, regresaron a la suite, se ducharon y cambiaron de ropa para salir a comer, llegaron a un lujoso restaurante en el noveno piso de un hotel, bebieron vino, comieron sushi, mientras charlaban, las suaves notas de un violín, acompañado del rasgado de cuerdas de un requinto interrumpieron el momento. Lolita se llevó las manos al rostro, emocionada y a la vez impresionada al reconocer que los músicos entonaban de forma magistral: «Nuestro juramento by Julio Jaramillo» —Es increíble —e
Tres años después. —Quedó hermoso —dijo Sofía al mirar el hermoso arreglo floral que su madre preparó, y que ella colaboró. Lolita sonrió y observó alrededor de su floristería, con el corazón henchido de felicidad, suspiró profundo y recordó que gracias a unos girasoles, hoy en día era una mujer feliz, llena de dicha y con una hermosa familia. —¡Mami! —exclamó una dulce voz, era Esteban—, dice mi papá que ya está todo listo —comentó el chiquillo. Lolita miró la hora, y abrió sus ojos con amplitud. —Y ustedes dos, no están listos —expuso—, vamos rápido a bañarse —indicó y de inmediato los tomó de la mano y se dirigió a su casa, que quedaba a pocos metros del lugar donde puso su floristería. Los jardines de su hermosa residencia estaban adornados con globos rosados y azules, había un castillo inflable, y muchos dulces, pues los mellizos cumplían años. —Amor —dijo Alex—, no tardan en llegar los invitados —advirtió. —Lo sé, cariño, pero nos entretuvimos preparando un arregl
«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía». Vladímir Nobocov. Cuenca, Ecuador. —¡Qué hermosa te ves! —exclamó Elsa, la madre de Lola. María Dolores, enfundada en un sencillo vestido de novia, apretó sus labios en una fina línea, se sentía muy presionada por esa boda. Aunque era cierto, el atuendo no le quedaba mal, su mirada no brillaba, no estaba segura de dar el siguiente paso, pensó por unos instantes en convertirse en una novia fugitiva. —Mamá, tengo miedo —confesó la joven con un tono de voz tembloroso. —No temas, Ricky es un buen hombre, estoy convencida de que serán muy felices—. La consolaba Elsa, con un tono de culpa. —Pero... pero… Yo no lo amo —respondió María Dolores con mucha inquietud—. Se observó una vez más ante el cristal. Se encogió d
«Cuando yo nací, ella ya arrancaba suspiros, y andaba en distintos caminos buscando el amor» Axel. New York, Estados Unidos. Cinco años después. Una fuerte lluvia azotaba las calles de New York, las gotas de agua bañaban los ventanales de la casa de Lola, aquella triste mañana de invierno. Gruesas lágrimas caían por el rostro de María Dolores, contemplaba frente al espejo aquel moretón que el puño de su esposo dejó sobre su pómulo como regalo de aniversario. Un nudo se le formó en el estómago a aquella mujer que estaba por cumplir treinta y nueve años, y que cinco de ellos se esfumaron en el aire. En ese tiempo de matrimonio, lo único que había conseguido eran: humillaciones, maltrat
«...No fue fácil para ella ver que el mundo no era como lo soñó. Conocer el amargo sabor del sufrimiento...» Axel.Días después.Alex Vidal no veía la hora de terminar con aquella junta, esa noche se festejaba el cumpleaños de sus hermanas gemelas, y él no había tenido tiempo de comprarle un regalo.A sus veinte y ocho años, era el director general del grupo hotelero Vidal Espinoza y asociados, una de las cadenas de hoteles más importantes de América.Solicitó unos minutos de receso, se dirigió a su despacho, se quitó el impecable blazer y luego sacó una botella de agua del refrigerador. Bebió varios sorbos mientras buscaba en su agenda el número de teléfono de la floristería en la cual semanas antes,
«...Señora de las cuatro décadas, permítame descubrir, que hay detrás de esos hilos de plata, y esa grasa abdominal, que los aeróbicos no saben quitar...» Ricardo Arjona.Lola cuando el ascensor llegó a la planta baja salió como alma que lleva el diablo, resopló al ver que el guardia de la entrada principal, no estaba.—Lo que me faltaba —gruñó intentando normalizar su respiración. —¿En dónde se habrá metido este sujeto? —susurró, y empezó a caminar por uno de los pasillos del lobby.De pronto escuchó voces:«No debe tardar en salir, la mujer que contratamos acaba de informar que ya están por bajar; tengan todo listo para el secuestro, pediremos una gran suma por el rescate del jefe»El corazón de Lola em
«Junto a ti no existe el tiempo, me acaricias al hablar. Te encontre justo el momento, en que tenias que llegar. Hace tanto que te espero. No te lo voy a negar» Patricio Arellano.Alex Vidal le contaba a Oliver lo sucedido la noche anterior, omitió lo sucedido con Lola en el elevador.—Valiente, mujer —dijo con asombro—. Otra en su lugar habría huido.La mirada de Alejandro cambió, ladeó los labios al recordarla.—Es diferente.—¿Y cómo es? —indagó con curiosidad el joven. —¿Es bonita?Alex se aclaró la garganta.—Tiene una sonrisa muy linda —comentó y de inmediato cambió el tema para mirar los planos del hotel que estaban po
Lola palideció por completo, sintió sus piernas flaquear, y le faltó la respiración, se recargó en el barandal, y este debido a los años crujió y antes de que ella cayera al piso, los fuertes brazos de Alex la sostuvieron por la cintura.María Dolores se estremeció, inhaló aquel aroma a cedro, y cuero que no podía olvidar. Alex se reflejó en esos profundos pozos negros, la miró con atención, y también recordó el sabor a cereza que tenían los labios de aquella mujer.Lola se separó de inmediato y caminó hasta la sala.—Lo que usted me dice, debe ser un error —comentó—. Yo recibí esta casa como parte de una herencia, mi esposo no tenía derecho sobre esta propiedad.Alex buscó en su correo el contrato de compr