Brianna—Está todo listo. —Dijo uno de mis escoltas cuando me acerqué a una de las barras para para pedir un poco de agua con hielo o una soda. Estaba sudando frío, y las piernas me temblaban. —A las doce en punto debes estar en la sala de conferencia cuatrocientos cinco. —Me tomó la mano y colocó la llave en ella, de inmediato escrutó mi rostro, que por suerte estaba bien ocultó bajo la máscara. —¿Qué es lo que ocurre, Brianna? —Parecía preocupado y sabía que era porque estaba temblando.Quité mi mano de la suya de un tirón, apretando la llave en el puño.—Nada, no ocurre, nada. Es solo que tenía algo de nauseas. —Continúo observándome con insistencia y pude imaginarlo bajo la máscara con los ojos entrecerrados.—¿Estás así por el tipo con el que estabas bailando? —Me interrogó preocupado. No podía decirles aun, que Apolo estaba vivo, no hasta hablar con Fabrizio. Él era el único que me comprendería e incluso me ayudaría a pensar fríamente las cosas, eso era lo que necesitaba, pensar
ApoloNo podía creer tenerla entre mis brazos nuevamente, después de que la arrebataran de la forma en la que no habían hecho. No podía creer que se estremeciese con cada toque, con cada beso, tal como la primera vez que la había tenido entre mis brazos.Le coloqué un mechón de cabello detrás de la oreja y la observé un instante, deleitándome en su rostro delicado, en el brillo de sus ojos. Brianna se mojó los labios, jadeando suavemente, regalándome uno de esos deliciosos ruiditos que solía realizar cuando estaba entregada a mí. Su aroma almizclado, en conjunto con su perfume, me envolvió.Luego de que Adrián me dijese que su informante, afirmaba que entre ella y Ciro, estaba ocurriendo algo. Incluso se decía en la finca donde la tenían que estaban compartiendo habitación, me había vuelto loco de celos, a tal punto que en lo único que podía pensar era en ir por ella. No le hice caso al consejo de Massimo, ni de nadie, tomé un arma, un par de hombres y simplemente me arriesgué a ir a
ApoloNo tuve demasiado tiempo para reflexionar, ya que fuera se escuchó el tropel de dos hombres subiendo apresuradamente. Tiré de Brianna por el brazo de inmediato, llevándola detrás de la barra cuando escuché la perilla de la puerta girando y la obligué a ocultarse conmigo detrás de está, esperando que creyesen que no había nadie.—¿Qué es…? —La aprisioné contra mi pecho tapándole la boca para que no emitiese sonido alguno, con una de mis manos, mientras que con la otra le indicaba que guardase silencio, llevándome el dedo a los labios.La sangré se me helo en las venas cuando escuché el clic metálico de la puerta abriéndose y el corazón se me detuvo cuando se movieron a través de la terraza con cautela, con pasos firmes.—No están aquí. —Se escuchó diciendo a uno de ellos con fastidio. —Ve a revisar detrás de los sofás.Brianna alzó las cejas y ahogué su gemido con la palma de mi mano, justo cuando se retorció en mis brazos. De no tener otra alternativa, deberíamos enfrentarlos,
ApoloAntes de que pudiese expresar mi disgusto a placer con una catarata de insultos, por la periferia de mis ojos pude ver dos sombras acercándose a nosotros. Me giré sobre mí mismo cubriendo a Brianna con mi cuerpo, mientras colocaba la mano tan rápido como podía la mano en el arma que llevaba oculta en uno de los bolsillos internos, espacialmente diseñados para ocultar un arma en lugares como aquel, aunque nunca me había aventurado a territorio enemigo de esa forma. Estaba completamente hechizado por mi esposa, capaz de cualquier locura y dispuesto a todo para llevarla de nuevo conmigo, así tuviese que desafiar al mismísimo demonio.En cuanto las sombras cobraron forma, vi a los hombres de Bellomo que venían sobre nosotros, abriéndose paso entre la gente que gritaba presa del pánico, al verlos armados. La fiesta para la Elite se volvió un desastre a pasos agigantados. Las personas corrían hacia todos lados, intentando salir lo más deprisa posible a través de las entradas o puertas
BriannaMe desperté un par de horas después confundida en una cama que no conocía. Me dolía la cabeza horriblemente, y poco a poco comencé a recuperar mis sentidos, hasta que los recuerdos de lo que había ocurrido unas cuantas horas antes, llegaron a tropel a mi mente. La persecución, la huida y finalmente la paz de estar nuevamente en los brazos de Apolo, el hombre que amaba, más que nada en el mundo.Lo recordé diciéndome sin parar: « Te amo». Sonreí como una tonta al rememorándolo repitiendo esas dos palabras a mi oído hasta que finalmente mis parpados se sintieron demasiado pesados como para mantenerlos abiertos. Su voz había sido como una canción de cuna y me sentí tan satisfecha al despertar.Me incorporé lentamente, restregándome los ojos. Sobre la cama, pulcramente acomodada había un par de vaqueros, una camiseta, una sudadera y unos botines. De inmediato supe que no podía ser otro, que mi esposo, maniático del orden quien acomodó aquellas prendas para cuando despertase. Me
ApoloUna parte de mí quería darse la vuelta y volver con mi esposa. Hacer lo que ella decía, tomar un avión privado que despegase desde algún lugar recóndito y dejar que todo se hundiese a nuestra espalda. Aunque sabía que por muy tentador que sonase aquello, era imposible. No se detendrían y si no podían descargar su ira contra mí, lo harían contra familias inocentes con tal de obtener el poder absoluto.Eso sin mencionar que nos cazarían hasta el fin del mundo de ser necesario, si creyesen que estamos con vida. Ninguno de ellos heredaría directamente mi fortuna de forma directa por eso me necesitaban, por eso presionaban amenazando la vida de las únicas personas por las que era capaz de todo.Siempre creímos que el ataque a la finca era una vendetta, ahora entendía que estaban usando el dolor de Anthony para acabar conmigo, con la esperanza de doblegar con facilidad a Brianna.Detuve la motocicleta cuando me faltaban cinco kilómetros para llegar al pequeño aeropuerto privado desde
BriannaApoyé la frente contra mis manos cerradas en forma de plegaria. Nuevamente estaba rezando porque Apolo estuviese bien, que todo saliese según lo planeado y el amanecer lo trajese de vuelta conmigo. Sano y salvo. Mi mundo completo se sostenía bajo la promesa de que encontraríamos nuestro final feliz y ni siquiera podía pensar en algo diferente.Para soportar aquella espera, debía ser positiva.Me incorporé lentamente, la espera me estaba matando, necesitaba mantener la mente ocupada en algo que no fuese mirar compulsivamente el móvil que me había dejado Adrián para tenerme al tanto de lo que estaba ocurriendo. Cada vez que lo observaba para asegurarme de no haber recibido un mensaje o una llamada, las manos me temblaban y comenzaban a sudarme.Solo había pasado una hora, eran las tres y treinta de la mañana, pero aun así, me encontraba al borde del colapso total.Necesitaba, hacer algo, por lo que me levanté de un salto cuando tuve una idea fantástica. Iba a preparar algo de c
BriannaLa noche estaba demasiado silenciosa y nos rodeaba allí donde estábamos una espesa bruma. Que apenas si dejaba ver la ciudad a nuestros pies, como si un manto tenue la cubriese. Miré a mí alrededor y recordé que hacía solo un par de horas Apolo me había hecho el amor en esos mismos sillones. Aunque no era demasiado tiempo transcurrido, el recuerdo me pareció lejano y lancé un suspiro contrariado.—¿Vas a empujarme desde aquí ahora o esperaremos a que los Abruzo asesinen a mi esposo? —Lancé filosa, Tano como lo llamaban sus amigos o papá, como debería haberle llamado me miró con diversión en sus ojos.—Eres igual a tu madre. —Dijo, volviendo a posar sus ojos en el horizonte. —Y no hablo de que eres idéntica, solo físicamente y lo eres, vaya que lo eres. La mujer más hermosa que había visto en mi vida. —Fruncí el ceño.—¿La tomaste por la fuerza? —Si iba a morir esa misma noche, necesitaba saberlo. Era algo que me había preguntado constantemente desde que supe quién era mi padre