Alex con profundo pesar le comentó a Alba sobre la enfermedad de Jacqueline y su petición. Enseguida la madre del joven se puso de pie. —No puedes hacer eso —refutó—, comprendo que esté enferma, y me solidarizo con su dolor, es más creo que merece tener una muerte digna, estar acompañada, sentirse querida, pero que te pida ser tu esposa, me suena a chantaje —resopló, y lo miró a los ojos. —¿O piensas hacerlo? —cuestionó. Alejandro parpadeó al escuchar a su mamá. Inhaló profundo, y negó con la cabeza. —La verdad… Siento lástima por ella —comentó, y la garganta se le secó—, pero si hago eso, perdería a María Dolores, y yo a quién amo es a ella —afirmó—; sin embargo, Jacqueline es la madre de mi hija, quiero que sea feliz. Alba se puso de pie se aproximó a su hijo, y lo cobijó entre sus brazos. —Cariño, entiendo como te sientes —indicó Alba—, sé que desearías hacer mucho por Jacqueline, pero no a costa de tu felicidad y de las de otras personas. —Frunció el ceño y se quedó pensa
—Hola —saludó. —¿Cómo están las cosas por allá? Óscar resopló al otro lado de la línea, se aclaró la garganta y le comentó lo sucedido con Lolita. —Nosotros estamos al pendiente de ella, no la vamos a dejar sola —informó. Alex palideció por completo al escuchar la noticia, y sintió como la adrenalina corrió por sus venas. Salió a la terraza por el temor que tenía de que hubiera micrófonos instalados en el interior de su apartamento, y así hablar con calma. —¡Mal nacido! —rugió. —¿No se cansa de hacerle daño a Sam, y ahora arremete en contra de mi mujer? —indagó bramando—. Franco Santillán se acaba de ganar a un enemigo, nadie toca a Lolita —advirtió y se estremeció al imaginarla defendiendo a su amiga—. Es tan valiente —susurró con la voz temblorosa. —No serás el único enemigo, porque si la policía no lo encuentra, yo mismo lo buscaré hasta por debajo de las piedras, y no tendré piedad —vociferó Óscar—. Samantha se siente muy apenada contigo, porque nos encargaste cuidarla, y
El corazón de ambos latía con fuerza brutal, más cuando sus labios se unieron en un desesperado beso. Cuando la falta de oxígeno los obligó a separarse, Alex pagó a los músicos, y subió con Lolita al apartamento, tenían tanto de que hablar. Cuando ingresaron lo primero que Alejandro hizo fue posar sus dedos en las marcas que el infeliz de Franco dejó en el cuello de Lolita. Sus músculos se tensaron de imaginarla a merced de ese asesino y él lejos sin poder defenderla. —¿Cómo estás? —indagó acariciando aquella zona con suavidad. Lolita lo miró a los ojos. —Me dolió más tu desprecio, que las marcas de aquel asesino —declaró con sinceridad, percibiendo como su piel se estremecía ante el tacto de él. Alejandro deglutió la saliva con dificultad, colocó su mano en el rostro de María Dolores, y la contempló. —Parece que no me conoces bien —enfatizó, se aclaró la voz y se separó de ella—, pienso que contigo siempre he sido sincero, y te he demostrado hasta el cansancio lo mucho q
New York- Usa. Alma llegó con un ligero nerviosismo a las empresas del consorcio, su padre le había pedido dejar unos papeles importantes a Oliver, y aunque intentó negarse a hacerlo, no lo consiguió. Cuando salió del ascensor percibió las piernas temblorosas, inhaló profundo y se aproximó al escritorio de la asistente del abogado. —Hola —saludó aclarándose la voz. —¿Se encuentra… Oliver? —cuestionó. La chica elevó su mirada a la joven, le sonrió. —Buenos días, señorita…—Pausó por qué no lograba distinguirla de su hermana gemela.—Soy Alma —dijo la joven. —Perdón señorita, es que usted y su hermana son idénticas que no logro saber quién es una, quién la otra —recalcó—. El abogado se encuentra en su oficina, siga. —Señaló con su mano. Alma inhaló profundo, asintió y luego sosteniendo el sobre contra su pecho caminó hasta la oficina de él. Colocó su mano en la cerradura, y pensó en mejor dejar los documentos a la asistente, pero luego recordó que su padre le pidió que se lo entr
Huatulco - Oaxaca. Alex ayudó a María Dolores a bajar del yate, ella caminaba de la mano de él, sin saber hacia dónde la llevaba. Su corazón bombeaba con fuerza por la ceremonia; sin embargo, desconocía como se iba a llevar a cabo. Entonces los ojos de Lolita se abrieron de par en par, sus ojos se cristalizaron al ver el corazón en la arena formado por pétalos de rosas rojas. En el centro dos cojines adornados con tapetes tejidos a mano con símbolos zapotecas, antigua cultura que habitaba en Oaxaca. Encima del corazón un hermoso arco confeccionado en caña y adornado con flores blancas estaba listo para la ceremonia. —¿Cómo supiste? —cuestionó Lolita a Alex, puesto que ella había plasmado en su diario cómo le gustaría su boda frente al mar. —Dicen que las almas están conectadas —informó sonriente. Lolita elevó una ceja y no le creyó. —Me suena a falsedad, pero no importa, me encanta —aseguró. Alex sintió su corazón alegrarse al ver en los ojos de Lolita, la ilusión, entonces s
Provincia de Misiones - Argentina. Aurora y el resto de sus compañeros luego de haber finalizado sus primeras labores en la selva boliviana, decidieron tomarse unas vacaciones en Argentina, la mayoría del grupo optó por conocer las cataratas de Iguazú; sin embargo, la joven Vidal decidió antes visitar la reserva de biosfera Yavoti, que en idioma guaraní significa tortuga. Ella y el agente López llegaron hasta el lodge, en medio de la reserva, ambos maravillados por la naturaleza del lugar. Luego de dejar sus equipajes en las respectivas habitaciones, decidieron aventurarse por descender el salto Horacio. Aurora se colocó un top gris y unos shorts cortos de mezclilla en tono celeste, calzó sus pies con zapatos deportivos, se hizo en el cabello una cola, se colocó protector solar y salió lista para su paseo. Se mordió los labios cuando miró a Sayri con una camiseta que le quedaba ajustada a sus impresionantes músculos, además que los pantalones cortos que llevaba ese día dejaban ver
Aurora caminaba como un león enjaulado en los pasillos del ministerio público, desde el momento que Sayri fue detenido al pisar Bolivia, ella había perdido comunicación con él. Cansada, desanimada, se sentó en una fría silla, cerró sus ojos y recordó los días tan bonitos que pasaron en Misiones, Argentina, y sobre todo aquel momento tan apasionado que vivieron en aquella cascada. Se llevó los dedos a los labios rememorando aquellos besos, cerró sus parpados y volvió a revivir el instante en que se entregaron a la pasión, desnudaron sus cuerpos, y se fundieron en uno solo. —Debo sacarte de este lugar —susurró bajito, y luego sobó sus brazos, el frío era inclemente, se puso de pie y se aproximó a un guardia. —¿En dónde consigo un almacén de ropa? —indagó con seriedad. El oficial con seriedad le indicó el camino. Aurora molesta, y frotando sus brazos caminó sintiendo como la temperatura del sitio le calaba los huesos. Miró un almacén de cobijas y de inmediato cruzó la calzada casi c
María Dolores parpadeó, su corazón se detuvo por milésimas de segundos al darse cuenta de que se quedaría detenida. —¡Yo soy inocente! —exclamó—. A mí me secuestraron, y ese infeliz se cayó solo al barranco. —Eso es lo que debemos investigar, señora —dijo el fiscal, entonces ordenó a los guardias que esposaran a Lolita y se la llevaran a la celda. Cuando la puerta de la oficina se abrió Alex de inmediato se acercó, palideció al ver a María Dolores con las esposas en las manos. —¿Qué significa esto? —cuestionó gruñendo. El abogado se aproximó a él. —Señor Vidal, son las normas, mientras se realizan las pericias la señora Beltrán y el agente López deben permanecer retenidos por cuarenta y ocho horas —puntualizó. —¡No puede ser! —exclamó y enseguida se aproximó a Lolita—. Lo lamento —susurró pegando su frente a la de ella. —Yo más —respondió ella—, por favor cuida a Emma. —Así lo haré —informó él. En ese momento la niña al escuchar voces abrió sus ojos, pues se había q