Avaricia

Apolo

Bajé del Audi con vidrios blindados, mientras dos de mis hombres seguían mis pasos. El coche donde viajaba Pietro se detuvo justo detrás. Esperamos que el resto de los refuerzos bajaran y nos precipitamos hacia la entrada de la finca de Bruna, ella era una mujer precavida, pero esa tarde habían redoblado la seguridad. Entonces no me quedaba más que concluir que lo que decía Massimo era cierto, estaban uniendo fuerzas para controlarlo todo. 

La seguridad se abalanzó sobre nosotros, pero tomé a uno de ellos de la muñeca, la retorcí con fuerza, luego lo golpee justo en la nariz con rabia hasta que sentí su cuerpo laxo entre mis manos, Pietro hizo lo suyo al igual que el resto de mis chicos, hasta que frente a nosotros solo se encontraba un portero que prácticamente se había orinado en los pantalones y un desfile de cuerpos retorciéndose de dolor. 

M
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