ApoloNo tuve demasiado tiempo para reflexionar, ya que fuera se escuchó el tropel de dos hombres subiendo apresuradamente. Tiré de Brianna por el brazo de inmediato, llevándola detrás de la barra cuando escuché la perilla de la puerta girando y la obligué a ocultarse conmigo detrás de está, esperando que creyesen que no había nadie.—¿Qué es…? —La aprisioné contra mi pecho tapándole la boca para que no emitiese sonido alguno, con una de mis manos, mientras que con la otra le indicaba que guardase silencio, llevándome el dedo a los labios.La sangré se me helo en las venas cuando escuché el clic metálico de la puerta abriéndose y el corazón se me detuvo cuando se movieron a través de la terraza con cautela, con pasos firmes.—No están aquí. —Se escuchó diciendo a uno de ellos con fastidio. —Ve a revisar detrás de los sofás.Brianna alzó las cejas y ahogué su gemido con la palma de mi mano, justo cuando se retorció en mis brazos. De no tener otra alternativa, deberíamos enfrentarlos,
ApoloAntes de que pudiese expresar mi disgusto a placer con una catarata de insultos, por la periferia de mis ojos pude ver dos sombras acercándose a nosotros. Me giré sobre mí mismo cubriendo a Brianna con mi cuerpo, mientras colocaba la mano tan rápido como podía la mano en el arma que llevaba oculta en uno de los bolsillos internos, espacialmente diseñados para ocultar un arma en lugares como aquel, aunque nunca me había aventurado a territorio enemigo de esa forma. Estaba completamente hechizado por mi esposa, capaz de cualquier locura y dispuesto a todo para llevarla de nuevo conmigo, así tuviese que desafiar al mismísimo demonio.En cuanto las sombras cobraron forma, vi a los hombres de Bellomo que venían sobre nosotros, abriéndose paso entre la gente que gritaba presa del pánico, al verlos armados. La fiesta para la Elite se volvió un desastre a pasos agigantados. Las personas corrían hacia todos lados, intentando salir lo más deprisa posible a través de las entradas o puertas
BriannaMe desperté un par de horas después confundida en una cama que no conocía. Me dolía la cabeza horriblemente, y poco a poco comencé a recuperar mis sentidos, hasta que los recuerdos de lo que había ocurrido unas cuantas horas antes, llegaron a tropel a mi mente. La persecución, la huida y finalmente la paz de estar nuevamente en los brazos de Apolo, el hombre que amaba, más que nada en el mundo.Lo recordé diciéndome sin parar: « Te amo». Sonreí como una tonta al rememorándolo repitiendo esas dos palabras a mi oído hasta que finalmente mis parpados se sintieron demasiado pesados como para mantenerlos abiertos. Su voz había sido como una canción de cuna y me sentí tan satisfecha al despertar.Me incorporé lentamente, restregándome los ojos. Sobre la cama, pulcramente acomodada había un par de vaqueros, una camiseta, una sudadera y unos botines. De inmediato supe que no podía ser otro, que mi esposo, maniático del orden quien acomodó aquellas prendas para cuando despertase. Me
ApoloUna parte de mí quería darse la vuelta y volver con mi esposa. Hacer lo que ella decía, tomar un avión privado que despegase desde algún lugar recóndito y dejar que todo se hundiese a nuestra espalda. Aunque sabía que por muy tentador que sonase aquello, era imposible. No se detendrían y si no podían descargar su ira contra mí, lo harían contra familias inocentes con tal de obtener el poder absoluto.Eso sin mencionar que nos cazarían hasta el fin del mundo de ser necesario, si creyesen que estamos con vida. Ninguno de ellos heredaría directamente mi fortuna de forma directa por eso me necesitaban, por eso presionaban amenazando la vida de las únicas personas por las que era capaz de todo.Siempre creímos que el ataque a la finca era una vendetta, ahora entendía que estaban usando el dolor de Anthony para acabar conmigo, con la esperanza de doblegar con facilidad a Brianna.Detuve la motocicleta cuando me faltaban cinco kilómetros para llegar al pequeño aeropuerto privado desde
BriannaApoyé la frente contra mis manos cerradas en forma de plegaria. Nuevamente estaba rezando porque Apolo estuviese bien, que todo saliese según lo planeado y el amanecer lo trajese de vuelta conmigo. Sano y salvo. Mi mundo completo se sostenía bajo la promesa de que encontraríamos nuestro final feliz y ni siquiera podía pensar en algo diferente.Para soportar aquella espera, debía ser positiva.Me incorporé lentamente, la espera me estaba matando, necesitaba mantener la mente ocupada en algo que no fuese mirar compulsivamente el móvil que me había dejado Adrián para tenerme al tanto de lo que estaba ocurriendo. Cada vez que lo observaba para asegurarme de no haber recibido un mensaje o una llamada, las manos me temblaban y comenzaban a sudarme.Solo había pasado una hora, eran las tres y treinta de la mañana, pero aun así, me encontraba al borde del colapso total.Necesitaba, hacer algo, por lo que me levanté de un salto cuando tuve una idea fantástica. Iba a preparar algo de c
BriannaLa noche estaba demasiado silenciosa y nos rodeaba allí donde estábamos una espesa bruma. Que apenas si dejaba ver la ciudad a nuestros pies, como si un manto tenue la cubriese. Miré a mí alrededor y recordé que hacía solo un par de horas Apolo me había hecho el amor en esos mismos sillones. Aunque no era demasiado tiempo transcurrido, el recuerdo me pareció lejano y lancé un suspiro contrariado.—¿Vas a empujarme desde aquí ahora o esperaremos a que los Abruzo asesinen a mi esposo? —Lancé filosa, Tano como lo llamaban sus amigos o papá, como debería haberle llamado me miró con diversión en sus ojos.—Eres igual a tu madre. —Dijo, volviendo a posar sus ojos en el horizonte. —Y no hablo de que eres idéntica, solo físicamente y lo eres, vaya que lo eres. La mujer más hermosa que había visto en mi vida. —Fruncí el ceño.—¿La tomaste por la fuerza? —Si iba a morir esa misma noche, necesitaba saberlo. Era algo que me había preguntado constantemente desde que supe quién era mi padre
ApoloEl muelle parecía una extensión oscura y tétrica de las calles por donde habíamos llegado hasta allí. Uno de los matones me mantuvo sujeto de uno de mis brazos, mientras clavaba una pistola en el costado izquierdo. A medida que nos acercábamos, comencé a temblar, aunque no por el frio típico de las últimas horas de las noches de invierno, si no ante la expectativa de lo que estaba a punto de ocurrir. Todo podía salir a pedir de boca o todo podía salir jodidamente mal.Realmente deseaba que cualquier fuerza superior estuviese de nuestro lado.Contuve el aliento mientras me guiaban a través del piso de madera que llevaba a la bodega donde creían que guardaba los últimos cargamentos de armas que habíamos confiscado en los muelles, para controlar las guerras cada vez más frecuentes entre pandillas y los mapas de rutas que manejábamos. Tenían la idea de que aunque se fuesen a hacer con todo más tarde que temprano, no estaba mal llevarse un adelanto. Incluso observé como los colmillos
ApoloLa sostuve entre mis brazos mientras el coche se movía a través de la carretera. Estaba acurrucada contra mi pecho, así se había quedado dormido, abrazada a mí porque decía que temía despertar y ya no encontrarme a su lado. No importaba cuanto se lo había prometido que eso no ocurriría, se negaba de redondo a soltarme. Finalmente decidí complacerla, luego de todo lo ocurrido, no podía hacer otra cosa que cumplir cada uno de sus caprichos.Claro que no podía negarlo, eso me hacía sentir dichoso como nunca antes había estado. Su forma de amarme sin condiciones, tan pura, tan entregada. Ni siquiera estaba seguro de merecer un cuarto de lo que ella era para mí.El auto se detuvo perezosamente en el camino echándose hacia un lado. Brianna se dio la vuelta molesta cuando la luz del sol le dio de lleno en el rostro y me esforcé para sostenerla con delicadeza, sin invadir su espacio, aunque en el fondo solo desease arrancarle la ropa y enterrarme profundamente en ella. Antes de bajar