Lola al notar que nadie la seguía pausó la marcha, giró su rostro y sus ojos se encontraron con la mirada llena de fuego de él, que le pareció que los orbes de Alex le quemaban las entrañas, y también se lo imaginó encima de ella, embistiéndola con fuerza, y con esa pasión tan propia de él. De pronto una intensa lluvia cayó sobre ellos, los dos carcajearon y galoparon hasta las cabañas, los encargados los ayudaron a bajar. Lolita y Alex se adentraron a aquella casita de madera, de inmediato Alejandro encendió la chimenea y comenzaron a despojarse de las prendas mojadas. Ambos se miraron a los ojos, sonrieron. Se aproximaron uno al otro y empezaron a desnudarse, aprovechando la oportunidad para acariciar sus húmedos cuerpos. Lolita contempló el fornido cuerpo de Alejandro, él era grande, imponente, musculoso, y ni hablar de su imponente erección. Alex admiró la desnudez de Lolita, se mojó los labios al ver sus firmes y voluptuosos senos, su cintura estrecha, sus amplias caderas,
—¡Alex, cálmate! —gritó Alba—, estás siendo muy injusto con María Dolores —expresó arrugando el ceño. Por más que Lolita intentaba contener las lágrimas, no podía, se esforzaba mucho para no mostrar que la actitud de Alejandro le dolía en el alma. —Solo digo la verdad —expuso Alex con voz seca—. La señora Beltrán —arrastró las palabras—, es una farsante, es experta en manipular y engatusar a las personas, no entienden que nos engañó a todos —bramó, se llevó las manos al cabello y le dio la espalda a Lolita. Jacqueline aprovechó el instante para acercarse a Alejandro y colocar sus dedos en el hombro del joven. —Tranquilo, cariño —susurró. Lolita se aproximó a Alex y se paró frente a él, su mirada mostraba profunda ira y decepción, tenía el ceño fruncido, y las mejillas enrojecidas. —Dime en la cara todo lo que piensas de mí —vociferó tensando los músculos—, el falso y mentiroso eres tú —reclamó y oprimió sus labios—. Mírame a los ojos y confiesa que solo te estabas burlando
Alejandro bebió otro trago de tequila. —Mi papá me puso vigilancia, y cuando Lolita y yo viajamos a Salento, el escolta se dio cuenta de que nos fotografiaban y seguían, me informó de lo que estaba ocurriendo en privado —explicó la mirada se cristalizó. Suspiró recordando aquel paseo—. Esos días recuperé casi por completo la memoria, entonces le pedí ayuda a mi papá —resopló—. Confirmé mis sospechas cuando Jacqueline apareció en la hacienda. —Pausó y los labios le temblaron—, tuve que tratar mal a Lolita. —Negó con la cabeza—, le dije cosas horribles…—su voz se fragmentó—, solo espero algún día recuperarla. —Presionó sus puños con fuerza, y cerró los ojos. Oliver respingó, y observó con pesar a su amigo. —Lo que importa, es que ahora se encuentra protegida, y está en buenas manos —declaró el joven—. Sam está un poco loca, pero estoy segura de que alegrará a Lolita, y no permitirá que te olvide. —Elevó una de sus cejas. Alex bebió otro trago, intentó sonreír. —Eso espero. **
Sam rascó su frente, inhaló profundo. —Me caes bien, y confío en vos, espero que mi amigo recupere por completo la memoria, y aclare las cosas —expresó, y la miró a los ojos—, quizás las respuestas que buscas, la tengas en tu corazón. María Dolores le brindó una sonrisa a Samantha. —Veo que le eres fiel —dijo Lolita, y pensó en su mejor amiga: Rose, y su mirada se llenó de nostalgia. Samantha no dijo más con respecto al tema y prosiguió dándole indicaciones a Lolita. —En unos días te pasaremos el video promocional del palenque, para la campaña publicitaria —comentó—. Y en una semana me tendrás que acompañar a un tour por Monte Albán —indicó—, es un centro arqueológico, y como verás. —Se puso de pie y acarició su vientre—, hay alguien que crece cada día. —Sonrió—, y mi querido y adorado esposo no va a estar tranquilo si no vienes conmigo. María Dolores esbozó una sonrisa. —Eres una chica afortunada, a leguas se nota que Óscar se muere por ti —aseguró y la mirada se le llen
San José de Uchupiamonas - Bolivia. Aurora presionó los dientes con fuerza ante el escozor que sentía en su pierna. El agente López al escuchar los gritos de la chica corrió de inmediato en su ayuda. El semblante del joven palideció al ver a la muchacha, agarrarse el tobillo. —¿Qué le pasó? —cuestionó jadeante Sayri. —Me mordió una serpiente —masculló ella. El corazón de agente dio un vuelco al escucharla, observó los dientes del reptil haber dejado una gran marca en la blanca piel de la joven. —¿Cómo era? —cuestionó, intentando saber qué clase de víbora le había picado. —¡No lo sé! —exclamó y presionó con fuerza el brazo del joven—. Me arde, y duele —gimoteó. Sin pensarlo, un segundo el hombre la cargó y corrió hacia la casa de huéspedes, avisó al encargado que una serpiente había picado a la joven. De inmediato se activaron las alertas para salir a buscar al réptil; sin embargo, una de las mujeres al ver como la piel de Aurora se ponía morada de inmediato habló. —Fue
“Se me hace bastante extraño que Ricardo Benítez, quién siempre me ignoró, ahora muestre un repentino interés en mí. Vino a casa y le pidió permiso a mi mamá para llevarme al cine, y aunque sé qué para muchas personas ese gesto demuestre que es un caballero, a mí me causó gracia, tengo ya treinta y cuatro años, no necesito pedirle permiso a nadie, sin embargo, en esa cita me sentí rara, no sé si fue mi imaginación, o mis inseguridades, pero percibí que a Ricky le daba vergüenza que lo vieran conmigo” “A pesar de que aquella primera cita no fue lo que esperaba, él ha seguido insistiendo, mi madre asegura que es un buen partido, pero a mí no me agrada, hay algo en él, que me incomoda. Abuela, ahora es cuándo más te necesito, sé que estarías de acuerdo conmigo, Ricky es siniestro” “Ricardo me besó y como era lógico no sentí el revoloteo de las mariposas, quizás estoy muy vieja para percibir eso, pero no hubo fuego, ni chispas, ni nada. La verdad no me sentí a gusto, más cuando se portó
Oaxaca - México. Al día siguiente. Lolita intentaba concentrarse en su trabajo, y pasaba la mayor parte del tiempo ocupada entre la agencia de viajes, y los pedidos que tenían Pau y Sam. Como todos los días mostró una amplia sonrisa al entrar al edificio en donde funcionaba las oficinas de la agencia, en sus manos sostenía un helecho, con el cual iba a adornar el lugar. Luego de colocar la planta en el sitio que había adecuado, encendió el computador y se puso a revisar los pendientes, y a confirmar las reservaciones en los hoteles, y así mismo coordinó con la asistente de Óscar el retiro desde el aeropuerto de los turistas interesados en visitar el palenque. Una hora después miró a un joven golpear el vidrio de la puerta principal, aquel muchacho sostenía en sus manos un hermoso arreglo de flores. Lolita frunció los labios, y creyó que aquel chico se había equivocado. —Hola —saludó ella con una sonrisa. —Buenos días —contestó el joven—, tengo un pedido para la señora María Dol
New York - Usa. Alma dejó a Alexa en la escuela, y justo cuando se disponía a subir a su auto, alguien la tomó de la mano, de inmediato el escolta que la acompañaba por seguridad se puso alerta. La chica giró para mirar a la persona que la tocó, frunció el ceño, rodó los ojos, y bufó. —¿Qué quieres? —cuestionó a Oliver, luego miró a su custodio—, todo en orden. —Necesitamos hablar —dijo él, la miró a los ojos. Alma negó con la cabeza. —Yo no charlo con cobardes —gruñó agitada—, pero tranquilo, que no tienes la culpa de nada, la única tonta fui yo, que sabiendo la clase de alimaña que eres me fui a enredar contigo —vociferó sintiendo como sus palabras ardían en el pecho. Oliver inclinó la cabeza, la garganta se le secó al escucharla. —Mentí para no causarte problemas, Alex no me considera digno de ti —se defendió con la voz trémula. Alma presionó los dientes, apretó los puños, conteniéndose las ganas de golpearlo. —No te preocupes, ya todo está olvidado. —Giró para no verlo,