Siempre te elijo a ti

Brianna

—Está todo listo. —Dijo uno de mis escoltas cuando me acerqué a una de las barras para para pedir un poco de agua con hielo o una soda. Estaba sudando frío, y las piernas me temblaban. —A las doce en punto debes estar en la sala de conferencia cuatrocientos cinco. —Me tomó la mano y colocó la llave en ella, de inmediato escrutó mi rostro, que por suerte estaba bien ocultó bajo la máscara. —¿Qué es lo que ocurre, Brianna? —Parecía preocupado y sabía que era porque estaba temblando.

Quité mi mano de la suya de un tirón, apretando la llave en el puño.

—Nada, no ocurre, nada. Es solo que tenía algo de nauseas. —Continúo observándome con insistencia y pude imaginarlo bajo la máscara con los ojos entrecerrados.

—¿Estás así por el tipo con el que estabas bailando? —Me interrogó preocupado. No podía decirles aun, que Apolo estaba vivo, no hasta hablar con Fabrizio. Él era el único que me comprendería e incluso me ayudaría a pensar fríamente las cosas, eso era lo que necesitaba, pensar
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